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’The Fall’ ficciona el feminicidio (y lo hace bien)

Lunes 7 de diciembre de 2015

Analizamos el discurso feminista de ’The Fall’, una serie irlandesa que es una excepción frente a cómo los productos culturales mainstream banalizan las muertes de las mujeres en sus ficciones.

Mayka de Castro Rodríguez 24/11/15 Diagonal

Hacía tiempo que no disfrutaba con una serie sin dejar las gafas moradas a un lado, que no encontraba personajes femeninos creíbles y críticos que se rebelaran contra el sexismo de sus homólogos masculinos y, sobre todo, nunca me había encontrado con una serie policíaca con perspectiva feminista que sirva tan bien para entender la pandemia social de los continuos asesinatos machistas.

The Fall, una serie creada y escrita por Allan Cubitt para la televisión pública irlandesa, comprada por la BBC2 y que en España retransmitió AXN bajo el nombre de La Caza (en resumen, la puedes encontrar en internet), trata sobre un equipo policial que se enfrenta a un caso de asesinatos en serie de mujeres. Hasta aquí nada nuevo.

Lo original de la serie es que desde el principio sabemos quién es el asesino y nos involucran en su vida cotidiana y familiar, que el cerebro policial es una mujer que ejerce un liderazgo no masculinizado del equipo y que la trama misma incluye dispositivos críticos con los discursos que normalizan la violencia, el sexismo o el constante juicio hacia las mujeres siempre ejercido por los personajes masculinos. Los asesinatos de mujeres se presentan explícitamente como el resultado de una sociedad machista. Y la detective, Stella Gibson (Gillian Anderson, Scully la de Mulder para las de mi generación), se encarga de dejar claro que el asesino que buscan, Peter Paul Spector (protagonizado por Jamie Dornan, al que al parecer le han encasillado en este tipo de papeles), no es un monstruo excepcional, sino un hombre cualquiera. Un hijo sano del patriarcado.

La serie tiene muchas cosas, muchos detalles que también se pueden pasar por alto y disfrutar simplemente de la amena digestión de una historia bien llevada. Voy a centrarme en los aspectos que dan sentido a la lectura de la historia como una metáfora del feminicidio y sus lógicas [aviso de que destripo algunas cosas de la trama, a.k.a Spoilers].

1. Las mujeres asesinadas

Una de las primeras escenas de la aclamada True Detective es en la que aparece una mujer muerta, posada como si rezara al pie de un árbol, desnuda y ataviada con una cornamenta de ciervo. La recuerdo bien porque detesté esa escena. No tanto porque haya una muerta, sino por cómo nos la presentan. La fotografía, uno de los elementos más elogiados de la serie, estetiza esa muerte. Los planos juegan a enfatizar la estética de la imagen: la mujer asesinada forma parte de un cuadro. La imagen no muestra su cara en ningún momento, no es prioritario buscar su identidad y permanece en esa posición de sumisión durante toda la escena. Incluso mientras nos presentan su muerte, la narración se centra en los dos protagonistas.

En The Fall, por el contrario, la primera imagen de una víctima que tenemos es una noticia que la detective mira en su ordenador. Se nos presenta el asesinato como un problema social, y la muerta aparece humanizada por medio de una fotografía de su busto con un pie de página que nos informa de que era una joven y prometedora arquitecta. Poco después Stella Gibson apuntará a que no se nombre en los medios que los asesinatos son a mujeres profesionales, que no se las muestre como inocentes porque "¿y qué pasa si a la próxima mata a una prostituta? ¿O a una mujer volviendo a casa borracha, por la noche en minifalda? ¿Van a ser de alguna manera menos inocentes, menos dignas por ello? ¿Culpables? A los medios les encanta dividir a las mujeres en vírgenes y vampiresas, ángeles o putas. No hay que animarlos". No puedo dejar de recordar que en True Detective las muertas son prostitutas, por decisión de guión/ dirección y sin dispositivos críticos implícitos. Tampoco es baladí recordar que la Ley Integral contra la Violencia de Género en España no contempla los asesinatos de mujeres que se dediquen a la prostitución o que hayan sido asesinadas por un desconocido.

Me da igual que seas un escritor beat y se te vaya la olla, me da igual que seas un malditito del punk y se te vaya la olla, eres un machista

Volviendo al tema: toda la trama de The Fall consiste precisamente en destripar ese proceso de estetización de las muertas. La serie pone de manifiesto la normalización de la violencia pornográfica contra las mujeres, esa violencia ligada a la sexualización del personaje, a la que otros productos audiovisuales –como True Detective– contribuyen. El asesino las lava, les seca el pelo, les pinta las uñas, las coloca en una pose. Podemos ver cómo hace todo eso. Podemos ver cómo crea la fotografía que después tomará para crear su propia pornografía. La estetización de las muertes se vuelve así una creación, un proceso al que se puede apuntar y cuestionar; al igual que la cosificación de las mujeres, que se tornan maniquíes (una metáfora recurrente) transportables y susceptibles de poner en determinada posición en un escenario. Ambas series presentan la misma historia, pero mientras en una las muertes de las mujeres y los personajes femeninos no son más que recursos narrativos de una historia contada por y para hombres (es decir: en True Detective las mujeres están o para que las follen o para que las maten); en la otra, la que nos ocupa, las muertes y las vidas de las mujeres sí importan.

