Xarxa Feminista PV

Conferencia II Jornadas Marxa Mundial: "Violencia de Género" Soledad Murillo. Presentación Mª Amparo Rubio

Viernes 30 de abril de 2004

SOLEDAD MURILLO .Conferencia: “Violencia de Género”

Presentación: Mª Amparo Rubio

Marcha Mundial de Mujeres. II Jornadas, Octubre 2001.

Colegio Mayor Rector Peset.Valencia

TEXTO DE LA PRESENTACION Mª Amparo Rubio. Comisión de la Marxa Mundial de Mujeres. Casa de la Dona de Valencia :

La violencia de Género es uno de los dos ejes que vertebran las acciones y reivindicaciones de la Marcha Mundial. Y ha constituido uno de nuestros objetivos a lo largo de este año : hemos elaborado y recopilado materiales y debatido mucho. Además de dar la palabra a las mujeres de Afganistán, a través de RAWA, continuamos reuniéndonos los primeros miércoles de mes en la plaza del Ayuntamiento para recordar a las mujeres que siguen muriendo a manos de los que son o han sido sus compañeros. Vivimos ahora momentos muy especiales. Críticos. Se habla de “guerra contra el terrorismo” a nivel mundial... y a pesar de que nuestro lugar, desde luego, está en el mundo... creo que esta guerra no es la nuestra. Porque... ¿quién establece qué es terrorismo... y cuáles son los límites de soportabilidad del terrorismo? La privación absoluta de los derechos más básicos a las mujeres afganas, hasta el 11 de Septiembre, ¿era un terrorismo soportable?. La violación sistemática de las mujeres “del enemigo” como botín o táctica de guerra. La mutilación genital. La selección del feto, el infanticidio femenino. El fantasma omnipresente de la violencia sexual. Todas esas violencias producen terror. Esa mujer, que atraviesa esa experiencia podríamos decir que en una situación “excepcional”, o en una determinada etapa de su ciclo vital, ¿qué le puede ocurrir “antes” y “después”?... ¿Cuántas mujeres, antes y después de esa experiencia serán violentadas, y no de una manera excepcional, sino COTIDIANAMENTE, en su ámbito familiar, por la persona más próxima?... ¿Es un terrorismo “soportable”? ¿Qué poder es el que puede tolerarlo?...

Son muchas las formas en que se manifiesta la violencia ESPECÍFICA hacia nosotras, las mujeres. Algunas tan evidentes que provocan el rechazo general, que nos espantan ; otras tan invisibilizadas que ni siquiera somos capaces de detectarlas como tales. En estas Jornadas, más que insistir en situaciones extremas, hemos decidido abordar el tema de la violencia desde el ORÍGEN : porque hay una primera violencia, que es simbólica : la asignación de ROL DE GÉNERO, en la base de todas las demás. Esta división del mundo en dos –y de ahí todas las demás polaridades- tiene unos significados y unas consecuencias, a nivel social, cultural, económico y político, que –y esa a lo mejor sí es nuestra guerra- rebasan cualquier límite de soportabilidad.

