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Herida

Cristina Ruíz Cortina

Hoy he descubierto una herida en mi pierna. Debió ser entonces, cuando intentaba cruzar Eretz, a través de algunos de esos tornos imposibles donde no puedes pasar con maletas y bolsas, todo a la vez

CSCA

Checkpoint

Hoy he descubierto una herida en mi pierna. Debió ser entonces, cuando intentaba cruzar Eretz, a través de algunos de esos tornos imposibles donde no puedes pasar con maletas y bolsas, todo a la vez. Intenté que pasaran las bolsas primero, pero quedaron enganchadas y por más que me estiraba solo conseguía que se atascara más y más el torno de hierro.

Había una puerta y le di al botón de llamada cuando ya no podía más, cuando ya no alcanzaba las bolsas, cuando todo se atascó y yo en un lado y mis maletas en el otro.

Mágicamente, por ensalmo se abrió de inmediato la puerta y pude salir. Me imagino qué risas estarían pasando los chicos de la frontera mientras veían mis inútiles maniobras para salir por donde siempre nos han enseñado a salir. Y es que ya actuamos como animales a los que nos enseñan que de nada valen las puertas porque no se abren y sólo después de la extenuación, en la soledad del laberinto de Eretz se te ocurre llamar y abren.

Debió ser entonces, casi tirada en el suelo, intentando empujar las bolsas, que me herí en la pierna.

A la salida del túnel de la frontera el camino había desaparecido gracias a la tenacidad de los buldózeres y tanques. ¿Y por dónde seguimos ahora?

De poco me sirvieron mis zapatos cerrados. Entraba en Gaza y la arena se adueñó de mis zapatos. La foto habla por sí misma. Ni siquiera se intuye Gaza, todo desolado, no sólo aquí, sino a lo largo de la frontera.

Por aquí siguen bombardeando y arrancando árboles. La ciudad hoy parecía limpia y hay brigadas que limpian las playas para una temporada que se inicia ahora. Pero hay una gran tensión, la gente está exhausta, cansada, triste. Todo ello se nota a todos los niveles mis amigas hablan de sus familias ¿qué no pasará en las familias que no tienen que comer?

Mañana va a ser un día duro.

El mar de Gaza es un bálsamo. Algo queda. Como dice Marina en su libro de poemas "la fe y la esperanza se acaban, pero no el amor". Es quizás por eso que he venido. La fé la perdí hace mucho y sospecho que inicié este viaje desde la parte herida de mi corazón, pero me niego aún a reconocer que no hay esperanza.