Lunes 4 de marzo de 2019
CTXT 03-03-2019
La huelga es una poderosa herramienta que, en manos de un movimiento feminista audaz, radical y transversal permitió, hace un año, hacer visible a toda la sociedad la realidad y los conflictos que atraviesan la vida de las mujeres. El 8M de 2018 fue un hito histórico que ha tenido efectos importantes. A lo largo del año transcurrido la decisión y voluntad de cambio de las mujeres se ha expresado en todos los ámbitos, desde los hogares y las familias hasta los espacios públicos. Para ninguna mujer que vivió y se sintió partícipe de esa marea feminista, ni para los hombres que las acompañaron, fue una anécdota en sus vidas. Saberse sujetos de derechos y parte de una inmensa fuerza colectiva abrió las puertas a que miles de mujeres pusieran nombre a su rabia ante las manifestaciones del machismo en sus vidas, y ayudó a identificar sus causas estructurales y a ir compartiendo posibles salidas.
Pero tras la contundente contestación feminista, que expresó sin equívocos la exigencia de cambios, los motivos que la animaron siguen teniendo una implacable y urgente vigencia. De ahí la pertinencia y necesidad de la convocatoria de una huelga de cuidados, laboral, de consumo y estudiantil que realiza el movimiento feminista este 8 de marzo.
Las jornadas que CTXT organizó el pasado año en Zaragoza tomaron el pulso a las principales demandas que plantea el movimiento feminista transnacional, siempre aterrizadas en cada territorio. Las desigualdades, la pobreza y exclusión social de las mujeres no hacen sino aumentar como efecto de las políticas neoliberales y austericidas. La precariedad marca no solo la posición de las mujeres en el empleo sino la posibilidad de un proyecto de vida digno para todas, frente a los desahucios o la negación de expresión de identidades no normativas. Porque las violencias machistas, los asesinatos y las violencias sexuales, la impunidad social que las acompaña y unos Pactos de Estado, limitados, que no se materializan como debieran siguen presidiendo las relaciones sociales. Las violencias institucionales convierten a las mujeres migrantes en objeto de leyes de extranjería inspiradas en el racismo y el clasismo institucional. Los efectos de una economía regida por la búsqueda del beneficio y no del bienestar de las personas, donde los cuidados siguen sin formar parte de la responsabilidad del Estado, delega toda la responsabilidad de los hogares en las mujeres, sin que la corresponsabilidad de los hombres cambie de sentido.
La detallada plataforma de ideas elaborada por la Comisión Feminista del 8 de Marzo, que fundamenta los motivos y objetivos de la huelga, presenta pocos cambios respecto al año pasado. Esto tendría que llevar a una profunda y urgente reflexión a los partidos políticos que apoyaron la huelga feminista acerca de sus políticas a nivel local, autonómico y estatal, y sobre la transformación que impulsan en la sociedad. A su vez, la huelga de este año ofrece a los sindicatos mayoritarios la oportunidad de impulsarla más allá de las dos horas de paro y dar un apoyo explícito a la resignificación que el feminismo realiza de la huelga, extendiéndola al conjunto del trabajo que realizan las mujeres: en el ámbito productivo y en el de la reproducción social. Esta es la potencia de la propuesta de huelga feminista, la que permite que todas las mujeres puedan participar.
Este año la huelga se va a desarrollar en un contexto político muy distinto al del pasado. En todo el mundo siguen tomando fuerza las ideas de extrema derecha y, en muchos lugares, los fundamentalismos religiosos, nacionalistas y xenófobos se alían con el neoliberalismo hegemónico. En el Estado español, la crisis política y constitucional sigue produciendo crispación e inestabilidad, y entre abril y mayo habrá elecciones generales, municipales, autonómicas y europeas. Con la amenaza de Vox, que lidera la contraofensiva que sitúa los derechos de las mujeres en el centro de sus objetivos a batir, y al feminismo como su principal enemigo. La nueva derecha ultramontana surgida de la crisis del PP está intentando llevar el discurso de las tres derechas a su versión más extrema. Con un Partido Popular neofranquista, que retoma viejas propuestas sobre el aborto del fracasado ministro de Justicia Ruiz Gallardón; sobre la familia de la mano de Mayor Oreja, y el ultraliberalismo de Esperanza Aguirre. Y con Ciudadanos compitiendo por ser el principal garante de la España una, grande y libre, de la España más privilegiada y centralista, dispuesto a sacrificar, como ha hecho en Andalucía, cualquier posición avanzada en derechos por pactos políticos y reformas neoliberales.
La disputa por el relato y el sentido de la propuesta feminista que ya se inició el pasado año va a ser a cara de perro. Se intentará, nuevamente, deslegitimarla y desmovilizar el llamamiento apelando al miedo ante propuestas que necesariamente tienen que chocar con el capitalismo desregulado y machista para apuntar soluciones reales. En un movimiento que mantiene una capacidad de movilización y contestación social como el feminista, la disputa no se resuelve con nuevas promesas vacías y grandes declaraciones. El cambio de modelo es urgente y requiere una gran movilización tanto en la huelga como en las elecciones posteriores, para desembocar en gobiernos capaces de responder a lo que las mujeres movilizadas exigen. Lo contrario sería extender la alfombra para el inicio de un retroceso sin precedentes.
El 8 de marzo se juega la posibilidad de seguir avanzando y respondiendo a las nuevas amenazas a los derechos de las mujeres, así como la posibilidad de ampliarlos. El feminismo interseccional e inclusivo, que aúna las resistencias a los distintos sistemas de dominación y opresión, está formulando una propuesta global, planteando nuevas ideas de organización social, económica y política. Es una estimulante idea de cambio para el 99% de las mujeres, y para toda la sociedad. Y por eso CTXT anima, un año más, a ustedes, queridas lectoras, colaboradoras y suscriptoras, a secundar masivamente la huelga.