Domingo 10 de noviembre de 2024
09 noviembre 2024 Sol Alonso El Asombrario
Una serie de televisión, ‘Querer’, y una película de inminente estreno y que cierra hoy la edición 2024 del Festival Cine por Mujeres en Madrid, ‘Las chicas de la estación’, ambas rodadas por mujeres y con mujeres como víctimas de abusos sexuales, nos recuerdan que, cuando hablamos de consentimiento sexual, ficción y realidad van de la mano, cuando no perfectamente mezcladas. ¿Basta con reaccionar con rabia, indignación y hasta vergüenza? ¿Es la denuncia el único mecanismo de protección para las víctimas?
La mueca de la actriz Nagore Aramburu, interpretando a Miren, la esposa protagonista de la serie Querer, es la de una mujer no solo profundamente desgraciada, sino dolorosamente incomprendida. Miren sobrevive dentro de un matrimonio infeliz que dura 30 años. Escapar de esa no-vida no pasa por una separación convencional, ni un divorcio amable resuelto con el reparto de cromos. Nada es suficiente para compensar tres décadas de agresiones por parte del hombre que le proporcionó una posición social por la que debería estar agradecida. Sabe que escapar de esa jaula de oro precisa de mucho más que hacer las maletas y cambiar de domicilio.
Sacando fuerzas de flaqueza, Miren ha decidido denunciar a su marido por violación continuada desde el principio de su matrimonio. El esposo, por descontado, lo niega. ¿Cómo puede ser eso posible? Está convencido de su inocencia, porque no alcanza a entender que mantener sexo con su santa esposa cuando y de la manera que a él le dé la real gana pueda ser un delito. Alauda Ruiz de Azúa (directora de la película Cinco lobitos, 2023. Premio Goya a la dirección novel, actriz protagonista, Laia Costa, y actriz de reparto, Susi Sánchez) ha dirigido Querer en formato serie de cinco capítulos para televisión, también emitida en pantalla grande en el Festival de Cine por Mujeres Madrid 2024.
Con toda la serenidad y delicadeza que enriquecen el relato, la serie bucea en el consentimiento dentro un lugar tan borrascoso como la normalidad, incluida por defecto en la vida matrimonial. “Es muy difícil detectar el abuso, mucho más denunciarlo, dentro de un matrimonio de larga duración, con dos hijos, buena posición social y un marido, en teoría perfecto, aunque de vez en cuando tenga un pronto”, comenta la directora. ¿Cómo denunciar una agresión cuándo no hay golpes? Nos preguntamos después de visionar Querer.
Vídeo: Querer: Tráiler Oficial
“Hemos querido llevar al límite las cuestiones sobre el consentimiento sexual, interpelar al espectador como si fuera un miembro más de esa familia. Se plantean preguntas de difícil respuesta y el trayecto emocional es intenso. Son dos los viajes que emprende Miren: el judicial, durísimo, que va de la mano del familiar, con la importantísima respuesta de los dos hijos del matrimonio”. Ruiz de Azúa se enfrentó a este proyecto cuando le encargan la escritura de una serie que abordara el tema del consentimiento y los abusos, en un escenario aparentemente inocuo: “Eduard Solá, coguionista, y yo nos planteamos trabajar sobre la ambigüedad entre lo que parece amor y las consecuencias del deseo gestionado desde la superioridad. El hecho de que sea una serie, un relato episódico, permite las elipsis temporales que completan una historia que transcurre en mucho tiempo. Porque darse cuenta y optar por la denuncia no suceden de un día para otro. Es largo tanto en lo emocional como en lo penal”, explica Alauda, aclarando que ni es jurista ni pretende entrar en un debate legal, por lo que ha necesitado asesoramiento. “Hemos hablado mucho con abogados, mediadores sociales, psicólogos y mujeres que han pasado por situaciones parecidas a la de Miren. Es muy difícil denunciar la violencia sexual dentro del matrimonio. Siempre suele ir acompañada de otros agravios físicos y psicológicos, por no hablar de la sensación de culpa que suele invadir a las víctimas”.
¿Por qué aguantó tanto? ¿Por qué denuncia después de 30 años? ¿Cómo pudo soportar semejante situación? Estas son las malditas preguntas que seguimos escuchando de quienes, aún creyendo a la víctima, la culpabilizan. Salen también de boca de esas mujeres que penalizan el no reaccionar ante el maltrato a la primera. “Da igual que hayan pasado cinco, 10 o 30 años. El momento en que la víctima empieza a hablar no es cuando quiere, sino cuando puede”, explica Olga Belmonte, doctora en Filosofía por la Universidad Pontificia Comillas y profesora de la Complutense. Belmonte se ha dedicado a estudiar a las víctimas en su tesis doctoral y además es autora del libro Víctimas e ilesos, un ensayo en el que acota el concepto de víctima moral junto al trabajo que tendría que asumir la sociedad, es decir, todos nosotros y nosotras, en el proceso de acompañamiento y reparación.
“Nunca es tarde ni pronto”, asegura Olga Belmonte. “Nunca es tarde para nombrar eso tan doloroso que va a suponer un cambio radical en sus vidas. Ser víctima es una alteración brutal, pero el hecho de reconocerse públicamente como víctima es muy difícil de sobrellevar. Y ahí, como sociedad, tenemos la obligación de mostrar toda nuestra sensibilidad”, añade la filósofa. “Una persona que es víctima no recibe nada bueno por serlo. Le ha ocurrido algo doloroso y horrible que a veces provoca una disociación respecto a lo ocurrido, para no acabar reconociéndote víctima. Hay casos en los que la propia persona no lo sabe, no lo quiere saber o no lo quiere nombrar”, concluye Olga Belmonte.
