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La resistencia no se detendrá

'La resistencia sigue siendo una llamada nacional a todos los iraquíes ante los designios de EEUU, que quiere destruir Iraq para hacer de Israel un lugar más seguro'

Mousa al-Husseini

Al-Ahram, 7 de abril de 2005
CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 15 de abril de 2005
Traducido para CSCAweb por Jaime Guitart Vilches

El 11 de abril de 2003, la resistencia iraquí se puso en marcha para liberar Iraq. Desde entones, se las ha agenciado no sólo para restaurar el orgullo de todos los iraquíes y de todos los árabes, sino también para hacer que la administración racista de Bush cambie de táctica en repetidas ocasiones. Pero el conflicto en Iraq no es simplemente algo entre las fuerzas de ocupación y la resistencia: la imagen es muy poco nítida porque hay alguien maquinando entre bastidores. Ciertas personas o grupos están asesinando a cientos de inocentes, y estas personas y estos grupos no forman parte de la resistencia: los han colado en el escenario para deslustrar y desacreditar a la valerosa resistencia. Déjenme que se lo explique.

La resistencia iraquí no tardó en pasar a la acción: menos de dos semanas después de que terminara la guerra la resistencia comenzó a expandirse como un hilo de agua que acabó por convertirse en una inundación. En algún momento se llegó a informar de más de 40 operaciones en un mismo día. A diferencia de la mayor parte de los movimientos de liberación, que implican años de meticulosa programación, adoctrinamiento de seguidores, reclutamiento de militantes y desplazamientos desde las zonas rurales hacia las ciudades, la resistencia iraquí fue fuerte y madura desde que surgió, preparada para plantar cara al enemigo en el corazón mismo de las ciudades iraquíes. La resistencia iraquí tampoco dependía del apoyo extranjero, sino de la propia capacidad nacional.

A menudo, los americanos reivindican que la resistencia iraquí no es más que un puñado de operaciones temerarias de militantes que vienen de fuera de Iraq, pero lo cierto es que ni las fuerzas de ocupación ni los colaboracionistas locales han sido capaces de demostrar que la resistencia iraquí no tenga un origen nacional. Desde luego, no tiene nada de malo que militantes árabes no iraquíes se unan a las filas de la resistencia; miles de iraquíes han luchado en el pasado junto a sus hermanos árabes en toda la región: cuando Italia invadió Libia en 1908, el ulema shií promulgó un edicto urgiendo a los iraquíes a marchar a Libia y desencadenar la yihad.

Algunos defienden que la resistencia no es más que una campaña oportunista montada por los compinches descontentos de un régimen caído, pero esto no puede ser cierto. Los oportunistas y los mercenarios son interesados por naturaleza: el primer impulso de los oportunistas del antiguo régimen fue cambiarse de chaqueta y subirse al tren de la ocupación. Los únicos partidarios del Ba'az que se han adherido a la resistencia han sido los de corte independiente, los que aún creen en la pureza de la primitiva tradición Ba'az, que fue defendida en su momento por hombres como Fouad Al-Rikabi, Iyad Thabit y Abdul-Wahhab Al-Gariri. Muchas personas en Iraq quieren que los americanos se marchen: desde la mayoría del pueblo hasta los miembros del Baath, los marxistas, los nasseristas y los pan-arabistas, todos los cuales han estado involucrados con la resistencia de una manera o de otra.

Los americanos se quedaron muy impresionados al ver una resistencia a tal escala, y su primera reacción fue proclamar que tenía una naturaleza sectaria, limitada a lo que ellos denominaron el "triángulo sunní". Esto es absurdo, ya que, no mucho antes, los shiíes partidarios de Al-Sader promovieron la insurgencia en Nayaf, en el sur; se sabe que muchos shiíes han luchado y muerto en Faluya.

La implicación de EEUU e Israel en operaciones terroristas

Siempre que han tenido lugar operaciones terroristas de importancia ha sido con el conocimiento o la implicación de los Estados Unidos. El Mossad israelí planeó operaciones terroristas de envergadura, reclutando a dos mil mercenarios antes de la guerra y enviándolos a varias ciudades iraquíes para ofrecer protección y apoyo a las fuerzas de ocupación. Los mercenarios provocan ataques terribles que son rápidamente atribuidos a Abu Mosaab Al-Zarqawi, una figura oscura que tengo razones para pensar que murió en la segunda semana de hostilidades: Si está muerto, Al-Zarqawi no puede responder a las acusaciones estadounidenses. Si está vivo, es posible que se encuentre en alguna base americana en algún lugar. Para tener acceso a una reseña completa de este argumento, los lectores pueden consultar mi libro "La resistencia iraquí y el contraterrorismo estadounidense".

Los americanos matan y mutilan, destruyen ciudades enteras sólo para aterrorizar a sus habitantes y convencerlos de que no tiene sentido promover la resistencia: así lo hicieron en Nayaf, Faluya, Samarra, Talafar y en el barrio bagdadí de Sader. Si se define el terrorismo como "ataques militares contra civiles para alcanzar objetivos políticos", no me cabe la menor duda de quiénes son los verdaderos terroristas en Iraq. Enviaron a sus lacayos para que ocuparan los ministerios y los altos mandos militares en el Consejo del gobierno de transición, en un derroche de robos y chapuzas: docenas de agentes impuestos por los Estados Unidos han amasado fortunas increíbles en los últimos dos años. Las elecciones no fueron más que una estratagema estadounidense: los iraquíes acudieron a las urnas porque les dijeron que las elecciones constituían un medio pacífico para poner fin a la ocupación, puesto que la Ley Básica para la Administración del Estado exige que se haya constituido un gobierno legítimo que pida a las fuerzas de ocupación que abandonen el país.

Pienso que la resistencia iraquí continuará, sobre todo en el sur. Los iraquíes saben que los estadounidenses no han llegado en calidad de libertadores, sino de ocupantes. Saben que Al-Zarqawi es sólo un fantasma. Cuando se les preguntó acerca de los recientes bombardeos en su ciudad, muchos habitantes de Al-Hila acusaron a los americanos: decían que la explosión fue provocada por una bomba colocada de forma profesional y detonada por control remoto, y no por un terrorista suicida, como defienden las autoridades. Otra treta de los Estados Unidos es montar protestas en contra de la violencia: en estas protestas se da a cada participante una comida gratis y diez dólares. Comprar manifestantes es, a mi parecer, una señal de culpabilidad.

Los líderes religiosos dijeron al pueblo que las elecciones serían el primer paso para poner fin a la ocupación, pero poco después de los comicios estos líderes han dejado de mencionarla. Los iraquíes que buscan la libertad no tienen ahora más opción que continuar apoyando a la resistencia. Los Estados Unidos tienen sus propios planes para Iraq. Proclamaron que Iraq tenía armas de destrucción masiva que el gobierno iraquí podía ofrecer a terroristas cuyo objetivo eran los Estados Unidos, en relación con los ataques del 11 de septiembre. Ahora todos sabemos que estas acusaciones eran falsas. Estados Unidos sólo quiere destruir Iraq para hacer de Israel un lugar más seguro.