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Trabajadoras transfronterizas, 19 meses atrapadas en Ceuta

Domingo 14 de noviembre de 2021

Una caravana feminista se unirá el domingo 14 de noviembre a las trabajadoras y trabajadores fronterizos atrapados en Ceuta para exigir que se cumplan sus derechos y se les permita salir de la ciudad autónoma.

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Transfronterizas se concentran ante la Delegación del Gobierno en Ceuta. Foto: APDHA

Sarah Babiker 13 nov 2021 El Salto

Desde hace más de tres meses un grupo de trabajadoras y trabajadores transfronterizos se concentra semanalmente frente a la Delegación del Gobierno en Ceuta. Según datos de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) su colectivo engloba a unas 500 personas en la Ciudad Autónoma, pero también a unas 3000 personas que se quedaron tras el cierre de fronteras en el lado marroquí. Mientras hace tiempo que el mundo ha retomado la movilidad, la mayoría de fronteras han abierto, y viajar es ya algo habitual, desde hace ya 19 meses, las trabajadoras transfronterizas marroquíes no han podido abandonar el enclave.

“Lo que estamos pidiendo es alguna solución para nosotros: que podamos volver a ver a nuestros familiares quienes estamos aquí en Ceuta, o a nuestros puestos de trabajo, porque los que se quedaron allí están sin trabajo y nosotros no podemos volver ni por aire, ni por mar, ni por tierra, estamos atrapados”, resume Rachida, portavoz del colectivo de transfronterizas.

Antes del cierre de la frontera terrestre, la vida ya era bastante dura para estos miles de trabajadores, la mayoría mujeres empleadas en el ámbito de los cuidados y el trabajo doméstico, que vivían en territorio marroquí y trabajaban en territorio español. “La gente venía a las 4 de la madrugada para estar en el trabajo a las 10, así que algunos nos quedábamos a dormir, aunque no teníamos derecho a pernoctar aquí”.

Y es que las trabajadoras se quedaron atrapadas en territorio español pero no en espacio Schengen: acceden a la ciudad autónoma como trabajadoras, con la condición de no residir en la ciudad. “Se trata sobre todo de aprovechar la mano de obra barata que viene del otro lado de la frontera”, explica Ana Rosado de APDHA. Esta organización ha puesto en marcha una campaña por los derechos de estas trabajadoras, con un manifiesto que ya han firmado más de 100 entidades de la sociedad civil. En respuesta a la petición de apoyo de este colectivo de trabajadoras y trabajadores, han organizado una Caravana Feminista que viajará mañana 14 de noviembre a la ciudad, con el fin de visibilizar su situación y apoyarles en sus reivindicaciones.

“No podemos salir a ver a nuestros familiares, no podemos hacer vida normal, no tenemos libertad de movimiento”, explica Rachida. Se movilizan para reclamar medidas concretas que les saquen de ese limbo. Porque en estos meses esperando que ambos países se pongan de acuerdo, que se abran las fronteras, la vida ha seguido con las trabajadoras lejos de sus familias: “Hay casos humanitarios”, expone Rachida, y explica el caso de Turia, trabajadora atrapada en Ceuta cuya madre falleció en Marruecos, y que once días después también perdió a su marido: “Le han quedado dos hijos solos, desamparados sin ayuda de nadie. También está Aisha, que en paz descanse, quien trabajaba como empleada del hogar y falleció el 17 de marzo del 2021”. Cuenta Rachida cómo la familia de Aisha esperaba la apertura de la frontera para ver a su hija en vida, y ahora ni siquiera pueden visitar su tumba. Madres que tienen en Marruecos hijos pequeños, trabajadoras que dieron a luz en el lado ceutí, lejos de su familias, trabajadores que no conocen a los hijos que sus esposas tuvieron del lado marroquí, tras el cierre de la frontera. “Tardaría días en contarte todo”, apunta Rachida.

Para Rosado, que este colectivo, en su mayoría trabajadoras del cuidado, no haya encontrado una respuesta tras tanto tiempo pone en evidencia la “hipocresía de un gobierno que se erige como pionero del feminismo. Estas mujeres son las que sostienen el estado de bienestar, que no haya intención ninguna por parte del gobierno español de salvaguardar los derechos de estas personas, demuestra que como siempre el estado es una máquina de explotación del cuerpo de las mujeres”.

