Xarxa Feminista PV

Sin corona y con virus

Lunes 16 de marzo de 2020

Esmeralda R. Vaquero 11/03/2020 Pikara

Si nosotras tenemos que ser responsables y lavarnos las manos para no seguir contagiando, esa otra parte no va a poder lavarse las suyas y va a tener que coordinarse para que las de siempre, las precarias, las que no tienen dinero para pagarse el alquiler o la comida si no cobran su sueldo íntegro, esté tranquila.

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Un cartel ejemplo de solidaridad.

Prevención. Evitar contagio. Tener los vectores controlados.

Son muchos los mensajes que se están difundiendo en los últimos días a través de los medios de comunicación. Pero las medidas son urgentes. Improvisadas. Aceleradas. Lógico en una situación de emergencia. No voy a hablar de lo sanitario, que de eso ya se ha propagado mucha información en estos días, sino de algo quizá más prosaico.

En Madrid, la Comunidad ha tomado la medida de cerrar todos los centros educativos durante dos semanas. Y en otros pueblos y ciudades del Estado está pasando lo mismo. Eso supone que, de un día para otro, miles de criaturas han pasado de habitar las aulas del colegio a habitar su casa. Podría ser maravilloso si como sociedad estuviéramos preparadas para ello.

Congestión, sí. Nuestro virus, el de siempre. Pensar en cómo organizarnos, en cómo preparar todo. Pensar en los cuidados. Pensar cómo gestionar el cuidado de una, dos, tres o cinco criaturas que de un día para otro se han quedado sin colegio. Si no están en el colegio van a estar, mientras las mamás y papás trabajan, con sus abuelos y abuelas, población de riesgo del coronavirus. Y ese contagio no sé cómo lo van a poder evitar. Si no hay yayas o yayos cerca, otra opción es facilitar el teletrabajo. Supongo que el personal barrendero y de la construcción, las limpiadoras de hogar, las cajeras de supermercado, quienes conducen autobuses, metros o trenes, gente autónoma o quienes tienen una pequeña tienda de barrio van a necesitar algo más que eso. Por no hablar de las mujeres internas en hogares al cuidado de mayores.

Es decir, que las medidas de cierre de colegios son comprensibles. Pero tendría que haber llevado consigo alguna orientación para la conciliación. Porque las madres (y padres, aunque me temo las cifras de siempre) en este momento solo tienen como opción pedirse vacaciones. Si no se pone en marcha un decreto de urgencia, la baja laboral tampoco es una opción, a no ser que haya un riesgo asociado al contagio.

Uno de los puntos más positivos de todo este embrollo coronil ha sido ver cómo se fortalecen las redes de sororidad. Es cierto que mucha gente está pensando en sacarse un extra cuidando nenes y nenas, pero también se están propagando los ofrecimientos altruistas, por el puro placer de echar un cable a una compañera. “Si a vuestros/as hijas les han suspendiendo las clases y no tenéis con quién dejarlos mientras vais a trabajar, pueden quedarse con nosotras”. Un destello de salud en medio de tanto virus.

«Convivimos con el virus de la precariedad desde siempre. Sin corona ni rentas vitalicias que nos haga la vida fácil»

Pero es que además, si escarbamos en lo laboral, en los centros educativos trabajan muchas personas. Además de profes están conserjes, personal de limpieza, bedeles, personal de clases extraescolares. ¿Qué va a pasar con los sueldos de quienes no pueden desempeñar su trabajo? Lo lógico y laboralmente salubre es que una situación imprevista como esta no afecte a las nóminas de quienes, de otra forma, acudirían con normalidad a su puesto. Conozco a personas a quienes han despedido desde ayer y hasta nuevo aviso. Están preocupadas. Las empresas valoran Expedientes de Regulación Temporal de Empleo.

La Administración y las empresas van a tener que hacer su trabajo. Va a ser necesaria mucha coordinación entre Gobiernos, patronal y personal para que la gente, sobre todo las de siempre, las precarias, las que no tienen dinero para pagarse el alquiler o la comida si no cobran su sueldo íntegro, esté tranquila. Porque si nosotras tenemos que ser responsables y lavarnos las manos para no seguir contagiando, esa otra parte no va a poder lavarse las suyas. Convivimos con el virus de la precariedad desde siempre. Sin corona ni rentas vitalicias que nos haga la vida fácil.

En Italia, el Gobierno ha adoptado algunas medidas como que personas y empresas afectadas no paguen facturas de luz, agua y gas, indemnizaciones y suspensión en el pago de hipotecas. No sé valorar lo que se podría haber hecho a escala de Estado previamente, conociendo la situación internacional. Habrá que permanecer expectante ante las ayudas que ya se han anunciado. Y llevar el virus lo mejor y más colectivamente posible.

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