La relación entre violencia y roles de género evidencia lo que los “casos excepcionales” ocultan : el ejercicio de poder, sutil o manifiesto (tradicional o “neo”), de un género sobre otro, independientemente de la clase social, cultura o región del planeta. Poder que pretende perpetuarse a través de diferentes “justificaciones” que lo autolegitiman. Y bueno, como dice María Zambrano : “hay que estar despiertas en la oscuridad, en los ínferos... y dormirse arriba, en la luz”. Así que por eso estamos hoy aquí –bien despiertas- , y aquí está Soledad. Brevemente os diré que la conocí en el marco de otras Jornadas, en el 96, que organizaba la Coordinadora Estatal de Casas de Acogida, cuyo papel fundamental en la lucha contra la violencia doméstica quiero recordar hoy aquí, al igual que el de las Casas de Acogida... hoy desmanteladas, como la Coordinadora... o vaciadas de contenido ideológico. Soledad me regaló entonces su libro, que ha sido una referencia fundamental. Y en la dedicatoria : “no importa que no nos conozcamos : sabemos que tenemos una historia común”. Esa historia común, además de un origen y un camino (de una lucha feminista), es también la de un aprendizaje que todavía pesa, que tenemos que de-construir, y que aparece en los intersticios de las relaciones, con nosotras mismas, con las otras y otros. Preguntas como ¿a quién o a qué somos leales?, ¿cómo mediatizan esos aprendizajes las relaciones entre nosotras y con las otras?, ¿qué efectos tiene ese “peso” sobre nuestras relaciones, sobre nuestros logros y fracasos?... ¿qué relación con las múltiples formas de –auto y hetero- violencia que soportamos?... me surgían, también, mientras anotaba esto. Agradecemos a Maribel Martínez Benlloch, en su calidad de directora del I.U.E.D. el apoyo que nos viene prestando para la realización de estas Jornadas. Y a Soledad el que, a pesar de algunas circunstancias azarosas por lo imprevistas, desde el primer momento en que se lo dije tuviese tan claro que quería estar hoy, aquí, con nosotras.

CONFERENCIA “a viva voce” de Soledad Murillo :

Estar en una situación así, en la que a una la halagan tanto... Quiero dar las gracias a la organización de las Jornadas... porque pasa igual que con el trabajo doméstico : no se ve todo lo que hay detrás... Unas Jornadas así, con un público que no será la primera vez que escuche cosas como las que voy a decir. Vengo de una Comunidad excesivamente pobre en relaciones con asociaciones de mujeres. Es difícil que las instituciones apoyen cualquier proyecto feminista. Para mí, es tomar aire ; hay un comportamiento egoísta en el estar aquí : cargo pilas y luego me voy a ese desierto institucional del que provengo. Vaya por delante mi agradecimiento de estar aquí con todas y todos.

Cuando me invitó Amparo a estas Jornadas... quería plantearles las motivaciones que me llevaron a pensar por qué, detrás de todo conflicto personal... y cuando había estado trabajando con grupos de mujeres maltratadas ellas daban unas explicaciones de lo que ocurría : a mí me interesa mucho como cada una o uno explica lo que le ocurre, qué teorías utilizan, qué lentes se ponen delante para poder hacerse un argumento o darse una interpretación de lo que le está pasando ; y cuando estaba en un grupo de discusión con mujeres maltratadas, ellas se preguntaban sorprendidas : “qué he hecho yo para que me ocurra esto?”... y a continuación, se lo explicaban de la siguiente manera : “yo soy una excelente madre, y no he fallado como esposa... no puedo entender desde donde se me está agrediendo” ... y constantemente le pedían al agresor cuentas en ese sentido, desde su posición de rol, desde su posición de género, cuestionando : “si yo me porto bien como esposa y como madre, ¿desde donde se me está planteando esta agresión?..

A mí esto me dio qué pensar. Si ésta es la definición que tenemos, vamos a trabajar sobre esto : ¿qué es lo que hace que una persona competente en la casa, en su espacio público -porque he trabajado también con mujeres con salarios muy importantes dentro de la escala salarial, con maltrato psicológico y físico-, qué es lo que hace que esta persona tenga ese esquema explicativo?... Y antes que desautorizarla, creo que la definición que cada una hace de la realidad, es la definición verdadera de lo que para ella es su realidad. Y no tenemos como “expertos/as”... es el gran problema de la ciencia : la gran prepotencia que existe para traducir a categorías nuestras, de nuestras formas, paradigmas, elementos, modelos... lo que ese sujeto está diciendo. Lo que he buscado son algunas herramientas explicativas para poder entender desde dónde está hablando, desde qué posición habla. Lo primero que pensé... es que el conflicto, los conflictos, son inevitables... Otra cosa es la intensidad del conflicto, el cómo gestionamos el conflicto... y otra muy distinta es cuando ese conflicto deriva en situaciones donde no podemos hacernos cargo de los límites del conflicto, y entramos en una posición de caída , de vulnerabilidad, ante la persona que nos agrede.

