La reforma se retira ante la
tormenta política en Jordania
Curtis Ryan*
Middle
East on Line,
10 de junio de 2005 / CSCAweb, 29 de junio de 2005
Traducción de Natalia Litvina para CSCAweb
"Temiendo
la erosión de su base política, a principios de
junio el rey Abdallah publicó una nueva orden, por la
que ofrecía acciones de compañías privatizadas
a precios reducidos a miembros de las fuerzas de seguridad. Como
todo el sector público en su mayoría, las fuerzas
de seguridad suelen ser núcleos de poder transjordano,
y por eso el edicto del rey parece estar destinado a reforzar
esta base tradicional de la monarquía, de forma muy material.
Tal política podría ayudar al monarca a la hora
de alcanzar tres metas: dirige beneficios directos al aparato
de seguridad nacional, permite al proceso de reforma económica
seguir adelante y lo mas importante: serviría para rebajar
gran parte de la oposición transjordana a las reformas
económicas, a las privatizaciones y al actual equipo de
ministros neoliberales"
En la primavera de 2005 y durante
semanas, adornaron las calles de Ammán, la capital de
Jordania, carteles que anunciaban una reunión internacional
en el centro de convenciones de Shouna, en el Mar Muerto. El
gobierno pregonaba lo que consideraba como un significativo éxito
nacional: por tercer año consecutivo, el pequeño
reino, poco poblado y con pocos recursos, albergaba el poderoso
Foro Económico Mundial, entre el 20 y 22 de mayo. Los
funcionarios jordanos se sentían así mismo orgullosos
de albergar también una convención de premios Nobel,
que al mismo tiempo se celebraba en Petra.
Según se aproximaba
la fecha del Foro, el número de soldados y fuerzas de
asalto, fuertemente armadas, superó en las calles al de
los carteles. Unidades del ejército jordano y de comandos
se repartieron por la capital, situando vehículos armados
en todas las grandes intersecciones urbanas.
Es posible que estas demostraciones
de fuerza estuvieran más destinadas a dar seguridad a
los visitantes internacionales que a intimidar a la población
jordana, pero lo cierto es que subrayaron el grado al que ha
retrocedido la reforma en este estado árabe aliado de
los EEUU, en beneficio de las cuestiones económicas.
Desde la subida al trono, tras la muerte de su padre Hussein
en 1999, el rey Abdallah II ha enfatizado el desarrollo económico
sobre el resto de cuestiones, centrándose particularmente
en atraer la inversión extranjera y en incrementar la
manufactura de bienes para exportación.
Los principales logros de la política de exteriores de
Abadía son la entrada de Jordania en la Organización
Mundial del Comercio (OMC), el pasado 2000, y la firma del Tratado
de Libre Comercio (TLC) con EEUU que entró en vigor en
2001.
Mientras tanto, al mismo tiempo que la administración
Bus y los tertulianos occidentales parlotean sobre una "primavera
árabe" respecto al cambio democrático, en
Jordania la reforma política cae en barrena.
Un paso
adelante, dos pasos atrás
El proceso de liberalización
política en Jordania ha ido hacia adelante y atrás
repetidamente desde su nacimiento en 1989. El régimen
hashemí comenzó su experimento de democratización
limitada como respuesta a las protestas y revueltas generadas
por la aplicación del austero programa recetado por el
Fondo Monetario Internacional (FMI)y por las acusaciones de corrupción
del gobierno.
La apertura política
se aplicó hasta 1994, cuando el rey Hussein firmó
un tratado de paz con Israel, momento en el que el régimen
echò atrás diversas reformas, en un esfuerzo para
limitar el disenso. Con la sucesión al trono en 1999,
creció la expectación pública por las reformas.
Los movimientos iniciales del
régimen con el nuevo rey parecían indicar un sólido
compromiso con el reinicio del proceso de reformas políticas.
En el mismo año en el que Abdallah subió al trono,
se celebraron elecciones municipales en todo el reino. En 2003,
cuando Jordania celebraba su cuarta ronda de elecciones nacionales
parlamentarias desde 1989, la legislación electoral fue
remodelada con un decreto real por el cual se reservaban seis
escaños a mujeres en el parlamento. Pero por cada movimiento
hacia la liberalización, se daban contrapartes regresivas.
