Xarxa Feminista PV

La prostitución femenina a debate

Domingo 2 de abril de 2006

La prostitución femenina a debate Los motivos que nos inducen a hablar de la prostitución femenina son diversos. Se habla mucho recientemente en los medios de comunicación, pero a la vez hay también mucho oscurantismo, muchos silencios y es un tema del que se comenta en voz baja y del que desconocemos muchos porqués, el cómo y el cuándo de su ejercicio. Pensamos que es positivo que reflexionemos, que salga a la luz lo que está oculto, que se hable con normalidad, además...nos pica la curiosidad. Vamos a intentar hacer averiguaciones, vamos a intentar dar respuesta a nuestros interrogantes, en la medida que podamos. Si preguntáramos a gente de nuestro barrio ¿Qué significa prostituirse? Es posible que nos contestaran que es una cosa indigna; que muchos hombres necesitan “ir de putas”; que es un negocio para muchos; que es una pesadilla para el vecindario que tiene que soportar a las prostitutas (muchas de ellas negras) que viven amontonadas en los pisos y que tendríamos que echar la prostitución de nuestro entorno.

Esto que dicen nuestras vecinas a nivel primario, tiene algo de verdad...porque según el diccionario prostituir quiere decir corromper, deshonrar. Así que no vamos del todo desenfocadas. Si pensamos en el sentido de la palabra puta, vemos que significa algo indigno para la persona que lo ejercita, tiene un contenido de condena moral, es una persona a la que normalmente se la aisla porque corresponde a un tipo de mujer diferente a la no puta, que son todas las demás. A esto se llama tener un estigma, una marca de calidad negativa que tiene la mujer puta a la que muchos consideran “una trabajadora necesaria y una ciudadana estigmatizada” Y es que en nuestra sociedad la prostitución se rige por una doble moral, ya que en la realidad de muchos hombres hay dos vidas paralelas, una la que “enseña” que es la de persona respetable, marido y padre de familia, y otra la que “oculta” que es la del que se junta con “malas mujeres”.

Sigamos averiguando...el mundo de la prostitución no es un todo homogéneo ya que hay diversidad de situaciones, entre las mujeres hay diferencias de edad, de apariencia física, de nacionalidad, de origen étnico. Las hay que trabajan en la calle, que son las que tienen más riesgos aunque también más libertad, entre estas unas trabajan esporádicamente otras en exclusividad, autónomas o no, amas de casa etc. La mayoría (80% según la Guardia Civil) trabajan en locales cerrados: pubes, barras americanas whiskerías, locales de carretera. También hay diferentes precios para cada grupo así las más baratas son las nigerianas, siguen las latinoamericas y por último las de Europa del Este, según el estudio realizado por Luisa Leonini de la Univ. De Milán. Como es natural cada sector tiene una problemática diferente. Pero hay un rasgo que tienen en común la mayoría de las mujeres que se dedican a la prostitución, la miseria o en un porcentaje minoritario las que ejercen por ganar algún dinero.

Pero nos preguntamos y ¿por qué ocurre todo esto? el filósofo Carlos París nos dice que la prostitución está afectada por taras sociales, de las que de una manera u otra todos estamos influídos aunque no nos demos cuenta. Destacaremos dos que nos parecen especialmente significativas como son la dominación y el mercantilismo:

1.- La dominación es un problema que está en la base de todos los demás, porque la prostitución es un problema de género. ¿qué queremos decir con esto? Queremos decir que es una práctica en beneficio del hombre. Veamos lo que nos aporta al respecto, la profesora de Sociología de Género de la UNED Raquel Osborne, según esta socióloga la relación sexual que se da en el ejercicio de la prostitución es androcéntrica, que quiere decir que se adapta al tipo de sexualidad que manifiesta tener el hombre. Es decir, una sexualidad irreprimible, en la que se da una primacia a la cantidad sobre la cualidad, dividida entre el “deber” a la familia y “el placer” fuera de ella, en la que hay una disociación entre el sexo y la afectividad. Es una sexualidad irresponsable porque el hombre no se compromete a nada, ya que no tiene ninguna vinculación con la prostituta, no tiene obligación de respetarla y tampoco de atenerse a las consecuencias sanitarias ni de posible embarazo. Pero además la relación sexual con las mujeres prostituídas y con las niñas no es una cuestión privada, porque hay un problema de violencia que se sitúa dentro del problema general de la violencia de género reconocida en la Asamblea de Naciones Unidas desde 1993.

2.-¿Qué recibe la mujer o la niña a cambio de una relación sexual? Dinero. La prostitución como todo lo que se compra y se vende tiene una vía de relación que es el dinero y por tanto tiende a seguir la misma lógica que todos los demás productos del mercado. Hay una oferta y una demanda, hay unos empresarios, los de la llamada “industria del sexo” que se benefician y ¡de qué manera! en España se mueven unos 20 mil millones de euros al año es un negocio en claro desarrollo. Según la Organización Internacional de Inmigración, después de las drogas y de las armas, el tráfico de seres humanos es el negocio que mueve más dinero en el mundo y en este tráfico se sitúan las mujeres y las niñas. Y hay quienes “compran” e incluso “subastan” servicios sexuales, los consumidores, hombres y naturalmente hay mujeres, mujeres y niñas pobres que son explotadas sexualmente. ¿Es que todo se puede comprar y vender, también la afectividad, también la intimidad? ¿vender el cuerpo, no es vendernos a nosotras mismas? Por tanto tenemos tres figuras claras: el proxeneta, el consumidor y la prostituta. En todo caso la víctima es la prostituta.

