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¿Por qué el feminismo es un valor en alza?

Domingo 6 de enero de 2019

Fragmento de ’El feminismo lo cambia todo: Un relato sobre la lucha contra el patriarcado’

Sílvia Claveria 02-01-2019 CTXT

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Imagen de portada del libro El feminismo lo cambia Todo: Un relato sobre la lucha contra el patriarcado. Paídos

Allá, por el 2010, impartía un seminario en la universidad donde el alumnado tenía que comentar un texto sobre la desigualdad de género. Cuando les preguntaba si creían que esas diferencias aún existían en su generación, me miraban con cara extraña. Las alumnas consideraban que las desigualdades de género eran cosas del pasado. Ellas se estimaban tan válidas como ellos y me decían que tanto en sus familias, como en la escuela o en la universidad, se las habían tratado igual que a sus compañeros. Muchas pensaban que el feminismo era una reivindicación de otro tiempo, pues consideraban que la igualdad de género ya se había alcanzado.

Sin embargo, esta percepción de la realidad ha cambiado mucho en estos últimos años. Ahora también imparto cursos de ciencia política en la universidad y, aunque no doy ninguna asignatura centrada exclusivamente en desigualdad de género, todas mis alumnas se han sentido reflejadas cuando explico algún ejemplo de desigualdad o discriminación de género. Además, muchas han mostrado un gran interés por este tema en las clases y multitud de ellas escogen estudiar este tema en los trabajos de temática libre que tienen que entregarme.

Esta anécdota refleja solo mi experiencia personal, pero no hace más que confirmar una tendencia general. Aunque en España no existen datos longitudinales fiables para observar cómo ha evolucionado esta tendencia, solo tenemos que comparar las cifras de las manifestantes del 8 de marzo de apenas hace cinco años, las cuales eran muy minoritarias, con las que hemos vivido en los dos últimos años. La afluencia multitudinaria a las concentraciones del 8 de marzo de 2017 ya hizo presagiar que el feminismo iba ganando músculo. Y ese músculo se manifestó el Día de la Mujer de 2018, cuando se organizó la primera huelga feminista, un tipo de acto reivindicativo jamás visto en España. Además, a diferencia de años anteriores, contó con la participación de una masa de mujeres muy jóvenes. Esto no ha sido un acto puntual que haya salido de la nada, sino que viene precedido por diferentes actos y movilizaciones como la concentración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia de Género (25 de noviembre de 2017), las manifestaciones en contra de la sentencia de la Manada (abril del 2018) o el éxito del hashtag #cuéntalo que animaba a las mujeres a compartir los testimonios de los acosos sexuales sufridos y que fue trending topic durante tres días.

Beyoncé, que en el 2013 había dicho que era feminista, pero con ciertos matices –sostenía que era una palabra muy extrema–, en 2016 se declaraba plenamente feminista. Incluso incluyó la definición de feminismo en una de sus canciones, "Flawless"

Todos los hechos relatados son un termómetro para ver que las reivindicaciones de género cada vez son más populares y seguidas por una parte mayor de la población, en especial por la gente joven. Este cambio en las actitudes hacia el feminismo se ha percibido, por ejemplo, en cómo las personas con visibilidad pública han ido cambiando sus posiciones y discursos al respecto. Si al principio del libro lamentábamos que ciertas personas con visibilidad o relevancia social no se consideraran feministas, también es de justicia decir que, en los últimos meses, muchas actrices y celebridades se han implicado en esta causa y han realizado reivindicaciones en este sentido. Beyoncé, que en el 2013 había dicho que era feminista, pero con ciertos matices –sostenía que era una palabra muy extrema–, en 2016 se declaraba plenamente feminista. Incluso incluyó la definición de feminismo en una de sus canciones, "Flawless". No solo eso, sino que en su actuación incluyó citas de la charla TED We Should All Be Feminists de la novelista nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, y terminó con un letrero luminoso gigante que reproducía en mayúsculas la palabra "FEMINIST".

Y no solo ella. Hay infinidad de casos que han reivindicado estas ideas. Pensemos, por ejemplo, en los discursos feministas de Michelle Obama, quien fuera primera dama de Estados Unidos, en la campaña electoral de 2016; o en la campaña He for She que lanzó la actriz Emma Watson en la Organización de las Naciones Unidas (ONU); también vimos a la cantante Madonna lamentando públicamente que las opiniones de las mujeres no se valorasen como las de los hombres; o a la actriz Robin Wright denunciando que su sueldo no era igual al de su compañero coprotagonista en la serie House of Cards. Estos gestos, además de mostrar que la situación ha cambiado, pueden producir, a la vez, que las mujeres pierdan el miedo a hacer reivindicaciones feministas.

