No es Iraq, es Venezuela
Alberto Cruz
CSCAweb,
20 de octubre de 2006
Sorprende
que haya muy pocos análisis de lo que realmente le importa
a los EEUU: el control del petróleo. Guste o no, el petróleo
iraquí a pesar de los reiterados ataques de las diferentes
organizaciones de liberación nacional contra los oleoductos-
está controlado. Así hay que interpretar el plazo
dado al gobierno colaboracionista de Maliki para que en diciembre,
como máximo, apruebe una ley para liberalizar el sector
es decir, quedará en manos de cuatro grandes compañías,
todas occidentales- y modernizar las instalaciones.
Militar:
"Tenemos ahora sólo unos cuantos callejones sin salida"
[El vicepresidente Dick Chaney y el Secretario de Defensa, Donald
Rumsfeld en un escritorio donde se lee: "Política
de la Guerra en Iraq"]
Autor: Toles (The Washigton Post, 18-10-06)
La situación en Iraq
no es buena para los EEUU. No lo ha sido nunca, pero se está
a años luz de Vietnam, por poner el fácil ejemplo
que tanto gusta. Nos perdemos en la cifra de soldados muertos,
en si la ratio es más o menos alta y nos animamos pensando
en una derrota imperial. No. EEUU no se puede permitir el lujo
de salir derrotado de Iraq porque eso supondría el fin
de su hegemonía a nivel mundial. No había que ser
muy perspicaz para analizar que sólo cabían tres
posibilidades: la retirada de los ocupantes (que supondría
una derrota), la estabilidad política incierta (puesta
en marcha con la celebración de elecciones) y la guerra
civil (en la que ya se está, aunque se pueda denominar
"de baja intensidad"). No obstante, será en
las elecciones del 7 de noviembre en Estados Unidos en las que
se vea si Iraq es determinante o no para un cambio en la correlación
de fuerzas interno, aunque los demócratas tampoco se retirarán
del país. Sin embargo, una derrota de Bush y un triunfo
demócrata permitiría llegar a un acuerdo con quien
realmente tiene la llave de la estabilidad: Muthada al Sadr.
Sorprende que haya muy pocos
análisis de lo que realmente le importa a los EEUU: el
control del petróleo. Guste o no, el petróleo iraquí
a pesar de los reiterados ataques de las diferentes organizaciones
de liberación nacional contra los oleoductos- está
controlado. Así hay que interpretar el plazo dado al gobierno
colaboracionista de Maliki para que en diciembre, como máximo,
apruebe una ley para liberalizar el sector es decir, quedará
en manos de cuatro grandes compañías, todas occidentales-
y modernizar las instalaciones. Esto se hará, además,
para cumplir una de las condiciones del FMI para otorgar créditos
a Iraq. El objetivo estratégico de EEUU en Iraq es controlar
el petróleo y, con él, derribar definitivamente
el poder de la Organización de Países Exportadores
de Petróleo (OPEP), teniendo en cuenta también
que Iraq cuenta con unas importantes reservas de gas natural
Estabilizar la producción
petrolífera de Iraq y conseguir su retorno a la OPEP con
todos sus derechos -durante la época del embargo al que
fue sometido el país tras la guerra con Kuwait su producción
estaba sometida a un riguroso régimen fiscal dentro del
programa Petróleo por Alimentos- fue una de las prioridades
iniciales de EEUU tras la ocupación, máxime en
unos momentos en los que la producción de los países
que no son miembros de esta organización había
comenzado a declinar y estaba a punto de ser sobrepasada por
la producción de los países OPEP, por lo que el
mundo industrializado no podrá buscar mercados alternativos
a los de esta organización. En este sentido, no hay que
perder de vista las maniobras de EEUU en África.
