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Red. Un panda rojo contra los críticos cinematográficos

Sábado 16 de abril de 2022

María Aller 06/04/2022 Pikara

Parece que los críticos se ven más representados en el Batman que lucha en Gotham, una ciudad irreal pero famosa en el imaginario colectivo por sus altos índices de criminalidad, que en una cinta sobre la preadolescencia y protagonizada por mujeres.

¡Una película sobre la regla! ¿De verdad la noticia es esta?

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Imagen de la película de animación ‘Red’.

Red se ha estrenado con la misma intención que cualquier producción de Pixar: entretener con una historia de superación y crecimiento. Sin embargo, este coming-of-age no era para muchos críticos una historia con demasiada universalidad porque va sobre la regla.

Algo tan natural, pero todavía tan tabú, como la menstruación no se había tratado hasta ahora en Disney. Y ese era el punto de partida que Domee Shi, su directora, quería abarcar en su película. El resultado es una historia que muchos definieron como algo “para un público específico” o una historia “poco trascendental”. O sea, que la mitad de la población mundial tiene la regla, pero esta historia parecía según esas voces hecha para minorías. ¿Es acaso la menstruación una cuestión poco significativa?

Mei, su protagonista, comienza una nueva etapa, aunque ella no sabe lo que supone llegar a esa estación del viaje de la vida. Tiene 13 años y de repente se va a topar con los entresijos de esa edad. Va a descubrir lo que es entrar en la pubertad. Por un lado, el despertar sexual y su nuevo temperamento, algo que el filme explica de manera precisa y evidente. Por otro, la regla, algo que la directora, junto con las guionistas Julia Cho y Sarah Streicher, muestra haciendo uso de lo mitológico: Mei se convierte en un panda rojo, un don heredado de sus antepasados y antepasadas. La protagonista se considera mayor y libre de tomar decisiones, justo antes de comprobar que esa edad pesa más de lo que parece. En la entrada en la pubertad toda persona se siente adulta al notar que la infancia les queda pequeña. Ya no hay interés por los juguetes, hay otras inquietudes.

Sin embargo, como marcan sus ancestros y ancestras, todas las mujeres de su familia poseen la capacidad de convertirse en pandas en cierto momento de sus vidas, una herencia de su antepasado Sun Yee a la que los dioses le ofrecieron el convertirse en un panda rojo para defenderse durante la guerra y así salir adelante. Una vez la saga viviera en una nueva época de esplendor y en la seguridad del nuevo mundo, esa bestia parda debía ser apartada y guardada a modo de amuleto. Claro, mejor disimularlo porque la furia da problemas siempre, y más a las mujeres.

El hecho de que su madre, su abuela y su tías (todas ataviadas de azul y turquesa, colores opuestos al anaranjado pelaje del animal) renuncien a su panda es que no aceptan esa parte de sí mismas, como si tuvieran que reprimirla. Mei en cambio, lo acepta y acoge como algo propio de su personalidad. No hace falta esconderlo ante los demás porque es parte suya. La niña escoge quedárselo. Las anteriores generaciones han tenido que supeditarse a unos cánones muy marcados. Ahora, por suerte, puede revelar públicamente esa naturaleza, de hecho es algo que le ayudará a buscar su propia identidad. Convive con sus comportamientos primarios, no los oculta. Ella es la primera de su familia en abrazar a su panda.

Ese panda rojo, un animal de comportamiento muy adolescente, es aquí la personificación de ese cóctel de hormonas en ebullición, de esa sangre que fluye y todas esas dudas generadas que surgen en este proceso de maduración.

El argumento de la regla es el que ha generado más polémica a las redes sociales. Las primeras críticas hablaban de un “Pixar menor”, una categorización usada para las películas que no hablan de grandes gestas, o que son demasiado específicas y para un determinado público. El sector de la crítica cinematográfica sigue formado mayoritariamente por hombres. Esas valoraciones generaron en Twitter respuestas dado que resultaba curioso señalar como ajena la historia de una preadolescente y ver más cercana cualquier historia de DC o Marvel. Parece que los críticos se ven más representados en el Batman que lucha en Gotham, una ciudad irreal pero famosa en el imaginario colectivo por sus altos índices de criminalidad, que en una cinta sobre la preadolescencia y protagonizada por mujeres. La polémica en redes ha hecho que críticos como Sean O’Connell, de la web Cinemablend, recapacitase y retirara su artículo.

Más allá de dejar en evidencia a aquellos que critican la historia sobre una niña fan de las boybands y que se enfrenta a su madre al entrar en la pubertad, lo importante del primer largo de Domee Shi es acercar la regla a los niñas y a los niños. Basta ya de hacer sentir sonrojo por tener la menstruación, basta ya de pedir un tampón o una compresa a escondidas, como si se tratara de un trapicheo ilegal. Es muy importante que una película de animación rompa el tabú para dejar atrás la vergüenza impuesta y que la regla se asimile como algo natural y habitual como lo que es.

Igual que los gustos en la pubertad: en Red, Mei y sus amigas van a un concierto y ven allí a Tyler, un niño que en la escuela se comporta como un majadero y un creído. Al descubrir las niñas que el chaval es también fan de la banda 4*Town, le acogen con mucho cariño. El chico disfruta con sus ya amigas de las canciones y del evento. No hay nada de lo que avergonzarse. Como tampoco ningún preadolescente ha de sentir vergüenza por la regla, porque su cuerpo cambie o encuentre nuevos gustos en los que fijarse. Es un paso más hacia la vida adulta. De hecho, es el paso más valioso de la vida, el más veces narrado bajo mil relatos (escritos más por hombres que por mujeres), es la historia más universal jamás contada… Pero ¿la noticia es que se hable de la regla en una película? ¿En serio?

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