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Globalización y economía internacional. Un análisis desde la perspectiva del desarrollo

Antonio Romero Gómez

Trabajo presentado al “4to. Encuentro Iberoamericano de Estudios Prospectivos”
La Habana, 31.1 – 2.2.2000.

INTRODUCCION

La idea central que subyace en estas páginas es que a pesar de las oportunidades que genera la globalización -y las transformaciones que la misma supone para la “nueva economía mundial”-, la mayoría de los países del Tercer Mundo no han podido aprovecharlas efectivamente. Cuando se analizan los avances reales en términos de crecimiento sostenido, reducción de la pobreza y equilibrios externos, quedan claras las debilidades que enfrentan los países subdesarrollados. Lo anterior ha sido el resultado tanto de las características asumidas por el proceso de globalización como de los efectos adversos para la mayoría de los países del Tercer Mundo derivados de la forma en que los mismos se han integrado a la “nueva economía mundial”.

Por ello en el trabajo se presentan algunas de las características más sobresalientes de las relaciones económicas internacionales en los últimos tiempos - comercio mundial y finanzas internacionales- las que constituyen el “entorno externo” que ha determinado de manera decisiva la dinámica económica de los distintos países.

Se intenta así demostrar, que dicho “entorno internacional” en condiciones de la actual economía globalizada, no presupone necesariamente un “condicionamiento externo positivo” para los esfuerzos y la concreción de estrategias de desarrollo en el Tercer Mundo.

No obstante, desde el inicio es importante advertir que a pesar de las “adversas condiciones” que con frecuencia enfrentan las economías subdesarrolladas, las mismas tienen ante sí, hoy más que nunca, el reto y la posibilidad de avanzar en la configuración de los consensos internos necesarios, para estructurar políticas económicas nacionales que satisfagan los requerimientos básicos del desarrollo.

Lo anterior se justifica tanto por las experiencias exitosas que en estos tiempos han exhibido un grupo - aunque reducido- de economías subdesarrolladas; como en el rechazo a la visión “determinista” que supone la creencia de que en las actuales condiciones resulta casi imposible la formulación de estrategias de desarrollo nacionales -y también intra-regionales- dado que la globalización ha erosionado radicalmente la capacidad del Estado-Nación.

Una limitación importante de esta ponencia se asocia al hecho de que en la misma se ha decidido generalizar la situación del conjunto de países subdesarrollados, los que constituyen una agrupación en extremo heterogénea de países. Por ello hay que tomar con cautela muchas de las características o procesos que aquí se plantean, seguros de que los mismos deberían ser validados por análisis aplicados a las distintas regiones y sub-regiones. No obstante, este esfuerzo emprendido permitiría quizás reconocer lo común que está en la base de lo que se identifica como grupo de países subdesarrollados.

I.- EL CONTEXTO GLOBAL

El análisis de la actual dinámica de las relaciones económicas internacionales a finales de siglo XX, no puede desconocer el contexto global en que las mismas se concretan.

Indudablemente, el concepto de referencia obligada en la casi totalidad de los discursos y cónclaves que abordan la realidad mundial contemporánea es “globalización”. Con él se intenta expresar tendencias y procesos objetivos, pero también interpretaciones de la realidad; que difieren notablemente en función de las percepciones teóricas de las distintas concepciones involucradas.(1)

En tanto tendencia-síntesis del actual contexto internacional, la globalización resume o agrega todo un conjunto de diferentes tendencias globales que se aprecian hoy en las más diversas esferas, y aunque se reconoce como un fenómeno o conjunto de procesos esencialmente técnico-económicos, sus implicaciones tienen alcances extra-económicos.(2)

Entre los aspectos centrales que están en el debate actual sobre globalización sobresalen algunos que por su importancia para las relaciones económicas internacionales (R.E.I.) y las perspectivas económicas de los países subdesarrollados se asocian al objeto de este trabajo.

Por ello, convendría señalar algunas cuestiones a modo de introducción, que establecerían ciertos presupuestos y relaciones entre globalización, crecimiento de los países subdesarrollados y las R.E.I.

Una de las ideas predominantes y además “interesadas” que acompaña a todo el discurso acerca de la globalización es la que se refiere a que como producto de este proceso, estamos en presencia de una “nueva economía mundial”, lo que se vincula directamente con la idea del pensamiento o la teorización neoliberal de que asistimos a la prefiguración de un “nuevo capitalismo”. Aunque los cambios operados a nivel del sistema de economía mundial capitalista son novedosos e importantes, no hay evidencias que apoyen todavía la percepción de que la globalización es una nueva fase en la acumulación capitalista, en tanto no se ha modificado esencialmente la naturaleza del capitalismo.

En una dimensión mucho más formal que de contenido, algunos estudios de “historia económica mundial” plantean que el actual proceso de creciente integración económica internacional tiene precedentes históricos.

Si bien es cierto que en los últimos 10-15 años el comercio mundial ha exhibido tasas de crecimiento que han duplicado las de la producción, y que los flujos de inversión extranjera directa y las transacciones internacionales de los mercados accionarios han crecido tres y diez veces más rápido que la producción; en los 50 años que precedieron a la I Guerra Mundial, se manifestó también un incremento muy notable en los flujos transfronterizos de bienes, capital y fuerza de trabajo.(3)

Obviamente, se observan claras diferencias entre estos dos momentos de la economía mundial. Dentro de estas diferencias convendría señalar que la mayor parte del mundo no participó en absoluto de la “economía global” en el período previo a 1914. Por otra parte, la base tecnológica en que se asentó el proceso de creciente “integración económica internacional” de esa época estuvo asociado al desarrollo del ferrocarril y la navegación a vapor lo que se tradujo en una marcada caída en los costos de transportación; hoy la globalización tiene como base un complejo proceso de cambio tecnológico que entre otras implicaciones ha reducido los costos de comunicaciones, lo cual ha tenido perceptibles consecuencias tanto a nivel macro como microeconómico. Por último habría que destacar que aunque los flujos netos (relativos) de capital global –teniendo en cuenta muy discutidos indicadores para medirlos– de hoy pudieran ser inferiores a los del período 1860-1914, los flujos financieros brutos a nivel internacional en la actualidad son mucho mayores. Por ejemplo, las transacciones diarias en el mercado monetario internacional se han incrementado desde un monto de 15 mil millones de dólares en 1973 a 1.2 millones de millones de dólares en 1995. Las compras y ventas de acciones y bonos por parte de los inversionistas norteamericanos han crecido desde un nivel equivalente al 9% del PIB de esa economía en 1980 a 64% del PIB norteamericano en 1996.(4)

Con independencia de los anteriores elementos, y del criterio de que en ocasiones el alcance de la globalización es percibido de una manera exagerada(5) ; lo que sí queda claro es que el actual momento de creciente integración económica internacional se distingue de cualquier otro momento histórico. Hay tres factores o características básicas de la actual globalización que interesa destacar:

a) Junto a la “globalización” se ha dado un proceso de fuerte concentración de los ingresos tanto a nivel nacional como internacional. Hoy la brecha que separa los niveles medios de ingresos de los países desarrollados con respecto al de los subdesarrollados se ha incrementado. Si en 1960 el ingreso por habitante del conjunto de los países subdesarrollados era el 25% en relación a la media de los países industrializados, en 1996 esa relación equivalía al 19%.(6)

Por otra parte, si entre 1947 y mediados de los 70s la diferencia en los ingresos entre el 5% más rico de las familias norteamericanas y el 20% más pobre se había reducido de 14:1 a 11:1, desde entonces, esa diferencia se ha incrementado hasta una relación de 19:1. Otro de los ejemplos de este nivel de polarización económica y social en el país centro del sistema se reconoce cuando se observa que si en 1974 el promedio de ingresos de un ejecutivo principal de las más importantes compañías estadounidenses era 34 veces superior al ingreso de un trabajador promedio, hoy los ejecutivos más poderosos de las grandes empresas norteamericanas perciben un ingreso anual que es 180 veces superior al salario de un trabajador medio.(7)

b) La globalización ha sido impulsada mediante la consolidación de una ortodoxia doctrinaria, que ya manifiesta ciertos síntomas de agotamiento. Esta concepción, bajo los presupuestos de la desregulación, privatización, apertura indiscriminada y en última instancia el proceso de reestructuración neoliberal que ha provocado un realineamiento en la correlación de fuerzas sociales a favor del capital (tanto a nivel nacional como internacional) prometió crecientes niveles de vida para la gente ordinaria.