El proxeneta: aquí situamos a todos aquellos, normalmente hombres, que sacan provecho económico de este tipo de ejercicio, sea como traficantes, como empresarios de la industria del sexo, dueños de prostíbulos, intermediarios, chulos etc. Ellos son quienes organizan y controlan el mercado del sexo. Y es que se mueve mucho dinero como hemos dicho, en la trata, en la esclavitud y en el turismo sexual. Nos estamos refiriendo a mujeres y niñas que son rehenes de mafias, que están sin documentación, que están forzadas a pagar con intereses elevados el préstamo que se les hizo para viajar clandestinamente a nuestro país. Estamos hablando de niñas, que mayoritariamente tienen entre 7 y 13 años, utilizadas como esclavas y en el turismo sexual.

El “cliente” o prostituidor es el comprador, el que tiene el dinero, el que se apropia del cuerpo de una mujer y sigue sus instintos biológicos sin el menor intento de establecer una relación de persona a persona. No sólo hace daño a la mujer prostituída sino también a todas las mujeres. En Suecia se han dado importantes avances en este tema, sus leyes van referidas a las diferentes formas de violencia que hay del hombre hacia la mujer. Las soluciones que proponen en cuanto a la explotación sexual pasan por penalizar al consumidor y no a la mujer prostituída; también proponen concienciar a la población mediante campañas publicitarias, moda, música etc. La policia de la UE ha detectado que desde la aplicación de esta ley han disminuído el número de traficantes.

La mujer prostituída es la que se lleva las migajas del pastel. Es un puro objeto que está destinada a satisfacer al varón en su apremiante sexualidad, por tanto no se considera que tenga sexualidad propia sino que está en función de los deseos del hombre. Según estudios realizados sobre el tema menos de un 5% de mujeres ejercen la prostitución voluntariamente porque consideran que es una manera más o menos lucrativa de ganarse la vida. Las restantes lo ejercen por necesidad, la mayor parte de ellas son extranjeras, que han sido introducidas por redes de proxenetismo.

Después de abordar las causas de la prostitución nos preguntamos ¿seguirá existiendo mientras haya discriminación de la mujer, mientras exista pobreza, mientras haya soledad, incomunicación, mientras haya diferentes formas de entender la sexualidad masculina y femenina, mientras no encontremos otras formas de canalizar nuestros problemas?

Hay algunas cuestiones en relación a la prostitución que conviene que reflexionemos, que nos planteemos las dudas y los interrogantes que tenemos y que se están debatiendo en los medios de comunicación.

¿La prostitución es un trabajo como otro cualquiera? Algunas personas piensan que es una actividad laboral, que las putas ahora deben llamarse “trabajadoras del sexo” y deben tener sus derechos laborales como cualquier trabajadora, sindicales, asistencia médica, pensión de jubilación...

Muchas personas y grupos feministas consideran que no es un trabajo como otro cualquiera, como Raquel Osborne que contesta a esta pregunta con un “radicalmente no”. Soledad Murillo, Secretaria de Estado de Políticas de Igualdad opina que la prostitución no puede ser una salida profesional para ninguna mujer, ya que la mayoría de ellas, más del 95% no la han elegido libremente. Las mujeres del grupo Hetaria, que es un colectivo para la defensa de los derechos de las prostitutas, dicen que se tiene que reconocer que es un trabajo, ya que es una manera de hacerse “visibles” socialmente y de cuestionar la doble moral imperante, así podrán mejorar sus condiciones de trabajo. Sin embargo, opinan que “para nada es un trabajo como otro”. Efectivamente, ser putas conlleva en el sentir general de la gente, una carga de negatividad, una acusación moral, un desprecio y muchas veces recaen sobre ellas algunas de las frustraciones sociales que todos y todas llevamos. Por tanto en general, socialmente no se considera un trabajo como otro cualquiera porque no dignifica a la persona que lo realiza.

En cualquier caso, ¿consideramos que la actividad de las mujeres prostituidas sería más conveniente prohibirla, regularizarla o abolirla?

Vamos a tratar de diferenciar estas tres actitudes: Las personas que son partidarias de prohibirla intentan combatirla y erradicarla por eso van en contra de quienes se dedican a ella, de los que la organizan y de aquellos que se lucran. Regularizar la prostitución quiere decir reglamentarla, normalizarla, legitimarla y también consentirla. Intentan poner correctivos para que se pueda organizar bien el mercado del sexo. Piensan que así se acabarían los abusos y la violencia contra las prostitutas, porque se garantizarían las medidas higiénicas, porque se acabarían con los problemas del vecindario y se alejaría la mala imagen de los barrios en donde viven y ejercen. De esta manera no se oculta algo que está en la calle y creen que así se va llegando poco a poco a la abolición.

Otras en cambio, están a favor de la abolición porque consideran que la prostitución es algo indigno, que las relaciones humanas tienen unas exigencias éticas de respeto a las personas y, en la sociedad mercantilizada en que vivimos, lo que se compra y se vende no pueden ser las personas mismas, sino el resultado de la fuerza de trabajo. El acto sexual que se realiza por dinero deja de ser libre, es simplemente un acto de dominación. Por tanto no se debe regularizar la prostitución porque significaría aceptarla y lo que hay que hacer es liberar a la mujer prostituida y castigar al prostituidor.

¿Saldremos de ésta con bien? Pensamos que es bueno que conozcamos las historias personales de muchas de estas mujeres, cómo llegan a los prostíbulos, cuánta vergüenza, miedo y desesperación sufren, en qué miseria viven muchas de ellas. Es importante que manifestemos nuestro respeto y nuestra solidaridad con quienes sufren el problema en su carne, sin victimismos ni proteccionismos. Tenemos que combatir la hipocresía, la doble moral, la marginación y exclusión social. Consideramos importante que en todos los países se respeten los derechos humanos de las mujeres prostituida.

Elàdia Boïls

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