Me llamaba la atención otra cosa : cómo los expertos analizan los conflictos cuando se trata de situaciones de maltrato, que no tiene ninguna equivalencia con ningún otro tipo de conflicto. Porque... pensemos en otra situación de conflicto, cualquiera que se dé entre dos sujetos. Tenemos tres posibilidades : o me defiendo, o pido ayuda, o bien huyo. Estas tres variables elementales de respuesta a un conflicto, elementales, en absoluto existen dentro de una estructura de maltrato : ni se defienden, ni huyen ... todo lo contrario : a veces clandestinizan... hemos tenido la oportunidad de ver el promedio... Y luego existe además la posibilidad de que se estructure un discurso que rehabilite al agresor, que repare al agresor, que hable de las cualidades que tiene el agresor : las mismas cualidades que, curiosamente, ella duda que sirvan para explicar por qué la está agrediendo : cuando dice “es un buen padre”... “es un buen trabajador” ... dos componentes de rol que sirven para exculpar , para atenuar y para eximir a ese sujeto que acaba de tacharme como sujeto, que no me trata como individuo sino como una pura función! , una función que está a su servicio.

Y el tercer elemento que me hizo sospechar que estábamos ante una realidad complicada, en el sentido de compleja, porque entran muchos ingredientes... el tercer elemento era la pérdida constante de confianza sobre sus propias percepciones... hasta llegar a decir incluso que ese sujeto, a pesar de todo, era “querible”!.. era un sujeto que todavía se podían tener unos afectos depositados en él.

¿Qué ha pasado con la palabra amor?, ¿qué ha pasado con la palabra afecto?, ¿por quién está ocupada para que haya personas que la utilicen de esta manera, e incluso crean que existe un ingrediente de exculpación para ese sujeto?... Desde luego, si estuviéramos en una relación de maltrato público estaríamos hablando del Síndrome de Estocolmo, ¿no?... cuando alguien exculpa al agresor e incluso puede tener sobre el agresor una seria de discursos que vengan a reflexionar sobre lo afectivo o lo cariñoso que es ... o lo que en el fondo puede suponer para él estar con ella...

¿Por qué nos parecemos todas tanto?... ¿por qué la forma de agredir de un sujeto masculino es tan parecida?... ¿por qué, a pesar de los perfiles –incluso con aquellas mujeres que tienen un trabajo profesional que las avale, que tienen un rol profesional que las avala- pueden mantenerse dentro de esa estructura de casa donde están “evitando el golpe”, “evitando la humillación”, “evitando la injuria”? ... ¿Por qué se protegen de la misma manera : clandestinizando, no contándolo, no diciéndolo... no pidiendo ayuda?

Para reflexionar sobre esto, me pregunté desde donde podríamos empezar a trabajar este tipo de aspectos. Desde qué teorías... no para suplantar el discurso, en absoluto, sino para entender cómo se ha llegado a una situación donde alguien no se preserva. ¡No se preserva!... carece de la mínima intención de autopreservarse..

Bien, creo que aquí había dos formas de atacarlo. Y había teorías que a mí me servían –cada cual puede pensar en otro tipo de abordajes- . Yo quería oponer el individualismo, es decir, la Teoría del Sujeto, que es un sujeto que dispone de él mismo, de su espacio, de su tiempo... y sobre todo que tiene conciencia de que “se tiene” como propiedad ... y en ese sentido de que “se tiene” protege su cuerpo... y protege lo que es el concepto de Persona, es decir : se protege de todas aquellas palabras, todas aquellas formas, todas aquellas expresiones que atenten contra su condición y estatuto de persona.

Y por otra parte, por qué había un conflicto tan terrible a la hora de que una mujer maltratada tuviera que hablar, o contarlo... por qué había ese conflicto, como si fuera una deslealtad, como si fuera una traición... no como si fuera algo legítimo sino como una traición... ¡he denunciado, y no solamente ante servicios jurídicos o policiales, sino ante amigos, ante conocidos, lo que este sujeto me está haciendo a mí!...