Los comicios parlamentarios de 2003, dispuestos inicialmente
para 2001, se habían retrasado dos veces. Durante los
dos años en los que el Parlamento estuvo en suspenso,
el rey lanzó una serie de controvertidos edictos, creando
"leyes temporales" que, entre otras cosas, impusieron
restricciones adicionales a la libertad de reunión y de
prensa. En 2002, Toujan Faysal, prominente parlamentaria y activista
feminista, fue arrestada y acusada de "difamar" al
primer Ministro y al gobierno. Si bien Faysal fue perdonada y
liberada, lo cierto es que no le fue permitido presentarse a
las elecciones de 2003.
Hoy, los activistas por la
democracia denuncian el creciente papel de los servicios de seguridad
(Mujabarat) en la vida pública.
Según se restringe la
reforma política, el desarrollo de las prioridades económicas
del régimen es cada vez más claro: los ministerios
clave van a parar a hombres de negocios y tecnócratas
adalides de las políticas neoliberales. En palabras de
un analista, estos nuevos ministros son una especie de "autoritarios
liberales", en el sentido de que apoyan mucho más
la liberalización económica que la reforma política.
"La comunidad que gobierna Jordania está compuesta
por gente angloparlante armada de presentaciones de Powerpoint"
asegura. "Incluso ejerciendo el gobierno siguen siendo hombres
de negocios". Aunque muchos de estos funcionarios han trabajado
previamente en puestos de la administración, cierto antiguo
primer ministro conservador asegura que los nuevos ministros
"parecen más asesores occidentales" que trabajadores
públicos.
El régimen jordano ha
permitido cierta crítica respecto a asuntos nacionales,
sobre todo desde el inicio del proceso de liberalización
en 1989, pero mantiene la política de exteriores - o la
"seguridad nacional"- fuera del disenso de la oposición.
Esta tendencia general se ha reforzado desde la firma del tratado
de paz con Israel. Ahora, la oposición jordana se encuentra
con que las cuestiones sobre las políticas económicas
del régimen están también fuera de toda
crítica.
Dado el énfasis internacional
sobre las ambiciones económicas del régimen - y
específicamente en la búsqueda de inversión
externa directa, turismo y desarrollo, cara a la exportación-
la reforma económica podría ser considerada como
una cuestión internacional a la alta. Este énfasis
del gobierno sobre el desarrollo económico parece estar
ligado al parecer al abandono del proceso de reformas políticas.
Podemos encontrar también
una dimensión étnica a esta dinámica. El
sector público ha estado tradicionalmente dominado por
los mismos transjordanos que conforman la base social del régimen,
mientras que el sector privado suele ser el espacio de los jordanos
de origen palestino, muchos de ellos descendientes de los refugiados
de las guerras del 48 o 67.
Dada la política étnica que subyace bajo la política
economía de Jordania, resulta que incluso la privatización,
aparentemente un aspecto doméstico de la reforma económica,
conlleva inherentemente un matiz decididamente político.
Es incluso complicado acercarse a la cuestión de la privatización
sin aludir a las tensiones interétnicas o sin minar la
politica de " Jordania primero"
Un cuento
sobre dos crisis
Al principio de abril de 2005,
el rey Abdallah nombró un nuevo primer ministro, Adnan
Badran, para que sucediera al destituído Faysal al-Fayiz.
El gobierno de Al-Fayiz había incurrido en las iras del
rey al fracasar a la hora de convencer a la Liga Árabe
para que resucitara la iniciativa árabe de paz originalmente
presentada por Arabia Saudí en marzo de 2002. La propuesta
jordana de recuperar tal iniciativa, dirigida a remarcar el liderazgo
diplomático de un régimen que se intentaba acercar
más a Washington, consiguió más bien que
las delegaciones árabes se alejaran de un decisión
que parecía recompensar las acciones militares de Israel
contra los palestinos. Las objeciones se centraban no sólo
en la esencia de la iniciativa jordana, sino también en
lo inapropiado de su temporización. Algunos veteranos
políticos jordanos compartían esta opinión.
