Reflejo en la prensa de la inaguración
 

E X P O S I C I Ó N ___FOTOGRÁFICA

"NIÑOS DE CHERNÓBIL"


Greenpeace
Ecologistas en Acción


Colabora: Caja España

En la provincia de Albacete la exposición va a recorrer la siguientes localidades:

· Albacete. 20 Febrero a 5 Marzo. Caja España
· Pétrola, 7 a 11 Marzo. Casa de la Cultura
· Caudete, 13 a 20 Marzo. Casa de la Cultura
· Almansa, 22 a 28 Marzo. Casa de la Cultura
· Alpera, 30 Marzo a 1 Abril. Casa de la Cultura
· Higueruela, 3 a 8 Abril. Colegio
· Villamalea, 16 a 22 Abril. Casa de la Cultura
· Casas Ibáñez, 24 a 29 Abril. Centro Social
 
Las imágenes de los niños de Chernóbil deben servir para herir la sensibilidad y evitar que esta catástrofe pueda repetirse.
 
EL ACCIDENTE DE CHERNOBIL
La noche del 26 de Abril de 1986, en el reactor número 4 de la central nuclear de Chernóbil, en Ucrania, tuvo lugar el mayor accidente de la historia nuclear, al fundirse el núcleo del reactor y liberar al ambiente toneladas de material altamente radiactivo (iodo 131, cesio 134 y 137, estroncio 90 y plutonio 239). El accidente causó una nube radiactiva que afectó a la mayor parte de Europa, alcanzando hasta España, especialmente Cataluña y Baleares.

Aunque el 25% de las emisiones se produjeron en las 24 horas siguientes a la explosión, durante los nueve días que se tardaron en apagar el incendio, se emitieron enormes cantidades de radiactividad. En este tiempo, las más de 300.000 personas (los liquidadores) que trabajaron en la extinción, sin apenas protección ni control de las dosis de radiación que recibían, pudieron acumular hasta 100 veces la cantidad máxima que es considerada internacionalmente para un ser humano en un año. Hoy, los gobiernos de Ucrania y Rusia reconocen la muerte de 8.000 liquidadores y la enfermedad de unos 120.000.

La población de un radio de 30 Km fue evacuada en los días siguientes (unas 375.000 personas) y la liberación de radiactividad superó los 50 megacurios (50 millones de curios), una cantidad 200 veces mayor que la de las bombas de Hiroshima y Nagasaki en 1945.

La construcción del sarcófago (una enorme estructura de hormigón y acero de 500.000 metros cúbicos) en los siete meses siguientes pretendía contener la liberación de radiactividad del reactor, que seguirá activo los próximos 100.000 años. Sin embargo, su deterioro es tan grande que las fugas radiactivas continúan y debería construirse un segundo sarcófago alrededor. Pero el peligro mayor es su hundimiento total o parcial, lo que desencadenaría nuevas explosiones.

Hoy día, un área de 160.000 Km² (el tamaño de Holanda) permanece contaminada.
 
LAS SECUELAS DE LA CATÁSTROFE

Coincidiendo con el 14º aniversario del accidente de Chernóbil, la ONU ha publicado un informe donde se recapitula sobre sus devastadoras consecuencias. El número de personas afectadas se cifra en unos 7 millones en las repúblicas de Bielorrusia, Ucrania y Rusia, de los cuales 3 millones son niños. Todavía viven 1,8 millones en zonas contaminadas, algunos cientos de personas han decidido volver a la zona de exclusión de 30 kilómetros. Los muertos por la catástrofe se cifran ya en 165.000 y su número seguirá creciendo durante años a causa de las mutaciones en el material genético. Por todo esto, la tasa de mortalidad es superior a la de natalidad en Ucrania y Bielorrusia.

El 70% del material radiactivo se depositó en Bielorrusia, puesto que el viento empujó la nube radiactiva a esta república; los estudios epidemiológicos muestran que sólo el 20% de sus habitantes pueden considerarse sanos. Pero lo peor es la escasez de alimentos frescos y agua potable, ya que gran parte de su territorio está contaminado por plutonio.

El coste económico calculado para el desmantelamiento, tras el cierre definitivo en diciembre de 2000, es de 2.000 millones de dólares y el de hacer frente en el futuro al tratamiento de los afectados, más de 40 billones de pesetas.