¿Por qué se ha producido este cambio? Tendemos a pensar que los cambios o las mejoras en la igualdad de género son lineales y sostenidos en el tiempo, pero responden a momentos claves u oleadas. Entonces, ¿qué acelerantes o factores han producido esta nueva oleada? Seguramente no hay un único factor, sino muchos, que además se entremezclan. Sin embargo, podemos pensar que al menos en España hubo tres claves para que el feminismo sea un valor en alza y se haya colado tanto en la agenda social como en la política: la crisis económica, la crisis de expectativas y los nuevos medios de comunicación y/o redes sociales.

La Gran Recesión de 2008 (rastreable ya el año anterior) coincidió con la entrada en el Gobierno de un partido conservador. La crisis incentivó que los poderes públicos recortaran de una forma salvaje los presupuestos e instituciones dedicadas a promover la igualdad. Las partidas presupuestarias que estaban destinadas a mejorar las condiciones de vida, en especial de las mujeres, sufrieron un retroceso sustantivo, como bien explican Lombardo y León1. Esto provocó que la crisis recayera aún más sobre sus espaldas. Por ejemplo, a pesar de las limitaciones presupuestarias que ya tenía la Ley de Dependencia en su origen, con la crisis se vieron ostensiblemente recortadas. Esta ley, cuyo objetivo era fomentar que la responsabilidad de los cuidados de personas dependientes recayera sobre el Estado y las administraciones, con los recortes, vio su propósito truncado, y fueron las mujeres las que tuvieron que continuar asumiendo esa tarea. Las mujeres también sufrieron un retroceso al ver la partida dedicada a proteger a las víctimas de violencia de género menguada, lo que provocó una mayor vulnerabilidad de las víctimas de estas agresiones. Además, con la aprobación de la reforma laboral en 2012 por parte del Partido Popular, se produjo un cambio en la legislación que dificultaba, especialmente a las mujeres, conciliar trabajo y familia. Esto provocó que muchas, ante la imposibilidad de compatibilizar los dos ámbitos de su vida, tuvieran que abandonar el mercado de trabajo y quedarse relegadas al mundo doméstico. Esto son solo unas pequeñas pinceladas, pero no las únicas, de cómo la recesión económica provocó un perjuicio en la igualdad de género. Las mujeres han sido conscientes de ello y han asumido que tienen que luchar por sus derechos.

El segundo factor que ha provocado que el feminismo tenga muchos más adeptos es la crisis de expectativas. La recesión económica conllevó que una parte importante de la población viera truncadas sus metas vitales. En 2011 surge el 15-M, un movimiento que expresa e intenta canalizar la indignación por las injusticias del sistema, mucho más evidentes con la crisis económica. En el marco del 15-M empiezan a brotar comisiones de feminismo en cada acampada, las cuales incorporan al debate temáticas hasta entonces ignoradas por la gran mayoría. Muchos «indignados» que, tal vez, nunca se habían planteado cuestiones como las relaciones de dominación entre el hombre y la mujer, la brecha salarial, la poca participación de las mujeres en política o la situación de vulnerabilidad de esta en el espacio público, empezaron a tomar conciencia de ello, un mensaje reforzado por la consigna coreada al unísono en cada asamblea: «La revolución será feminista o no será». Además, el grupo feminista del 15-M denunció y concienció al resto de indignados de que en las propias asambleas se daban actitudes sexistas reflejadas en las infinitas interrupciones a los discursos que hacían las mujeres, o la menor valoración sus intervenciones. Todo ello propició que los y las jóvenes que se socializaron políticamente en las plazas se percataran de esta problemática.

La sombra del 15-M es larga, y este movimiento también fue uno de los gérmenes que explica el auge del feminismo actual. Del 15-M salió la Comisión de Feminismos, que entre otros movimientos se adhirió a la convocatoria de la manifestación contra la reforma de la ley del aborto en 2014. Esa manifestación aglutinó decenas de miles de mujeres para protestar contra la reforma que pretendía llevar a cabo el entonces ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, para derogar la ley de plazos del aborto aprobada en 2010, y aprobar otra mucho más restrictiva. Fue la primera vez en décadas que las mujeres se manifestaban en una marcha multitudinaria, que entonces (en el 2015) se consideró la mayor manifestación feminista de la historia de España. Tanto el 15-M como esta movilización contra el aborto reunieron a una nueva masa de mujeres jóvenes, hasta entonces alejadas del movimiento feminista. Sin la inclusión de las feministas jóvenes y la reactivación del tema, nunca estaríamos donde estamos. Además, la dimisión de Alberto Ruiz-Gallardón y la retirada de la ley como consecuencia de las protestas dio fuerza e impulso al movimiento, al ver que las movilizaciones y sus acciones tenían un impacto real.

