Xarxa Feminista PV

Muere la escritora sudafricana Nadine Gordimer

Martes 15 de julio de 2014

Ha fallecido a los 90 años en su casa de Johanesburgo. La lucha contra el apartheid marcó su vida y su obra

REUTERS / EP Madrid 14/07/2014 Público

La escritora sudafricana y premio nobel de literatura, Nadine Gordimer, quien fuera gran defensora de la abolición del "apartheid" en su país, falleció a los 90 años. La sudafricana de origen judío murió mientras dormía en su casa de Johannesburgo la noche del domingo acompañada por sus dos hijos, según un comunicado de la familia citado por la agencia local de noticias SAPA.

En 1991, a los 67 años, Gordimer ganó el Premio Nobel de Literatura, y en aquel momento fue la primera mujer en hacerlo en 25 años. Nacida en Springs, una población minera cercana a Johannesburgo, la escritora trató en sus libros los conflictos interétnicos y el "apartheid", por lo que el Gobierno prohibió tres de sus obras.

"Algunas personas dicen que me dieron el premio no por lo que he escrito, sino por mi política. Pero yo soy una escritora. Esa es mi razón para seguir con vida", manifestó la sudafricana tras recibir el Nobel. Su defensa por la mayoría negra hizo que Gordimer fuera una de las primeras personas con las que Nelson Mandela quiso reunirse tras convertirse en 1994 en el primer presidente negro de la historia de Sudáfrica, después de pasar 27 años en prisión. Defensora del cambio en Sudáfrica

Nació el 20 de noviembre de 1923 en la localidad minera de Springs, e hija de un joyero judío lituano y de madre inglesa, durante su infancia quiso ser bailarina además de escritora, pero tuvo que abandonar la danza al diagnosticársele una enfermedad cardíaca. La sudafricana siempre permaneció en su país, donde se convirtió en firme defensora de la abolición del "apartheid", y fue miembro del Congreso Nacional Africano (ANC) cuando esta organización política era ilegal (1960-1990).

Gordimer consideró que, como figura pública y también sudafricana de raza blanca, tenía el compromiso de contribuir al cambio social en su tierra. La ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1991 abordó en sus obras temas como la opresión, la violencia, la discriminación y las consecuencias del "apartheid" en Sudáfrica.

También llamó la atención del mundo sobre la necesidad de combatir la pobreza a escala internacional, especialmente tras su nombramiento como embajadora de buena voluntad del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en 1998.

Pero antes de que la comunidad internacional la reconociera por su activismo, Gordimer se formó en Letras en la Universidad Witwatersrand de Johannesburgo, y recorrió África, Europa y EEUU. En las universidades de Harvard y Princeton de este último país trabajó como profesora. Obra precoz y comprometida

La vocación literaria de Gordimer dio su primer fruto durante la adolescencia, pues con 15 años publicó el primer relato en un periódico de su país. Posteriormente apareció su primera novela, The Lying Days (1953), que tuvo una grata acogida de la crítica nacional e internacional.

A partir de entonces publicó más de una veintena de obras, entre ellas La huella del viernes (1960), La hija de Burger (1979), Something out There (1984), Un capricho de la naturaleza (1987), Nadie que me acompañe (1994) o The Pickup (2001).

Miembro honorario de la Academia Americana de las Artes (1978), entre los galardones que recibió, además del Nobel de Literatura, figuran el Premio W.H. Smith de Literatura (1961), el Booker McConnell a la mejor novela inglesa (1974), Thomas Pring de la Academia Inglesa Sudafricana (1975) y el Premio CNA de Literatura (1975, 1979 y 1981). Con el Nobel se convirtió además en la primera mujer que lo recibía desde 1966, tras la alemana Nelly Sachs, quien lo compartió con el israelí Samuel Agnon.

Además del Premio Nobel, la autora ha recibido un gran número de premios y distinciones, entre ellos, un total de 15 doctorados honoris causa por universidades como Yale, Harvard, Columbia, Cambridge, Leuven en Bélgica, Ciudad del Cabo y Witwatersrand. En cuanto a su vida personal, la escritora, tras un primer matrimonio fallido, se casó en 1954 con el anticuario Reinhold Cassirer, con quien tuvo un hijo en común, aunque cada uno aportó a esta unión una hija de anteriores relaciones.

"YO SOY AFRICANA Y EL COLOR DE LA PIEL NO IMPORTA"

"Yo soy africana y el color de la piel no importa". Así de rotunda se mostraba la Premio Nobel de Literatura Nadine Gordimer, una sudafricana de origen europeo que siempre reivindicó su identidad africana.

Fallecida este lunes a los 90 años, Gordimer fue durante toda su vida una luchadora contra el régimen del "apartheid", el régimen de segregación racial vigente en su país durante 44 años, además de ser una defensora de la tolerancia y un ejemplo de la literatura comprometida que ella pedía a sus colegas.