Por otro lado, si tenía la teoría del individualismo, lo de “pensar en uno mismo” ... porque desde luego hay una cosa evidente : nosotras somos expertas en proporcionar a los demás la capacidad de pensar en ellos mismos. Nosotras proporcionamos espacios propios a los demás, proporcionamos tiempo propio a los demás... e incluso les proporcionamos un tiempo excedente del que les supondría su propio automantenimiento... porque automantenerse, significa resolver todas las necesidades de infraestructura y personales que conlleva su propia vivencia diaria y cotidiana ; pues bien : nosotras ofertamos, no desde la reciprocidad y el intercambio, sino que ofertamos de una manera gratuita ese excedente de tiempo para que un sujeto pueda emprender su trayectoria profesional o laboral, su trayectoria personal y su trayectoria política o académica... Y si nosotras somos capaces de proporcionar espacios propios –“aíslate, no te preocupes de nada”- , tiempo propio –“dedícate a esto, enciérrate, tu cabeza constantemente dirigida a ese proyecto que tienes entre manos”- , ¿cómo es posible que no nos reservemos la misma condición de sujeto para nosotras mismas?...

No se puede creer en absoluto que las mujeres, con esas capacidades que tenemos y que diariamente demostramos, podamos caer en semejante donación –que no intercambio- , una donación que no tiene en ningún momento movimiento de vuelta : no me dono tiempo, no me dono espacio, y estoy ocupando los huecos que los demás “me permiten” de sus capacidades y de sus actividades...

Bien, evidentemente estaba claro que había que recurrir... a ver qué pasaba con los roles para que nos pareciéramos todos y todas tanto...

Hay una cosa importante... aquí se estaba debatiendo siempre las tensiones entre lo particular –la experiencia- y los roles. Vamos a ver : para considerarse y saberse individuo, en el sentido de lo cotidiano, todas y todos tenemos - por encima de lo que nos marcan las normas y el guión social- la experiencia personal, la biografía, la propia forma de saberse distinta en la interacción con los demás . Ahora bien, estamos en un mundo que no acredita la experiencia... estamos en un mundo que acredita el saber, que acredita “lugares” desde donde expresarse uno a la hora de tener y admitir materias muy distintas... pero la experiencia está absolutamente subestimada. Y la experiencia, los materiales que llevaron a esta discusión, es : cómo se puede conciliar lo particular – lo que yo tengo de propio, lo que me hace distinta- con lo que significa lo social, es decir : los roles, que son modelos... y que son unos vestidos que a veces te quedan demasiado ajustados... y que cada vez que te quieres quitar el vestido o cambiar la hechura, tienes un conflicto porque los demás no te reconocen.

¿Cuáles son las formas que adoptan estos roles?... Y si además tengo que estar negociando entre mi experiencia, entre lo que yo particularmente siento – si no, cada una estaría casada a su manera, sería madre a su manera, sería novia a su modo ..., pero no, hay una especie de guión, en cuanto a referentes sociales, en cuanto a criterios de verdad, que están marcando las pautas... y curiosamente, cuando te “desvías”, tienes o bien que otorgarle muchísimas explicaciones o soportar el conflicto que deviene de ese desvío de rol, de ese desvío de género.

