Xarxa Feminista PV

Oum, fundadora de la Universidad

Sábado 30 de mayo de 2020

Musulmana, exiliada y mujer. Ninguna de estas tres condiciones le impidieron abrir al-Karaouine, la primera institución de educación superior del mundo

Ana Sharife 27/05/2020 CTXT

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Fátima al-Fihri.

Fátima al-Fihri (Túnez, 800 – Marruecos, 880), bautizada Oum (madre) por sus alumnos, abandona siendo niña junto a su familia la ciudad de Kairuán (Túnez) y se exilian en Fez (Marruecos) en tiempos de Idrís II, un monarca cuyos once primeros años de reinado estuvieron marcados por la regencia de un esclavo liberado que había acompañado a su padre en la huida de Bagdad.

En el año 810, el joven rey decide trasladar la capital a Fez, la ciudad que había fundado su padre, y se asienta en la fértil orilla del río. No pudo encontrar un emplazamiento más hermoso y privilegiado. Funda el barrio de los andalusíes (el-Adua) con artesanos y sabios exiliados de Córdoba, y también el-Kairuán, con trescientas familias de ricos comerciantes instruidos y habituados a la vida urbana expulsados de Túnez, entre ellos la pequeña Oum. La ciudad comienza a surgir como una gran medina bulliciosa con un enorme entramado de más de 9.000 callejuelas laberínticas y encantadoras, donde incluso tenían su propio Mellah (barrio) los judíos que, expulsados de la península ibérica y de otros territorios europeos, eran recibidos por los sultanes con los brazos abiertos, conocedores de su avidez en el estudio de las ciencias y el comercio.

Al-Karaouine se convierte en pionera en desarrollar avances científicos y filosóficos en un momento en el que Europa se adentraba en la edad oscura del medievo

Fátima y su hermana Mariam llevan una vida placentera, y reciben desde niñas una educación muy completa que determinaría sus refinados gustos y curiosidad. En el año 859 Oum se convierte en una acaudalada viuda y única beneficiada de su padre junto con su hermana, pues a diferencia de Europa, en los países islámicos las mujeres podían heredar. Ambas deciden devolver a Fez lo que la ciudad les entregó al acogerlas y brindarles una oportunidad. Las tunecinas invierten en progreso y construyen la gran mezquita de al-Karaouine, de gran belleza arquitectónica, pero Oum dedica todo su dinero, esfuerzo e ilusión en crear además un lugar en el que sus habitantes pudieran estudiar y formarse. Así edificó una madraza (escuela coránica) con una enorme biblioteca y contrató a los mejores maestros del Magreb no sólo en materias espirituales y misticismo sufí, sino en medicina, matemáticas, astronomía, química, historia, geografía, gramática, legislación, retórica y música.

En poco tiempo al-Karaouine se convierte en referencia de la enseñanza superior y pionera en desarrollar avances científicos y filosóficos en un momento en el que Europa se adentraba en la edad oscura del medievo. La universidad atrajo a los pensadores, analistas y alfaquíes de más alto nivel. Fez se convirtió en una ciudad de moda. El desarrollo de las ciencias y de las letras prosperaba gracias a las facilidades que los califas otorgaban a los sabios orientales inmigrados de El Cairo, Bagdad y Alejandría, también a los monjes cristianos que llegaban, conocedores de que los musulmanes y judíos disponían de una preparación en ciencia y medicina muy superiores, y deseaban aprender de ellos.

Por entonces, en Al Ándalus reinaba el califa omeya de Códoba, Alhakén II, uno de los más pacíficos y fecundos de la dinastía en la península. “Gran bibliógrafo y gobernante de enorme cultura, fundó 27 escuelas públicas en las que los eruditos enseñaban de forma gratuita a los pobres y huérfanos a cambio de atrayentes salarios, y decretó la enseñanza obligatoria para todos los niños”. También creó una biblioteca universalista con más de 400.000 volúmenes que abarcaban todas las ramas del saber, desde donde subvencionaba no sólo a los escritores y estudiosos de Al-Ándalus sino de todo el mundo. “La biblioteca tenía anejo un taller de escribanía con copistas, miniaturistas y encuadernadores, la mayoría mujeres, y agentes que ojeaban y compraban libros en El Cairo, Bagdad, Damasco y Alejandría”, y puso al frente de ella a la intelectual Lubna, la copistera de Córdoba (2019), de Olivier Gaudefroy.