Las redes sociales y los nuevos medios de comunicación son el tercer componente que puede explicar la popularización del feminismo. Despentes explicaba que hace unos años si querías leer sobre feminismo necesitabas fotocopiar fanzines o manifiestos, como si de una subcultura marginal se tratara. En cambio, ahora puedes tener infinidad de textos feministas a la distancia de un clic. Además, a través de las redes sociales, estos artículos o ideas pueden viajar muy fácilmente de continente a continente, como ha pasado entre Europa, Estados Unidos y América Latina. Gracias a internet y las redes sociales, multitud de ideas o textos han podido llegar a pequeños pueblos alejados de los grandes centros de pensamiento o activismo. Asimismo, estas redes sociales –blogs, Twitter, Facebook, la red Médium…– no tienen gatekeepers. Dicho de otra manera, en estas redes sociales se pueden publicar y promocionar textos fácilmente sin que el editor de un libro, de un periódico o de una revista le dé el visto bueno. La divulgación de ideas, por tanto, se ha democratizado.

Que las redes sociales produzcan canales de denuncia también facilita la concienciación de personas que no han estado expuestas al feminismo

Que las redes sociales produzcan canales de denuncia también facilita la concienciación de personas que no han estado expuestas al feminismo. Por ejemplo, en Twitter se ha denunciado y se ha viralizado la poca presencia de mujeres en los medios de comunicación, en órganos de decisión o en conferencias. Además, ha habido quejas sobre cómo el lenguaje se emplea de una forma sexista (por ejemplo, utilizando la expresión ha muerto en vez de han asesinado en noticias sobre violencia de género). Tampoco disponemos de datos para ver quién ha cambiado de actitud, o cómo ha cambiado la intensidad de esa reivindicación, pero sí observamos que estas denuncias han tenido un impacto en la concienciación, como mínimo, de los usuarios de la red. Me contaba un amigo que él nunca había pensado en estos temas hasta que por Twitter había visto que alguien reprendía un comentario machista o denunciaba situaciones sexistas.

Los nuevos medios digitales también han jugado un papel importante en la concienciación. A medida que se ha producido una inundación de periodistas feministas en las redacciones, las cuales analizan con perspectiva de género muchas de las noticias tratadas, se ha podido cambiar, poco a poco, la perspectiva hacia el feminismo que tenía buena parte de la población. Sin embargo, a los medios de comunicación aún les queda mucho trabajo por hacer en términos feministas, desde la selección de las noticias que tratan, hasta el enfoque proporcionado o la elección de las imágenes que las acompañan.

¿Es bueno o malo que el feminismo se haya «puesto de moda»?

Que el feminismo esté "de moda" no está exento de críticas. La industria de la moda se ha subido al carro para sacar beneficios a través de la comercialización de camisetas y otro tipo de merchandising con lemas como The future is female ("El futuro es femenino"), Girls just wanna have FUNdamental rights ("Las chicas solo quieren tener derechos FUNdamentales", un juego de palabras derivado de la canción «Girls Just Wanna Have Fun", de Cindy Lauper), "We should all be feminists" ("Todos debemos ser feministas") o Girls can do anything ("Las chicas pueden hacer cualquier cosa"). Además, como comentábamos anteriormente, se ha acusado a muchas mujeres y hombres famosos de sacar provecho mejorando su imagen, al convertirse, de la noche a la mañana, en "embajadores" de las ideas del feminismo.

Desde una parte del feminismo se ha criticado la posición utilitarista tanto de las empresas como de algunos personajes populares. Tampoco se ha visto con buenos ojos que ciertas mujeres conocidas que defienden ideas feministas acaten, a su vez, una estética femenina determinada o la hipersexualización de sus cuerpos impuesta por el mundo masculino.