Valores que promovió en sus obras y también en rotundas declaraciones que le hicieron ser voz de los más débiles en todos los rincones del mundo.

"Nací allí, me crié en el seno de una comunidad blanca segregada y ya en mi adolescencia vi que algo no funcionaba", dijo en una rueda de prensa en Barcelona en 2007, en la que también recordó que a los 18 años vio que "tenía más en común con los jóvenes negros que con los blancos, sólo interesados en las actividades de la comunidad blanca".

A pesar de todo, Gordimer se quedó en Sudáfrica y decidió no abandonar su país en momentos de "desesperación". "Fue lo mejor que hice", afirmó en diversas ocasiones la escritora, que siguió luchando siempre por la normalización de la situación social en su país.

"Nací allí, me crié en el seno de una comunidad blanca segregada y ya en mi adolescencia vi que algo no funcionaba"Un régimen que la escritora, de origen judío, comparó con los "brutales métodos de Israel en los territorios palestinos", con la diferencia de que durante el "apartheid" la minoría blanca no reivindicó "una sola pulgada de todo el continente africano", según afirmó en una entrevista con The Jerusalem Post en 2008.

Uno de los elementos que heredó el país de aquella época y que más preocupaban a Gordimer -lo reflejó en su obra Un arma en casa-, era la enorme proliferación de armas en Sudáfrica y en otros países, como Estados Unidos. "Un arma en la casa es como tener un gato, todo el mundo tiene un gato, ahora todo el mundo tiene un arma", afirmó.

Pero más allá de su país, Gordimer fue una gran luchadora por los Derechos Humanos, en su concepto más global. Pidió reiteradamente que la alfabetización se convirtiera en un "derecho inalienable". "La alfabetización es la base de todo aprendizaje" porque el lenguaje "fue y sigue siendo la capacidad milagrosa que el ser humano posee como único ser dentro del milagro de la creación".

Lo que debía llevar a redefinir el concepto de pobreza "ya que no pasa sólo por lo material sino que también debe incluir la pobreza de la mente que genera el analfabetismo", un problema que calificaba de "crimen contra la humanidad y contra la plenitud de la vida porque impide el placer del arte y de las ideas".

Aseguró, por otro lado, que estaría "muy decepcionada" con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, si no levantaba el bloqueo económico a Cuba.

Soñaba con un futuro con "justicia humana extendida a todos". "Hay que comenzar primero por lograrla en un país y de ahí es muy importante hacer conexiones". Y consideraba que en la lucha por ese mundo mejor y más tolerante, los escritores tenían un papel esencial. Gordimer defendía una literatura "que diga lo indecible y exprese lo impronunciable"

"Vivimos en una época de terror que confronta al hombre y que le oscurece proyectando largas sombras que le impiden descubrirse a sí mismo", y en la que los artistas deben buscar el sentido de la barbarie y el terrorismo, y entender a los actores y víctimas de esos fenómenos.

De ahí la importancia de los escritores "porque tienen que ser capaces de analizar los problemas". "Nosotros podemos ir más allá del análisis periodístico".

"Como autores no podemos caer en la indulgencia de creer que podremos sembrar la bandera de la libertad en cualquier territorio sin ir a las raíces y buscar las causas profundas", señaló en una conferencia magistral en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 2006.

Gordimer lamentaba la falta de compromiso social de los intelectuales de fin del siglo XX, sobre todo europeos, y defendía una literatura "que diga lo indecible y exprese lo impronunciable".

"No podemos excluir o descartar nada dentro de la búsqueda interior del sentido. Nuestro trabajo es hacia dentro, incluso de los actos como el terrorismo. Debemos buscar la misma voz que daría sentido a los que cometen esos actos o a los que fueron víctimas de esos actos", agregó entonces.

Un mensaje a favor de una tolerancia que era el "leitmotiv" de su obra y de su vida y que debía ser la base de cualquier movimiento que quisiera hacer evolucionar el mundo, como había demostrado Nelson Mandela en su país.

"Se necesita una amplitud de corazón, como la que tuvo nuestro presidente Nelson Mandela cuando asumió el cargo y abrazó, uno por uno con sinceridad y de manera deliberada, a todos los líderes políticos que lo habían perseguido y encarcelado", destacó la escritora en Uruguay en 1999.

Una autora que nunca dejó de decir lo que pensaba y no lo que la gente quería oír, porque como señaló: "La verdad no siempre es bonita, pero el hambre de ella sí".

Nadine Gordimer: “la responsabilidad es aquello que espera fuera del Edén de la creatividad. El acto creativo jamás es puro”.

El País. Ver Artículo

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