El intercambio de estos estudiantes con la universidad al-Karaouine era fluido. En poco tiempo la madrasa creada por Oum se convirtió en motor intelectual del conocimiento en el Magreb, lo que atrajo a sultanes y ricos comerciantes que deseaban dar a sus hijos una educación de primera clase. Éstos se convertirían en patrocinadores de la institución, a la que prodigaron abundantes subsidios, obsequios y tesoros, especialmente libros y manuscritos escasos, algunos del siglo VI. El propio califa Omeya de Córdoba, Abderraman III enviaría a finales del siglo X una gran suma de dinero para cubrir el coste de las obras de su ampliación.

La universidad creció tanto que tuvo que aplicar un estricto criterio de selección a la hora de alojar a los estudiantes que llegaban cautivados por su prestigio, no en función de su riqueza o pobreza sino por su talento y excelencia, pues algunos venían de cultivarse con estudiosos de enorme autoridad.

En el siglo XI, el segundo emir almorávide Alí ibn Yúsuf, un hombre con inclinación al ascetismo y escaso apego al mando, le asigna la región de Fez al gobernador de Córdoba, y manda ampliar las estancias de universidad con dos arquitectos andalusíes. En 1340, la dinastía del sultanato benimerín, que había sufrido una aplastante derrota en la batalla del Salado, se retira de Al-Andalus, pero Fez sigue alumbrando con luz propia, formando a expertos de todo el mundo. El mismo sultán Abú Inán, que elevaría al imperio Meriní a su cenit y se rodeó de un círculo culto, dotó a la biblioteca de al-Karaouine de un contenido envidiable, con manuscritos que databan de principio de la Edad Media. Un siglo después la universidad llegó a superar las 320.000 obras.

En poco tiempo la madrasa creada por Oum atrajo a sultanes y ricos comerciantes que deseaban dar a sus hijos una educación de primera clase

Aquel jovencísimo sultán tenía de maestro y consejero al sabio y diplomático Ibn Marzuq, quien negociaría un tratado de paz con el rey de Castilla, Alfonso XI. Al morir, asesinado a los 20 años por su propio visir, Marzuq le dedicaría Vida ejemplar donde describe la indulgencia y educación del joven, la bondad de su carácter y el equilibrio de su temperamento, pero, sobre todo, la atención que dispensaba a sus súbditos. Se había ocupado de los huérfanos y ancianos, había construido escuelas, hospitales, puentes y canales con los que hizo transitables los caminos. De la obra de Marzuq, siendo la menos destacada pero no menos interesante, está Fahrasa, una voluminosa lista de maestros donde destaca una cantidad importante de mujeres eruditas.

“¿A éste le llamáis rey?”

Entre los sabios que pasaron por al-Karaouine destaca el erudito cristiano Gerbert d’Aurillac (el papa Silvestre II), quien durante una larga permanencia en Córdoba aprendería astronomía, el sistema de numeración indo-árabe con base decimal y el concepto cero, que posteriormente introduciría en Europa.

También acudió a al-Karaouine el filósofo y médico andalusí Averroes (Ibn Rushd), quien además de su Enciclopedia Médica tradujo a Aristóteles y defendió su filosofía en su Refutación de la refutación. Obra denunciada como impía por jurisperitos envidiosos, así como por la iglesia católica, el filósofo sufrió además la humillación de ver cómo sus libros eran quemados en la plaza pública. Sin embargo, fue reivindicado y llamado a la corte en Marruecos. Luego, a pesar de ser condenados por Tomás de Aquino, llegaron a ser ávidamente estudiadas y exaltadas en los foros universitarios e intelectuales de la Europa renacentista. También fue profesor de al-Karaouine el cordobés médico y filósofo judío Maimónides. “Gnosticismo e inspiración mística que en el siglo XVI inspiraría la obra de santa Teresa de Ávila y san Juan de la Cruz. Ambos sabios iluminarían las obras de san Alberto Magno, Roger Bacon y muchos otros, incluso los racionalistas de los siglos XVII y XVIII como Spinoza, Descartes y Kant”, recuerda Elías Shamsuddín, en La civilización del islam.

