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Trabajadoras de comedores escolares, “desbordadas” y sin apoyos por la COVID: “Nos faltan ojos, no llegamos a todo”

Lunes 5 de octubre de 2020

“Es el doble de trabajo con los mismos niños, un problema que se está dando en toda España. Han abandonado a los comedores escolares de todo el país”, apuntan

Alicia Avilés Pozo 4 de octubre de 2020 elDiario.es

El cumplimiento de los protocolos para impedir los contagios de la COVID-19 en los comedores escolares está implicando una carga de trabajo adicional para las plantillas, compuestas en su gran mayoría por mujeres. Monitoras, auxiliares de servicios y limpieza (ASL) y cocineras están “desbordadas” para poder cuidar, vigilar, limpiar y mantener la distancia de seguridad entre los grupos-burbuja de todos los niños y niñas que acuden a comer cada día. En la gran mayoría de casos está siendo más del doble de trabajo debido a la duplicidad de turnos para conseguir más separación, pero en muy pocos esto ha derivado en un aumento de las plantillas. Es más, incluso se han dado situaciones donde se han reducido porque las empresas no están haciendo el llamamiento de las trabajadoras fijas discontinuas.

Estos casos los ha denunciado el sindicato CCOO en Castilla-La Mancha pero, según las trabajadoras, es un problema que se está dando en toda España, a la luz de las conversaciones que han mantenido los comités intercentros de las empresas que contratan las administraciones autonómicas para dar este servicio. Cristina Laguna, coordinadora del Sector de Colectividades de Servicios del sindicato, advierte: “Con el mismo o con menos personal, en los comedores escolares hay que hacer muchas más cosas que al inicio del curso pasado”.

“La prevención de contagios por COVID-19 implica trabajo adicional que no se contemplaba en los pliegos de condiciones para la contratación de los comedores escolares. Las empresas hicieron sus ofertas económicas y recibieron las adjudicaciones en base a unos costes y a unas previsiones que se han visto alteradas por la pandemia”, explica.

Así lo constata sobre el terreno Carmen (nombre ficticio), coordinadora de monitoras del comedor de un colegio de la provincia de Guadalajara, donde trabaja desde el año 2007. Sus funciones son organizar las comidas, colocar a todos los niños y atenderlos en sus necesidades. Pero desde el inicio del curso escolar, se han sumado tareas de limpieza por labores añadidas de desinfección e higienización, así como la organización y separación de los denominados grupos-burbuja.

"A los niños nunca puedes dejar de atenderlos"

“La mayoría de comedores han duplicado los dos turnos de comida debido a la habilitación de nuevos espacios para garantizar la distancia de seguridad. Esto, junto con las medidas adicionales de higiene, hay que hacerlo todo en el mismo tiempo y con las mismas trabajadoras. Entre turno y turno hay que volver a limpiar y desinfectar. Hay que ajustar los tiempos al máximo, porque al mismo tiempo la cocinera tiene que estar preparando la comida para el siguiente turno. Lo hacemos todo a la carrera y acabamos desbordadas porque a los niños nunca puedes dejar de atenderlos”, detalla a elDiarioclm.es.

La queja principal de estas trabajadoras es, por tanto, la falta de apoyo. “Ha habido refuerzos para los colegios en profesorado y limpieza y a nosotras nos han dejado totalmente vendidas”. Porque el problema original, precisa, viene de unas ratios que nunca se han cambiado y que la pandemia ha demostrado que son imposibles de gestionar: para Educación Infantil de alumnado de tres años son 15 niños por monitora; de 4 a 5 años, 20 niños por monitora; y en Educación Primaria, pueden llegar a tener hasta 45 niños por monitora. Algunas de las empresas contratadas por las administraciones regionales incorporan personal en Primaria cuando se superan los 30 niños, pero “en la mayoría estiran el tope hasta donde pueden”.

Esta trabajadora ha pedido en varias ocasiones a su empresa el refuerzo de las plantillas. Asegura que con más gente para las tareas de limpieza entre turnos, los problemas se resolverían y se evitaría que los niños a veces tengan que estar esperando más de lo necesario, porque “también en esos casos debemos vigilarlos y atenderlos, y no podemos estar a todo”. “En los casos en los que se dispone de espacio en los patios, no hay problema para mantener a la espera a los grupos-burbuja, pero no sucede así en todos los centros, con lo que los problemas se agravan. Al tener todo tan sumamente separado, llega un momento en que nos faltan ojos y no llegamos a todo”.

El trabajo, añade, sale adelante porque “nos ayudamos entre todas en cosas que no tendríamos que hacer, hacemos equipo en grupos homogéneos de mujeres que llevamos trabajando mucho tiempo”. Pero avisa de que no debería ser así para garantizar el buen servicio a los niños. “Es un estrés casi imposible de aguantar. El trabajo lo sacamos, pero a costa de que no nos llegue la vida”, lamenta.

Asegura que la falta de personal de apoyo sucede en toda España, pero que la mayoría de las empresas se niegan a contratar más personal ante el temor de que algún comedor pueda cerrar por la falta de niños. De momento, adelanta que tanto ella como sus compañeras seguirán enviando peticiones “para que tengan en cuenta que no es un año normal y deberían tenerlo en cuenta”. “Los niños requieren su tiempo, los cuidamos como si fueran nuestros hijos y desde los despachos no se ponen en nuestro pellejo. Somos las trabajadoras las que hemos decidido cómo hacerlo lo mejor posible, porque, salvo algunos directores de centros, nadie ha venido a preguntarnos si necesitábamos algo".

Desde CCOO, Cristina Laguna subraya que es la Administración autonómica, titular de los comedores, la que “debe implicarse y garantizar que las contratas adoptan las medidas necesarias para cumplir los protocolos de seguridad sin dejar de hacer las tareas para las que se las contrató”.

“Esto requiere reforzar las plantillas, incluso liberando recursos desde la propia Administración, ya que en un comedor escolar no hay nada que pueda dejarse de hacer, todo lo que se hace es importante. ¿Cocinar o desinfectar? ¿Atender y cuidar a los niños o desinfectar? ¿Quién decide qué hay que dejar de hacer para cumplir los protocolos? Porque todo no se puede hacer a la vez si no hay más manos para trabajar”, concluye.

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