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Una jornalera marroquí con cáncer, acogida por una ONG tras denunciar falta de cuidados de su empresa en Huelva

Martes 28 de junio de 2022

La temporera, que ha sido hospitalizada en Sevilla, vino a trabajar a la campaña de la fresa a pesar de su enfermedad para costear el tratamiento de quimioterapia que en Marruecos tiene que pagar.

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S. B., temporera marroquí enferma de cáncer que lleva 14 años acudiendo a la campaña de Huelva, en una imagen facilitada por Jornaleras de Huelva en Lucha. /LA MAR DE ONUBA

SEVILLA 26/06/2022 SANTIAGO F. REVIEJO Público

Una temporera marroquí de 57 años, enferma de cáncer, ha tenido que ser acogida por una ONG de Sevilla después de abandonar el alojamiento que le facilitaba la empresa de Almonte (Huelva) donde trabajaba porque, según ella, no recibía los cuidados que necesitaba desde que le dieron la baja a causa de unas dolencias por las que ahora está ingresada en un hospital de la capital andaluza.

"Esto es un caso vergonzoso, inhumano", dice Ana Pinto, de Jornaleras de Huelva en Lucha, la asociación que se interesó por el estado de esta trabajadora tras enterarse de la denuncia que había hecho su hija en una televisión marroquí.

Los problemas de esta jornalera, que prefiere permanecer tras el anonimato de sus iniciales, S. B., empezaron, sobre todo, cuando le dieron la baja laboral el pasado 9 de mayo, después de haber sufrido un desmayo y dolencias que le impedían casi hablar y comer. Tuvo entonces que dejar de trabajar en la recogida de arándanos en la empresa Atlantic Blue, a la que había llegado en marzo con un contrato en origen, como otras miles de mujeres marroquíes empleadas cada año en la campaña de la fresa y otros frutos rojos, uno de los principales motores económicos de esta provincia andaluza.

Pero no era la primera vez que S. B. venía a Huelva. Lleva 14 años viniendo a trabajar a España con un contrato que le obliga a volver a su país al terminar la campaña agrícola. Pero esta vez la salud le ha jugado una mala pasada, a causa de un cáncer de cuello uterino que arrastra desde hace siete años y cuyo tratamiento en Marruecos, donde rige el copago en la sanidad, difícilmente puede costear con sus ingresos una mujer temporera sola y con cuatro hijos, uno de los perfiles habituales en este tipo de contratación impulsada por el Ministerio de Inclusión, Migraciones y Seguridad Social.

Por eso tampoco, dice, no podía dejar de venir a trabajar a España, porque le iba literalmente la vida en ello, como una versión real de Breaking Bad en la que una persona trata por todos los medios de buscar fondos para costear la cura de su enfermedad.

Así lo explica ella a Público desde la cama del hospital de Sevilla donde ahora está ingresada: "Llevo viniendo a esta empresa desde 2007, nunca tenía pensamiento de quedarme aquí en España. Enfermé de cáncer hace siete años y seguí viniendo a trabajar porque me hacía falta el dinero para mi tratamiento, porque en Marruecos vale carísimo. Me costaba entre 1.000 y 1.500 euros y yo soy una persona muy pobre. No me alcanza el dinero para el tratamiento”.

Tan desesperada es la situación en las circunstancias de una persona como S. B. que esta mujer decidió venir a trabajar a Huelva en marzo, a pesar de que en abril debía someterse en su país a una nueva sesión de quimioterapia para atajar el cáncer: "Justo tenía que venirme a España y no tenía dinero para pagar la otra sesión. Decidí venir a trabajar y trabajando me enfermé", relata.

"No podía hablar, no podía comer"

La baja laboral dejó a S. B. sola en la casa prefabricada de la finca donde se alojan las temporeras contratadas en origen, con muchos dolores, dificultades para tragar la comida, cansancio. "A primeros de mayo enfermé —cuenta ella—. No sentía fuerzas, no podía hablar, no podía comer, me costaba mucho trabajo andar. Se lo comuniqué a mi encargada, le dije que estaba muy mal, que necesitaba ir al médico. Y se negó a llevarme al médico. Y me dijo: Yo no te voy a llevar al médico. Si quieres ir al médico, pídeselo a otra persona. Yo no te voy a llevar, no vaya a ser que pase lo mismo que pasó con otra compañera que murió en mis manos".

Este periódico ha intentado contactar con la empresa para conocer su versión, pero no ha sido posible. Por su parte, Ana Pinto asegura que a esta jornalera marroquí le pusieron muchos problemas para que recibiera la atención médica que necesitaba, hasta el punto de que un día tuvieron que llamar a la Guardia Civil para que la llevaran a urgencias porque se encontraba bastante mal y no le hacían caso.