Quizás nunca antes se había realizado un esfuerzo tal en cuanto a difusión de una doctrina intelectual, que ofreció las bases “teóricas” de la homologación de las políticas en la casi totalidad de los países del mundo. Sin embargo, la más reciente crisis financiera internacional, y las experiencias

acumuladas en casi dos décadas de implementación de las políticas del llamado Consenso de Washington, han comenzado a modificar el debate, de tal forma que comienza a hablarse -incluso dentro de círculos de marcado sesgo neoliberal- de que los conceptos básicos de dichas políticas no articulan los objetivos de corto y largo plazos, ni recogen las variables de orden socio-políticos, ni las de carácter histórico-estructural que deben ser consideradas en toda propuesta de transformación. Muy recientemente ya se reconoce por algunos prominentes expertos internacionales que: “A pesar de que el Consenso de Washington proveyó algunos de los fundamentos para el buen funcionamiento de los mercados, lo hizo de modo incompleto y en algunos casos induciendo a errores”.(8)

c) Por último habría que señalar que el actual proceso de globalización económica debe ser visto como el eje de un Nuevo Orden Mundial en proceso de conformación. A pesar de la extrema inestabilidad que caracteriza el actual momento histórico, hay elementos que explican la sustitución de una determinada racionalidad, lógica y forma de regular las relaciones internacionales por una nueva. Esta “transición” de la institucionalidad internacional se ha concretado en el particular grado de concentración del poder en un reducido grupo de naciones y de entidades internacionales y/o supranacionales.(9)

Evidentemente, ese “Nuevo Orden Mundial” incorpora muchas variables económicas; pero en línea con lo expresado anteriormente, y a diferencia de lo acontecido en el ámbito político internacional, no deben identificarse los nuevos rasgos de la economía mundial como una ruptura radical con la situación previa. En este sentido, hay notables muestras de continuidad en algunas de las principales tendencias que han caracterizado al funcionamiento de la economía mundial desde hace ya varias décadas.

Pero la globalización, ha marcado sin lugar a dudas, el entorno económico -y no sólo económico- de los últimos 20 años. Ello ha tenido un impacto doble en el panorama de los países subdesarrollados.

En primer lugar, los países subdesarrollados han procedido a un acelerado proceso –frecuentemente a un costo considerable- de integración más estrecha con la economía mundial. En términos generales, las expectativas de obtener mayores niveles de crecimiento, mayores oportunidades de creación de empleos y –como resultado de esto- una reducción de los niveles de pobreza; se asocian a las consideraciones relativas a las ventajas derivadas de la globalización.

Por otra parte y como se señaló, desde mediados de los 80’s, un poderoso consenso se fue forjando, alrededor de la idea de “getting prices right”. De tal forma esa mayor integración a la economía mundial se persiguió a través de una rápida liberalización del comercio, las finanzas y los flujos de inversión; lo que se consideró como trayectoria o receta más idónea para prevenir los retrocesos en el proceso de desarrollo causados tradicionalmente por recurrentes crisis de pagos. Así; la liberalización comercial aseguraría la mejor asignación de recursos de acuerdo a las “ventajas comparativas”, generando los ingresos de exportación necesarios para importar bienes y servicios claves para garantizar un mayor crecimiento económico. La liberalización financiera atraería al capital extranjero en busca de altos rendimientos hacia estos países con “escasez de capital”, permitiéndoles invertir más de lo que ahorran sin enfrentar las restricciones financieras correspondientes. Un mayor flujo de inversión extranjera directa (IED) aceleraría el crecimiento no solo complementando los recursos domésticos para la acumulación de capital, sino también a través de la transferencia de tecnologías y de habilidades organizacionales.

La rápida integración a la economía mundial prometía una alternativa a la trayectoria de “stop and go” en las dinámicas de crecimiento y desarrollo del Tercer Mundo a través de la expansión de las exportaciones y el influjo de capital privado del exterior, lo que proporcionó la inspiración para las reformas estructurales y estimuló la “rápida liberalización”. En verdad, el crecimiento del comercio mundial y, quizás incluso más decisivamente, la recuperación del acceso de los países subdesarrollados a los flujos financieros internacionales en los 90’s, fueron tomados como confirmación de que una nueva era de prosperidad se presentaba y que ella incluiría un creciente número de países en desarrollo.

Sin embargo, las percepciones y la dinámica de la economía mundial y el sistema de relaciones internacionales -crecientemente complejas y contradictorias- acusaron un perceptible deterioro en los años más recientes, por lo que su esperada influencia positiva para los esfuerzos de desarrollo, comienza a ser cuestionada.

Cuadro No. 1: Producción Mundial, 1990-98
(Tasas de crecimiento anual)


1990-95(a) 1996 1997 1998(b) 1999(c)
MUNDO 1.9 3.3 3.3 2.0 3,0
Países industriaizados 1.7 2.9 2.9 2.2 2,6
- EUA 2.3 3.4 3.9 3.9 3,7
- Japón 1.4 5.0 1.4 -2.8 1,0
- Unión Europea 1.3 1.6 2.5 2.7 2,0
Economías en transición -8.2 -1.5 1.4 -1.3 0,8
Países en desarrollo 4.9 5.8 5.4 1.8 3,5
- América Latina y Caribe 3.3 3.6 5.4 2.1 0,1
- Africa 1.1 3.9 2.7 2.9 3,1
- Asia 6.4 7.1 5.8 1.6 5,3
Países en desarrollo excluyendo a China 4.0 5.2 4.8 0.8 -

Fuente: UNCTAD. Trade and Development Report, 1999, p. 4.
(a) Promedio anual.
(b) Preliminar.
(c) Estimaciones del FMI. World Economic Outlook, octubre/99.

En los primeros años de la década del 90, se acentuó la tendencia al “lento crecimiento” que caracteriza la dinámica de la economía mundial desde los años 70.(10) Como se observa, entre 1990 y 1995 el crecimiento de la producción del mundo fue casi un 40% inferior al experimentado en la década del ochenta, concretándose así el patrón vigente en los últimos casi 30 años.(11)

También se observa en la tabla anterior que en la primera parte de los noventa (1990-1995) los países subdesarrollados logran tasas de crecimiento económico notoriamente superiores a los del promedio mundial y a las de los países industrializados; tal y como fue la tendencia prevaleciente en los años 70’s y 80’s.

En este desempeño tuvieron un papel central los países del Este Asiático, quienes continuaron manifestando ritmos de crecimiento de la actividad económica muy elevados desde los años 70.

En lo relativo al ciclo económico en la primera mitad de la actual década se produjeron ciertas modificaciones en relación con la dinámica cíclica de los 70’s y 80’s. Si bien en los 90’s se han manifestado crisis en la casi totalidad de los

países desarrollados, estas recesiones se ubicaron a lo largo del período 1991-1993, por lo que se asistió a una relativa “asincronía cíclica”. Esto significó, por una parte, que transcurrieron tres años ininterrumpidos –1991 a 1993– durante
los cuales las principales economías estuvieron -en distintos momentos- en situaciones de recesión y, por otra, que para el primer lustro de los noventa la tendencia al lento crecimiento de la producción mundial se haya manifestado con una fuerza mayor que en décadas anteriores.

Cuadro No. 2 Comportamiento del Producto Mundial por países
(Tasas promedio anual de crecimiento)


1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999(b)
Países industriales 2.4 1.2 2.0 1.2 3.2 2,6 3,2 3,2 2,2 2,6
. EE.UU. 1,2 -0,9 2,7 2,3 3,5 2,3 3,4 3,9 3,9 3,7
. Canadá -0,2 -1,9 0,9 2,3 4,7 2,9 1,7 4,0 3,1 3,6
. Japón 4,8 3,8 1,0 0,3 0,6 1,5 5,0 1,4 2,0 1,0
. Unión Europea 3,0 1,7 1,1 0,4 2,9 2,5 1,7 2,6 2,7 2,0
- Alemania 5,7 5,0 2,2 -1,1 2,3 1,7 9,8 1,9 2,3 1,4
- Reino Unido 0,4 1,5 0,1 2,3 4,4 2,8 2,6 1,9 2,1 1,1
- Francia 2,5 0,8 1,2 -1,3 2,8 2,1 1,6 3,2 3,0 2,5
- Italia 2,1 1,4 0,8 -0,9 2,2 2,9 0,9 1,5 1,3 1,2
. Los 7 "mayores" 2,4 0,8 1,8 1,1 2,8 2,2 3,0 2,9 2,2 2,6
Países en desarrollo 3,9 4,9 6,7 6,5 6,8 6,1 6,6 5,8 3,3 3,5
. Africa 2,0 1,9 0,2 0,7 2,4 3,0 5,9 3,1 3,4 3,1
. América (a) 0,6 1,9 1,4 2,1 4,0 -1,6 3,6 5,2 2,3 0,1
. Asia 5,6 6,6 9,5 9,3 9,6 9,1 8,2 6,0 3,7 5,3
. Ote.Medio y Europa 4,8 2,7 4,1 3,9 0,7 3,9 4,2 4,5 2,2 1,8
Países en transición -3,9 -9,6 -13,8 -7,2 -2,1 -0,5 -0,3 2,2 -0,2 0,8

Fuente: FMI. World Economic Outlook, octubre 1999 y mayo 1995.
(a) CEPAL. Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe, 1998,Cuadro A-2, pág. 90.
(b) Estimación del FMI. World Economic Outlook, octubre/99.

