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Parejas en las que solo trabaja la mujer: ellas siguen realizando la mayoría de los trabajos domésticos

Martes 29 de enero de 2019

En España la brecha de género no ha desaparecido tampoco en este tipo de situaciones, a diferencia de otros lugares de Europa. Esto se traduce en que las mujeres soportan dobles jornadas, repartidas entre las labores profesionales y del hogar

CTX 25-01-2019 / Observatorio Social ‘la Caixa’

Acceder y participar en el mercado laboral sigue siendo un reto más complicado para las mujeres: asumen trabajos más precarios y sueldos más bajos, mientras que son habituales las barreras relacionadas con el género a la hora de ascender a puestos de mayor responsabilidad. La desigualdad no acaba ahí: una vez terminan su jornada laboral, ellas siguen asumiendo la mayoría de las ocupaciones del hogar, incluso si son las únicas personas de la pareja que trabajan. Así se desprende del artículo El reparto de las tareas de la casa en las parejas en las que solo trabaja la mujer, del investigador de la Universidad Autónoma de Barcelona Joan Roman.

Según el estudio, la incorporación de la mujer al mercado laboral y la crisis económica trajeron consigo un crecimiento de estas situaciones en los núcleos familiares. Un cambio en los roles de género que también ha ocurrido en España, aunque a una velocidad distinta que muchos otros países del entorno. En los años 90, las parejas en las que ambos miembros trabajaban ya eran mayoría en muchos países occidentales, pero no en el nuestro.

En el caso de las parejas en las que ellas son las únicas que trabajan y que generan ingresos, fue la recesión de 2008 la que impulsó la generalización de este tipo de situaciones, que pasaron de representar el 5% de los casos a casi el 12% en 2013. A partir de entonces, la tasa ha ido disminuyendo hasta estabilizarse en torno al 10%. Según advierte Joan Roman, la principal explicación para esto se encuentra en la enorme destrucción de empleo que ocurrió en sectores muy masculinizados, como la industria o la construcción.

El aumento del número de parejas en las que la mujer es el único sustento vino acompañado, además, de otros cambios: durante la recesión, estos núcleos familiares pasaron a ser más jóvenes, mientras que antes solían ser comunes entre las parejas donde el hombre se jubilaba antes. También se ha generalizado en estas parejas el hecho de tener hijos sin estar casados, de la misma forma que es más habitual que el número de menores a su cargo sea menor.

¿Han generado estos cambios un nuevo reparto en las tareas del hogar? Según advierte la investigación, la brecha de género se ha ido reduciendo con el paso de los años, pero de forma claramente insuficiente. De esta forma, en 2003 ellas destinaban casi una hora diaria más a las tareas del hogar en parejas donde solo la mujer trabajaba. En 2010, la brecha se redujo a 13 minutos.

En el lado opuesto se encuentra el tiempo destinado a otros asuntos. Pese a tratarse de parejas en las que la mujer tienen toda la carga laboral, en 2003 el hombre dedicaba hasta 205 minutos diarios más que la mujer al ocio y 52 más a los cuidados personales. Siete años después, las diferencias eran aún de tres horas y 29 minutos, respectivamente.

En el contexto Europeo, el reparto de tareas en este tipo situaciones ocurre de forma dispar. En Italia, la brecha de género en parejas donde solo la mujer trabaja es aún más amplia que en España. En otros países, como Reino Unido o Francia, los núcleos familiares donde la mujer es el único sustento han logrado invertir la tendencia y el hombre dedica entre 25 y 40 minutos diarios más que ellas a la tareas domésticas.

Según concluye la investigación, una de las principales consecuencias de este desfase entre las dinámicas de España y el resto de países del entorno se encuentra en el arraigo que aún existe en las identidades de género o los modelos tradicionales de familia. Algo para lo que la realidad económica no parece ofrecer alternativas: antes la dificultad que supone que una sola persona pueda mantener un hogar, la vuelta de todos los miembros de la pareja al mercado laboral podría volver a ampliar las brechas.

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