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Ursula K Le Guin: Una feminista que cambió la Ciencia Ficción

Martes 15 de agosto de 2017

UtopiaFeminista 28-03-2017

Recogía en un post anterior el comentario de Mariana Enriquez “Ella irrumpió en la literatura fantástica y de CF, coto exclusivo de escritores varones y provocó una revolución. Así de sencillo. No sólo tomó por asalto un club de hombres, sino que expandió las fronteras de la literatura de CF y fantasía épica hasta convertirse en una figura central del género”

Rosa Montero por su parte valoró su figura como “uno de los mejores novelistas vivos del mundo. Para mí, sin lugar a dudas, una maestra”.

El gran enciclopedista John Clute dijo de ella: “Es como la novelista Doris Lessing: no reflejan el mundo, lo absorben”

¿Su nombre? Ursula K Le Guin.

Úrsula Kroeber Le Guin nace en 1929 en Berkeley en una familia de intelectuales. Su padre fue el reputado antropólogo Alfred Kroeber (1876-1960) y su madre la escritora Theodora Kroeber (1897-1979), autora de ‘Ishi, el último de su tribu’, un clásico de la literatura etnográfica. En este ambiente se desarrolla pronto su interés por la literatura. Su primer relato lo envió a una revista de CF a la edad de 11 años.

La obra de Le Guin es considerable y compleja. Ha recibido el National Book Award, 6 premios Hugo, 7 premios Locus Readers, varios premios en honor a su larga trayectoria y 5 premios Nebula, uno de ellos otorgado en abril de 2003 como la vigésima “Grand Master” de la SFWA (Escritores de Ciencia Ficción y Fantasía de América).

Doce moradas del vientoHace de los perdedores sus protagonistas influenciada por una difusa ideología anarquista. Dijo que no se definía como anarquista “porque carezco por entero del elemento activista, y por lo tanto parecería falso o demasiado fácil”. Pero “Me sentía totalmente en casa con el anarquismo (pacifista, no violento), igual que siempre me ha pasado con el taoísmo (están relacionados, al menos guardan afinidad). Es el único pensamiento político con el que me siento cómoda”.

En una de sus entrevistas con la escritora Faith Justice, en 2008, decía que “Si nos fijamos en mis libros, encontrará que muy pocos de los personajes centrales son de color blanco; la mayoría son personas de color. No se nota particularmente y no se ve en la portada… Pero siempre he hecho eso deliberadamente porque la mayoría de la gente no son de color blanco. ¿Por qué en el futuro podríamos suponer que lo serían?”

Y todas sus novelas están atravesadas de un feminismo pausado con una técnica narrativa que atrapa, pero altamente especulativo al tiempo que claramente comprometido.

En un universo dominado entonces por la ciencia ficción hard, centrada exclusivamente en la ciencia y en la tecnología, Le Guin irrumpe con una ciencia ficción reflexiva acerca de las construcciones sociales, en la que caben todo tipo de especulaciones en torno a las relaciones entre los sexos, el poder, los sistemas sociales, el capitalismo, la ecología, las naciones…

De entre su vasta obra, destacaría el ciclo de Hainish o Liga del Ekumen, en el que trascurren una parte de sus novelas, y la saga de Terramar a la que me referiré luego.

El ciclo Hainish incluye ocho novelas y un buen número de relatos. No se pierdan por favor la recopilación ‘Las doce moradas del viento’, que sólo el título anima a la lectura.

Sin duda las tres novelas imprescindibles del ciclo son -a mi modo de ver- La mano Izquierda de la oscuridad (1969), Los desposeídos (1974) y El nombre del mundo es bosque (1976).