El contexto económico internacional a partir de 1997 se hace mucho más complejo; como resultado de los efectos adversos desatados por la crisis financiera iniciada en algunas de las economías más exitosas del mundo en desarrollo.

La crisis financiera, iniciada en julio de 1997 con la devaluación de la moneda tailandesa (baht), sorprendió incluso a los analistas más experimentados. La severidad y amplitud de la misma, ha dificultado en extremo las condiciones de funcionamiento y aumentado la incertidumbre de la economía mundial.

En efecto en l998, el crecimiento económico mundial fue casi 38% inferior al experimentado por la producción total en l997. La tasa de sólo 2% de crecimiento mundial alcanzado en l998, tiene implicaciones no sólo económicas.

La UNCTAD ha mantenido que la economía mundial necesita crecer sostenidamente al menos a un 3% anual para que se comience a reducir el desempleo prevaleciente en los países industrializados y la pobreza en el Tercer Mundo.(12)

A diferencia de la tendencia que prevalecía hasta hace poco, el crecimiento en l998 de las economías en desarrollo (excluida China) fue inferior al que experimentó el grupo de países desarrollados. Ello, indudablemente, se explica por el notable retroceso de los países del Este Asiático, además de la pérdida de dinamismo de las economías latinoamericanas y caribeñas.

Latinoamérica y el Caribe ha sido la región de mayor vulnerabilidad ante los efectos adversos derivados de la crisis del Este Asiático. El impacto en la región se ha concentrado en reducciones en los niveles de exportación de bienes y servicios, cambios en las posiciones relativas de competitividad internacional y –más importante- por los efectos de la crisis sobre los precios de los productos básicos. Téngase en cuenta que alrededor del 10% de las exportaciones totales de América Latina se dirige hacia los mercados asiáticos, con proporciones tan altas como 25% para el caso de Perú y más del 38% para Chile. Se calcula además que casi el 60% del total de las exportaciones latinoamericanas a los países de la OECD son potencialmente vulnerables a la competencia asiática.(13)

Por otra parte, en el terreno del financiamiento externo a países en desarrollo, la crisis reciente provocó una sensible reversión de los flujos de capital en la misma medida que incrementó las percepciones de riesgo en los “mercados emergentes”. Así , se produjo una búsqueda de “refugios en plazas seguras” por parte de los inversionistas internacionales, lo que quizás explica parte del boom en los mercados de bonos y el continuado mercado accionario alcista en Estados Unidos.

En contraste, para los países industrializados –especialmente EUA y Europa Occidental- los efectos de la situación crítica derivados de la turbulencia financiera iniciada en el Este Asiático, trajeron aparejados beneficios como resultado de la declinación en los precios de los productos básicos y la mejoría consecuente en sus términos de intercambio. Esto, parece haber compensado las pérdidas de ingresos por menores exportaciones a los “mercados emergentes”. Sin embargo, el impacto a más largo plazo del ajuste en los balances externos pudiera ser mucho mas complejo.

Clave en la valoración de las perspectivas a corto plazo de la economía mundial, resulta el probable curso de la dinámica económica estadounidense. La economía de EUA ha continuado creciendo vigorosamente, impulsada por gastos privados
que sobrepasan, según muchos especialistas, los niveles que se consideran sostenibles. (14)

El crecimiento económico en la economía centro, con niveles récord de baja inflación y desempleo, unido a un creciente déficit comercial externo en un contexto de “descontrolada” actividad bursátil, pudiera conducir a excesos especulativos que -dada ciertas condiciones- en opinión de varios expertos internacionales desencadenarían una “peculiar recesión”.(15)

En caso de que este pesimista escenario se concrete, es poco probable que la brecha en la demanda mundial originada por una economía estadounidense en recesión, pueda ser compensada por la demanda de Europa Occidental o Japón.

En Europa Occidental -con excepción del Reino Unido- el crecimiento hasta el momento ha dependido en gran medida de las exportaciones. Cualquier probable incremento a corto o mediano plazo en los ritmos de crecimiento de la demanda doméstica europea, sólo compensaría la declinación que la región ya experimenta en sus exportaciones netas sin crear ningún estímulo adicional al crecimiento de la economía mundial.(16)

En el caso de la economía japonesa, la actual recesión -que según la inmensa mayoría de los especialistas es expresión de problemas mucho más serios en la estructura económica nipona y que por tanto no debe ser analizada sólo desde una perspectiva cíclica- parece que mantendrá todavía deprimida la demanda doméstica. Por tanto, la segunda economía del mundo no estaría jugando un rol positivo para ayudar a la recuperación mundial, acorde a sus dimensiones absolutas y nivel de diversificación económica.

En fecha más reciente, empiezan a escucharse opiniones que aseguran que ha disminuido el riesgo de una recesión mundial profunda, percepción ésta que predominó en la última reunión conjunta anual FMI-Banco Mundial, en mayo
de l999 y que –hasta cierto punto- marcó una diferencia radical, si se consideran los criterios que prevalecieron en el anterior evento de este tipo en l998. (17)

Sin embargo, son pertinentes las llamadas de atención en el sentido de que, aunque se observan síntomas de superación de la fragilidad financiera en el Este Asiático y que en el caso de Latinoamérica y el Caribe -hasta el momento- no se han agudizado los temores de un colapso financiero, queda claro que la estabilidad financiera es un prerrequisito para el dinamismo de la economía real, pero no lo garantiza.(18)

II.- EL COMERCIO MUNDIAL

El comercio internacional de bienes y servicios, ha sido considerado históricamente, como elemento central en todo análisis de la dinámica económica mundial.

En los últimos tiempos ha sido recurrente señalar que el mayor crecimiento experimentado por los volúmenes comercializados internacionalmente en relación al crecimiento observado de la producción es el reflejo más evidente del avance de la “globalización”.

En efecto, entre 1990-1995 el volumen de las exportaciones mundiales de mercancías registró un crecimiento equivalente al 6 % promedio anual, mientras la producción mundial aumentó sólo en 1.9 %. Es significativo que a partir de los noventa se acortó el margen por el que la expansión del comercio ha superado el avance de la producción desde mediados de los 80.(19)

Esta situación, sin embargo, se modificó de manera importante en períodos recientes, en que los efectos de la crisis desatada en el Este Asiático, tuvieron un reflejo directo en la pérdida de dinamismo del comercio mundial.

Cuadro No. 3: Crecimiento en el volumen de las exportaciones mundiales de mercancías por regiones. 1990-98.
(Tasas de crecimiento anual)

Exportaciones
Importaciones
90-95 1996 1997 1998 90-95 1996 1997 1998
6.0 5.5 10.5 3.5 Mundo 6.5 6.0 9.5 4.0
7.0 6.0 11.0 3.0 Norteamérica 7.0 5.5 13.0 10.5
8.0 11.0 11.0 6.5 América Latina y el Caribe 12..0 8.5 22.0 9.5
5.5 5.5 9.5 4.5 Europa Occidental. 4.5 5.5 7.5 7.5
5.5 5.5 9.5 5.0 - Unión Europea (15) 4.5 5.0 7.0 7.5
5.0 6.5 12.5 10.0 Economías en transición 2.5 16.0 17.0 10.0
7.5 5.0 13.0 1.0 Asia 10.5 6.0 6.0 -8.5
1.5 1.0 12.0 -1.5 - Japón 6.5 5.5 1.5 -5.5
11.5 7.5 11.5 2.0 - 6 Export. Este Asiático 12.0 4.5 6.5 -16.0

Fuente: OMC, 1999.

Un elemento también destacado en la dinámica comercial de los años 90, es el crecimiento sostenido –aunque disminuido a partir de 1997– de las transacciones internacionales de servicios comerciales. No obstante, se reconoce que los flujos de servicios comerciales todavía representan menos de la cuarta parte (24,7 %) del volumen total de transacciones internaciones de bienes.(20)

Sin embargo, resulta evidente que el aprovechamiento de las oportunidades del comercio mundial no son uniformes para todos los países dadas las diferencias estructurales existentes. De hecho, cuando se analiza con más detalles la composición de los flujos de comercio mundial en estos años, sobresale la continuada concentración del dinamismo en unos pocos países y productos.