Luego tenemos otra condición especialmente difícil : estamos en un contexto donde la relación es altamente significativa. Por decirlo con palabras que todas entendemos, estamos en un contexto de pareja... Y la pareja es una relación especial : no tiene homologación con otro tipo de relaciones... no hay homologación... se juegan afectos, emocionalidades, expectativas... que no siempre se expresan, que no siempre se materializan... pero que mantienen una relación viva. Cuando hablo de pareja, no estoy hablando de una pareja estable ni de un tipo de pareja... estoy diciendo aquella relación que para mí resulta significativa... Una relación donde las diferencias y los conflictos van a tener que lidiar con ese tipo de sentimientos tan difíciles de materializar y tan difíciles de saber qué digo cuando estoy diciendo “te quiero” y qué digo cuando estoy diciendo “no te quiero”, y qué estoy diciendo cuando me pongo serio... o cuando renuncio a hacer una serie de cosas... o cuando tú me atiendes solícita en otra serie de cosas... ¿Qué estoy diciendo?, ¿qué materiales estoy aportando a la relación?... Y por si fuera poco, en la relación de pareja no existe una “distancia social” ; en cualquier otra relación existe una distancia, de tal manera que yo puedo reivindicar, o puedo demandar... y en el caso de que no se me conceda puedo tomar una serie de actitudes, más, menos... puedo dilatar el plazo... puedo esperar una segunda oportunidad... o sencillamente me retiro.... No hay distancia social. En todo momento parece que la diferencia conlleva jugarse la relación. Este tipo de afectos, de relación, hace que sea especialmente complicado hablar del tema del maltrato... Y sobre todo, a mí, más que el tema del maltrato como conflicto cruel, me interesa el grado de soportabilidad del maltrato, bajo qué mecanismos...

Bien, yo me preguntaba antes : ¿cómo es posible que todos y todas nos parezcamos tanto?. Pues bien, aquí, me parece que la Teoría de los Roles es una teoría que puede servir de dilucidación... Y ya digo que no la quiero imponer para nada. Cada vez más, desconfío de los sistemas “expertos”, y cada vez más confío en que cada uno y cada una defina su propia realidad.

Ahora bien, hay que preguntarse cómo es posible que algo se convierta en Ley, que algo que es arbitrario –el que yo tenga que comportarme de determinada manera o que se espere de mí determinada conducta- se convierta en Ley. Tiene que ser algo muy pensado, meticulosamente trabajado a efectos sociales... muy apoyado por diferentes agentes de socialización y medios... como para que se internalicen tanto unas conductas sospechosamente parecidas ¿no?...

Bueno, los roles tienen una virtud, y es que juegan con referentes sociales avalados sin dudar en ningún aspecto; es decir : lo que signifique el rol de esposa, el rol de madre, el rol de compañera, no es solamente que yo contraiga matrimonio, o si soy compañera que simplemente ejerza el derecho a una convivencia sin contrato... los significados que yo doy a esos hechos es lo que importa... porque esos significados van a servir después para que yo interprete –los significados como categorías, como “lentes”- ... para que yo interprete qué estoy persiguiendo, qué estoy diciendo... o qué me está diciendo el otro cuando ocurren una serie de conflictos que no sé cómo valorar. Entonces, legitimar los significados para que sean tan parecidos, significa que yo tengo que registrar la parte social –esos mandatos sociales, esos modelos- los tengo que registrar como si fueran naturales ; porque si no, lo social estaría sometido a réplica...
- en lo “social” podemos diferir, disentir, abstenernos de participar- . Pero para que se conviertan en algo “natural”, desde luego que hay que entender que los roles tienen que aprenderse de una manera muy especial, muy meticulosa...

Y hay tres formas de aprendizaje magníficas , tres lugares donde se aprende de una manera clave : el primer lugar es la familia, y no porque la familia esté compuesta por o de...sino porque es un entorno afectivo, donde constantemente se repiten actos y se llevan hábitos de conducta y se tienen rutinas. Cuando una persona está en un entorno afectivo con rutinas y hábitos, no tiene ninguna sensación de estar sometida a ningún aprendizaje ; porque lo que allí se visualiza, dentro de la familia, no son solamente hechos, sino significados, es decir, los hábitos y las rutinas hace que sólo nos fijemos en lo extraordinario ; las rutinas, sencillamente las repetimos, sin conciencia de que estamos aprendiendo ; no a levantarnos a hacer esto y aquello, sino aprendiendo quien está en la casa, quién entra y sale de la casa ; y sobre todo, cómo podemos saber a través de esas rutinas –y cómo prematuramente aprendemos- que la responsabilidad doméstica la llevan las mujeres de la familia, y que la responsabilidad en el ámbito público la llevan los sujetos masculinos de la familia ; y cómo, desde muy temprana edad, ese tipo de hábitos - “ocúpate de los demás”- lo están visualizando en los personajes femeninos.

