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Refugiado se debería escribir con “a” de mujer

Miércoles 20 de junio de 2018

De los 58,5 millones de personas que se ven forzadas a salir de sus países, más de la mitad son mujeres y sufren una violencia añadida solo por serlo.

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Jamileth Chavarria, Miriam Miranda, Ana Marcela Montanaro e Itziar Ruiz-Giménez (De izquierda a derecha: ). MARIO GUTIÉRREZ CRUZ

madrid 20/06/2018 Lula Gómez Público

Si el lenguaje hiciese justicia a lo que representa, este miércoles debería ser el Día de la Refugiada, porque de los 58,5 millones de personas que se ven forzadas a salir de sus países, más de la mitad son mujeres. Además, sufren una violencia añadida por una cuestión de género.

Y sí, las guerras son uno de los motivos para huir, pero no necesariamente. El norte de Centroamérica, por ejemplo, está considerado como una de las regiones sin guerra más peligrosas del mundo para ser mujer. El conocido Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y Salvador) presentan la mayor tasa del mundo de violencia sexual fuera de la pareja y la segunda mayor por parte de la pareja actual o pasada, denuncia el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. En esos países el feminicidio es ya una pandemia, según la Organización Mundial de la Salud.

Con motivo del Día Internacional de las Personas Refugiadas, que se celebra este miércoles, la Asociación de Mujeres de Guatemala (AMG) trajo este martes, al centro del debate público, la situación de las mujeres centroamericanas que deben huir de una de las zonas más violentas del planeta. Bajo el título De las violencias contra las mujeres en Guatemala y Centroamérica a la (Des)protección internacional, la organización buscaba recordar que la mayoría de las personas refugiadas en el mundo, casi 58 millones y medio, el 60%, son mujeres y subrayar cómo el derecho de asilo —según las leyes internacionales y europeas— es un mandato obligatorio para todas, hombres y mujeres en situación de riesgo real, ya sea por etnia, religión, persecución política o nacionalidad. Ser mujer en Centroamérica incrementa las posibilidades de ser víctima de algunas de las múltiples violencias que sacuden al continente

Y ser mujer en Centroamérica, tal y como constatan organizaciones como Acnur incrementa las posibilidades de ser víctima de algunas de las múltiples violencias que sacuden al continente. “En el Triángulo Norte de Centroamérica [Guatemala, Honduras y El Salvador] se sufre altos niveles de violencia provenientes de grupos delictivos organizados, incluyendo un aumento sin precedentes en los índices de homicidios, violencia sexual, desapariciones, reclutamiento forzado en las pandillas armadas y extorsión. Esta violencia afecta a una amplia variedad de personas incluyendo niños y niñas, mujeres, así como personas lesbianas, gais, bisexuales, transgénero e intersex (LGBTI)”, apuntaba la organización de Naciones Unidas en febrero de 2017. Corroboraban esa realidad las invitadas al encuentro auspiciado por el Ayuntamiento de Madrid, mujeres que tuvieron que abandonar sus países por su activismo u orientación sexual o defensoras de los derechos humanos amenazadas por su activismo y defensa de los derechos humanos.

Ser lesbiana fue el “delito” de Nuria Esther Landaverde, de El Salvador, víctima de torturas físicas y psicológicas por negarse a mantener una relación con el jefe de una de las maras de su ciudad. “Llegué a España en 2012 huyendo como si fuera una delincuente. Porque de repente, por el capricho de un hombre, un alto jefe de una banda criminal con más de 40 o 50 personas a su mando, tienes que salir huyendo de tu país. Y te toca irte porque te das cuenta que no tienes posibilidad de seguridad o protección. Atentaron contra mí (dispararon contra mi casa), me secuestraron… Cuando ocurrió intenté denunciarlo, pero nada. Nunca me tomaron declaración porque simplemente se pensaba que yo lo había provocado con mi negativa y tenía que hacer lo que él quería. Allí estamos expuestas a cualquier cosa. Nadie se preocupa por el colectivo LGTBI”, señalaba con la voz quebrada. Su asilo no fue fácil.