Cuadro No. 4: Exportaciones mundiales por grupos de países
(%)


1980 1990 1997 1998
Países desarrollados 63 73 70 71
Países subdesarrollados 23 23 27 25
Europa Central y Oriental 9 3 3 3

100 100 100 100

Fuente: OMC. Informe Anual, 1998.
OMC. Press Release, 16/4/99.

Cuadro No. 5: Exportaciones mundiales por productos
(%)


1980 1990 1997 1998
Países desarrollados 63 73 70 71
Países subdesarrollados 23 23 27 25
Europa Central y Oriental 9 3 3 3

100 100 100 100

Fuente: OMC. Informe Anual, 1998.
(1) Incluye productos no especificados.
(2) Datos preliminares de la OMC, 1999.


Así, más de las 2/3 partes de las exportaciones mundiales se generan por los países industrializados y el peso de los productos primarios en los intercambios mundiales –rubros de especialización por excelencia para la mayoría de los países en desarrollo- acusa históricamente una permanente y marcada tendencia decreciente.

Más preocupante aún que lo anterior, es que en relación con algunas áreas subdesarrolladas se ha dado un proceso de “reprimarización” en la especialización internacional de sus economías.(21) De tal forma, los crecimientos en los niveles de exportación de dichas economías, no han representado un avance significativo en ganancias reales de competitividad internacional en los rubros más dinámicos del comercio mundial (bienes manufacturados de alto valor agregado) y se ha producido en ocasiones una reducción del contenido de valor de las manufacturas dentro del total de sus ventas externas.

Otro aspecto destacable del escenario comercial en la actualidad, es el grado alcanzado en la institucionalidad regulatoria. La creación de la OMC (1994), como resultado de la conclusión de la última ronda de negociaciones comerciales multilaterales (Ronda Uruguay), constituyó un hito en el establecimiento de una normativa multilateral que incorpora no sólo los temas tradicionales (medidas arancelarias y no arancelarias aplicadas al comercio internacional de mercancías), sino también un acuerdo general para el comercio de servicios, otro sobre aspectos vinculados al comercio relativos a la propiedad intelectual y un acuerdo sobre aspectos de inversión extranjera relacionados con el comercio.

Como parte de estas “avances normativos” es frecuente la opinión de que ha habido una liberalización comercial considerable. No obstante, hay ejemplos evidentes de proteccionismo comercial, que afectan sobremanera a las posibilidades de exportación de un grupo importante de países en desarrollo.

Entre las opiniones críticas que con más frecuencia se escuchan alrededor de la OMC y el sistema de acuerdos que regula, se encuentran:

1.- Al reforzar las obligaciones multilaterales (los países miembros deben aceptar cada uno de los acuerdos que lo componen, sin excepción o reserva) y al ampliar las esferas de actividad que regula, se reducen perceptiblemente los grados de autonomía de que anteriormente disponían los diferentes países en la definición de sus políticas económicas.

2.- En vínculo con lo anterior se expresan dudas acerca de la “operatividad e implementación” de los acuerdos, pues ellos en muchas ocasiones implican la derogación o ajustes importantes en la legislación nacional de los países miembros, además de que potencialmente, algunas reglamentaciones adoptadas pueden entrar en “colisión” con otros acuerdos internacionales existentes.

3.-Las asimetrías marcadas y crecientes entre países desarrollados y países subdesarrollados implican:

a) una distribución en absoluto equitativa de los beneficios reales o esperados de la “liberalización comercial” que promueven los acuerdos;
b) una diferente capacidad de los países miembros para adaptarse a las prácticas multilaterales adoptadas.

4.- Se reconoce que muchas formulaciones de los acuerdos son “vagas” o “muy ambiguas”. Esto da paso a diferentes interpretaciones de los mismos, y por tanto a una profusa diversidad de manejos de dicha “flexibilidad interpretativa” , lo que puede conducir a prácticas nacionales que conspiran contra el espíritu multilateral de los acuerdos.

5.- La concepción teórica dominante que permea toda la filosofía de la OMC, basado en la creencia absoluta de las ventajas derivadas del “libre comercio” y el automatismo entre “comercio libre y desarrollo”, además de encontrar inconsecuencias al interior del sistema OMC, tiene un desarrollado cuerpo teórico contestatario desde las corrientes radicales o anti-neoliberales que se han venido impulsando por diversos sectores desde los años 80.


De hecho, hay un claro sesgo “proteccionista” en el acuerdo sobre los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio –que beneficia otorgándoles garantía de mantenimiento del poder monopólico de que disfrutan a los principales países generadores de tecnologías– y los otros tres acuerdos de marcado sesgo “liberalizador”.

De todas formas, cuando se observa lo que ha ocurrido en términos de prácticas y actitudes claramente unilaterales en el comercio internacional en los últimos años, queda evidente la incapacidad manifiesta de la OMC para impedir el aumento en el uso de las mismas. Uno de los ejemplos más citados al respecto es el creciente número de acciones antidumping reportadas por los miembros del GATT-OMC.

Cuadro No. 6: Acciones anti-dumping reportadas por países miembros del GATT-OMC. 1990-1997


1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997
"New users" 20 48 70 162 114 83 148 115
"Traditional users" 145 180 256 137 114 73 73 118

Nota: “Traditional users” de medidas antidumping son Australia, Canadá, la Comunidad Europea (y su sucesora la Unión Europea), Nueva Zelandia y los Estados Unidos. “New users” son Argentina, Brasil, India, República de Korea, México y Sudáfrica.
Fuente: World Bank. World Development Report, 1999-2000, p. 60.


Estas actitudes unilaterales que habían erosionado al sistema GATT, cuestionan seriamente la credibilidad de la OMC. Análisis recientes señalan que los niveles de protección de la Unión Europea son tan altos que representan un costo aproximado equivalente al 7 % del PIB total de la zona, o sea, aproximadamente 600 mil millones de dólares anuales. En el caso de Estados Unidos los costos de protección del mercado doméstico son muchos más altos de lo que generalmente se piensa, particularmente en “industrias” de servicios como la banca y la industria naviera(22) .

Lo anterior, unido a la proliferación de acuerdos comerciales regionales o subregionales -que asumen preferencias y tratamientos específicos a favor de las transacciones que se realizan entre los países miembros de dichos acuerdos– ha sido señalado de manera reiterada por diversos especialistas, como factores esenciales que minan –quizás irremediablemente– el sistema multilateral de comercio y sus institucionalidad vigente(23) .

Cuadro No.7: Acuerdos comerciales regionales

1950-59 1960-69 1970-79 1980-89 1990-98
3 19 39 14 82

Fuente: World Bank. World Development Report, 1999-2000, p. 54.

Además de estas características que tipifican el actual sistema multilateral de comercio convendría considerar la relación entre los niveles de crecimiento económico de los países subdesarrollados y sus saldos de comercio exterior para tener una idea más cabal de la interacción “globalización - oportunidades derivadas de la dinámica del comercio mundial - crecimiento económico” para estos países.

Se constata en el último informe de la UNCTAD que en casi la mitad de los países subdesarrollados examinados –incluyendo exportadores no sólo de productos básicos sino también de manufacturas- se observa una clara tendencia a la ampliación de los déficit comerciales con tasas de crecimiento económico estancadas o decrecientes. En los casos en que se manifiestan balances comerciales mejorados, ha habido una reducción perceptible en el crecimiento económico y en las importaciones.(24)

Entre los países que han tenido éxito en los 90’s en términos de tasas de crecimiento mayores a los registrados en los 70’s y 80’s, la inmensa mayoría experimentaron un deterioro en sus balances de comercio exterior, financiados por entradas de capital privado del exterior. Sin embargo, dichos flujos no pudieron siempre ser sostenidos y eventualmente condujeron a crisis monetarias, contracción económica y masivos recortes en las importaciones.(25)

Las razones que explican la anterior “correlación perversa” entre balances comerciales y ritmos de crecimiento económico en el Tercer Mundo son indudablemente muy complejas. Sin embargo, la evidencia muestra que una combinación de deterioro marcado en los términos de intercambio, el lento


crecimiento en los países industrializados y la indiscriminada liberalización del comercio y de la cuenta de capital en los países subdesarrollados, han sido factores decisivos en la explicación de tales determinaciones.

III.- LOS FLUJOS FINANCIEROS INTERNACIONALES

La globalización de la economía mundial se ha manifestado –como en ninguna otra esfera de las relaciones económicas internacionales– en el dinamismo observado en las transacciones del mercado financiero en los últimos tiempos.

Cuando se intentan resumir las principales tendencias que han caracterizado a las finanzas internacionales en la década de los 90, saltan inmediatamente tres conceptos claves: integración, liberalización e innovación.