La Mano Izquierda de la Oscuridad es sin duda una de las obras más enormes de la Ciencia Ficción de todos los tiempos. Gueden es un severo mundo glacial, cuyos habitantes son andróginos, bisexuales. Durante tres semanas al mes son biológicamente neutros; la otra semana pueden ser hombres o mujeres, sin que sepan que sexo les tocará, pero que puede estar condicionado por la influencia feronomal de su compañero o compañera sexual. Veamos la tesis central de la novela de la mano de la propia Le Guin:

La mano izquierda… trata de una raza de seres totalmente humanos pero andróginos, con ambos sexos. La mayor parte del mes son neutros, no funcionan sexualmente. Luego entran en celo, lo que se llama kemmer, en el libro, y pueden ser hombre o mujer. No tienen elección y no saben lo que son exactamente. Lo cual implica, por supuesto, que, a la hora de tener niños, puedes ser la madre del niño una vez y el padre en la siguiente.

¿Qué pasaría? ¿Cómo actuaría la gente y que tipo de cultura tendría? Envié allí a un terrestre normal del sexo masculino para que viviese con ellos. Fue en cierto modo una especie de experimento feminista”.

Le Guin, en la conferencia ‘¿Es necesario el género sexual?’ en 1970 en la Universidad de Washington, recapitula sobre este experimento. La ausencia de caracteres definidos de género ha derivado en el planeta Gueden en una sociedad en la que no se producen guerras y no existe la explotación, lo que no implica la inexistencia de conflictos e intereses, pero la ausencia de impulso sexual continuo es un factor social de estabilidad.

Un tema polémico de indudable eco actual es el uso en la novela del pronombre masculino que hace que los gethenianos parezcan hombres en vez de hombres-mujeres. Ella respondió en su día que se negaba a desfigurar el inglés inventando un pronombre… Y que por otra parte consideraba que el lenguaje no es lo principal, sino que Straven (el protagonista Getheniano) desarrolla roles que consideramos habitualmente como de hombres: primer ministro, intrigante político, fugitivo, evadido de prisión, conductor de trineo…

Sin embargo, en otra entrevista concedida posteriormente a Faith Justice, Le Guin admite que al principio de su obra fue cautelosa en cuanto al manejo de su feminismo. Dijo que se arrepiente de haberle permitido a sus personales, tener relaciones heterosexuales exclusivamente y que no presentara a los mismos en sus roles femeninos. Pero piensa que escribió el mejor libro que pudo, dada la época.

Por cierto, ya con 88 años K. Le Guin ha recibido la propuesta de Critical Content para hacer de esta novela una serie de televisión. Veremos. No obstante, no sería la primera vez que un libro de Le Guin se adapta a la pantalla. Ya lo fueron Terramar y la Rueda Celeste.

La otra imprescindible novela del ciclo Hainish es Los Desposeídos, Una utopía ambigua con la que Le Guin lleva a la CF estadounidense a la cumbre del discurso utópico, con el que nunca se sintió cómoda.

En una entrevista en 2008 para Strangers in a Tangled Wilderness explicó el procesodesposeidos3 creativo que llevó a Los Desposeídos: “Cuando me surgió la idea de Los Desposeídos, la historia que esbocé estaba toda ella mal, y tuve que adivinar de qué iba realmente y qué necesitaba. Lo que necesitaba en primer lugar era alrededor de un año leyendo todas las Utopías, y después otro año o dos leyendo a todos los escritores anarquistas. Ésa fue mi interacción principal con el anarquismo”

En ‘Los Desposeídos’ se evita la parálisis narrativa habitual en la literatura utópica, al mostrar dos utopías: la una, un complejo capitalismo humano denominado curiosamente “propietariado” en el planeta de origen -Urras-; la otra, un complejo anarquismo en su luna -Anarres-, un mundo semidesértico y escaso de alimentos.

Es una utopía, pero abierta, dialogante, no exenta de contradicciones, ambigua como señala el subtítulo. Viajando entre Anarres y Urras, Shevek, el protagonista, no se siente plenamente cómodo en ninguna, porque a la postre ninguna es plenamente maligna y ninguna es perfecta.

Como dice la reseña del libro y es verdad, la autora explora en este contexto algunos de los temas basales del universo Le Guin: la posición de la mujer en la estructura social, la complejidad de las relaciones humanas, los méritos y las promesas de las ideologías, las perspectivas del idealismo político en el mundo actual… Traza en esta novela, como dice Rosa Montero, un colosal fresco de las ambiciones sociales, de los sueños de justicia, de las ansias de poder y las formas posibles de gobierno.