Pero en Jordania, el rechazo
al gobierno de Al-Fayiz no sólo se basaba en esta cuestión,
también lo hacía en los intentos de cambiar las
leyes sobre las asociaciones profesionales, partidos políticos
y el derecho de libre reunión.
El gobierno sometió
diversos borradores de ley sobre puntos clave del programa de
reformas políticas en Jordania. Pero en cada caso, los
borradores en realidad incrementaron las restricciones sobre
la sociedad civil. Un borrador de ley sobre partidos políticos
prohibía las actividades políticas que tuviesen
lugar en cafés, mezquitas e instituciones educativas.
Se les prohibirían actividades políticas a los
partidos en el entorno de las asociaciones profesionales jordanas.
Estas asociaciones, por otra parte, fueron objeto de otro borrador
de ley, prohibiendo sus actividades políticas e incluso
cambiando sus juntas electas por todos su miembros, para pasar
a ser configuradas por ambiguas "comisiones". Las organizaciones
no gubernamentales también pasaron a ser vigiladas por
el Ministerio de Interior, que anunció su intención
de revisar cuidadosamente la fuentes de financiación de
éstas, incluso de cerrar las que fueran sospechosas de
estar bajo influencia extranjera.
Los activistas por la democracia
enfrenta la acusación de estar bajo influencia extranjera.
Según las palabras de uno de ellos "existe un enorme
espacio entre la retórica del rey sobre reformas y las
políticas actuales. Es como si estuvieran intentando impresionar
a occidente... cuando en realidad estamos cortando la libertad
del pueblo".
Los borradores de ley se han
convertido en una especie de duelo entre el ministerio de Interior
y las asociaciones profesionales, así como influyentes
partidos como el Frente de Acción Islámica (FAI).
Con la destitución del gobierno de Al-Fayiz, incluyendo
a su impopular ministro de Interior, Samir Habashneh, éstos
grupos sintieron haber ganado una batalla.
Sin embargo, en seguida algunos
airados parlamentarios se movilizaban contra el gobierno Badran,
en una crisis que está por resolver todavía. A
finales de mayo, la lista de parlamentarios de la cámara
baja que amenazaban con retirar su voto de confianza a Badran,
había crecido de 48 a 110. Los parlamentarios decían
que al gobierno de Badran se le había caído la
máscara, argumentando que no representaba dignamente a
todo el sur del país, en especial a los puntos fuertes
de la Transjordania étnica, como Kerak. El primer ministro
insitió en que la elección de cargos en el nuevo
gobierno se basaba en la experiencia y la cualificación,
antes que en cuestiones étnicas o geográficas.
Por lo tanto todo el parlamento se sintió insultado (ninguno
de los parlamentarios fue incluído en el nuevo gabinete)
así como quizás toda la parte sur del país.
Diversos miembros del parlamento
mostraron su desacuerdo no sólo por quién había
sido excluído del gabinete, sino también por quien
había sido incluído, en concreto respecto al equipo
económico con sus prioridades neoliberales. Las principales
quejas se centraban en el énfasis del régimen sobre
el crecimiento dedicado a la exportación, la ayuda e inversiones
externas, junto con la falta de atención sobre el bienestar
social y la distribución de la renta.
Del nuevo equipo, sin duda
el más controvertido personaje es Basim Awadallah, ministro
de Economía. Como ministro del anterior gabinete, Awadallah
había conseguido, sobre todo gracias a su estilo impaciente,
enfrentarse a numerosos legisladores. "Los reformistas en
el gobierno no son de fiar" afirma un analista. "Basim
Awadallah puede ser brillante, pero la desconfianza respecto
al gobierno sobre todo se dirige a su persona"
Con 48 diputados oficialmente
opuestos al nuevo gobierno, y 17 miembros del FAI indecisos,
los parlamentarios solicitaron una sesión extraordinaria.
que se celebrará en algún momento del verano, antes
del 1 de octubre de 2005, momento en el que se inician las sesiones
regulares. El rey no dió su respuesta inmediata, pero
subrayó a la prensa que la disolución del parlamento
no era una opción a contemplar. Esto sugiere que la sesión
tendrá lugar, pero un voto de no confianza no tiene cabida
en el programa, ya que el programa lo establece el monarca.
