Jueves 15 de mayo de 2025
Por Diana López Varela, Periodista 12/05/2025 Público
Una vez aprobada la norma que deroga la instrucción que permitía registrar a los niños nacidos por vientre de alquiler fuera de España —y de manera directa en cualquier consulado español—, conviene fijarse en las escandalosas cifras que reflejan que miles niños y niñas han sido traídos a nuestro país por sus compradores durante los últimos años y sin ningún tipo de consecuencia penal. A pesar de que la gestación subrogada es ilegal y considerada nula de pleno derecho en España desde el año 2006, los datos oficiales señalan que solo entre 2010 y 2020 se registraron más de 2500 menores nacidos por esta práctica en el extranjero. Hasta 2023, ya eran 3112 los niños nacidos de vientre de alquiler inscritos en los diferentes consulados españoles repartidos por el mundo. Otras fuentes, cifran en más de 10.000 los bebés españoles nacidos en el extranjero por gestación subrogada. Y, en todo el mundo, cada año nacen 20.000 niños mediante la explotación reproductiva, según la ONG suiza International Social Security.
Acabar con el salvoconducto que permitía esquivar la normativa nacional desde el año 2010 es un triunfo del movimiento feminista, que lleva años reclamando lo que finalmente sentenció el Tribunal Supremo al recordar que en la gestación subrogada “las madres y los niños son tratados como simples mercancías” consiguiendo equipararla a lo que realmente es: trata de seres humanos. Sin embargo, y a pesar de llevar años saltándose la ley, ahora tenemos que aguantar las lágrimas de los papis subrogados que se atreven a quejarse del maltrato administrativo que supone, según ellos, que los niños que han comprado se queden “en un limbo legislativo”. Poco les importa que se queden en un limbo identitario, biológico y vital. Poco les importa que se queden en el limbo del apego más inseguro, que es el que procede al arrancamiento del vientre de su madre. Dicen los compradores que con la nueva norma se priva a las criaturas de derechos cuando del derecho más grande los han privado ellos y califican de “violencia institucional” y de “discurso de odio” las declaraciones de la ministra Ana Redondo felicitándose por este avance, cuando es imposible ejercer más violencia y odiar más que ellos. Los compradores de bebés odian a las mujeres a las que explotan y por eso no les importa dejarlas desangrarse, con el cuerpo palpitando por las contracciones, unos pechos que esperan al otro lado con leche brotanto y la piel ardiendo. Y para justificar esa atrocidad se sirven de eufemismos que maquillan hasta la náusea la explotación reproductiva como es el de la madre sustituta, un concepto tan bien traído como el de auxiliar administrativo a tiempo completo. ¿Sustituta de quién? Dos varones no pueden tener hijos biológicos entre sí, una mujer de 65 años tampoco, y otra que no quiere que el embarazo le joda el cuerpo o la salud o la carrera laboral tampoco necesita una sustituta, necesita comprarse un bebé reborn y pasearlo por el parque. No existen las madres sustitutas, existen las madres y los que las quieren sustituir fingiendo ser lo que no son.
Los compradores también odian a las criaturas porque las privan del único hogar conocido por ellas, el cuerpo de sus madres. Algunas expertas como la psiquiatra perinatal Ibone Olza señalan que la gestación subrogada es semejante para el bebé al fallecimiento de la madre en el parto. Otras señalan que todavía es peor porque una madre que muere en el parto ha podido, al menos, vincularse con su bebé, algo que una madre de alquiler tiene prohibido por contrato. Nos piden los compradores que no nos pongamos esencialistas ni dogmáticas, que las mujeres somos mucho más que un útero, pero resulta que se gesta en un útero, y que los deseos y los sueños no llegan para fabricar un bebé por más que Ana Obregón haya llamado a una legión de cigüeñas. Solo una sociedad madura puede entender las implicaciones biológicas, éticas y políticas que implica permitir cualquier tipo de subrogación. No hace falta ser madre para sufrir viendo videos de partos de mujeres a las que arrancan a sus criaturas, aunque si eres madre puedes llegar a sentir el dolor en tus propias carnes. Si las madres feministas luchamos contra la violencia obstétrica no podemos permitirnos convivir con la más grande de todas y mirar hacia otro lado. La explotación reproductiva es violencia obstétrica, sexual, económica, psicológica y vicaria, porque la explotación reproductiva lo atraviesa todo. Lamentablemente, nos estamos acostumbrando tanto a que nos roben nuestros procesos invitándonos a donar o a congelar óvulos desde la universidad que todo lo que tiene que ver con la reproducción humana pasa, cada vez más, por el business.
Leo en una página de subrogación: “Al seleccionar madres sustitutas que priorizan el bienestar y reciben una excelente atención prenatal, ayudamos a los futuros padres a sentirse seguros y apoyados durante todo el proceso de gestación subrogada sabiendo que el desarrollo de su hijo está en manos compasivas y capaces.” La compasión es la otra guinda de este pastel de abuso económico y manipulación emocional con la juega esta gentuza. Las mujeres no tenemos que ser compasivas con nadie más que con quien no se pueda defender, y por eso la compasión natural surge hacia los hijos. Llegará un punto en que esas criaturas se pregunten por qué las han vendido, por qué han mercadeado con ellas, por qué alguien las llevó en su vientre para entregarlas a un tercero como un paquete de Amazon. Por qué alguien -sus propios papis-compradores- tuvo el valor de ponerles un precio. No olvidemos que la misma lógica patriarcal y capitalista que permite comprar niños vulnerables también se puede usar para vender padres inútiles, abusadores y explotadores.
La gestación subrogada no solo debe estar prohibida por ley, debería ser también reconocida una forma de maltrato hacia la infancia del mismo modo que ya es reconocida como una forma de violencia contra la mujer porque ¿no habíamos dicho que si maltratan a una madre también maltratan a sus hijos? ¿no habíamos quedado en que un maltratador jamás puede ser un buen padre? Con la nueva norma los papis-delincuentes todavía tienen la posibilidad de adoptar a los niños que han comprado y no me cabe duda de que familias mucho más competentes para darles amor a todas esas criaturas.