Ante estas críticas, se pueden proponer dos posibles niveles de debate: el individual y el sistémico. La crítica a nivel individual se centra en la falta de coherencia entre el discurso y los actos de las mujeres. Esta crítica es rebatible desde el momento en que en nuestra vida diaria caemos en más de una contradicción que tenemos que asumir, y no por ello dejamos de luchar por nuestros ideales. Ante estas contradicciones, Angela Davis decía: "Soy una feminista, así que conozco las contradicciones que existen. Creo en hacer las contradicciones productivas, no en tener que elegir un lado u otro. A diferencia de elegir uno u otro, elegiré ambos". Al fin y al cabo, muchas de nosotras hemos sido socializadas y "construidas" en un entorno patriarcal, así que esos valores siguen arraigados en nuestro cuerpo, nuestra mente o nuestras creencias. Es muy difícil cambiar aquello que nos han inculcado desde pequeñas: aquello que era bueno, aquello que era bello, bonito o deseable. Sin embargo, es importante tener una mirada crítica de todo ello e intentar educar a las generaciones posteriores con valores más equitativos en todos esos campos para subvertir esas prácticas.

El capitalismo y las celebrities se han aprovechado del feminismo. Pero el feminismo se tiene que aprovechar de ese altavoz y elevar el suelo desde donde actúa

Luego existe un debate a nivel sistémico, es decir, nos tenemos que plantear si para el movimiento feminista es positivo o negativo estar de moda. Existen dos respuestas a esta pregunta en función de si se prefiere el pragmatismo o el idealismo. Se puede preferir un movimiento feminista pragmático que priorice ganar adeptos a mantener unos ideales estrictos o puros. Por el contrario, podemos optar por un movimiento feminista idealista, que priorice mantener unos principios puros y estrictos más que engrosar sus defensores.

Tener un movimiento feminista transversal y con músculo ha impulsado diferentes cambios y ha puesto sobre la mesa política debates que hasta hace poco no entraban en la agenda. Por ejemplo, se está revisando en el Código Penal el concepto de consentimiento, se ha presionado para que algunas instituciones tengan perspectiva de género o para que incorporen mujeres en decisiones del poder. Sabemos que es fundamental incluir a las mujeres que, por su momento vital o sus cargas de trabajo, tienen difícil militar u organizarse, pero cuya participación es esencial para presionar y para que las dinámicas sociales cambien de verdad.

Por otra parte, es necesario reconocer que el feminismo, al convertirse en un movimiento tan transversal, un paraguas bajo el cual se agrupan personas tan diferentes, debe abordar diferentes retos. Es importante que las demandas del movimiento no se centren solo en empoderar a las mujeres de forma individual para que puedan llegar o escoger lo que ellas decidan, sino también en reconocer que, aparte de las estructuras de género, también existen estructuras económicas y culturales que afectan o moldean nuestras vidas. El reto consistirá en mantener un movimiento feminista transversal y a la vez no solo apelar o dirigirse a las mujeres blancas de clase media. Es necesario que el feminismo pueda representar a todas las mujeres y no deje atrás sobre todo a aquellas de clase trabajadora, racializadas, trans o lesbianas, a las que les cuesta más hacerse oír. Nancy Fraser2, teórica feminista, sostiene que para que realmente exista justicia e igualdad se tienen que cumplir dos condiciones que están relacionadas entre ellas: que haya un reconocimiento de la diferencia y una redistribución económica. En otras palabras, para que haya igualdad es necesario aceptar que las normas culturales dominantes no han sido iguales para hombres y mujeres, sino que para las mujeres han sido mucho más severas y desiguales. Por tanto, es esencial revalorizar las identidades devaluadas para que puedan dejar de estar en una posición de subordinación. Pero, además, para llegar a la igualdad es necesario que haya una redistribución económica, ya que por estar en esa posición de inferioridad y con un menor reconocimiento se producen daños económicos.

Por ahora, el capitalismo y las celebrities se han aprovechado del feminismo. Pero el feminismo se tiene que aprovechar de ese altavoz y elevar el suelo desde donde actúa y lucha para que cada vez se haga más imposible el retroceso.


Notas:

1 Emanuela Lombardo y Margarita León, "Políticas de igualdad de género y sociales en España: origen, desarrollo y desmantelamiento en un contexto de crisis económica", en Investigaciones Feministas: Papeles de Estudios de Mujeres, Feministas y de Género, 5, 2014, págs. 13-35.

2 Nancy Fraser “Redistribución y reconocimiento: hacia una visión integrada de justicia del género”. Revista Internacional de Filosofía Política, 8, 1996, págs. 18-40


Sílvia Claveria (@Claveria) es specialista en género y editora de Politikon.

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