Si se celebrara una votación,
el gobierno Badran perdería casi con toda seguridad, lo
que sería una derrota mayor para el régimen. Sin
embargo quedan otras posibilidades. Muchos activistas por la
democracia preconizan que las mujabarat "convencerán,
persuadirán y quizás amenazarán" a
los diputados para que cambien sus planteamientos.
Alternativamente, una remodelación del gabinete, anterior
al voto, podría resolver la cuestión de la representatividad
del sur, al reemplazar, presumiblemente, algunas de las cuestiones
mas controvertidas. Finalmente, es posible que el gobierno Badran
pudiera ganar el voto de confianza, si el Primer Ministro pudiera
convencer a los diputados del FAI para que voten a su favor.
En una serie de reuniones con
el Primer Ministro, los parlamentarios del FAI han realizado
diversas demandas, incluyendo la implementación de la
ley de la sharia y el abandono de tratado de paz con Israel.
Estas medidas no serán aprobadas por el gobierno, y por
eso el FAI votaría en contra del gobierno simplemente
para lograr algo de credibilidad. Sin duda, el FAI podría
encontrarse con más presión a la hora de verse
obligado a impulsar su propia credibilidad, que por otra parte
es bastante aparente, ya que muchos de los ciudadanos jordanos
le consideran asociado al régimen.
Sin embargo, el partido islamista
podría arriesgar esa credibilidad,si eso sirviera para
asegurar un compromiso del nuevo gobierno para que abandone el
draconiano borrador de ley sobre asociaciones, partidos y reuniones.
Ya que el FAI sigue siendo el partido mejor organizado del país,
y ya que los islamistas han ganado las elecciones a cada junta
directiva de cada asociación profesional, tendrían
mucho que ganar con este giro. Tristemente, mientras que el FAI
ha estado actuando en una línea bastante progresista en
la defensa de los partidos y asociaciones, por otro lado ha adoptado
la línea reaccionaria del Estado en lo que respecta a
las ONGs, acusando de estar bajo "influencia extranjera"
a grupos que trabajan "con la excusa" de reforzar el
papel de la mujer, la democracia o los derechos humanos. Con
esta flagrante contradicción respecto a la sociedad civil,
sin embargo, el FAI podría haberse arrinconado él
solo, pudiendo perder cualquier cosa vote lo que vote respecto
al gobierno Badran.
¿Una
base en erosión?
Mientras sigue la discusión,
las encuestas que ha realizado el Centro Jordano de Estudios
Estratégicos muestran un declive sólido de la confianza
pública en los sucesivos gobiernos, incluyendo la nueva
administración Badran. La insatisfacción pública
parece estar basada en una lectura muy certera de los cambios
de gobierno, en la que éstos sólo serían
un circuito de intercambio y avituallamiento de las élites.
También existe una demanda básica de democracia
que podría estar alcanzando un punto de ebullición.
Diversos parlamentarios y activistas de la sociedad civil han
venido realizando cada vez más llamamientos para la creación
de un gobierno elegido democráticamente, donde el Primer
Ministro resulte electo por la mayoría del parlamento,
y no por la monarquía. El énfasis de algunos funcionaros
del régimen sobre la actual crisis para que ésta
sea interpretada como una cuestión norte-sur o palestino-transjordana
podría ser interpretado como un intento de desviar la
atención del asunto principal: la representación
democrática. La "división étnica"
queda así como cuestión básica en la política
jordana; cualquiera que la cuestione podría parecer anticuado
o incluso "poco jordano".
Lo que más debería
preocupar al régimen, sin embargo, es que estas objeciones
públicas a su gobierno vienen de un parlamento bastante
sesgado: los distritos electorales jordanos son bastante desiguales
en tamaño, y la legislación electoral sobrerepresenta
a los distritos conservadores rurales, mientras que subrepresenta
las areas urbanas, que suelen ser bastiones palestinos o islamistas.
La estrategia ha funcionado
correctamente, cediendo frente a un parlamento compuesto principalmente
por conservadores transjordanos, y a veces gobernado por filiaciones
tribales antes que por lealtades de partidos de izquierda secular
o derecha religiosa. Sin embargo, es este parlamento el que está
enfrentándose con el gobierno electo por la monarquía.