“El gran Ibn Jaldún, uno de los más importantes pensadores y científicos musulmanes de todos los tiempos”, señala el eminente antropólogo E. Gellner, “cuyas ideas dominan hoy el pensamiento social europeo”, fue otro de los doctos que pasó por la universidad de Fez. Su obra principal, Libro de la evidencia, cubre un análisis de la historia de la Humanidad, interrelacionando los acontecimientos para ubicar sus consecuencias en el presente y las tendencias de futuro. Fue el precursor de la metodología de la sociología histórica, se anticipa a otros científicos europeos en las teorías sobre la movilidad y el contacto cultural que generaban las migraciones, y concibe una teoría del conflicto social y el determinismo histórico que, años más tarde, señalaría Maquiavelo. “Padre de la filosofía de la historia, su obra es la más grande que jamás haya sido creado por una inteligencia en ningún tiempo y en ningún país”, dijo de él Arnold Toynbee en Estudio de la Historia (1933)

Jaldún concibe las llamadas “teorías de la lucha” que fueron desarrolladas entre los siglos XVIII y XX en Europa. Entre los aportes a la economía se incluye el descubrimiento de la dinámica de los mercados; analiza conceptos económicos como población, precio, beneficio, lujo y formación de capital, y los interrelaciones entre ellos. Gumplowicz, Lester Ward, Ratzenhofer y Franz Oppenheimer lo elogiaron y le dedicaron libros. Oswald Spengler en su obra Decadencia de Occidente (1918) y Pitirim Sorokin en Dinámica Social y Cultural (1937) reconocen haberse inspirado en sus teorías. Otro tanto reconocieron De Maistre y Durkheim.

La familia de Jaldún, dueña de la hacienda Torre de Doña María en la actual Dos Hermanas, tuvo que abandonar Sevilla camino de Túnez cuando fue tomada por los castellanos en 1248. El alto rango de su familia le permitió estudiar con los mejores profesores del Magreb bajo la dinastía hafsí tunecina, donde el matemático y filósofo Al-Abili, de Tlemcen lo introdujo en las matemáticas, la lógica y la filosofía. Jaldún desempeñó una larga carrera diplomática junto a los sultanes más importantes de su tiempo. En 1364, durante una misión diplomática de paz en favor del reino de Granada ante Pedro I ‘el Cruel’, éste le ofrece devolverle las posesiones españolas de su familia en Dos Hermanas, que él rechaza cortésmente.

Cientos de miles de familias musulmanas y judías emigran a Fez tras la toma de Granada en 1492 y el edicto de expulsión por los Reyes Católicos. El sultán Solimán ‘el Magnífico’ exclamaría en una ocasión refiriéndose al rey Fernando: “¿A éste le llamáis rey que empobrece sus estados para enriquecer los míos?”. Este mismo sultán le comentó al embajador enviado por Carlos V "que echar a los judíos de Castilla, era echar la riqueza". Entre los exiliados se encontraba el diplomático andalusí Hasan bin Muhammed, quien pertenecía a una familia ilustrada de Granada. En Fez recibió una educación privilegiada y estudió en la Universidad de al-Karaouine. Tradujo al árabe de las Cartas de San Pablo, las biografías de treinta ilustres musulmanes y judíos, así como creó un diccionario entre el árabe, el latín y el hebreo. Hasan, conocido por la Historia como ‘León el Africano’ se convirtió en el protegido del papa León, quien maravillado por su sabiduría le pidió que hiciera un compendio donde expusiera todo lo que conocía de África y escribió en lengua italiana Descripción de África y de las cosas notables que ahí hay. Tan importante fue esta obra que durante siglos no existió otro texto de consulta en Occidente.

El listado de alumnos sobresalientes y maestros célebres que pasaron por al-Karaouine es bien extenso, irresumible en un artículo. La institución fue reconocida por la Unesco como la más antigua universidad en funcionamiento, así como la primera institución en emitir títulos educativos. Sin embargo, la vida de Oum, una mujer que marcaría y cambiaría la historia del Magreb, ha pasado casi desapercibida para Occidente, así que sirva este texto como un pequeño homenaje a su inmensa labor.

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