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Televisión Española miente y lo sabe

Martes 28 de noviembre de 2017

Lucía Lijtmaer,Periodista y escritora Público 28-11-2017

Por supuesto, fue un despropósito. A día de hoy, un mes después, a nadie le queda la menor duda que el supuesto debate en TVE sobre el acoso sexual fue, además de un un fracaso televisivo, un despropósito absoluto.

Lo interesante ha sido que la cosa todavía colee. Y que TVE haya tenido que pronunciarse al respecto, sobre todo en relación a las declaraciones de Salvador Sostres en las que el tertuliano y columnista del ABC llegó a decir en directo que el acoso sexual es algo “objetivable” y que la Ley de Violencia de Género es “fascista”.

La respuesta de TVE ha sido: “las declaraciones de Salvador Sostres pueden ser consideradas acertadas o desafortunadas, pero no delictivas, ya que se trata de juicios y opiniones de carácter personal y subjetivo, emitidos dentro del ámbito de la libertad de expresión”.

Por supuesto, la televisión pública miente. O si no miente, al menos interpreta en lo esencial: la posición de Sostres debe ser respetada porque vivimos en un estado de derecho y, esencialmente, la televisión pública debe reflejar todas las posturas. Pero los responsables de la televisión pública saben que eso no es necesariamente así.

Pese a todo, es una posición muy en boga, la de la pretendida equidistancia.

El debate que dice abordar TVE es interesante: ¿qué posiciones deberían formar parte de una televisión pública? Ahí entra esa equidistancia, que parece haber sustituido a la ecuanimidad en el relato mediático. Invitar a un tipo que ha hablado de “esas vaginas que aún no huelen a ácido úrico, que están limpias”” tiene, cuanto menos, ciertas implicaciones legales. Así lo consideró el propio comité de Empresa de Telemadrid, dónde se emitieron esas primeras declaraciones: “las bromas y comentarios machistas, sexistas y racistas” son “absolutamente inadmisibles”.

Así lo considera el artículo 510 del Código Penal, quizás el más destacado instrumento del sistema penal español en la lucha contra el racismo, la xenofobia, la homofobia y toda suerte de discriminación por razón de ideología, religión o creencias, y que incluye desde su remodelación, la incitación a la violencia de género.

Para aquellos que les guste el debate sobre cuan oprimidos están los señores que debaten: España no es el único país europeo en el que se contabilizan los llamados delitos de “incitación al odio”. Alemania, Suiza, Francia, Bélgica y el Reino Unido también los contemplan. En este último, la Public Order Act de 1986, es especialmente concreto en las afirmaciones relativas a la incitación al odio racial. Tal es así, que incluso las Naciones Unidas llamaron la atención a las autoridades en 2015 cuando el tabloide The Sun equiparó a los migrantes con cucarachas en sus páginas. Habría que preguntarse qué habrían hecho las Naciones Unidas si esas declaraciones hubieran sido en la televisión pública.

Y otro dato: el discurso del odio, entendido como incitación a la discriminación, odio o violencia racial, xenófoba, homófoba, etc., no queda amparado por el derecho fundamental a la libertad de expresión. Ni en España ni en Europa. En España, además, la Ley 7/2010, General de la Comunicación Audiovisual, prevé, como infracción muy grave, la emisión de contenidos que fomenten el odio, el desprecio o la discriminación por motivos de nacimiento, raza, sexo, religión, nacionalidad, opinión o cualquier otra circunstancia personal o social (art. 57.1).

Pero volviendo al enunciado: TVE miente al presentar esa ecuanimidad en los discursos, y salta a la vista por qué. Para la historia quedará un posicionamiento tigres versus leones torrebrunesco (mujeres a un lado, hombres al otro), y con los tertulianos diciendo lugares comunes, sin conclusiones y sin un contundente mensaje contra el acoso sexual, dando a entender que, también en la televisión pública, los delitos sexuales son algo relativo.

Pero, además, los responsables de TVE mienten en lo esencial. Si realmente hubieran querido dar pluralidad al debate, ¿por qué no llevaron al feminismo radical a la plaza pública? Bien sabemos todos (nos ha quedado claro) que el machismo sí estaba representado.

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