“Todo lo violento es peligroso”, continúa Ruiz de Azúa, “porque puede disfrazarse de pasión, de mal carácter, de gestos que terminan en el falso arrepentimiento de los agresores, con el fin de victimizarse ellos mismos. Es importante aprender a detectar cuando se ha cruzado un límite. La historia de Querer está construida sobre lo que les ha pasado a muchas mujeres, con una serie de patrones comunes en todas ellas. ¿Finales? Pues algunos son felices y otros no. Hay mujeres que consiguen salir. Son procesos complicadísimos, pero siempre debemos mandar un mensaje de esperanza”.
“El violador también puede estar dentro de tu familia, de tus amigos”, declaraba con una fuerza inusual Gisèle Pelicot, la mujer francesa violada por medio centenar de hombres mientras era sedada por su marido, el mediador en esta absoluta atrocidad. “Es admirable su generosidad”, explica Ruiz de Azúa. “No sé si somos conscientes de la importancia que tiene la decisión de hacerlo público, algo que, estoy convencida, ayudará a muchas víctimas. Solo el hecho de hablarlo nos protege a todas. Por otro lado, no deja de sorprenderme que, incluso en un caso con esa cantidad de evidencias abrumadoras, la señora Pelicot haya dicho sentirse humillada, cuestionada… Ojalá encontremos la manera de que las víctimas puedan defenderse sin que sea un calvario para ellas”.
Vídeo: LAS CHICAS DE LA ESTACIÓN - Tráiler Oficial
Las chicas de la estación
Julieta Tobío, Salúa Hadra y María Steelman son tres jovencitas que acaban de descubrir su potencial como actrices. Ha sido Juana Macías, inasequible al desaliento junto a su equipo de casting, Eva Leira y Yolanda Serrano, quienes dieron con ellas tras un recorrido por calles, institutos, redes sociales y centros de acogida de toda España. El rastreo duró un año y mereció la pena. La directora de Las Chicas de la estación buscaba caras no reconocibles para contar una historia real que sucedió en Palma de Mallorca en la Nochebuena de 2019. Una joven de 13 años, residente de un centro de acogida, fue víctima de una violación múltiple. El horror volvió a su vida por Navidad, si alguna vez se fue y solo a ratos, como el turrón envenenado. Julieta, Salúa y María se convirtieron en Jara, Alex y Miranda. Las tres conviven en un centro de menores tutelados. Pronto será el cumpleaños de Jara y sueñan con celebrarlo asistiendo a un concierto de trap. Las chiquillas bailan reguetón como auténticas jefazas. Están acostumbradas a “bajar al suelo” (uno de los pasos más populares del perreo), no siempre con intenciones exclusivamente coreográficas. Puede que con una cuantas felaciones, no importa a quién, sino por cuánto, consigan reunir el dinero que cuestan las entradas del festival. Terrible, ¿no? Jara tiene el abuso bien normalizado. “Me han hecho cosas peores sin pagarme”, asegura en un momento de la película.
“Dos de las tres actrices protagonistas habían vivido en centros de menores”, cuenta Juana Macías, “lo que aportó muchísima verdad. Cuando leyeron el guión, les pareció que reflejaba muy bien el ambiente de esos lugares”. Macías suele trabajar adaptándose a los y las intérpretes, por lo que cualquier improvisación se contemplaba. “Lo más difícil fue explicar a las tres chicas que el objetivo era que, al hablar de explotación sexual, el espectador se sintiera terriblemente incómodo sin que ellas pasaran por el mismo trago. Este guión se podía haber rodado de muchas formas, pero yo tenía claro que no iba a traspasar la línea del morbo”.
“Hay personas capaces de apagar una colilla en la piel de un niño”, se oye decir en la película. La frase trata de describir a un personaje del que solo sabemos que la apodan China. Una madame callejera y sin escrúpulos, una alcahueta cruel, que recluta a jovencitas como si fueran las piezas premium de un rebaño, para ofrecérselas a los depravados violadores de guante blanco, que actúan bajo la impunidad del poder y del dinero. La China también sufrió abusos siendo niña. También vivió la desafección de crecer sin familia y sin la ayuda adecuada. “Quizás por eso no reacciona protegiendo a las niñas, sino aprovechándose de ellas”, cuenta la directora.
Por desalmada que resulte la ficción, siempre hay una realidad que muerde más profundo. Seguimos escuchando acusaciones cruzadas. “Todos lo sabían”. “Los protocolos han vuelto a fracasar”. Una vez y otra vez más. ¿Por qué miramos tanto hacia otro lado? le preguntamos a Macías. “Los protocolos a veces fallan, igual que los recursos y la voluntad política. No ponemos el bienestar de los menores por encima de otras necesidades y derechos. Creo que falla sobre todo la sociedad. No podemos mirar a otro lado cada vez que una de estas noticias salta a los medios. Porque, si lo hacemos, somos parte del problema y no de la solución. Cuando supe del caso de Mallorca, uno de los titulares que más me impactó fue este: “Un educador: Cuando vienen con zapatos nuevos sabes que se han prostituido”. “¿Por qué no se toman medidas?”, se pregunta Juana Macías con misma desesperación. “¿Cuál es el mensaje que le estamos dando a un menor que se plantea denunciar un abuso?”
La serie ‘Querer’, programada en el Festival de Cine por Mujeres, puede verse en la plataforma Movistar +
La película ‘Las chicas de la estación’ se proyecta hoy, 9 de diciembre, en la clausura del Festival de Cine por Mujeres (Palacio de la Prensa, Madrid; entradas por invitación). Llegará a los cines el 22 de noviembre.