2. La culpa

Una obviedad que levanta ampollas a lo largo y ancho del Estado es la de que las mujeres no tienen la culpa de que las asesinen. La serie se encarga por activa y por pasiva de recordarlo. Se repite como un mantra, incluso en boca del asesino, que es psicólogo: "la culpa siempre es del agresor". Cuando una prostituta aparece casi muerta por una paliza, un policía involucrado en la organización de la fiesta suelta que "debe de haber dicho algo, debe de haber hecho algo". La compañera de ésta responde: "¿la golpea y encima es culpa suya?".

En los primeros capítulos hay una maravillosa escena walk and talk al estilo de El Ala Oeste de la Casablanca en la que proponen a la detective Gibson nombres para denominar la operación policial. Uno de ellos es "Edén": "un lugar donde las mujeres tienen la culpa", responde Stella. Otro es "Musicman" ["Hombre músico"], el cual rechaza con una mueca mientras dice: "demasiado masculino". Sin embargo, en la siguiente escena se revela que ese es el nombre que ha escogido, asumiendo que es efectivamente un caso "demasiado masculino": "¿Alguien tiene dudas sobre el género de la persona responsable?", pregunta. Calla todo el mundo. Ella sigue: "Al menos no vamos a perder el tiempo buscando a una mujer".

3. La heroína feminista

La detective jefaza responde una y otra vez a las insolencias de los hombres que tiene alrededor. Les educa. Uno del equipo policial dice que poner anuncios sexuales por webcam era una invitación de una de las víctimas a que le pasara eso, a lo que Stella responde: "Jerry, no estoy interesada en juicios de valor. Solo en encontrar el asesino". Su viejo amigo Jim insiste en que las víctimas eran inocentes, a lo que ella responde que no va a permitir que se culpabilice a las que no lo son. Y sus compañeros terminan dándole las gracias. Uno a uno, honestamente.

No se disculpa por decir que no. No se justifica. Entra sin llamar. Da órdenes. Hace bien su trabajo. Se emociona y empatiza. Tiene autoridad y se la respeta. Ella es la que sexualiza a los hombres. Se acuesta con quien le da la gana (hombres y mujeres) y cuando le recriminan que era un hombre casado y con dos hijos, ella responde: eso era asunto suyo. La vuelven a juzgar: ¿Y no pensó en preguntar si era un hombre casado? "Él no pensó en decírmelo", responde asertiva. Insisten: ¿pero dónde conociste por primera vez al sargento Olson? Y a ella ya se le hinchan los ovarios: "Eso es lo que te molesta, verdad? Que fue algo de una noche. Hombre folla a una mujer. Sujeto hombre, verbo follar, objeto mujer. Eso está bien. Mujer folla a hombre. Mujer sujeto, hombre objeto. Eso no le resulta tan cómodo, ¿no?".

Hay además un juego de contraposiciones entre Stella y Paul. El asesino sueña con maniquíes, cosificando a las mujeres. La detective empatiza con las víctimas, humanizándolas. Él sale de caza por las noches. Ella quiere cazarle a él. Ella es una supermujer. Él se cree un superhombre. Él dice que Nietszche, que la voluntad de poder. Ella dice que las mujeres Mosuo, que la sociedad matriarcal.

[Destripe] Cuando Stela habla con él por teléfono, el asesino esgrime reflexiones filosóficas, a lo que ella le responde: "¿Para qué me has llamado, para exponer tu filosofía a medio cocer? Estoy decepcionada (...). Tratas de dignificar lo que haces, pero es simple misoginia. Ancestral violencia masculina contra las mujeres", y enumera los nombres de las víctimas. Vilipendia las razones intelectuales o filosóficas que pueda dar para sus asesinatos. Me vienen a la cabeza esas mujeres cuyas muertes sólo aparecen como anécdotas en las biografías de hombres en las que pesan más sus ideas o sus creaciones: el escritor William S. Burroughs asesinó a su mujer jugando a Guillermo Tell; el icono punk Sid Vicious apuñaló a su novia de veinte años; el filósofo marxista Althusser ahogó a su mujer a los ochenta años. Stella les diría: no me cuentes historias, me da igual que seas un escritor beat y se te vaya la olla, me da igual que seas un malditito del punk y se te vaya la olla, me da igual que seas filósofo y viejo y se te vaya la olla: eres un machista, estás ejerciendo la violencia ancestral contra las mujeres, no hay otra razón principal.