La liberalización da cuenta de los procesos de creciente interconexión entre todos los segmentos del mercado financiero y del hecho de que –sobre la base de las posibilidades tecnológicas que ofrece el desarrollo de la informática y las comunicaciones– en la actualidad prácticamente funciona un único mercado global con transacciones continuas entre las diferentes plazas financieras del orbe. Unido a esto, y como prerrequisito, se consolidó el proceso de eliminación paulatina de las barreras que existían para los movimientos transfronterizos de capitales, en el marco de las políticas de desregulación financiera desplegadas al interior de los principales países capitalistas desde inicios de la anterior década.

En el marco de una acelerada competencia transnacional, se fueron creando nuevos instrumentos financieros, que aunque se identifican con la categoría “titularización”, realmente fueron el resultado de la creciente sofisticación en dichos mercados. Así surgieron y se desarrollaron nuevos procesos e instrumentos “híbridos”, “derivados” y operaciones de ingeniería financiera; que aunque no se deben identificar absolutamente con la especulación, explican en parte la exuberancia de la misma en estos tiempos.

En vínculo con lo anterior, en los años de la actual década se producen modificaciones significativas en los flujos financieros internacionales, a saber:

a) han crecido de manera acentuada, los flujos de recursos financieros entre países industrializados, quienes concentran tanto el origen como el destino del grueso del financiamiento mundial. Sin embargo, entre 1990-1997 se produjo un aumento perceptible en la canalización de fondos hacia países en desarrollo; aunque dichos desembolsos se concentraron en un reducido grupo de países.

b) La financiación privada ha sustituido prácticamente a los fondos oficiales (tanto bilaterales como multilaterales).

c) Aunque la inversión extranjera directa (IED) es el tipo de flujo preponderante –y el más estable– dentro del financiamiento externo total a países en desarrollo, en períodos prolongados durante la actual década, las inversiones en cartera, acusaron un mayor dinamismo en importantes regiones del Tercer Mundo.

d) El crecimiento de los denominados “inversionistas institucionales” (fondos mutuos”, “fondos de pensión”, etc) han tenido un papel protagónico como fuentes del financiamiento internacional.

e) Una parte significativa de las operaciones financieras más voluminosas se han asociado al acelerado proceso de fusiones y adquisiciones corporativas que se han producido –especialmente- en los países industrializados. No obstante, también procesos de privatización y de concentración de la propiedad de los activos en economías en desarrollo han sido financiados con recursos externos.

f) Dada la volatilidad marcada de los tipos de cambio y los crecientes volúmenes incorporados en las transacciones realizadas, se ha estimulado el desarrollo de mercados de instrumentos derivados que se han especializado en dar cobertura, entre otros, al riesgo cambiario.

Un rasgo esencial que tipifica un cambio importante en la orientación de las colocaciones internacionales de ciertos inversionistas, es que los mismos han tendido a privilegiar esencialmente los “rendimientos esperados” a corto plazo en desmedro del interés por controlar activos físicos y el propio aparato productivo. Esto se ha asociado al interés por lograr los mayores grados posibles de flexibilidad para facilitar tanto la rápida deslocalización de la inversión, como el cambio de instrumento financiero en que esta se concreta; sin graves quebrantos en términos de rentabilidad.

Cuadro No. 8: Entradas netas de capital, financiamiento de cuenta corriente y compensación de transacciones financieras en los países subdesarrollados.
(Miles de millones de US$ y %)



TODOS LOS PAISES EN DESARROLLO
1990-94 1995-98 1990-98
(Miles millones de USD)  
. Entradas netas de capital 825.8 1064.9 1890.6
. Salidas netas de capital -142.0 -435.3 -577.2
. Flujo neto de capital 683.8 629.6 1313.4
. SEO en Balanza de Pagos(a) -49.9 -106.3 -156.2
. Cambio en reservas internacionales(b) -221.2 -216.5 -437.7
. Balance en Cuenta Corriente(c) -412.7 -306.8 -719.5
(Porciento de las entradas netas)  
. Salidas netas de capital 17.2 40.9 30.5
. SEO en Balanza de Pagos 6.0 10.0 8.3
. Cambio en reservas internacionales(b) 26.8 20.3 23.2
. Balance en Cuenta Corriente(c) 50.0 28.8 38.0
(Por ciento del flujo neto)  
. SEO en Balanza de Pagos 7.3 16.9 11.9
. Cambio reservas internacionales (b) 32.3 34.4 33.3
. Balance en Cuenta Corriente(c) 60.4 48.7 54.8

Fuente: UNCTAD. Trade and Development Report, 1999, Table 5.2, p. 106.
(a) Saldo de Errores y Omisiones del Balance de Pagos.
(b) Un signo (-) implica un incremento en las reservas internacionales.
(c) Suma del flujo neto de capital, el saldo de errores y omisiones del Balance de Pagos y el cambio en las reservas internacionales.

Como se observa, en los años 90’s se produce una entrada neta de capital hacia países subdesarrollados, que en términos generales contrasta con la “exclusión” experimentada por estas economías en la década anterior del mercado internacional de capitales.

La estructura por fuentes de ese “nuevo acceso al financiamiento internacional” también acusó modificaciones importantes en tanto el grueso de dichos fondos provinieron de fuentes privadas; y en cierto período (1990-94) los flujos de corto plazo y en portafolio(26) tuvieron un papel predominante para muchos países subdesarrollados.

En términos comparativos con décadas anteriores, se señala, no obstante, que el crecimiento de las entradas de capital privado internacional en las economías subdesarrolladas representa una recuperación de los niveles deprimidos de los 80’s y no una ruptura radical con tendencias pasadas. De hecho, comparado con el período previo a la “crisis de la deuda de los 80’s” no ha habido un incremento en las entradas netas de capital en términos del PNB de los países subdesarrollados.(27)

Además, una proporción creciente de dichos flujos de capital han sido compensados por salidas de capital al exterior de residentes –especialmente “salidas de corto plazo”- o han sido dedicadas a la costosa acumulación de reservas internacionales por motivos de protección contra la inestabilidad de los flujos y ataques especulativos contra las monedas, en vez de contribuir al financiamiento de déficit en cuenta corriente. Ambos fenómenos están estrechamente vinculados a la liberalización de la cuenta de capital en los países en desarrollo.

En el cuadro anterior se señala el saldo de errores y omisiones (SEO) en la Balanza de Pagos de países subdesarrollados y se ha relacionado con las entradas netas de capital. Ello está determinado porque pareciera que en dicha cuenta del balance de pagos, se contabilizaran esencialmente salidas de capital (fuga de capital) que no se registran en otras partidas de este. Por tanto, la consideración del SEO también “ajusta” realmente la valoración del flujo neto de financiamiento con que han contado los países subdesarrollados en estos años.

Por último, habría que reconocer que se ha producido, desde inicios de los 90’s, un incremento marcado en la inestabilidad de los flujos de capital privado que han tenido como destino a economías del Tercer Mundo. Un número importante de las llamadas “economías emergentes” han experimentado abruptas expansiones y contracciones en las entradas/salidas de flujos financieros, lo que ha propiciado la emergencia de muy negativas crisis monetarias y financieras.

Es de destacar, igualmente la dinámica experimentada por los flujos de IED (no generadores de deuda); que en términos de transferencias netas acusaron desembolsos importantes entre 1990 y 1998.

Cuadro No. 9: Transferencias netas a países en desarrollo(a): la inversión extranjera directa 1970-1998
(Miles de millones de US$)(b)


1970-74 1975-79 1980-84 1985-89 1990-94 1995-98
Entradas netas de IED 10.2 29.7 42.1 63.4 161.0 309.8
Remisión de utilidades 39.9 69.7 84.9 66.0 102.5 114.6
Transferencias netas(c) -29.7 -40.0 -42.8 -2.6 58.5 195.2

Fuente: UNCTAD. Trade and Development Report, 1999, Table 5.5, p. 120.
(a) Excluye a China.
(b) Totales acumulados para cada período.
(c) Se refiere a las entradas netas de capital por concepto de IED menos la remisión de utilidades por parte de las filiales a casas matrices en el exterior.


Sin embargo, habría que apuntar que la IED ha estado concentrada en un muy reducido grupo de países subdesarrollados. El Banco Mundial(28) refiere que en los noventa, del total de flujos de IED, aproximadamente el 30% se destinó en estos años a las economías en desarrollo. De esa proporción el 20% se ubicó en 8 países (China, Brasil, México, Singapur, Indonesia, Malasia, Arabia Saudita y Argentina) y el 10% restante tuvo como destino a más de 140 países subdesarrollados.

