Xarxa Feminista PV

Una mirada feminista a la represión

Sábado 23 de febrero de 2019

Pastora Filigrana 20 de Febrero de 2019 CTXT

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Manifestación en Lavapiés tras la muerte de Mmame Mbage, el pasado 16 de marzo de 2019. Álex Blasco Gamero

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Cuando Mmame Mbage murió de un ataque al corazón siendo perseguido por la policía mucha gente clamamos contra el hostigamiento policial a los manteros. Se denunciaba la persecución policial a los inmigrantes sin papeles como una práctica racista. Dos asociaciones policiales presentaron querellas por un delito de injurias contra varios twitteros por difundir estas críticas y seis personas se sentarán sin remedio en el banquillo de los acusados para ser juzgadas por injuriar a la policía.

Antes o después serán absueltas pues la consistencia jurídica de la acusación flaquea pero la pena de años de banquillo ya se habrá hecho efectiva. La jurisprudencia del Tribunal Constitucional es clara respecto a la libertad de expresión y la crítica política forma parte de este derecho aunque pueda llegar a molestar. Esto es la base de la democracia. Únicamente cuando estas críticas conllevan insultos y expresiones vejatorias innecesarias es cuando puede ser un delito de injurias. Unas vejaciones ausentes en este caso como cualquiera puede leer en los tuits. La misma falta de peligrosidad real y la misma limitación a la libertad de expresión aparecen una y otra vez en las acusaciones por enaltecimiento del terrorismo, delitos de odio o vulneración de los sentimientos religiosos contra disidentes políticos. Los ultracatólicos, la policía y el Estado cada vez más contra la disidencia política.

La represión a través del castigo penal o administrativo siempre ha existido como mecanismo de control social y se pone en marcha cuando fallan otros dispositivos como el sistema educativo o los medios de comunicación y surge la disidencia y la protesta. Es importante entender cómo actúa el sistema punitivo frente a la protesta para entender cómo se perpetúa y mantiene el poder. Una mirada feminista e interseccional nos dará aún mejores herramientas para entender la represión política a determinados movimientos sociales y personas según su género, clase, nacionalidad o etnia.

En momentos de crisis económica aparece siempre un fortalecimiento del brazo punitivo del Estado para frenar el descontento social. No fue casual la reforma del Código Penal de 2015 y la aprobación de la “Ley Mordaza” tras el ciclo de protestas iniciado en 2011. El objetivo último de esta contención a través del castigo es mantener la misma correlación de poder en la distribución de las riquezas y el mantenimiento de las desigualdades.

Los recortes de servicios públicos y la aminoración del estado del bienestar van de la mano de un endurecimiento del brazo punitivo del Estado. Este castigo se construye sobre una retórica previa de criminalización de determinados grupos que por su forma de hacer o de estar representan una amenaza para el orden vigente. Pongamos por ejemplo el surgimiento de discursos ultraconservadores y machistas como respuesta a las reivindicaciones feministas. Cuando el neoliberalismo recorta derechos sociales mucha de los cuidados de sostenimiento de la vida que venía prestando el Estado como guarderías, comedores escolares, cuidado de mayores y enfermo… etc., vuelven a ser sostenido en el ámbito privado de la familia y en un inmenso porcentaje realizado por mujeres cuidadoras. Para que esta carga del trabajo de cuidado salga de lo público y recaiga en lo privado es necesario articular un discurso que justifique esta vuelta al hogar como un mandato natural y evite en la mayor medida posible la resistencia y la protesta. La propuesta de reforma de la Ley del Aborto en 2012 por el PP o la propuesta de VOX en Andalucía de crear una consejería de familia son los intentos de imponer este nuevo sentido común que coloque a la mujer en el ámbito privado como sostenedora de cuidados una vez que se desmantelan los servicios públicos. Un ejemplo más de como el neoliberalismo en su última fase necesita como apoyo los discursos ultraconservadores antifeministas para que su estrategia de privatizaciones y recortes del sector público encuentre la mínima resistencia posible.

Asistimos a una “virilización” del Estado que prioriza la vigilancia, el castigo y la fuerza bruta a la protección y el cuidado1. Necesitamos entender este proceso para articular la resistencia que defienda las conquistas de derechos sociales y frene la represión a la disidencia política.


1. Informe Represión y Género. Defiende a quien Defiende.

Autora: Pastora Filigrana Abogada y activista por los derechos humanos.

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