Y desde luego, hay otro aprendizaje magnífico que es a través de las semejanzas : es más confortable aprender a través de las semejanzas que de las diferencias ; siempre son terrenos de certezas, no hay incertidumbres, el juego está asegurado. Por lo tanto, ahí lo que se ve es que la autoridad proviene del exterior y que la autoridad interna está en el interior... y podemos ver que esa responsabilidad doméstica de todo lo que exige “ser la madre”, se le exige a la madre : a la madre se le exige una presencia ; y es absolutamente extrañísimo que la madre tenga –sobre todo si tiene cierta edad- una vida privada, una vida al margen de su responsabilidad familiar. No quiero que se confunda responsabilidad con tarea; porque la tarea, o se compra o se soborna, pero la responsabilidad significa planificar, supervisar... y sobre todo, a mí me parece que lo más importante hoy en día, a lo que estamos asistiendo, es a la responsabilidad emocional, es decir, el ocuparse de los afectos, de las inseguridades, de las trayectorias de los sujetos que conviven en la familia. Y que esa responsabilidad sobre el cuidado –no el cuidado paliativo : el cuidado de que uno se sienta confortable y seguro en un lugar como el espacio doméstico, que uno coja energía de ese espacio doméstico para enfrentarse a los avatares de la vida pública- , esa responsabilidad se aprende a través de hábitos y de rutinas, de tal manera que cuando tenemos un problema crítico en casa, es “natural” que se tire de las hijas y no de los hijos... y es “natural”que las hijas acepten y no los hijos ; si los hijos aceptan es extraordinario, y como tal acto extraordinario será valorado : familiarmente, en el entorno comunitario y en cualquier lugar donde los roles se hayan reproducido.

El rol tiene una característica fundamental : es una seña de identidad que todos reconocen ; es una tarjeta que todos reconocen ; un desenvolvimiento en un papel que todos reconocen. No hay que negociar nada. No hay que parar la película, congelar la foto y preguntarse ¿qué está pasando aquí, para que , si tenemos dos hijos, sea mi hija la que me sustituye y no mi hijo?, y ¿qué está pasando aquí para que cuando lo hace mi hijo se convierta en un acto de absoluta excepcionalidad, y cuando lo hace una hija es un acto de “apoyo”, de “ayuda”... u otro tipo de vocablos que vienen a refrendar la domesticidad desde el punto de vista de la responsabilidad?.

Evidentemente, reconocerse dentro de ese ámbito doméstico, supone altas dosis de tensión, porque muchas mujeres –y es a diario, y mujeres jóvenes también- experimentan esa tensión entre lo que significa su experiencia, es decir : “no me apetece, no quiero”, con lo que significa ese comportamiento de rol que viene pautado y sancionado absolutamente desde la virtud y la excelencia, el sacrificio y la abnegación... Cuando nosotras estamos precisamente levantando monumentos de autorreferencia, de autosentido, de “mi profesión”, ¡mí profesión!, no “nuestra” profesión, ni cuándo es el momento adecuado para que yo ejerza una carrera o yo me meta en una oposición... sino de “mí profesión”!. Estoy preparando un escenario para que unos sujetos crezcan , a costa de subírmelo a los hombros.... y evidentemente, eso supone (puede hacerse por) un consenso social, una pauta “natural” de aprendizaje, de tal manera que no se pare la foto y se cuestione.

Hay una cosa importante para cuestionar los significados y los referentes, y es hacer una pregunta : ¿por qué?... es decir : deslegitimar los significados sociales (parar la foto). Si nos vamos a un rol masculino, los primeros varones que dijeron “¿por qué la mili?” tuvieron el primer conflicto con su rol, como cuando se revuelven los roles y enseñan su cara negativa ; es decir, hacer la mili era un hecho, pero el significado era “virilidad”... y cuando el rol se da la vuelta, te muestra el otro significado : lo contrario de la virilidad. Cargarse un referente significa convertir una norma en un mero valor, en una mera opción... y para que eso suceda hay que cuestionar, que preguntarse sobre el referente. Evidentemente, para aprender los roles no solamente servían como base hábitos de rutina y repeticiones, había que crear un ingrediente simbólico. ¿Qué son los símbolos?... las imágenes, las percepciones, aquello que tú no puedes objetivar... separarse de lo que estoy viendo para pensar en ello. Si los juegos infantiles femeninos son una redundancia del ámbito doméstico, redundancia... más de lo mismo... y los juegos masculinos significan equipo, competencia, lucha... una redundancia fabulosa, exquisita del mundo de la empresa!... ¿por qué voy a pensar que los sujetos no van a seguir pensando como natural ejercer un rol de “cuidado” frente a un rol de “sustentador”?...