4. El(los) asesino(s)

"El diablo, ladies and gentlemen, está en el detalle. Detalle, detalle y detalle otra vez", dice la detective Stella Gibson. Porque las grandes tragedias, el pico del iceberg, nubla lo que lo precede, lo que hay debajo. Hay que mirar al detalle: a la mesa del desayuno sin recoger, a los platos que se amontonan, a que no limpia o al poco interés que manifiesta por el trabajo y el mundo de su mujer (no es casualidad que sea la enfermera jefe de la planta de neonatos del hospital de Belfast: su mundo es el mundo de la vida). Ésta, Sally Ann, suspira cansada y cuando le preguntan cómo está, contesta: "exhausta". Él no se siente responsable del cuidado de los niños y únicamente les atiende cuando su mujer no está en la casa; y aún así, sus necesidades son prioritarias. "Debe de estar bien tener toda esa energía para quemar", le reprocha cuando él vuelve de correr en lugar de haberse quedado a desayunar con su familia.

El maltrato físico y psicológico hacia las mujeres sobrevuela constantemente la trama principal

Paul es el asesino. El maltratador. Pero en la serie se externaliza su parte más brutal fuera de su núcleo familiar. Se muestra en otras que no son su mujer. Porque cuando oyes un caso de maltrato en boca de otra, es fácilmente identificable. En la tuya, en tu propia casa, cuesta más verlo. Es tremendamente revelador que la serie muestre el comportamiento doméstico y familiar del asesino. Su intimidad. "Todo está relacionado con la intimidad", dice Stella, "¿qué podría ser más íntimo que exprimir la vida de otro ser humano?". [DESTRIPE] La mujer le dice que le teme, que le da miedo. Que tiene miedo de que dañe a los niños. De que le dañe a ella. Él le pide que le perdone. Que sentía que no había tiempo para ellos. Simulacro: se acuestan. Promete: cambiaré. Gracias por darme otra oportunidad. Después le dirá: "sólo tú puedes salvarme de mí mismo", ya no necesita una madre, ahora necesita una diosa redentora en Sally Ann. Promete: las cosas van a ser muy diferentes ahora. La duplicidad que en un principio se establece entre las dos caras de Paul, termina fusionándose.

Dice el creador, Allan Cubitt: "Una de las razones por las que The Fall ha causado impacto es al parecer porque asume la idea de que Spector es una continuación del comportamiento masculino. (...) Así que él no es una creación con poderes casi sobrenaturales. Es más bien un hombre ordinario".

En consecuencia, cuando inician la campaña mediática para recabar información sobre posibles sospechosos, uno de los policías advierte de que están desbordados de llamadas: "mujeres entregando a sus novios, hermanos, hijos". Con normalidad se sugiere que las mujeres sufren de los hombres que tienen cerca algún tipo de violencia. Stella reitera: es que es un marido, un novio, un hermano o un hijo lo que estamos buscando.

"Parecía un buen hombre (...), no parecía que tuviera algo que ocultar, hombre casado, padre de dos hijos, un psicólogo especializado en pérdida y duelos...", dice uno de los policías. Es irremediable no ver la correlación con la realidad: hace poco los amigos del hombre que mató a su mujer en Sanlúcar La Mayor (Sevilla) y después se suicidó piden que no se considere su caso dentro de los de violencia machista porque eran "una pareja normal, con sus discusiones normales". Stella se molesta: "por dios, ¿qué he estado diciendo de estos individuos desde el primer día? Se muestran encantadores, inteligentes, carismáticos... la palabra clave es parecen".

5. El patriarcado

No es casual que la trama incluya un caso de violencia "doméstica", con denuncia por parte de ella e incumplimiento de la orden de alejamiento por parte de él (muy agresivo, celoso y posesivo). Tampoco es casual que un personaje crucial de la historia sea Katie, una adolescente enamorada de la idea del amor romántico que quiere tener poder sexual sobre Paul, quien la utiliza consciente de que se halla encapsulada en un imaginario que la ciega a la hora de temer al hombre que tiene delante: un asesino. El maltrato físico y psicológico hacia las mujeres sobrevuela constantemente la trama principal.

Estamos ante una serie policíaca en la que se nos muestra el camino para resolver el caso. Ese camino nos lanza muchas preguntas. Sabemos quién es el asesino, así que no hay ningún misterio que resolver para los espectadores. Como en los cientos de casos de asesinatos de mujeres que cargamos año tras año en el Estado español. Las preguntas son el por qué, no tanto el quién. Eso es lo que nos dice la serie. Eso es lo que nos dicen los asesinatos de mujeres. ¿Pero qué les pasa por la cabeza? ¿Por qué lo hacen? Y el por qué se revela gracias al seguimiento que podemos hacer de la vida del asesino. Es normal con su familia. No se responsabiliza de los niños. Los cuida cuando su madre no está. No limpia la casa. Prefiere salir a correr que desayunar con su familia. Trata bien a su mujer. Es un misógino. Miente, manipula, anula. Impone la fuerza si es necesario. Asesina. Se escuda con argumentos filosóficos. Paul es un tipo normal. Paul Spector es un hijo sano del patriarcado.

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