Por lo tanto, normalizar la
producción de petróleo de Iraq ha sido siempre
la prioridad de EEUU, por encima de cualquier otra, porque de
esta forma le convertiría en el principal servidor de
sus intereses en una doble vía dentro de la OPEP: garantizar
un aumento de la producción para que el precio del barril
no supere los 30 dólares y asegurar que no se va a cambiar
el dólar como moneda de transacción financiera
en detrimento del euro, como hizo en su momento Saddam Hussein
y ahora preconizan otros países como Irán o, en
menor medida, Rusia. En estos momentos Iraq exporta 2'05 millones
de barriles diarios (cifras de la OPEP en el mes de septiembre)
y se pretende llegar a los 3'5 millones en dos años, para
lo que son necesarias unas inversiones de entre 3.000 y 5.000
millones de dólares.
La estrategia energética
de Washington supone que a mediados de 2007 la producción
haya alcanzado los 2'8 millones de barriles diarios e incluye,
entre otras cosas, el incumplimiento por Iraq de las cuotas de
bombeo fijadas por la OPEP para provocar una severa contracción
de los precios a corto plazo. Esto alarma a otros países
productores, que consideran que hay que estabilizar el precio
entre los 50-60 dólares por barril y no permitir en ningún
caso que se llegue a los 30 dólares, como al inicio de
la guerra contra Iraq en 2003. Esta es la razón por la
que la OPEP, a iniciativa de Venezuela, está dispuesta
a estudiar un recorte de la producción para impedir que
el precio del barril continúe bajando. Será en
la reunión extraordinaria que la OPEP celebre en Abuja
(Nigeria) el 14 de diciembre próximo.
Y esta es la razón por
la que Venezuela se ha convertido en la principal amenaza para
los intereses estratégicos de EEUU. Joseph Stiglitz, premio
Nobel de economía, ex consejero de Bill Clinton en su
etapa como presidente de los EEUU y ex vicepresidente del Banco
Mundial, lo dice muy claro en su último libro, "Haciendo
funcionar la globalización". EEUU ha estado detrás
de todos los intentos desestabilizadores y golpistas contra Chávez,
pero lo que no le perdona es que haya tomado en sus manos el
control de la industria petrolera, y sus rentas. Stiglitz hace
un reconocimiento expreso de los cambios en los contratos petroleros
del Gobierno de Venezuela para obtener las mejores condiciones
para su país y que se vienen traduciendo en las ingentes
ayudas para mejorar el nivel de vida de la población a
través de las famosas "misiones" en educación,
salud, alimentación, etc.
Los medios estadounidenses
editorializan regularmente con tres cuestiones y por este orden:
Venezuela y su influencia en América Latina; la guerra
en Iraq, y el pulso con Irán. Ahora se añade Corea
del Norte, que circunstancialmente ha pasado al primer plano.
Chávez es visto como el "heredero rico [por el petróleo
y el gas] de las ambiciones revolucionarias de Fidel Castro"
y el principal desestabilizador del continente, con mención
expresa a dos países: Ecuador y Nicaragua. Las recientes
elecciones en Ecuador y las del mes que viene en Nicaragua han
encendido todas las alarmas. Incluso se recuerda que Lula ha
repuntado en la intención de voto y que será reelegido
sin duda en la segunda vuelta de las elecciones el 29 de octubre,
"lo que puede hacer que renueve su agenda izquierdista".
Hay que recordar que Lula ha sido duramente criticado por el
Movimiento Sin Tierra, por ejemplo, en lo que atañe a
la reforma agraria, en la adopción de medidas a favor
de la multinacional de transgénicos Monsanto y en la aplicación
de una política macroeconómica de claro corte neoliberal
y que por ello en la primera vuelta electoral esta organización,
y otras, le retiraron su apoyo.