Sí, este aprendizaje es lento pero eficaz : cuando juego y me divierto, no tengo la misma sensación que cuando estoy haciendo un aprendizaje abstracto en el colegio o en otras instancias de aprendizaje. Si estoy vistiendo a muñecas, o estoy jugando a decorar un interior, mientras el otro juega a ganar!... A mí me parecería estupendo que cada cual se especializara en lo que le apeteciera ; ahora bien, si para que juegues a ganar tiene que ser sobre el tiempo excedente que te proporciono para que ganes, a costa de mi pérdida, ¡ya no estamos hablando de un reparto de emociones, intereses, aptitudes... estamos hablando de un reparto fraudulento!. Un reparto fraudulento, y un problema de justicia social... y un problema político de primer orden.

Un problema político de primer orden : el tiempo está siendo expropiado a las mujeres... el tiempo está siendo expropiado a las mujeres!. Y con los temas de “cuidados”, la expropiación será absolutamente ineludible.

Por lo tanto, ya tenemos rutinas, hábitos, y unos ingredientes simbólicos importantes. Es decir, que estamos aprendiendo a ser responsables, y sobre todo algo más importante : me estoy construyendo mi identidad.... Y, miren, la identidad tiene una fuente fundamental , y son estos modelos, estos marcos de actuación que se proporcionan a través de marcos normativos que son los Roles y los géneros... que te dan una gran propina : el reconocimiento en lo social ; y esa es una gran propina!... es decir : no se escamotean adjetivos y valoraciones para un hombre trabajador, que trabaje 12, 14, 16 horas... igual que no se escamotea ningún adjetivo para una persona dedicada al cuidado y atención de los otros... ¡no se escamotean!.

Además del reconocimiento social, resulta que yo me garantizo socialmente, yo entro en ese juego de semejanzas, y me garantizo socialmente : si soy una persona integrada en mi mundo y que conoce perfectamente las reglas y los mandatos de ese mundo. En ese sentido, si estoy trabajando desde “mi identidad”, ¿Cuál es la solución?... No digo cual sea la solución en un conflicto tan absolutamente complejo como el que se deriva de los malos tratos, sino cuál es la solución, en el sentido de qué podría hacer yo cuando sé que los mandatos imperativos de género son éstos, y sé que mi experiencia como sujeto –es decir, aquello que me hace singular, aquello que hace que me rebele contra ese mandato de género... ¿cómo podría yo conciliarlo?, ¿no?... ¿qué gano yo apostando por mi singularidad, por mi individualidad... cuando me puedo jugar mi reconocimiento social, mi garantía social?... Por eso es tan difícil tomar decisiones cuando se rompen los referentes. Tomar decisiones con el coraje de suponer que por encima del mandato, de los argumentos, de los referentes, de las “verdades”, de los grandes significados sociales... está mi experiencia vital que me desaconseja seguir las directrices! .

El caso de las mujeres es un enorme salto sin red!. ¿Por qué tenemos un conflicto grave de lealtad?... y la lealtad significa que yo pertenezco a un grupo y que, en base a asumir los mandatos del grupo, ese grupo me garantiza mi identidad y me garantiza el reconocimiento. ¿Cuál es, entonces, ahí, mi posición?... ¿desde donde puedo tramar otro tipo de significados que no sean los mandatos de género, los mandatos de rol?... En este sentido, lo que se le pide a las mujeres es absolutamente difícil. Por eso, cuando hablo con policías o cuando hablo con profesionales de la Salud, que se acercan desde sus paradigmas o desde formas de pensamiento que son confortables -¡como le pasaría a cualquiera, desde cualquier disciplina!- y meten su “lente” para ver lo que otro está diciendo, lo que la otra le está diciendo...