"Han estado todo el tiempo evitando que se le atienda en condiciones y la coordinadora encargada de las contratadas en origen lo que nos decía era que no tenía que haber venido de Marruecos, que se tenía que volver a su casa, que se lo estaba inventando todo para quedarse en España...", afirma la portavoz de Jornaleras en Lucha.

Desesperada, S.B. decidió contarles a sus hijos la situación en la que se encontraba. Y uno de ellos llamó a una televisión de Marruecos para denunciar el abandono que estaba sufriendo la madre. "Mis hijos –cuenta a este periódico- llamaron a un primo mío que está en Huelva y vino para llevarme al médico. Pero la encargada le insultó, lo humilló, y me prohibieron llevarme al médico. Me desmayé y me metieron otra vez en la casa". Así fue cómo luego acabaron enterándose del caso en la asociación Jornaleras en Lucha, que se puso rápidamente en marcha para ayudar a esta temporera.

Perico Echevarría, director de La Mar de Onuba, el primer periódico que publicó este caso, fue también la persona que se desplazó el pasado 17 de junio a la finca de Almonte donde estaba alojada S. B. para llevarla al hospital.

Después de una larga discusión con una encargada de la empresa —"parecía una subasta, como si esta mujer fuera propiedad de ella", dice—, consiguió que accedieran. Su sorpresa fue que al llegar al hospital Juan Ramón Jiménez de la capital onubense la cita que le habían dicho que tenía para una radiografía no existía; la cita la tenía para hacer un TAC. "24 horas antes decían que le habían diagnosticado una faringitis aguda y ya tenía una cita para un TAC", comenta Echevarría sorprendido del oscurantismo que ha rodeado toda la atención que ha recibido esta temporera.

Escamadas con todo lo que estaba ocurriendo, Jornaleras en Lucha decidió entonces acudir al Instituto Andaluz de la Mujer para buscar un lugar donde pudieran acoger a S. B. y recibir los cuidados que necesitaba. Así fue cómo acabó finalmente siendo acogida en un centro de la asociación Afavi en Sevilla. Y de allí la llevaron a un hospital de la capital andaluza, donde este viernes se encontraba ingresada. "Afavi le ha salvado la vida a esta mujer. ¿Qué hubiera pasado si hubiera seguido como estaba en Huelva?", se pregunta Ana Pinto.

"Si yo no hubiera intervenido después de lo que había visto, habría cometido delito de denegación del deber de auxilio. Vi claro que no estaba recibiendo la atención que necesitaba", asegura por su parte Perico Echevarría.

Dificultades para cobrar la baja laboral

Otro de los problemas con los que se ha encontrado esta jornalera marroquí es la dificultad que ha tenido para cobrar el salario que le corresponde por la baja laboral que le concedieron el 9 de mayo. Según Jornaleras en Lucha, como S. B. carecía de cuenta bancaria, porque le ingresaban el sueldo en una cuenta monedero, no puede percibir ahora la prestación económica de la Seguridad Social que le corresponde por su baja. De eso, de otros papeleos y de su cuidado es de lo que se están ocupando en la asociación que la ha acogido en Sevilla, subraya Ana Pinto.

"Es una barbaridad lo que ha pasado con esta mujer, algo que demuestra una vez más la necesidad de hacer esta labor de denuncia para defender los derechos de las compañeras" que trabajan en la campaña de recogida de los frutos rojos en Huelva, dice la portavoz de Jornaleras en Lucha.

S. B. asegura que no va a dejar de reivindicar ahora lo que considera que le corresponde. "Lo que pido son mis derechos después de tantos años trabajando con esta empresa, sólo quiero mis derechos", recalca.

La contratación en origen por contingente es un modelo que permite traer durante un periodo máximo de nueve meses a trabajadores que no están ni residen en España y que son seleccionados en sus respectivos países a petición de las empresas. Solo se puede emplear a personas extranjeras mediante este tipo de contrato cuando no se pueden cubrir los puestos de trabajo con nacionales o extranjeros que ya residen en la zona. La provincia de Huelva es, con gran diferencia, la que más recurre a esta modalidad laboral para atender una demanda de empleo que la pasada temporada rozó las 110.000 contrataciones, de las cuales más de 12.000 eran de temporeras marroquíes.

Los frutos rojos constituyen uno de los sectores económicos más importantes de la provincia de Huelva. Según los datos del Observatorio de Precios de la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía, esta provincia acaparó en la campaña del año pasado el 97% de la producción nacional fresera, con más de 6.843 hectáreas cultivadas y una producción superior a las 341.000 toneladas. Esa producción va destinada en un 70% a la exportación, fundamentalmente Alemania, Reino Unido, Francia e Italia, con un valor que en 2019 alcanzó los 471,5 millones de euros.

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