Además, la evidencia empírica sugiere que parte importante de la IED hacia países subdesarrollados han estado crecientemente vinculados a procesos de fusiones y adquisiciones, incluyendo aquellos asociados a diversos esquemas de privatización que han tenido lugar en este período.

Consecuentemente, lo anterior justifica el cuestionamiento que algunos expertos internacionales han realizado acerca de la sostenibilidad en el largo plazo de los actuales montos de IED hacia las economías en desarrollo.

Las tendencias anteriormente descritas, en un contexto de liberalización financiera “descontrolada”, acentuó la disparidad entre el mundo de las finanzas y la economía real. Según varios analistas, en esta “perversa” relación está la explicación esencial de la presente inestabilidad y crisis financieras recurrentes.

Como señaló desde 1990 la UNCTAD, “la ascendencia de las finanzas sobre la producción, junto a la globalización de los mercados financieros, se han convertido en las fuentes subyacentes de inestabilidad e incertidumbre de la economía mundial. Los mercados financieros han tenido –en varios momentos– una capacidad independiente de desestabilizar las economías en desarrollo; y hay ahora crecientes indicios de vulnerabilidad de todos los países a las crisis financieras. La evidencia indica que los costos de la desregulación y liberalización pudieran ser muy altos...” (29)

Estas advertencias cayeron en “oídos sordos”, señala ese organismo de Naciones Unidas en su informe de 1998. Desde entonces, la economía mundial ha sido testigo de fuertes turbulencias en los mercados financieros, casi en intervalos permanentes de dos años: 1ro) la deflación de deudas en Estados Unidos seguido de la crisis en el sistema monetario europeo (SME) en 1992-93; 2do) la crisis mexicana de 1994-95 y; 3ro) la crisis del Este Asiático de 1997-98.

La dramática contracción económica experimentada por varias economías asiáticas –como producto de los efectos de la crisis financiera– y su contagio hacia otros mercados fuera de la región; así como la incertidumbre generalizada que tales desarrollos provocaron en los últimos dos años; han dado paso a un amplio debate acerca de la anatomía, el manejo y la prevención de las crisis financieras.(30)

Punto central en este debate es si los riesgos de inestabilidad que conlleva la liberalización de los flujos de capital son mayores que los potenciales beneficios de tal movilidad.(31) La opinión de círculos del “mainstream” dominante conceden que ciertamente la naturaleza de los mercados financieros los hace más volátiles que los mercados de bienes, pero tal diferencia sólo sugiere que la liberalización de capitales debe proceder con cautela y no que la misma debe evitarse.(32)

Otro de los aspectos centrales ahora en discusión es el impacto o la eficiencia que las prescripciones de política apoyadas por el FMI, han tenido en el manejo de la crisis, lo que ha conducido a un creciente cuestionamiento de tales políticas. Dentro de los elementos fundamentales de tal crítica, se señalan:

1.- La experiencia del Este Asiático demuestra la debilidad de la visión internacional existente sobre el manejo de una crisis que incorpora no sólo una súbita retirada de capitales externos, sino también masivos y sostenidos ataques contra las monedas. Como resultado, lo que parecía ser una crisis de liquidez se convirtió en una crisis de solvencia a través del colapso de las monedas y de los precios de los activos.

2.- Bajo condiciones de “pánico”, los efectos de una restricción monetaria pueden ser muy distintas a lo esperado, dado que la elevación de las tasas de interés pudiera conducir a una declinación de la credibilidad y mayores riesgos de insolvencia.

3.- Si a lo anterior se agrega la restricción fiscal, para reducir la demanda doméstica, la depresión de la actividad económica es el resultado que se obtiene a muy corto plazo, sin que ello garantice el retorno de los flujos de capital externo.

4.- La asistencia financiera coordinada por el FMI en los años recientes se ha concretado después del colapso de las monedas; y han tomado esencialmente la forma de “paquetes de salvamento” diseñados para satisfacer o preservar las demandas de los acreedores.

Al margen de lo anterior, lo significativo en este último período es que se ha abierto una discusión acerca de la necesidad de reestructurar el actual sistema financiero internacional; lo que en círculos dominantes se inscribe como llamado para el diseño de una “nueva arquitectura financiera mundial”. Tal perspectiva no reconoce la necesidad de una reestructuración radical de los actuales paradigmas, mecanismos e instituciones regulatorias.

Por tal “rediseño arquitectónico” sólo se insiste en la conveniencia de una mayor vigilancia internacional, mejorías en la información sobre variables macroeconómicas y financieras claves de los distintos países, y también en los sistemas de regulación y supervisión financieras a nivel nacional e internacional.

Los efectos del crítico panorama de las finanzas internacionales entre 1997-99 sobre las economías en desarrollo, no se hicieron esperar.

Comparado con el promedio de mediados de los 90, los flujos de capital privado hacia las “economías emergentes” han prácticamente colapsado. El FMI pronosticó un casi nulo incremento en los flujos netos de capital privado hacia las economías en desarrollo en 1999 comparado con 1998. En el caso del mercado de “bonos” –la fuente de más rápido crecimiento en el financiamiento externo a las economías emergentes en los 90– y dada su extrema volatilidad; no es de esperar un incremento de los mismos a estas economías. Se estima que en 1999 los “países emergentes” recibirían por este concepto un financiamiento neto equivalente a un tercio del nivel alcanzado en 1997.(33)

Los préstamos bancarios internacionales, la otra fuente de financiamiento para las economías subdesarrolladas, tampoco parece que se recuperarán a corto plazo. Tanto el FMI como el IIF pronostican que los retiros netos de fondos de los bancos comerciales continuaron en 1999; a un ritmo similar al de 1998 en que dichas instituciones retiraron un monto neto equivalente a 30 mil millones de dólares.

La reducida exposición bancaria y menores niveles de financiamiento externo vía el mercado de bonos marcan una diferencia absoluta con la tendencia observada entre 1994 y 1996, en que tales flujos hacia las economías en desarrollo, habían alcanzado niveles casi “excesivos”.

En cuanto a los flujos de inversiones en cartera, nominalizados en compras de acciones por parte de no residentes en las bolsas de valores de los “mercados emergentes”, a pesar de que hay cierto repunte coyuntural en algunas de estas plazas, es poco probable que se alcance el nivel de los 25 mil millones de dólares que tales inversiones tuvieron en 1997.

Indudablemente, el tipo más importante de flujo financiero externo, y más estable, ha sido los del inversiones extranjeras directas (IED). Según el FMI, los flujos de IED hacia las economías en desarrollo cayeron muy modestamente, de un monto de 143 mil millones de dólares en 1997 a 131 mil millones de dólares en 1998.

En gran medida, este comportamiento “anticíclico” de la IED se explica por el hecho de que las agudas devaluaciones de las monedas han reducido ostensiblemente los costos de producción de las filiales extranjeras; al tiempo que el colapso en el precio de las acciones ha ofrecido muy buenas oportunidades a compradores foráneos. Especialmente en las economías del Este Asiático, la crisis ha forzado un cambio de actitud para ofrecer mayores ventajas a la inversión extranjera directa.

De todas formas, el menor crecimiento económico esperado en las economías subdesarrolladas, ha reducido el “mercado potencial” para las compañías extranjeras. Y más aún, las todavía percepciones de riesgo que existen con respecto a la economía china (el mayor receptor de IED) así como la recesión brasileña, tenderán a reducir los montos globales de IED hacia los mercados emergentes.

Considerando todos los flujos y las incertidumbres, es muy probable que en el próximo período de 1 a 2 años, los países subdesarrollados continuarán experimentando importantes restricciones financieras.

Todo lo anterior ha tenido también un importante corolario en el debate acerca de las políticas económicas más apropiadas en condiciones de subdesarrollo, en especial en cuanto a liberalización financiera. Aunque no generalizado, algunos expertos y gobiernos nacionales comienzan a llamar la atención acerca de la “prudencia” requerida en relación con la apertura de la cuenta de capital, y de la conveniencia de aplicar ciertos “controles” tal y como lo aplicaron países altamente industrializados, hasta fecha bien reciente.

EL DESARROLLO EN CONDICIONES DE GLOBALIZACION. ALGUNOS COMENTARIOS FINALES

I. El desarrollo económico y social, en condiciones de globalización, parece ser una aspiración en extremo compleja y multifacética. Algunos señalan, desde la perspectiva de los límites en los grados de autonomía que la globalización impone a los distintos países en la configuración de sus políticas y estrategias nacionales, que hoy día este empeño es casi inalcanzable.

