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‘Una pareja feliz’, la última novela de Mar Gómez Glez

Jueves 29 de julio de 2021

27 julio 2021 Sonia Fides El asombrario

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La escritora Mar Gómez Glez.

Un matrimonio abocado al fracaso, un recorrido por algunas de las obras literarias más irreverentes de la Historia de la Literatura y la hibridación constante entre la realidad y la ficción claramente heredada de autores como Carver hacen de ‘Una pareja feliz’, la última novela de Mar Gómez Glez (Madrid, 1997), un bellísimo artefacto de autodestrucción y otros oficios. Una mala elección a la hora de enamorarse. Una historia de amor tóxico. Un diario de guerra. Un infierno elegido, amueblado y diseñado que no tiene reparo en mostrar la protagonista.

Lo irreverente y lo ilógico mezclándose hasta el infinito en un viaje en el que las heridas toman las fisonomía de idílicas, pero también temibles carreteras secundarias. Cada párrafo sepulta al lector bajo un aliento que quema, que aprisiona, que derrite su comodidad. La narración de la autora madrileña contiene una carga de energía que emite, mientras dura, poderosas descargas eléctricas sobre la piel que habita su interlocutor. Una pareja feliz distribuye el caos de manera inquietante, no lo masifica, lo desmenuza hasta dejar al descubierto el infierno que habita la protagonista. Un infierno elegido, amueblado y diseñado que no tiene reparo en mostrar.

En este libro la neutralidad no existe, como tampoco existe lo políticamente correcto. Una pareja feliz es un diario de guerra, un arsenal sin vigilancia que está continuamente listo para la explosión. Su protagonista cuenta un relato pormenorizado y alentado por las palabras de otros (San Agustín, Dante, Kafka…) sobre una historia de amor tóxico, de una intoxicación amatoria, que está muerta antes de empezar, una historia que se cimienta sobre una metáfora de lengua sucia, y bajo una jaula de hierro y cristal que dejará claro, en cuanto cae al comienzo de la narración, cuál será la consecución de esta aventura marcada por el exceso.

Gómez es araña y presa en este relato fraccionado por la geografía que recorre: Nueva York, Costa Rica, Las Vegas, Los Ángeles la conducen, pero también la abisman, se convierten en laberintos de altas tapias, en sabuesos cuyas dentelladas van destrozando la verosimilitud emocional de la víctima que ha creado con tan buen tino y tanta verdad.

Una pareja feliz no es un libro agradable o liviano, no, es una apisonadora que planifica con tiento y sin revanchas lo que supone una mala elección a la hora de enamorarse; el peso que le añade a la vida no ser capaz de cortar bajo ningún concepto el cordón umbilical que ata a una mujer a la piel muerta de su verdugo.

Tiene capítulos estremecedores, la indefensión de la protagonista es un tsunami que arrasa y devasta la paciencia del lector. Un lector que desea abandonar muchas veces la lectura y que, sin embargo, se queda pegado al maremágnum existencial de quien narra la historia.

Gómez no escatima en dureza, no teme llenar la boca de su protagonista de palabras soeces o exponer pormenorizadamente sin rubor ni paños calientes los abusos a los que es sometida por parte de conocidos y desconocidos. No calla nada, no es condescendiente con ninguna de las palabras que escribe. Aquí el dolor no es un elemento estético, un seguro de vida literario, aquí el dolor es una marca indeleble, esa innata crueldad que llevan de serie algunos hombres, esos príncipes de buena familia que practican el sadismo de la misma manera que practican el surf u otros deportes para los que están especialmente dotados.

Quizás para un lector poco avezado Una pareja feliz suene a exageración, suene a pose literaria, a malditismo esnob, pero nada más lejos de la realidad. Una pareja feliz es el retrato de una mujer vencida, el suspiro de una mujer que aún cree en Dios, que aún cree en la mística del amor, que aún levita auspiciada por el podrido eco del amor romántico.

Gómez se atreve con todo en este libro breve, se atreve a hacer y a deshacer, a trasgredir los límites, a nombrar y a renombrar, y sobre todo se atreve a sobrevivir lejos de su casa, lejos del abrigo de los suyos, dentro de la insaciable boca de la explotación marital.

Su entereza hiela la sangre. Su ritmo narrativo es una exclamación de aliento inagotable. Su camino de perfección es una road movie, con paradas cruentas, de las que John Houston o el mismísimo Kubrick estarían orgullosos.

Una pareja feliz es un libro que causa extrañeza, que a veces el lector querría destruir. Por qué narrar la humillación como si fuese algo útil. Como si fuese una carrera de fondo que merece ser contada, filmada, recordada. Son muchas las preguntas que regala y muchas las respuestas que el lector debe ganarse.

A caballo entre la narrativa autobiográfica de Delphine de Vigan y la desesperación emocional de los personajes de Anna Gavalda se mueve esta novela breve, pero manifiestamente intensa.

¿Cuánta verdad y cuánta ficción hay entre estas páginas? Podría responder sin vaguedad alguna a esta cuestión, pero eliminaría la magia de este poderoso trabajo.

Así que no dejen de leerla, porque Una pareja feliz y su autora acaban de un plumazo en este libro con los estereotipos y con las plegarias no atendidas en lo que respecta al amor romántico.

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