Domingo 25 de febrero de 2007
Por Charo Nogueira
El inspector Nordlander es un tipo duro. Como los de las películas, pero todavía fuma en un país sin humo. Pistola al cinto, con un dispositivo para escuchar y dar órdenes, este cincuentón enjuto dirige a media docena de agentes. Está al frente de uno de los grupos que combaten el tráfico de personas para su explotación sexual. La tarea figura entre las prioridades de la policía de Suecia, donde desde 1999 es delito comprar sexo, aunque no venderlo.
"Nosotros somos los únicos de la UE que penalizan al cliente", dice Anders Oljelund
Fuente: Mujeres en Red