 
LOS NIÑOS DE CHERNOBIL

A consecuencia de la radiactividad recibida en el momento de la explosión y en los meses siguientes, unido a la contaminación que persiste en una zona similar a un tercio de España, los niños nacidos tras el accidente de Chernobil muestran una altísima incidencia de malformaciones, enfermedades debidas a la debilidad del sistema inmunológico y distintos tipos de cánceres.

Aunque el número de leucemias detectados es más bajo de lo que se esperaba, la incidencia de cáncer de tiroides en niños menores de 14 años ha doblado ya la cifra prevista hasta el 2006, que es cuando se espera la incidencia máxima. En la actualidad hay 380.000 niños afectados.

Pero todavía queda una terrible secuela que mostrará su dureza en el futuro: las deformaciones congénitas de los niños que nazcan en generaciones futuras y obliga a las mujeres ucranianas y bielorrusas a someterse a continuas pruebas para detectar las posibles malformaciones.
 
CHERNÓBIL NUNCA MÁS

La catástrofe de Chernóbil ha dejado claro al mundo que las consecuencias ecológicas, sanitarias y económicas de un accidente nuclear son incalculables; pero, sobre todo, ha demostrado también que los riesgos de la energía nuclear suponen una amenaza que no conoce fronteras, ya que la radiactividad que se libera, se extiende a miles de kilómetros de las centrales, dejando en evidencia los planes de emergencia nuclear y las zonas de exclusión.

En un principio se aseguró en medios oficiales, que un accidente como el de Chernóbil sería imposible en los reactores occidentales, al estar dotados de medidas de contención que evitarían la salida de la radiactividad al exterior, en caso de accidente. Pronto se vieron obligados a reconocer la realidad: las contenciones occidentales tampoco soportarían una explosión como la de Chernóbil. Y aunque las medidas de seguridad son mayores, el riesgo de fallo técnico o error humano no está descartado: el accidente ocurrido en Tokaimura (Japón) el 30 de septiembre de 1999 ha acabado definitivamente con el argumento de que las instalaciones nucleares del mundo occidental eran seguras. En España, el accidente de la central de Vandellós I en 1989, que provocó su cierre definitivo, estuvo a punto de provocar una catástrofe nuclear.
 
NO NECESITAMOS ENERGÍA NUCLEAR

La energía nuclear nunca ha tenido fines pacíficos. La industria nuclear nació de los esfuerzos desarrollados para obtener la bomba atómica. El plutonio que se obtiene de los reactores de las centrales nucleares es utilizado para la construcción de misiles y bombas atómicas. Las pruebas nucleares no han cesado desde el final de la 2ª Guerra mundial y el número de países que poseen armas atómicas ha aumentado en este periodo.

Por otro lado, sigue sin haberse encontrado una solución que garantice un control seguro de los residuos nucleares, cuyo riesgo permanecerá durante cientos o, en algunos casos, miles de años, constituyendo una amenaza para nuestras vidas y las de las futuras generaciones.

Es necesario cambiar el modelo energético para evitar seguir poniendo en peligro las condiciones de vida en nuestro Planeta: disminuir el uso de los combustibles fósiles para evitar el cambio climático, mejorar la eficiencia energética para evitar el despilfarro y reducir el consumo, pero sobre todo, sustituir la energía nuclear por fuentes de energía renovables, como la solar y la eólica. En nuestro país, se dan las condiciones para ir al cierre de las centrales nucleares en un plazo no superior a diez años, comenzando por las más antiguas (Zorita y Garoña), cuya vida útil ya está agotada y suponen un peligro cada día que siguen abiertas.
 
LA EXPOSICIÓN "Niños de Chernóbil"

La exposición "Niños de Chernóbil" muestra imágenes tomadas por el fotógrafo Vitaly Barzdyka, de la agencia de prensa Novosti, en las que se revelan los aspectos más duros de aquella catástrofe, en el sector más sensible de la población: los niños y niñas nacidos en los años siguientes al accidente nuclear.

Esta exposición se ofrece de forma gratuita a las personas y organismos interesados en colaborar en su divulgación y en los fines de acabar con el riesgo de la energía nuclear. Las personas interesadas pueden llamar al teléfono de Greenpeace 914441400.
 
Si quieres más información sobre este tema, o quieres colaborar con Greenpeace y con Ecologistas en Acción, aquí tienes las direcciones:
Greenpeace. C/ San Bernardo, 107. 28015. Madrid.
Teléfono 91 4441400.
informacion@greenpeace.es
Ecologistas en Acción-Albacete. Apdo. Correos 490. 02080 Albacete.
Teléfono 967 214 463.
ecologistasab@nodo50.org

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