Estos tres elementos, Ecuador-Nicaragua-Brasil
son considerados "vitales" para que "no se haga
más daño a las relaciones de EEUU con América
Latina" y conjurar "el peligro del chavismo-castrismo"
que ya se ha asentado, según estos análisis, en
Bolivia y Argentina. De hecho, el jefe del Comando Sur, general
Bantz Craddock, ha mostrado públicamente su preocupación
porque un triunfo de Rafael Correa ponga en peligro la presencia
de EEUU en la base de Manta (18 de octubre de 2006). Esta base
es parte importante del Plan Colombia, diseñado con una
estrategia regional y con la vista puesta en Venezuela puesto
que la Revolución Bolivariana se ha convertido en una
amenaza estratégica para los EEUU por su independencia
política internacional y el liderazgo regional que está
logrando. No hay que olvidar importantes cuestiones como la creación
de Petrocaribe, el gasoducto del sur, el Banco del Sur o el Bono
del Sur (con Argentina), por citar sólo la última
iniciativa y para la que Venezuela ya ha destinado mil millones
de dólares.
La escenificación de
lo que está sucediendo en la ONU con la votación
del país latinoamericano que tiene que ocupar el puesto
en el Consejo de Seguridad como miembro no permanente es tremendamente
gráfica. Es una lucha que pone de manifiesto la valentía
de un país por hablar con otra voz en este foro y el miedo
de otro a que dicha voz se oiga. En la ONU ha entrado muy pocas
veces el aire fresco. Si exceptuamos los discursos del Che y
Arafat ante la Asamblea General, nunca hasta la llegada de Chávez,
EEUU había sufrido una bofetada tan contundente en su
casa. Una humillación que no se perdona y la campaña
de EEUU para que Venezuela no sea elegida es algo más
que una anécdota.
Lo que se está viendo
en la ONU es un logro de Venezuela: ha puesto de manifiesto que
no se ha terminado la guerra fría, que continúa
la polarización mundial entre los países casi
habría que decir mejor gobiernos- que se pliegan a las
presiones estadounidenses y los que mantienen su apuesta por
la dignidad, soberanía y autodeterminación de los
pueblos.
Son muchos, en muchas partes
del mundo, quienes ven con admiración el ejemplo de Venezuela.
Desde México (es muy recomendable la lectura del editorial
del diario La Jornada del día 18 de octubre) a la India
(The Telegraph, también el día 18). El primero
dice que "más allá de juicios ideológicos,
la llegada de Caracas al Consejo de Seguridad es deseable por
una razón: mientras que Guatemala no enfrenta ningún
amago externo, Venezuela es, hoy, un país sometido al
la hostilidad imperial, y el puesto le daría mayor margen
de defensa, así sea diplomática, ante los cada
vez más desembozados planes intervencionistas de Washington".
El segundo va más allá y, con el título
"¿Bush o Chávez?", acusa a su gobierno
de haberse dejado presionar por EEUU para no votar a Venezuela,
donde sí hay embajada de India y no en Guatemala, por
ejemplo, y finaliza con el siguiente párrafo: "India
no ha afirmado su independencia en política exterior,
no ha hecho valer sus intereses nacionales [en referencia al
floreciente mercado que supone Venezuela y su petróleo].
La moraleja de la historia es la siguiente: cuando sus intereses
están en juego, los americanos no dejarán ninguna
piedra sin remover". Lo que dice el diario hindú
se puede aplicar a todos los países que a última
hora decidieron no votar por Venezuela, como es el caso de Chile,
entre otros.
Y el hecho de que Venezuela
aguante la presión y no retire su candidatura pone otra
vez de manifiesto el uso que EEUU hace de una organización
inoperante y la necesidad imperiosa de su reforma.
Si antes de la invasión
de Iraq en marzo de 2003, y al calor de la Doctrina de Seguridad
Nacional establecida por Bush, para los EEUU la ONU era irrelevante,
tras el fiasco de la ocupación del país árabe
han triunfado aquellos que, como Michael Ignatieff o Robert Kagan,
preconizaban que había que hacer de este foro multinacional
un "suministrador de legitimación política"
siempre y cuando, claro está, que se reflejen en sus resoluciones
los intereses nacionales estadounidenses. A ello se han dedicado,
concienzudamente, desde entonces tal y como pone de manifiesto
el veto a Venezuela y lo que este país representa.
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