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Pongan a un hombre en la foto de los «malos tratos»

Miércoles 7 de agosto de 2019

Cristina Fallarás, Periodista y escritora 07-08-2019 Público

Ésta es la foto:

Ésta debería ser la foto:

Ésta es la realidad:

Uno de los problemas de la campaña de la Junta de Andalucía contra la violencia machista, como se viene denunciando, es que afirma que las mujeres que aparecen en las imágenes han sufrido efectivamente “malos tratos”, y eso no es verdad. O sea, mienten. Y usan el dinero público para mentir.

Otro problema es que el anuncio de la Junta de Andalucía usa el enunciado “ELLA HA SUFRIDO MALOS TRATOS”. Más allá de que sea una modelo, la gravedad descansa en ese “MALOS TRATOS”. ¿Por parte de qué o de quién? ¿De una cajera de supermercado? ¿De su jefa de sección? ¿De una autoridad estatal? No. Ella ha sufrido malos tratos por parte de un hombre, o sea violencia machista.

Y otro problema más echa sus raíces en el subtítulo: “PERO LA VIDA SIEMPRE ES MÁS FUERTE”. No. La vida no es nada. La vida es la que ha llevado mientras le molían las costillas. ELLA es más fuerte, no algo vago y cursi llamado “LA VIDA”, sino ella. Pero es más: ¿Y aquellas que no conservan la vida? ¿Podríamos entonces afirmar que “LA MUERTE SIEMPRE ES MÁS FUERTE”? Tampoco.

Dicho está.

Y sin embargo, lo más bárbaro de esta campaña pública de la Junta de Andalucía, a mi modo de ver, no reside en todo lo anterior, que ya de por sí resulta una afrenta de ningún modo inocente. Lo más bárbaro está, como siempre, en el sujeto de la acción.

Esto lo he escrito alguna vez ya. Poniéndonos en el mejor de los casos y usando lenguaje institucional, podríamos pergeñar una campaña en la que, junto a una mujer seria con el ojo morado, se leyera: “ELLA HA SUFRIDO VIOLENCIA DE GÉNERO”.

Y nos equivocaríamos de nuevo.

Se trata de evidenciar algo sucedido entre un hombre y una mujer, evidenciarlo y describirlo. Por eso, aunque la mujer no sonría y aunque escribamos “violencia de género” en lugar de “malos tratos”, el error permanecería.

¿Cuál es el verbo de la acción a la que nos referimos? Maltratar, herir, violar, golpear, torturar, matar.

Luego, ¿cuál es el sujeto de dicha acción? Él. Un hombre.

¿Y el predicado, el objeto de la acción? Ella. Una mujer.

O sea que la construcción narrativa no es una mujer ha sufrido malos tratos por parte de un hombre, sino un hombre ha maltratado, violado, herido o matado a una mujer.

Ahí está nuestro atolladero fatal, el lodazal donde se atora todo esfuerzo adulterado o real por combatir la violencia machista. Ahí: En nuestra absoluta incapacidad de situar como sujeto de la acción al hombre. Nuestra resistencia a admitir que él es el sujeto, a situarlo en el centro del problema. De SU problema.

Según las cifras oficiales (brutalmente insuficientes), desde 2003, año en el que se empezó a computar el asunto, 1.013 mujeres “han sido asesinadas” por sus parejas o ex parejas. Dejemos a un lado a las miles de mujeres asesinadas por el simple hecho de ser mujeres cuyo asesino no tenía relación amorosa con ellas, dejémoslas y centrémonos en la pasiva.

Ya me perdonarán, pero me detengo un momento a recordar que la oración en activa usa el verbo ASESINA o MATA, mientras la oración en pasiva utiliza ES ASESINADA. Me detengo aquí porque lo sustancial de cualquier frase es la acción: come, escribe, duerme, muerde, asesina. En todos los casos —excepto en los referentes a la violencia machista— buscamos el sujeto de esa acción, es decir, quién come, quién duerme, quién asesina. En el caso de la violencia machista, en cambio, optamos por darle la vuelta y enunciarlo en pasiva. Decimos UNA MUJER ES ASESINADA (por un hombre, o ni eso), en lugar de UN HOMBRE ASESINA A UNA MUJER.

Vuelvo al dato: Según las cifras oficiales, desde 2003, (al menos) 1.013 mujeres “han sido asesinadas” por sus parejas o ex parejas. O sea: Desde 2003, (al menos) 1.013 hombres han asesinado a una mujer, siendo esta pareja o ex pareja.

Y sin embargo, en la foto siempre aparece la mujer, sonriendo o con el ojo a la funerala, sangrando o haciéndose la valiente. Siempre la víctima. O sea, el OBJETO de la acción, quien la recibe.

¿Por qué?

Por la simple razón de que quienes pergeñan los mensajes que recibimos rechazan situar al hombre como protagonista de tal acción. Una acción que es SU acción, porque es ÉL quien la realiza, él es el SUJETO, él es quien ACTÚA.

Cuando el organismo del Gobierno destinado a estos asuntos publica que más de 600.000 mujeres sufren cada año violencia machista en España, se refiere siempre a ellas. Jamás publica que más de 600.000 hombres son torturadores habituales en España.

De eso se trata.

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