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Lolita Chávez, Arsenio G Cores, Eva Menéndez y Mauricio Valiente (de izquierda a derecha). ANA CABALLERO BOTICA

La guatemalteca Lolita Chávez, líder maya-kiché y refugiada dentro de un programa de acogida temporal en el País Vasco fue contundente al reclamar a Europa las responsabilidades por la situación de vulnerabilidad que viven sus comunidades por unos problemas creados aquí. “Es importante romper el silencio y hablar de las situaciones de desarraigo, de guerra y de renuncias a las que nos vemos forzadas a afrontar. Pero eso no pasa por casualidad. Ocurre porque hay una parte de la sociedad que ha colapsado por un enfoque individualista, racista, patriarcal y excluyente”, señaló. Chávez, amenazada de muerte y con un sinfín de reconocimientos a su labor en pro de los Derechos Humanos, también recordó la persecución que sufre por el hecho de ser mujer, porque la fuerza de las féminas es colectiva, un asuntó al que temen las políticas mundiales, afirmó. El foco en Centroamérica lo justifica por ser el lugar más violento del mundo para las mujeres

Para Mercedes Hernández, organizadora del evento y directora de la Asociación de Mujeres de Guatemala, el motivo de centrar la jornada del martes de forma exclusiva en las mujeres se debe a la necesidad de recordar que en medio de la enorme crisis de las personas refugiadas en el mundo, la mayoría de quienes se ven forzadas a salir son mujeres. El foco en Centroamérica lo justifica por ser el lugar más violento del mundo para las mujeres, tanto cuantitativamente como cualitativamente.

En ese sentido, Acnur en un documento de 2015 titulado Mujeres a la huida reflejaba cómo las mujeres entrevistadas para el estudio indicaban que ellas y sus hijos se enfrentaban a niveles extremos de violencia casi cotidianamente. Describían ser violadas, asaltadas, extorsionadas y amenazadas por miembros de grupos armados criminales, incluidos pandillas y carteles de drogas. “El 85 por ciento de las mujeres señaló vivir en vecindarios que estaban bajo el control de maras (grupos armados criminales) u otros grupos criminales trasnacionales o locales. El 64 por ciento de las mujeres relató ser blanco de amenazas y ataques directos por parte de los integrantes de grupos armados criminales, y ese fue uno de los principales motivos de su huida”, reza el documento.

Las mujeres reportaron haber pagado tarifas elevadas a los traficantes y haber sido víctimas de la extorsión a lo largo del viaje, especialmente cerca de la frontera México/Estados Unidos. También denunciaban tomar anticonceptivos antes de viajar con el fin de reducir la posibilidad de quedar embarazadas en caso de ser violadas durante la huida. Es la normalización del abuso, que denunciaba Helena Maleno hace unos días en Público: “Denunciamos la situación de estas mujeres porque, aquí y en todo el mundo, no hemos sido consideradas ciudadanas de pleno derecho. Y con esta realidad, la que exponen estas mujeres, preguntamos: ¿para quién son esos Derechos Humanos? Porque nosotras no hemos accedido en muchas ocasiones a la condición de humanas. El Derecho es un instrumento enormemente patriarcal, misógino y racista erigido siempre desde el discurso de la neutralidad y la Justicia vista desde Occidente. Y neutralidad y Justicia no son sinónimos”, afirma Hernández.

Para ella, desde un punto de vista jurídico, uno de los problemas a los que se enfrenta cualquier refugiado es la falsa creencia, por parte de los países receptores, de que el asilo es un derecho concebido desde la gratitud de quien acoge y no como un derecho humano. “Entonces, cuando se suma que al hecho de tener que huir de tu país, eres mujer, de otra cultura y además pobre, se hace una enorme discriminación”, explica para acabar sentenciando que si los cadáveres que llegan a las costas de Europa tuviesen los ojos azules, el Mediterráneo no sería una fosa de muertos.

El encuentro también sirvió para denunciar casos como el de las 41 niñas calcinadas en un reformatorio estatal guatemalteco, víctimas de la desprotección del Estado. También se recordó a Berta Cáceres, la activista y ecologista asesinada en Honduras. Lo hizo su hija, mediante videoconferencia. La persecución sufrida por Teodora Vásquez, conocida como una de “las 17 de El Salvador”, mujeres criminalizadas y encarceladas por delitos de aborto fue otro de los temas tratados para visibilizar la persecución que sufren por defender los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.

Y mientras que ellas y ellos huyen para salvar sus vidas, para no ser violadas ni torturadas, la Unión Europea se plantea la creación de centros para inmigrantes fuera de la UE que alojen a las miles de personas que a diario rescata en el mar.

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