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Un año de crisis, luchas y debates feministas

Sábado 1ro de enero de 2022

Las polémicas dentro del feminismo se han polarizado como nunca. De un lado, posiciones esencialistas que dejan de lado a las migrantes, precarias y diversas. Del otro, quienes pretenden construir alianzas

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Pancarta en la manifestación del 8M (2019). Manolo Finish

Josefina L. Martínez 29/12/2021 CTXT

Este año nos hemos enfrentado a una crisis de múltiples dimensiones. Para las mujeres de todo el planeta, la pandemia significó un incremento de los agravios cotidianos. Mientras como trabajadoras esenciales resistían en la “primera línea” de trabajos precarios y mal pagados, y organizaban huelgas o protestas, en los hogares asumían el peso de una renovada crisis de la reproducción social. Con su afán de ganancias rápidas, el capitalismo destruye sus propias condiciones de reproducción a largo plazo, mediante un conjunto de procesos socio y eco destructivos que llevan al agotamiento de recursos y la multiplicación de catástrofes.

Todo indica que esta pandemia, que pensábamos despedir en 2021, nos acompañará más tiempo. No se trata de un virus infalible, sino de la irracionalidad de un sistema que prioriza las ganancias de unos pocos por encima de la vida de millones. Las grandes farmacéuticas aumentaron sus beneficios un 66% el último año gracias a las vacunas, mientras decenas de países africanos no han superado el 10% de vacunación –ómicron está ahí para recordarlo–. La liberación de las patentes es una demanda que se explica por sí misma, pero está bloqueada por los Estados más ricos y las multinacionales. Como escribimos en otra ocasión, la pandemia generó una acumulación de ultrajes y desigualdades para los sectores más precarios de la clase trabajadora, las mujeres, las migrantes y la juventud. El virus no ha sido igual para todos. La fortuna personal de Jeff Bezos supera ya los 210.000 millones de dólares mientras sus empleadas de Amazon en Alabama y Chicago luchan para poder organizar un sindicato.

"La extrema derecha exacerba la homofobia, el racismo y la violencia contra las mujeres, pero estas forman parte del ADN del sistema capitalista patriarcal"

Si miramos al sur, este 2021 arrancó unos días antes para las mujeres argentinas. El 29 de diciembre de 2020 el Congreso de Diputados aprobaba la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo y miles festejaron en las calles. Así culminaba más de una década de protestas, encuentros masivos y movilizaciones. El triunfo de la marea verde por el derecho al aborto encendió la esperanza de las mujeres en el resto de América Latina. Tuve la suerte de estar allí, y contarlo en CTXT. Hace unas semanas, un muchacho rojipardo me quiso provocar en una charla: “¿Qué ha logrado el movimiento de mujeres con su movilización?”. Pensó que me ponía contra las cuerdas. “Mira Argentina, le respondí. Si a ti no te parece importante que las mujeres no tengan que morir por abortos clandestinos, no sé de qué hablamos.” De todos modos, sabemos que en esta sociedad ninguna conquista es duradera. Este 2021, las mujeres de Estados Unidos tuvieron que salir a movilizarse, porque en estados como Texas quieren volver a limitar el derecho al aborto. Otro tanto ocurre en Polonia, donde el Tribunal Supremo ha restringido de forma considerable el derecho al aborto.

En medio de esta crisis, se endurecen los discursos de una extrema derecha negacionista, xenófoba, machista y homófoba. Desde el Brasil de Bolsonaro a los ultras castizos de Vox, pasando por Milei en Argentina o los conservadores polacos. Los movimientos feministas, LGTBI y antirracistas son considerados una amenaza para su objetivo de recuperar el viejo orden y la familia patriarcal. La extrema derecha exacerba la homofobia, el racismo y la violencia contra las mujeres, pero estas forman parte del ADN del sistema capitalista patriarcal. Por eso no deberíamos perder de vista la trampa de aquellos discursos “progresistas” que llaman a poner freno a la derecha, pero sirven copas en la fiesta del capital. En todo caso, los debates en el feminismo también pasan por aquí. ¿Se trata de escalar posiciones en un mundo desigual o nos proponemos transformarlo todo?

Debates colectivos para un feminismo transformador

Sabemos que las polémicas en el interior del feminismo se han polarizado como nunca. De un lado, posiciones conservadoras, esencialistas y restrictivas que en nombre del “verdadero feminismo” dejan de lado las reivindicaciones de las mujeres migrantes, precarias y diversas. Del otro, quienes, aun con muchos matices, pretenden construir alianzas y luchas en común.

Pero este año también hemos visto interesantes debates y reflexiones para enriquecer las armas de un feminismo transformador. En noviembre, se celebró la IV Conferencia MarxFem de forma online desde Bilbao. Durante tres días, reconocidas feministas anticapitalistas, trabajadoras y activistas intercambiamos ideas acerca de la lucha contra el patriarcado, el racismo y el capitalismo. Silvia Federici, Nancy Fraser, Jule Goikoetxea, Tithi Bhattacharya, Lorena Cabnal, Elsa Dorlin, Frigga Haug, Ochi Curiel, entre otras. Tuve el gusto de participar en una mesa junto con Andrea D’Atri, Cynthia Burgueño, Diana Assunção, y Alejandra Decap de Pan y Rosas, donde compartimos ideas sobre feminismo y estrategias para la emancipación. La relación entre género, clase y racismo; el auge de la extrema derecha y cómo enfrentarla; la crisis de la reproducción social y la polémica sobre identidades y clase obrera.