Referirme por último dentro del ciclo Hainish a la novela corta El nombre del mundo es bosque en clave ecologista, que es una especie de alegoría a la guerra de Vietnam. La lucha por la supervivencia de un mundo-bosque y sus habitantes, frente a la avaricia de los madereros de la Tierra y el choque de civilizaciones.

En una entrevista en El País en 2012 a la pregunta sobre que el filme ‘Avatar’ parecía sacado de su narrativa. “No lo he visto. Pero he leído y oído lo suficiente para saber que el argumento tiene algunas llamativas similitudes con mi novela El nombre del mundo es bosque, aunque en la película se soluciona el problema con violencia, a diferencia de en mi libro”.

Terramar1La Saga de Terramar se inscribe más en la fantasía que en la Ciencia Ficción. Transcurre en un archipiélago de miles de islas en un planeta casi enteramente cubierto de agua.

Le Guin escribe los tres primeros tomos de la Saga (‘Un mago en Terramar’, ‘Las tumbas de Atuan’ y ‘La costa más lejana’) entre los años 68-72. El siguiente, (‘Tehanu’) aparece 20 años después, en 1990, y el quinto (‘En el otro viento’) en 2001

Las tres primeras novelas narran la adolescencia y juventud del mago Ged, su encuentro con una joven sacerdotisa, Tenar, y por último la pérdida de los poderes de Ged cuando debía internarse en el mundo de los muertos junto al joven rey Lebannen. Son tres novelas preciosas, que no tienen nada que envidiar al Señor de los Anillos pero que lo superan por la sensibilidad social de la autora.

Cuando veinte años después, aparece primero ‘Tehanu’ y luego diez años más tarde, ‘En el otro viento’, todo había cambiado, Ged ya no era poderoso y vivía con la exsacerdotisa Tenar en la isla de Gont cuidando animales de granja. Le Guin explica el cambio de esta manera: “Lo que pasó entre La Costa más lejana y Tehanu fue que renació el feminismo y pasaron diecisiete años. Aprendía a escribir como mujer, dejé de imitar a los hombres. Terramar es un lugar muy diferente desde el punto de vista de una mujer. Todo lo que tenía que hacer era describir el archipiélago desde los que no tenían poder: mujeres, niños y un mago que había perdido su poder para convertirse en un hombre común”.

“Me llevó 17 años darme cuenta cómo había sido su historia. Si en esos años yo no hubiera aprendido de las feministas, nunca habría hallado la razón por la cual Tenar rechazó el poder masculino y halló su propio poder como mujer. No pude escribir el cuarto libro hasta que no me encontré a mí misma y descubrí mi propio poder como mujer y como escritora mujer. Lo cual significa: como un ser humano completo” (de una entrevista para Pagina 12 en 2004)

Según Mariana Enríquez, este cambio de punto de vista es la intervención más importante de Le Guin en el terreno de la narrativa fantástica. Ella se declara admiradora incondicional de El Señor de los Anillos, pero para su propia fantasía estaba obligada a incorporar el enfoque de género y de minoría: “En Terramar, la mayor parte de los personajes tiene la piel oscura. Es una diferencia básica con respecto a la fantasía épica tradicional, cuyos personajes son todos blancos. Y, además, considero a Terramar un estudio sobre el poder: las primeras novelas están escritas desde el punto de vista de los hombres; yo era demasiado joven y aceptaba la convención que equipara aventuras con hombres. Las últimas están escritas desde la mirada de aquellos que no tienen poder”.

Aunque en los últimos años Úrsula K. Le Guin ha ido reduciendo su creación en el ámbito de la Ciencia Ficción, es sin duda una de las mayores autoras de la literatura fantástica, que incluso para personas no demasiado aficionadas a este género, recomiendo con entusiasmo

La literatura de Úrsula K. Le Guin y el anarquismo

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