... ¿Por qué voy a estar con la penosidad de ese trabajo si después tampoco tengo alternativas, si “vuelve”... Bueno, pues a lo mejor eso da para que pensemos...que es una posición que todos y todas tenemos a diario!, es decir, el estar constantemente negociando entre mi experiencia como sujeto, entre mi individualidad , entre mi forma de pensar y de sentir...y lo que debo sentir. Agnes Héller decía que el poder significa hacer de tu experiencia una experiencia homologable para los demás, y la dominación suponía que tú renunciaras a tu experiencia para introducirte en el mundo de las semejanzas , donde todo está mucho más tranquilo. A mí me gusta también mucho la frase de Jean Paul Sastre cuando dice que la libertad es lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros.... esa me parece una frase muy rotunda ¿no?...

Lo que quiero que pensemos es que el conflicto que tiene una mujer maltratada no es muy diferente al que pueda tener yo o al que pueda tener cualquiera. Es decir , en el sentido de cuantas veces podemos renunciar a los mandatos de género, de rol, para reivindicar, para posicionarnos como sujeto y defender la singularidad, es decir, cuantas veces podemos atisbar ese espacio difícil de la deslealtad respecto a los roles.

Porque si a mí me parece que hay un factor de riesgo en el asunto que nos viene a convocar esta noche aquí, son los roles sociales. Para que un agresor pregunte ¿qué está pasando... a qué viene todo este escándalo?... está hablando desde su rol ; él es un marido, o es un compañero... y lo único que ha hecho es disciplinar!... es decir : corregir, aquel acto o grado de autonomía que ella se ha permitido establecer abandonando sus deberes de esposa o de madre. El maltrato corrige individualidades, y corrige rasgos de autonomía. No está corrigiendo afectos, no está corrigiendo... el maltratador puede decir, evidentemente, “desde que estás con ese grupo de mujeres, o desde que estás en esa asociación, estás desatendiendo la casa y no te ocupas de mí, ni me quieres...”, no hay ningún problema en esa categorización, el problema es que está volviendo a tachar esa posición de sujeto para reconducirla disciplinariamente... Primero comienza con las injurias, primero se mete con su cuerpo, primero la desecha corporalmente, la injuria corporalmente, es un proceso claro de socavamiento del sujeto ; primero tu cuerpo : no vales, no eres, no sabes, cállate!... y a continuación ese golpe que no te explicas... y cuando te explicas te responsabilizas: ¿qué he hecho yo?... estás hablando desde tu rol, es decir, la responsabilidad del clima familiar es de ella , no es de él ; la paternidad significa aportar una nómina excelente a casa ; la paternidad responsable –y no lo estoy diciendo porque sí : las juristas lo saben perfectamente-, es aportar una nómina a casa, estar fuera de casa 12 horas, es estar en su papel, estar cumpliendo perfectamente lo que la sociedad le ha atribuido como éxito. Mientras que la responsabilidad en el ámbito doméstico significa garantizar que todos los elementos de ese ámbito funcionen , “que se lleven bien, que hablen entre ellos y que cuide los detalles”.

En este sentido vindicar la posición de sujeto me parece clave, y considerar las conductas, los estereotipos de género como factor de riesgo me parece fundamental para poder pensar hasta qué punto estamos ante sujetos, como estamos todos los días nosotras y vosotros, tratando de negociar entre esta forma de referente y mi propio pensar y sentir. Sé que es muy difícil atreverse a ser sujeto.. ¡pero lo hacemos!, lo hacemos cuando disentimos, lo hacemos cuando preguntamos, lo hacemos cuando decimos : ¡esto no es así!, no deseo a quien tú quieres que desee, ¡no deseo vivir como tú quieres que viva!. Nada más. Gracias.

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