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Sin ella los ordenadores que hoy conocemos no existirían: Grace Hopper, programadora y contraalmirante

Martes 5 de junio de 2018

Cursó estudios navales durante la guerra y en 1944 fue asignada como teniente primera a la Universidad de Harvard

José Cervera 04/06/2018 - eldiario.es

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Grace Hopper Imagen de Lynn Gilbert, CC BY-SA 4.0.

Grace Brewster Murray Hopper intentó alistarse en la Marina de los EE UU durante la Segunda Guerra Mundial, pero no la dejaron: tenía por entonces 34 años y decidió alistarse en la Reserva. Nadie imaginaba que llegaría a alcanzar el grado de contraalmirante.

Estudió matemáticas y física en Vassar y Yale, algunas de las mejores universidades estadounidenses, y por entonces era profesora en Vassar, pero renunció y obtuvo un permiso especial (pesaba demasiado poco para la Reserva). Sin ella los ordenadores que hoy conocemos no existirían.

Cursó estudios navales durante la guerra y en 1944 fue asignada como teniente primera a la Universidad de Harvard para trabajar en el proyecto del Mark I, un ordenador electromecánico que trabajó en el proyecto Manhattan y elaborando tablas de artillería durante la guerra.

Tras la guerra entró en una empresa que desarrollaba el UNIVAC, primer ordenador electrónico, donde propuso crear un lenguaje de programación que permitiera usar lenguaje natural; su idea fue rechazadas durante años pero acabó por convertirse en el primer compilador, los programas que ‘traducen’ a lenguaje máquina las instrucciones de programación.

Hopper fue clave en la definición y desarrollo del lenguaje COBOL, uno de los primeros lenguajes de alto nivel (y que se usa aún hoy día); de hecho buena parte de su estructura se basa en el lenguaje FLOW-MATIC creado por ella. Hasta tal punto que fue apodada ‘Abuela COBOL’ además de ’Amazing Grace’.

Más tarde Hopper fue ascendida a capitán y regresó a la marina, donde estandarizó los lenguajes de programación y abogó por reemplazar los grandes ordenadores centrales por máquinas pequeñas y distribuidas.

Su trabajo para la marina era tan valioso que tras jubilarse regresó varias veces a petición del gobierno, que incluso la ascendió por Orden Presidencial hasta que alcanzó el grado de contraalmirante en 1985. Murió en 1992 a los 85 años y fue enterrada con honores militares en el cementerio de Arlington. Sin ella la informática actual sería inimaginable.

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