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Venezuela: Daniel Ortega o la doble moral revolucionaria

Miércoles 3 de septiembre de 2008

Aquí Opinan

Martes 02 de Septiembre de 2008 | 21 TalCual

Daniel Ortega o la doble moral revolucionaria

Gisela Kozak Rovero

Teodoro Petkoff, director de este diario, ha señalado el silencio de las venezolanas en torno a la figura del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, acusado de violar a su hijastra Zoilamérica Narváez durante años. Me consta que el activismo feminista local ha divulgado la noticia y seguido de cerca tanto sus incidencias como las reacciones que ha provocado la visita oficial de Ortega entre hondureñas y paraguayas. Desafortunadamente las cabezas visibles de la revolución bolivariana van por otro camino, el que les dicta la doble moral de la izquierda radical que juzga no de acuerdo a los delitos sino de acuerdo a quien los comete.

María León, ministra del poder popular para Asuntos de la Mujer, al igual que Nora Castañeda, presidenta del Banco de Desarrollo de la Mujer, han indicado que no están enteradas del caso. Yosmari Guevara, miembro de la Fuerza Bolivariana de Mujeres entrevistada por este periódico, indicó que el punto no es si Ortega es un violador o no sino que es un revolucionario comprometido con los cambios en América Latina. Si el acusado fuese Álvaro Uribe y su caso hubiese sido llevado a tribunales internacionales, como ocurre actualmente respecto a la querella entre el Presidente nicaragüense y su hijastra, ¿creen ustedes que León, Castañeda o Guevara callarían o lo justificarían? Claro que no. La izquierda y la derecha radical antidemocráticas se parecen mucho: a los nuestros con razón o sin ella.

Veamos otros ejemplos. La diputada oficialista Iris Varela justificó hace años el espantoso trato de los talibanes a las mujeres afganas: "esa es su cultura, el problema es el imperialismo norteamericano". La misma postura cómplice es la que han mantenido las diputadas, las ministras, las magistradas, la defensora del pueblo, la fiscal general y las dirigentes del PSUV, el PPT y el PCV frente a ese paradigma de la misoginia, la ignorancia y el fanatismo religioso que es el presidente de Irán, Mahmoud Admanidejah.

Por no hablar del silencio de las chavistas cuando en un doble ataque de machismo y racismo el presidente Chávez habló de Condoleezza Rice, la secretaria de Estado norteamericana con la que no tengo por cierto ninguna afinidad política, en términos de "qué le pasa a la negrita esa, como que quiere algo conmigo". Imagínense que hubiese sido Fernando Calderón, el presidente mexicano, quien dijera semejante cosa sobre la diputada Cilia Flores o sobre la fiscal Ortega Díaz: se mueren todas las feministas del oficialismo de infarto después de formar, con mi apoyo, el correspondiente zaperoco. Pero no, el cerrar la boca es la práctica en estas situaciones en que las interesadas saben que no pueden darse el lujo de impugnar los designios del patriarca Hugo Chávez. Las dirigentes feministas y las funcionarias gubernamentales de otros países pueden discutir, cuestionar, protestar públicamente las líneas de sus partidos y gobiernos.

¿Las de aquí? Chito.

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