Martes 8 de abril de 2025
Una observadora que recoge muestras para el Instituto Español de Oceanografía, subcontratada por el CSIC, fue desembarcada de un atunero para "protegerla" del acoso por razón de sexo que sufrió por parte de los oficiales a principios de enero. Desde entonces, no la han vuelto a llamar para ninguna misión científica.
Ana María Pascual - Madrid-05/04/2025 Público
Una bióloga marina que trabajaba como observadora a bordo de barcos pesqueros recogiendo muestras para el Instituto Español de Oceanografía (IEO), dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha perdido su trabajo a raíz de denunciar un episodio de acoso por razón de sexo a bordo del atunero vasco Albacora Quince, donde estuvo embarcada desde el 10 de noviembre de 2024 hasta el 3 de enero pasado.
Esta científica, que comenzó a trabajar como observadora para el IEO en junio de 2022, ha denunciado ante el CSIC, ante la Inspección de Trabajo y ante la empresa que la subcontrató, Planificación y Desarrollo, S.A. (IPD), el acoso machista sufrido en el Albacora Quince. Pero las denuncias, interpuestas en enero pasado, no han tenido consecuencias para los acosadores pero sí para ella, que ha quedado "desamparada", con una salud mental "mermada" y sin trabajo, ya que no la han vuelto a llamar para otra misión.
Su testimonio deja ver las prácticas de acoso sexual y por razón de sexo a las que son sometidas muchas mujeres a bordo de los barcos del CSIC y de pesqueros comerciales con misiones científicas del IEO.
Esta bióloga era la única mujer en aquel pesquero, con base en Abiyán (Costa de Marfil). Nada más embarcar, el jefe de máquinas le espetó: "Una mujer no pinta nada en un barco, solo traéis problemas".
Ella estaba obligada a utilizar el comedor de los oficiales y no el que usa la marinería. Era habitual que durante las comidas el patrón se metiera con su físico, con expresiones como esta: "Ya sé que dices que ganar peso durante la marea no te importa pero... Estás engordando. Sí, sí; ¡tienes papada!". A continuación, el patrón soltaba una gran carcajada, que imitaban los oficiales, mientras la joven permanecía en silencio y cabizbaja.
"Pareces una ballena"
En otra ocasión, durante una tarde la observadora se paró unos minutos a contemplar la puesta de sol. Un rato después, en la cena, el capitán soltó delante de todos: "Estabas para foto, parecías una sirenita ahí sentada en la punta de la proa". El patrón contestó: "Bueno, una sirenita parecería cuando embarcó, porque ahora más bien parece una ballena". Y estalló en carcajadas. "Prueba a ponerte la ropa con la que embarcaste, seguro que no te entra". El resto de oficiales se echaron a reír y la joven tuvo que irse del comedor "en cuanto los ojos empezaron a llenárseme de lágrimas, porque no quise que me vieran así", dice en un escrito que aportó a su denuncia y al que ha tenido acceso Público.
La bióloga trasladó a su coordinador del IEO lo que le estaba sucediendo y este le recomendó desembarcar en cuanto le fuera posible, algo que la joven descartó por entender que su trabajo no había acabado. También contactó con una delegada sindical de CCOO a la que fue narrando todos los pormenores de un episodio que no había hecho más que empezar.
Un grupo de mujeres se manifiesta contra las violencias machistas, el 25 de noviembre de 2022, en Madrid. La protesta ha sido convocada por el Foro de Madrid contra la Violencia a las Mujeres y el Movimiento Feminista de Madrid. Como "medida de autoprotección" la científica comunicó al capitán que no volvería a comer ni a cenar en el comedor de oficiales, por haber sufrido varias faltas de respeto. A partir de ese momento, los oficiales le retiraron la palabra y el saludo, lo que "tuvo consecuencias para mi trabajo", ya que no recibía respuesta cuando preguntaba algo sobre las capturas. "O lo hacían de mala manera".
El jefe de su coordinador en el IEO le recomendó en un mail que "volviera a comer y cenar con los oficiales para mejorar relaciones y disminuir tensiones". La científica se dio cuenta de que aun siendo ella la víctima se la responsabilizaba del mal ambiente que había en el barco; se ponía el foco en ella y no en los acosadores.
Desembarco forzoso
Desde la empresa IPD se le dijo que era mejor que desembarcara. "Dime cuándo termina la marea, por favor. No creo que hacer una segunda marea sea conveniente. Es mejor evitar que estas situaciones vayan a más. Al final puede ser peor y no queremos que pases una mala experiencia. Tienes que mirar por ti", le escribía una responsable de la empresa, comunicándole que el jefe "quiere que te vengas."
La bióloga manifestó varias veces a la empresa que no quería desembarcar, dado que "no había hecho nada malo".
En su escrito de denuncia la joven alega que la empresa "aceptó como razonable la represalia a la que me estaban sometiendo por no consentir sus faltas de respeto, lo disfrazaron de que solo estaban intentando protegerme".
Con la excusa falsa de que el pesquero debía quedarse en puerto para unas largas reparaciones, tan pronto como atracó en Abidjan le comunicaron a la científica que debía desembarcar y regresar a España. El barco zarpó días después con otro observador a bordo, un hombre natural de Costa de Marfil.
