Xarxa Feminista PV

Oigan, no sé cómo decirles

Miércoles 15 de mayo de 2019

La medida que ha prometido Ayuso (PP) debería estar prohibida por ley, de la misma forma que está prohibido que un empresario te ofrezca comprarte las vacaciones.

¿Por qué se le puede comprar la baja maternal a una mujer y además verse como reclamo en una elecciones?

Barbijaputa 14/05/2019 eldiario.es

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Casado y Díaz Ayuso EFE

"Mi amiga Ana tiene a su niña desde hace una semana y ya está emprendiendo por el mundo, es el tipo de mujer que yo defiendo, es el tipo de mujer que me gusta, y no la mujer de la izquierda que tiene victimizar y colectivizar los sentimientos".

Si no sabían antes quién ha dicho esta frase, ya le confirmo yo lo que están suponiendo, sí, se trata de Isabel Díaz Ayuso, ahora candidata a presidir la Comunidad de Madrid. Pablo Casado la colocó como cabeza de lista en su estrategia preelecciones, donde quería rascar votos a Vox. Esa estrategia que ahora le hace echarse las manos a la cabeza. Esta decisión que tomó con Díaz Ayuso tendrá que comérsela con patatas también, como los resultados electorales.

Es cierto que Díaz Ayuso dice cualquier cosa cuando se levanta, y no es la primera ni será la última declaración, pero lo cierto es que hablamos de la persona en la que el Partido Popular ha confiado para presidir la CAM, nada más y nada menos, sin que reciba ni un sólo tirón de orejas.

Personalmente me niego a, simplemente, tomarme a broma todas las majaderías que es capaz de elucubrar. Porque estamos hablando de toda una comunidad autónoma, sobre la que esta persona tendría acceso y a la que gestionaría durante 4 años que pueden ser muy largos.

Además de querer mucho a su amiga Ana por trabajar y "emprender" recién parida, ha prometido una medida encaminada a las Anas del mundo: una tarifa plana de autónomos donde, aquellas mujeres que se incorporen al mercado laboral tras parir, pagarán sólo 50 euros durante dos años.

Premiar el hecho de reincorporarse tras un parto con dinero, más aún entre las autónomas, un sector especialmente maltratado por cada uno de los gobiernos que desfilan ante nuestras narices, es presionar a las mujeres precarias a trabajar aún sin poder. Porque esta medida le da exactamente igual a la autónoma que cobra 80.000 euros al año, podrá perfectamente pasar de la tarifa plana y de Ayuso y disfrutar de su baja maternal sin pensárselo. Pero para muchas otras, la mayoría, de hecho, sería un ahorro muy sustancial: de pagar casi 300 euros cada mes pasarían a pagar 50. ¿El precio? Renunciar a un derecho, a disfrutar de la nueva criatura, a atenderla como quieras en sus primeros meses. Supondría que las precarias en muchas ocasiones no trabajarían decentemente, se verían obligadas a hacerlo con los puntos aún cogidos, con dolores, molestias, etc. Ni hablamos ya de las mujeres que no tengan un parto fácil.

Debería estar prohibida por ley esta sugerencia, de la misma forma que está prohibido que un empresario te ofrezca saltarte las vacaciones por más dinero. No descansar provoca problemas de salud, las vacaciones no se pueden comprar hoy día gracias a la lucha de la clase obrera. ¿Por qué se puede comprar la baja maternal y además verse como reclamo en una elecciones? ¿Por qué se puede hacer trueque con el descanso de las mujeres tras algo tan crítico e importante como un parto?

Es la banalización más absoluta de lo que significa parir. El utilitarismo de la derecha no conoce límites, y como prueba, aquí otro botón de Ayuso. Y vuelve a repetirse el patrón: el objetivo de nuevo son las mujeres. Además mujeres en una situación vulnerable en varios sentidos: física y económicamente. Serán mujeres como tú y como yo, no será precisamente Ana Botín la "emprendedora" quienes hagan malabares con su vida y su bebé y su cuerpo para conseguir un alivio económico.

La obsesión de la derecha con las mujeres se ha cerrado este lunes con las declaraciones de otro iluminado, Ortega-Smith (Vox), que no ha dudado en decirnos que nosotras podemos cortarnos el pelo o las uñas, pero no abortar. El nivel parece no dejar de bajar. Y nuestros derechos no parecen estar jamás fuera de peligro. Así es la lucha de clases, eterna, y si nos centramos en las mujeres, el doble de dura, con el doble de enemigos y el doble de larga.

Sorprendentemente, hay quien sigue preguntándose por qué la derecha es enemiga del feminismo. Oigan, no sé cómo decirles, tendrán que empezar ustedes a atar cabos en algún momento de la vida.

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