La filósofa y activista feminista vasca Jule Goikoetxea fue parte de la organización del evento este año. Nos contó que la participación superó las expectativas iniciales, con más de 600 personas de diferentes países en algunos de los plenarios. “Se ha podido ver que no estamos de acuerdo en todo y que aun así estamos en la misma trinchera. Hemos conseguido poner en primera línea las diversas prácticas y críticas provenientes tanto de dentro como de fuera del feminismo marxista donde diversas escuelas filosóficas y políticas tienen cabida”, señaló.

“Hemos tenido debates teóricos desde la interseccionalidad o la imbricación en diversos ámbitos, como el valor, el Estado, el derecho, el sujeto, el cuidado, la producción y la reproducción social. Aquí tuvimos propuestas en torno a nuevas organizaciones y repertorios de lucha y protesta. Hubo, por otro lado, casos de estudio concretos, ejemplos de lucha, resistencia y organización que incluyeron no solo las diversas huelgas feministas en el norte y el sur global, sino resistencias locales y específicas en empresas, en internet, universidades y esfera pública”.

Por mi parte, abordé algunos aspectos de la Teoría de la Reproducción social, cuyo aporte más importante es poner el foco en la relación necesaria, pero contradictoria, entre los trabajos de cuidados en el hogar y la acumulación de capital. Una aproximación teórica que permite explicar el papel que desempeñan esas tareas del ámbito doméstico como parte esencial de la reproducción de la fuerza laboral. Desde la reposición de energías diarias de trabajadores y trabajadoras, al cuidado de las personas que están por fuera de la fuerza laboral activa (como ancianos, niños y enfermos) y el recambio generacional de la fuerza de trabajo. En este marco, propuse un contrapunto con la feminista norteamericana Nancy Fraser acerca del feminismo del 99% y la idea de formar un “bloque contrahegemónico”. Una formulación, que, si bien busca superar las divisiones entre la clase obrera y otros sectores oprimidos, a mi modo de ver termina en una política de suma cero si se canaliza por las vías institucionales de los “gobiernos progresistas”. En todo caso, los debates completos de la Conferencia Marx Fem se pueden ver en vídeo

"Que este 8M sea un día de lucha por las limpiadoras, las trabajadoras del hogar, las jornaleras y las enfermeras, por las Kellys y las cajeras del supermercado"

Por último, para recuperar otros debates colectivos en el feminismo este 2021, termino con una recomendación: Alianzas rebeldes. Un feminismo más allá de la identidad (Bellaterra, 2021). Se trata de un libro “coral” de varias autoras: Clara Serra, Paloma Uría Ríos, Santiago Alba Rico, Cristina Garaizabal, Miquel Missé, Nuria Alabao y Mamen Briz, entre otras. Los matices y enfoques cambian en cada capítulo y algunos me resultaron más interesantes que otros, pero en conjunto son aportes muy buenos para problematizar posiciones que ciertos sectores conservadores del feminismo consideran “incuestionables”.

Como plantean en la introducción, una de las grandes apuestas del libro es “la crítica al poder punitivo” y por eso sus páginas “dan espacio a las voces que estos últimos años se han manifestado contra la incorporación por parte de algunos feminismos a la lógica del castigo.” Mientras que en la escena política han crecido las respuestas penales y punitivas, las autoras señalan: “Si el feminismo quiere ser una alternativa a las formas tradicionales y autoritarias del poder y a las amenazas de la ultraderecha no podrá serlo si no es renunciando a las recetas reaccionarias”.

El libro reúne textos que cuestionan “el auge de discursos puritanos y moralistas y frente a la instauración por parte de algunos feminismos de nuevas normatividades sexuales”. En este sentido, me gustó especialmente el artículo de Miquel Missé con una crítica fuerte a las perspectivas esencialistas y reduccionistas biologicistas, planteando al mismo tiempo algunas polémicas al interior del activismo trans. También los textos de Clara Serra y varias autoras, debatiendo sobre el punitivismo y el puritanismo del feminismo identitario. La última parte agrupa reflexiones sobre la precariedad laboral, el racismo institucional y la pobreza. Entre otros, destacan los textos de Nuria Alabao, que aborda estos temas desde un feminismo anticapitalista y de clase.

Para terminar este repaso del año en clave feminista, pensemos en tiempo futuro: falta muy poco para el 8M. Este año, vivimos con indignación la prohibición de las manifestaciones de mujeres por parte del gobierno “más progresista de la historia” que nos envió a la policía. ¿Cómo vamos a construir el 8M del 2022? Algunas pensamos que debería poner en el centro los reclamos pendientes de las que vienen peleando en primera línea, organizando huelgas y protestas contra la precariedad, la violencia laboral y el racismo institucional. Que este 8M sea un día de lucha por las limpiadoras, las trabajadoras del hogar, las cuidadoras, las jornaleras y las enfermeras, por las maestras y las cajeras del supermercado, por las Kellys, las limpiadoras del Museo Guggenheim y las del SAD, por todas ellas. Feliz nuevo año para todas y gracias por estar ahí.

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