Otros especialistas y organismos reconocen que si bien lo anterior está presente, la propia globalización genera oportunidades –y por supuesto también contradicciones– que dadas ciertas condiciones pudieran ser aprovechadas en el contexto de estrategias coherentes y flexibles en pos del desarrollo. A esto habría que agregar la percepción de que si bien es cierto que los grados de libertad a nivel doméstico para dirigir los procesos económicos y sociales no pueden desconocer el “entorno externo” y que tampoco los instrumentos y mecanismos a utilizar pueden ser los mismos de antes; todavía los Estados nacionales cuentan con capacidad suficiente para definir sus políticas.

II. En la actualidad, el pensamiento y la propia teoría del desarrollo ha ido transitando hacia un amplio pragmatismo que incluso va mucho más allá de la constatación de que el desarrollo no es sólo crecimiento económico si no que debe incorporar importantes objetivos sociales - reducción de la pobreza, mejorar la calidad de la vida, garantizar oportunidades para una mejor educación y salud, etc .

La experiencia ha enseñado que todos estos objetivos requieren una consideración integrada, con la incorporación de los más diversos agentes y sectores sociales, lo que presupone la creación y desarrollo de una sólida infraestructura institucional lidereada por el Estado.

III. La problemática de la integración a la economía mundial, tiene que ser considerada como parte de ese complejo y multifacético proceso de desarrollo. Al mismo tiempo, se tiene que reconocer la “dualidad intrínseca” que dicha inserción presupone para el desarrollo. Es evidente que en las condiciones actuales, las economías del Tercer Mundo requieren su activa participación en los flujos internacionales (productivos, tecnológicos, comerciales, financieros, etc) para avanzar no sólo en términos materiales; pero al mismo tiempo hay que tener presente que no toda forma de integración a la realidad económica internacional es compatible con el desarrollo.

IV. A las puertas del siglo XXI resulta conveniente considerar las lecciones que se derivaron para los países en desarrollo del comportamiento de la economía mundial y de las relaciones económicas internacionales en esta década.

a) La economía mundial describió una dinámica recuperativa dentro de un contexto general al “lento crecimiento” hasta mediados de los 90. A partir de 1996 los ritmos de incremento de la actividad económica se aceleraron, pero el estallido de la más reciente crisis financiera internacional a mediados de 1997, hizo que se produjera una notable desaceleración en el crecimiento de la producción mundial entre 1998 y 1999.

b) La dinámica económica de los países subdesarrollados sobrepasó en términos generales la correspondiente a los países industrializados, tal y como se había venido produciendo desde los años 60. Sin embargo, en 1998 –por primera vez en casi 30 años– de excluirse China se registra un ritmo de crecimiento económico para el grupo inferior al experimentado por los países desarrollados.

c) Lo anterior se asoció al hecho de que los efectos más adversos de la crisis se concentraron en los países en desarrollo, mientras que los países industrializados compensaron con creces los impactos negativos de tal deterioro en la demanda mundial generada por el Sur, con los beneficios derivados del colapso sin precedentes en los precios de los productos básicos y las importaciones más baratas de ciertos productos manufacturados provenientes de países que sufrieron agudas depreciaciones monetarias.

d) Desde mediados de 1999 las perspectivas de la economía mundial han mejorado, de tal forma que los temores de una posible recesión global han cedido. No obstante, ni el retorno a la estabilidad en las economías asiáticas, ni el aparente confinamiento del impacto de la crisis brasileña a sus vecinos pueden desconocer los riesgos y la acentuada incertidumbre presentes en la actual economía mundial. Dicha estabilización no significa que los problemas estructurales subyacentes hayan desaparecido. La complacencia respecto al futuro inmediato de la economía mundial que se observa en varias instituciones y organismos multilaterales puede conducir a mayores peligros a corto o mediano plazo.

e) El sistema multilateral de comercio muestra síntomas de creciente complejidad y contradicciones. Esto está determinado por elementos asociados a la exacerbada competencia internacional en un contexto de globalización que distribuye de manera inequitativa sus costos y beneficios; y los derivados de la pugna entre una institucionalidad naciente que intenta liberalizar el comercio de bienes y servicios mediante la instrumentación de muy complejas disposiciones, cuya efectividad está lastrada tanto por las asimetrías de los países miembros, como por las propias prácticas de muchos de los países, supuestamente interesados en la lógica que subyace al sistema.

f) Un elemento preocupante en la interrelación crecimiento económico – comercio exterior de los países subdesarrollados es que en esta década el déficit comercial promedio fue muy superior al que se registró en la década del 70, al tiempo que el dinamismo económico fue inferior al experimentado en aquellos años. Una combinación de deterioro en la relación de términos de intercambio, el lento crecimiento en las economías “centrales” y los abruptos procesos de liberalización del comercio y de la cuenta de capital en los países subdesarrollados, han sido factores decisivos en la explicación de esta “perversa correlación”.

g) Los años 90 han sido testigos de una rápida expansión de los flujos de capital privado hacia las economía subdesarrolladas. Pero en términos generales este repunte en el financiamiento externo representa nada más que un retorno a la tendencia que prevaleció antes de la década del 80. Dado que el financiamiento oficial se ha reducido a su mínima expresión, los flujos de capital (privados) se han concentrado en un grupo limitado de países. Una -parte importante de dichos flujos de capital – especialmente capital líquido en busca de ganancias rápidas a través del arbitraje, ha mostrado una muy alta inestabilidad y por tanto constituye una fuente poco confiable para el financiamiento del desarrollo.

h) La volatilidad de los flujos de capital a corto plazo – que representaron una proporción no despreciable del financiamiento recibido por los países del Tercer Mundo es estos tiempos – ha estado directamente asociado a las crisis bancarias, monetarias y financieras que han tenido impactos muy negativos sobre varias economías. A partir de esto se ha reiterado la necesidad de manejar con mayor cautela el proceso de liberalización financiera y de la cuenta de capital. Lo anterior unido a las críticas presentes en la institucionalidad del sistema, ha dado paso a los llamados por la configuración de una “nueva arquitectura financiera internacional”.

V. Pero el éxito en el empeño del desarrollo, exige hoy –quizás como nunca antes-– también de la cooperación multilateral con vistas a lograr un mayor dinamismo de la economía mundial. Dentro de las acciones a implementar pudieran considerarse:

a) Dados los excedentes fiscales de EUA, pudiera aconsejarse la utilidad de que se presione en la búsqueda de los necesarios consensos para que ese país incremente la canalización de recursos en términos de AOD hacia los países subdesarrollados. Esto permitiría atender las necesidades más perentorias de varios de los países más vulnerables, que no han disfrutado de las ventajas derivadas del acceso al mercado internacional de capitales por los “países emergentes”.

b) La Unión Europea y Japón pudieran estimular el crecimiento global al proporcionar inyecciones de liquidez directamente hacia países en desarrollo, a través del reciclaje de sus grandes superávits en cuenta corriente. Como los países en desarrollo tienen una propensión mayor a consumir e importar, tal esquema tendría resultados superiores –en su efecto sobre el crecimiento global– que la propia expansión fiscal doméstica en dichos países superavitarios.

c) La remoción de la pesada carga de la deuda externa para muchos países subdesarrollados, a través de la condonación de su impagable deuda oficial, contribuiría de manera importante al relanzamiento de las capacidades de importación y crecimiento de la economía internacional, sobre todo si se extiende el rango de los países elegibles dentro de la Iniciativa para el Alivio de la Deuda de países pobres altamente endeudados (HIPC Initiative – en inglés).

d) Un incremento sustancial en la asignación de Derechos Especiales de Giro (DEGs) y el compromiso de garantía de financiamiento adicional por parte de las instituciones multilaterales para lubricar déficits en Cuenta Corriente, sería muy aconsejable; sobre todo ahora que un monto creciente de reservas internacionales son necesarias para hacer frente a presiones financieras y monetarias del exterior.

VI. Por otra parte, debe iniciarse un proceso de reforma esencial con vistas a modificar la estructura del sistema de relaciones económicas internacionales. Dentro de los elementos centrales que deberían estar presente en la agenda de tal reforma, se encontrarían:

a) El acceso a los mercados de los países centrales por parte de los bienes y servicios de países en desarrollo, debe constituir un compromiso explícito de la próxima Ronda del Desarrollo, en el marco de la Organización Mundial del Comercio.

b) El sistema multilateral de comercio debe reconocer las asimetrías estructurales existentes entre los distintos países y, por tanto la reciprocidad inherente a la esencia del conjunto de acuerdos que regulan el sistema, debe ser reconsiderado.

c) El sistema financiero internacional, y sus instituciones multilaterales, deben tener como objetivo esencial no sólo el mantenimiento de la liquidez y los equilibrios financieros, si no –sobre todo- la promoción del desarrollo.

d) Debe reconocerse la necesidad y el derecho que asiste a cada país a regular sus transacciones financieras con el exterior, en función de sus intereses de desarrollo; sin que ello constituya una excepción a reglas multilaterales, adoptadas sobre principios poco democráticos; como los que priman hoy en las decisiones más importantes del FMI y el Banco Mundial.