Revictimización
La joven regresó a España muy alicaída, con una fuerte sensación de abandono. "Por parte del COMSE (Comisionado para Promover un Entorno Laboral Sano y Seguro en el CSIC), recibí un desamparo total". Esta figura fue creada en el nuevo protocolo frente al acoso sexual y por razón de sexo del CSIC, después de que el Congreso de los Diputados instara al Ministerio de Ciencia, del que depende esta agencia estatal, a subsanar sus negligencias en cuanto a la protección a las víctimas de acoso sexual, tal y como desveló este diario.
La científica reprocha a la COMSE haberla dejado sola mientras soportaba el acoso machista y las represalias en el barco. Dice que solo recibió un mail suyo indicándole que había estado intentando contactarla. "Supongo que sabrá que si estoy en medio del Atlántico no puedo recibir ni hacer llamadas telefónicas convencionales. ¿Intentó contactarme por WhatsApp? No, ¿verdad? Sin embargo sabía que por WhatsApp sí podía hablar perfectamente", le reprochó por correo electrónico.
"Cuando necesité su ayuda y su amparo, su intervención, es cuando me estaban maltratando en el barco; es decir, antes de que me bajaran como represalia por intentar defenderme frente a su acoso y sus ’machistadas’", concluyó así.
Las denuncias
El 20 de enero, la joven, por mediación de la representante sindical, interpuso la denuncia ante el CSIC pidiendo que se activara el protocolo de acoso sexual y por razón de sexo. Hace unos días, ante la insistencia de la sindicalista, el CSIC le ha comunicado que activó dicho protocolo en el sentido de comunicar los hechos a la empresa IPD, ya que la trabajadora no está contratada directamente por la agencia estatal. Nada más por parte del CSIC. La delegada sindical se queja de que no se le ha facilitado a la bióloga la ayuda psicológica que pidió y que el asunto es urgente debido a su estado anímico.
El apartado 4.3.1 del protocolo indica que "en los casos en los que el CSIC tenga conocimiento de hechos que sean susceptibles de ser calificados como acoso sexual o por razón de sexo, pero que no se hayan producido en lugares de trabajo del ámbito objetivo de aplicación de este protocolo, ni afecten a personas del ámbito subjetivo del mismo, lo pondrá en conocimiento de las instituciones o empresas afectadas a los efectos previstos en sus respectivos protocolos y, si concurren los presupuestos necesarios, dará traslado al Ministerio Fiscal y/o a la Inspección de Trabajo y Seguridad Social".
Sin protocolo
En cuanto a la empresa IPD, la bióloga marina solicitó a sus responsables hasta en cuatro ocasiones el protocolo de acoso sexual, sin obtener respuesta. "Y en enero de 2025 nos envían un protocolo hecho unos días antes. ¿Cómo es posible que una institución pública haya formalizado un contrato con una empresa que está obligada a tener ese protocolo y no lo tiene?", indica a este medio la sindicalista de CCOO.
En este sentido, la Comisión Delegada de Igualdad del CSIC (CDI) en su reunión del 20 de febrero pasado decidió estudiar si se propone una sanción económica por falta muy grave a la empresa IPD por carecer de protocolo de acoso sexual en el momento de la denuncia de la trabajadora, según ha podido saber este diario.
Los sindicatos presentes en la CDI han pedido al CSIC "una intervención activa en el chequeo y cumplimiento de los pliegos, así como tomar medidas para que estas empresas no puedan volver a contratar con el CSIC", según ha sabido este diario.
Una asesora confidencial
La empresa IPD —al cierre de esta edición, dicha mercantil no había contestado al requerimiento de este medio de recabar su versión de los hechos— activó aquel novísimo protocolo, que establece la figura de la asesora confidencial como primer paso para gestionar la denuncia.
En este sentido, se le ha comunicado a la trabajadora que debe llamar a un número de teléfono para "aclarar’’ lo sucedido. "¿Cómo se le puede decir a la víctima: Llama para ’aclarar’ lo sucedido? Una persona que está destrozada, que ha perdido el trabajo y no entiende por qué; que se ha limitado a protegerse", clama la sindicalista.
El 30 de enero la bióloga marina envió a la asesora confidencial una declaración con los hechos y desde entonces no ha sabido más de ella, según indica esta joven, que siempre trabajó para IPD como trabajadora fija discontinua.
Dos meses sin trabajar
Pero desde que llegó a España procedente de Costa de Marfil, no ha vuelto a embarcarse en una misión científica del IEO. Y no porque no se hayan convocado nuevas expediciones, sino porque a ella no la llaman. "Estoy vetada —dice—. Bajan a la víctima del barco como represalia y luego me vetan y me dejan sin trabajo de forma indefinida".
Mientras trata de recuperarse de la tristeza que la asuela, la joven se entera en un chat de la contratación de otros biólogos y biólogas como observadores pero a ella no la llaman para subir a un barco. Desde el CSIC se indica que no depende de ellos, sino de la empresa IPD.