Sin derecho a empadronarse, con inmensas dificultades para alquilar, algunas se quedaron a vivir en las casas de sus empleadores y otras “van y vienen del CETI (Centro de estancia temporal de inmigrantes), se buscan la vida y trabajan por horas limpiando algunas casas. Hay quienes han conseguido alquilarse un piso con el trabajo, irse a vivir junto a otras trabajadoras, pero alquilar un piso es también una odisea, está muy caro”, explica Rosado.

Con el paso del tiempo también ha ido caducando la documentación. “A mí me ha caducado el pasaporte. Así la tarjeta transfronteriza no podemos renovarla, y si no podemos renovar la tarjeta transfronteriza no podemos renovar la tarjeta sanitaria”, explica Rachida. El laberinto burocrático es insalvable: “Para renovar las tarjetas transfronterizas tenemos que traer documentos de Marruecos y ahí nos piden que vayamos personalmente. Aquí nos dicen que sin esos papeles no renuevan la tarjeta: somos una pelota y cada uno nos tira a un lado”. En Ceuta además, recuerda, no hay consulado marroquí, tendrían que ir a Algeciras, pero no pueden atravesar el estrecho por que su documentación no se lo permite.

Ante esta falta de soluciones: “organizamos la caravana feminista para intentar coger fuerzas de colectivos de la sociedad civil de toda la península, para que podamos visibilizar el problema y denunciar esta situación”, explica Irene Graíño, integrante de APDHA que ha estado viajando a Ceuta para dar apoyo jurídico al colectivo de transfronterizas. “La última vez que fuimos atendimos en una tarde a más de 100 personas. Desde la asesoría jurídica de APHDA estamos intentando ver caso por caso. La mayoría cumpliría los requisitos para el arraigo en la ley de extranjería, lo que pedimos es que se cumpla la ley y se les reconozca su dignidad y sus derechos”. Solo en algunos casos se regulariza a estas trabajadoras “hay familias que las contratan como internas, y las tienen regularizadas porque cuando se vienen a la península de vacaciones necesitan que esa mujer tenga la documentación”, apunta Rosado.

Rachida explica cómo tras protestar frente a la Delegación del Gobierno fueron recibidas por la delegada. Aquella vez, como en tantas otras ocasiones, se les dijo que su caso deben dirimirlo con Marruecos: “llevo casi 15 años cotizando aquí, hay gente que supera los 30 años cotizando para el estado español. Si nosotras estamos atrapadas aquí, si estamos trabajando aquí, si estamos cotizando aquí, pues estamos pidiendo soluciones al gobierno español”. También quienes están del lado marroquí, recuerda, se han pasado la vida cotizando del lado español. “Muchas de ellas han llegado a la jubilación, se han quedado atrapadas ahí, y no tienen derecho a nada”.

El domingo 14, frente a esa Delegación del Gobierno donde las transfronterizas vienen protestando las últimas semanas, se unirán las activistas de la caravana feminista que se dirigen ya hacia el otro lado del Estrecho. “Desde APDHA vamos a hablar de la situación legal, de cómo se vulneran los derechos humanos en la frontera, dando también una perspectiva feminista. Las trabajadoras transfronterizas van a contar su situación”, explica Graíño. Se leerá también el manifiesto, que harán llegar no solo a la Delegación del Gobierno, sino también al Ministerio de Interior, al Ministerio de Trabajo y al Defensor del Pueblo, manifiesto en el que exigen la regularización de estas trabajadoras y trabajadores.

“Como organización feminista”, defienden desde APDHA, “consideramos imprescindible mostrar nuestro apoyo a estas trabajadoras. Las políticas migratorias y la ley de extranjería generan desigualdad y vulneraciones de derechos más graves y acentuadas sobre las mujeres. Es urgente un reconocimiento a la labor de estas mujeres y una valoración de su trabajo de cuidados”. “Es una situación muy grave y la gente no lo ve: El otro día me dijeron a mí que nuestro caso no es urgente, no será urgente porque no lo estás viviendo tú”, concluye Rachida.

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