Las críticas lanzadas desde el parlamento incluyen las
del poderoso y conservador representante transjordano, Abd al-Hadi
al-Majali.
La oposición al continuado
énfasis del gobierno sobre la economía antes que
la reforma política ha incluído en ocasiones a
débiles grupos de izquierda secular así como el
mejor organizado movimiento islamista. La oposición sobre
todo es a las políticas y prioridades, no al Estado hashemí.Aunque
si esta oposición a amplios aspectos de la agenda del
Estado comienza a incluir elementos de la sociedad conservadora,
transjordana e incluso beduina... ¿Dónde se encuentra
exactamente la base de apoyo del régimen?
Quizá temiendo la erosión
de su base política, a principios de junio el rey Abdallah
publicó una nueva orden, por la que ofrecía acciones
de compañías privatizadas a precios reducidos a
antiguos miembros o miembros en activo de las fuerzas de seguridad.
Como todo el sector público en s mayoría, las fuerzas
de seguridad suelen ser núcleos de poder transjordano,
y por eso el edicto del rey parece estar destinado a reforzar
esta base tradicional de la monarquía, de forma muy material.
La nueva política se aplica a los miembros -incluso los
jubilados- del departamento de seguridad, las fuerzas de defensa
civil, las fuerzas armadas, y las mujabarat. Todos son elegidos,
literalmente, para beneficiarse del proceso de privatización.
Tal política podría ayudar al monarca a la hora
de alcanzar tres metas de forma simultánea: dirige beneficios
directos al aparato de seguridad nacional, permite al proceso
de reforma económica seguir adelnte y finalmente lo mas
importante: serviría para rebajar gran parte de la oposición
transjordana a las reformas económicas, a las privatizaciones
y al actual equipo de ministros neoliberales.
Se acerca
otra tormenta
De la mano de tales políticas
de contención, y en ausencia de reformas políticas
sustanciales, el régimen ha lanzado una serie de "iniciativas"
acompañadas de enormes campañas de márketing
que parecen tener más que ver con entidades de crédito
occidentales que con la población jordana. El lema "Jordania
primero" parece haber tenido éxito o al menos se
ve respaldado por un "desarrollo político",
y ahora se aboga por una "agenda nacional" que sea
lanzada en septiembre de 2005. Los activistas pro-demócracia
en Jordania argumentan que estas iniciativas generan muchas conferencias
y seminarios, pero pocos cambios materiales. La cuestión
es saber cuánto tiempo girará la rueda por sí
sola, y en realidad, por qué debería hacerlo.
Incluso el régimen se
beneficiaría de reformas políticas significativas,
que podrían proporcionarle algo de apoyo popular, y por
tanto darle seguridad. Muchos jordanos se sentirían satisfechos
con un proceso gradual. "La gente no está aquí
todo el día manifestándose en la calle", asegura
un analista; "no es como el movimiento Kifaya de Egipto,
por lo menos, todavía no". Pero ya sea por la renuencia
de las mujabarat o por otra razón, lo cierto es que la
rueda sigue girando.
Al mismo tiempo que la crisis
de confianza en el gobierno continúa a diferentes niveles,
parece que otra se aproxima. Anteriores brotes de revuelta en
el reino, como los disturbios de 1989 o 1996, fueron provocados
por fuertes medidas de austeridad. Pero con el colapso del régimen
de Saddam Hussein y el nacimiento del nuevo gobierno iraquí,
Jordania ha dejado de recibir partidas de crudo a precios reducidos.
Por el contrario, las petromonarquías del Golfo están
subiendo constantemente los precios de venta a Jordania, llegando
a cantidades antes impensables. El presupuesto de Jordania simplemente
no puede absorber la diferencia entre el creciente precio de
las importaciones y subvencionado de venta interna de gas y petróleo.
Ciertos "ajustes" de precios, probablemente durante
el verano, posiblemente desaten de nuevo el descontento. La ayuda
internacional para mantener los precios actuales podría
evitar tal situación, pero en la actualidad no parece
que vaya a haber tal inyección de dólares.
El equipo económico de neoliberales y tecnócratas
que se da cita en el gobierno, podría en breve enfrentarse
a otra tormenta.
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