VII. Pero los países en desarrollo tienen que reconsiderar esencialmente sus patrones y políticas para la promoción del desarrollo económico y social. El desarrollo debe ser entendido, sobre todo, como proceso conducente al mejoramiento de la vida material y espiritual de los pueblos, lo que supone necesariamente crecimiento económico. Este es una condición necesaria pero no suficiente del desarrollo.

Además de políticas macroeconómicas prudentes que garanticen la estabilidad de precios, altas tasas de ahorro e inversión y un aumento del crecimiento de las exportaciones sobre la base de ganancias en productividad y progreso científico-técnico; la reproducción económica tiene que perseguir explícitamente una continuada mejoría en los perfiles de distribución de los ingresos. Ello no solo se justifica por razones de ética humanista, sino porque tal y como lo demuestran las experiencias exitosas de estos tiempos, la equidad, la garantía de servicios sociales y el acceso al conocimiento se constituyen en requisitos indispensables del crecimiento sostenible.

VIII. Por último, el desarrollo obliga –como nunca antes– a integrarse a la economía mundial. Sin embargo, debe tenerse presente que las modalidades, secuencia, alcances e intensidad de dicho proceso de integración no son neutrales al “desarrollo”. En este sentido debería tenerse en cuenta la necesidad de que:

a) El tipo de inserción en los flujos internacionales de comercio e inversión internacional guarda estrecha relación con la conformación de los flujos productivos que se crean en cada país. Por ello, los países subdesarrollados deben promover la creación y-o instalación de industrias eficientes y competitivas. Dicha eficiencia y competitividad debe ser medida en términos reales (incrementos en los niveles de productividad y bienestar social) y no sólo en términos de ganancias en cuanto a “cuotas de mercado externos” satisfechos por producción doméstica.

b) La liberalización comercial debe proceder de manera gradual y siempre en correspondencia con los grados de madurez tecnológicos alcanzados por las industrias nacionales.

c) No sólo se deben sostener tipos de cambio competitivos en el largo plazo, si no también retener la autonomía requerida para hacer ajustes ordenados en las paridades cuando la coyuntura externa así lo aconseje. La cuestión no es tanto de diseñar un apropiado régimen cambiario como de manejar y regular los flujos de capital. Ningún régimen cambiario puede asegurar la estabilidad y autonomía necesaria para una inserción internacional exitosa, a menos que los flujos de capital desestabilizadores sean controlados.

d) La liberalización de la cuenta de capital, debe ser el resultado de un proceso de maduración de condiciones, entre las cuales deberá priorizarse la solidez de los sistemas financieros internos y una adecuada regulación y supervisión.

Ciudad de La Habana, enero, 2000



BIBLIOGRAFIA

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Notas

1- Romero Gómez, Antoniuo F. “Globalización: mitos realidades desde una perspectiva cubana”. LABOUR, Capital and Society, 31:&2, CDAS, Mc Gill University, Montreal, 1998, pp. 137-152.
2- Baró Herrera, Silvio. “Globalización, contradicciones, implicaciones y amenazas”. AUNA. Análisis de Coyuntura, No. 2 “Globalización: desafíos en el mundo de hoy”, La Habana, agosto, 1997.
3- The Economist, octubre 18, 1997, pp. 134-135.
4- The Economist, octubre 18, 1997, pp. 134-135.
5- Ibidem.
6- Vease de Carlos J. Moneta, Los probables escenarios de la globalización, en Capítulos del SELA, No. 36, Caracas, julio-septiembre de 1993, Cuadro 1,p.16 y estimaciones del autor a partir de datos obtenidos del Banco Mundial, Informe de Desarrollo Mundial, 1997.
7- Faux, Jeff. “The American Model Exposed”, The Nation, octubre 217, 1997, pp.18-22.
8- Stigitz, Joseph. Más instrumentos y metas más amplias para el desarrollo. Hacia el consenso post-Washington. Desarrollo Económico. Revista de Ciencias sociales, Vol 38, No. 151, Buenos aires, octubre- diciembre de 21998, pp.691-721.
9- Baró Herrera, Silvio. Op. Cit.
10- Estay Reino, Jaime. “Treinta años de economía internacional: 1965-1995”. En: Treinta años de economía: 1965-1995. Una visión desde Puebla. Facultad de Economía, BUAP. México, 1996, p. 28.
11- Para que se tenga una idea, en promedio entre 1980-89, la producción mundial creció a una tasa de 3.1%; mientras que para el período 1970-79 el ritmo de aumento promedio anual de la producción global fue de 3.9%.
12- No obstante, no debe considerarse automáticamente este “trade off” entre crecimiento económico y reducción del desempleo y la pobreza. En relación con esta última ha quedado claro en varios estudios validados empíricamente que su reducción es función de la tasa de crecimiento económico y de cambios en la estructura de distribución de los ingresos.
13- CEPAL. Balance Preliminar de la economía latinoamericana y caribeña, 1998. Santiago de Chile, 1999.
14- Vease al respecto, THE ECONOMIST. “The real menace”, mayo 22, 1999, pp. 15 -16
15- No obstante, hay que reconocer la existencia de un amplio debate en que se enfrentan opiniones “optimistas” – asociados a ciertos cambios estructurales experimentados por la economía estadounidense en los últimos tiempos (Business Week. “ The Dow: up and up and up and...”, marzo 29, 1999, pp. 32-34) y otros análisis menos “optimistas” como los expresados en THE ECONOMIST. “Americas bubble economy”, abril 1998 y FORTUNE. “The crash of 98”, septiembre 1998).
16- A esta perspectiva analítica habría que adicionar el hecho de que es previsible, en esta primera etapa de la Unión Económica y Monetaria que la uniforme política del Banco Central Europeo pareciera inclinarse a mantener un sesgo restrictivo.
17- Recordemos que en las reuniones conjuntas FMI – Banco Mundial de 1998, y ante la gravedad de la situación en el Este Asiático y su extensión a otras áreas, hasta el propio Presidente de EE.UU. reconoció que la economía internacional estaba enfrentando su peor crisis en los últimos 50 años.
18- Re-emerging economies. Uncertain prospects. Washington D. C.; 26 de abril, 1999.
19- OMC. World Trade Report. Press Release, abril, 1999.
20- Idem.
21- CEPAL: CAN Análisis. Estudio de la competitividad de las exportaciones latinoamericanas. Santiago de Chile, 1997.
22- THE ECONOMIST, mayo 22, 1999, p. 128.
23- THE ECONOMIST, “Spoiling world trade”, diciembre 7, 1996, p. 17.
24- Si se comparan los años 90 con los de la década del 70, se observa que para los países en desarrollo (excluyendo China) el déficit comercial promedio en los 90 es superior en casi 3 puntos porcentuales del PNB al registrado en los 70; mientras que la tasa de crecimiento económico promedio es 2% inferior. (UNCTAD, 1999).
25- UNCTAD. Trade and Development Report, 1999.
26- Inversiones en compra de acciones en bolsas y de instrumentos de deuda (bonos) a corto plazo; préstamos a corto plazo no comerciales; cambio en depósitos y activos monetarios de no residentes y otras obligaciones a corto plazo de bancos.
27- Las entradas de capital anual en los 90s hacia países en desarrollo representaron aproximadamente el 5% del PNB combinado del grupo, que fue aproximadamente el nivel prevaleciente para el período 1975-1982. Si China es excluida de los cálculos, la proporción es realmente menor que en el anterior período en casi un punto porcentual del PNB .
28- Véase Gráfico 3.4 del World Development Report, 1999/2000, p.7, citando como fuente a UNCTAD. World Investmente Report, 1998.
29- UNCTAD. Trade and Development Report, 1990.
30- Véase entre otros, UNCTAD, Trade and Development Report, 1998; y IMF, World Economic Outlook, mayo, 1998.
31- Bhagwati, Jagdish. “The Capital Myth”, en Foreign Affairs, mayo-junio, 1998 y Rodrik, Dani. “Who needs capital-account convertibility”, en “Should the IMF pursue capital-account convertibility”. Essay in International Finance, No. 297, Princeton University, EUA, 1998.
32- THE ECONOMIST. “Capital controversies”, mayo 23, 1998.
33- Estimaciones del Instituto de Finanzas Internacionales, Washington, D.C., EUA, abril, 26, 1999.


Dr. Antonio Romero Gómez. Director del Centro de Investigaciones de Economía Internacional. Universidad de La Habana

     
   
   
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