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No soy una feminista perfecta

Jueves 13 de enero de 2022

Ana Bernal-Triviño 12/01/2022 Público

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Desde hace tiempo me escriben, cada vez más, mujeres inquietas por considerarse "malas feministas". Con el añadido de poner sobre mí una etiqueta de "perfección" que no es real.

Es cierto que, cuando decides ser feminista, el motivo que te lleve a ello puede ir desde el interés por nuestra historia hasta la propia supervivencia. Yo pasé por ahí, cuando te inquieta no saber de todo. Y aún me ocurre en muchas ocasiones. La autoexigencia y esa búsqueda continua por la perfección la trasladamos al feminismo y luego, a la menor contradicción, somos las primeras en darnos con el "látigo".

En primer lugar, habría que preguntarse qué es ser una feminista perfecta. Y aún más en una sociedad donde todo el mundo dice ser feminista, pero luego demuestran, en sus declaraciones o hechos, estar muy lejos de ello o, aún peor, solo usan el concepto para algún tipo de beneficio. Cuando a veces he sentido que pierdo el rumbo, pienso siempre en las víctimas y nuestra historia. Hablo con ellas. El feminismo está para evitar todas las posibles víctimas y conseguir que la mayoría sean supervivientes. Si el feminismo no está para salvar, no sirve.

En segundo lugar, pienso en respetar la agenda a partir de la genealogía feminista. No es complicado. Igual que un sindicalista no puede reivindicar la jornada laboral de doce horas, en el feminismo también hay unas líneas rojas. He dicho muchas veces que si feminismo es todo, entonces el feminismo es nada.

A veces me escriben mostrándome sus contradicciones y me preguntan de forma directa "¿esto es ser mala feminista?", como quien acude a confesarse al sacerdote. Lo de la culpa lo llevamos en vena. Y entonces les respondo que no tienen que justificarse ni fustigarse, pero me dicen que se sienten mal cuando otras mujeres feministas en Twitter o Telegram las vigilan o las señalan y cambian sus comportamientos incluso para integrarse.

Igual que es muy complicado ser totalmente anticapitalista en una sociedad capitalista, es muy complicado ser una feminista perfecta en una sociedad patriarcal donde, además, en muchos aspectos, has recibido una educación machista.

Yo quiero reconocer que también cometo errores. Porque es imposible no cometerlos en una sociedad en la que tienes que batallar de forma continua y donde la vida, como mujer, no es fácil para sobrevivir.

Lo peor me ocurrió cuando un día una mujer me preguntó cómo ser una feminista perfecta. Esto me sonaba mucho a aquellos manuales de la sección feminista franquista donde se decía "cómo ser la esposa perfecta" o "cómo ser la madre perfecta". Por si a alguna le sirve, yo reconozco aquí que no lo soy. Porque puedo saber mucho de teoría y de leyes, pero la práctica no es fácil cuando tienes muchas cosas en contra.

No. Yo no soy una feminista perfecta. Porque estoy en un mar de contradicciones muchas veces. Porque callé en el pasado cuando debí hablar, porque a veces el silencio te permite sobrevivir. Porque he tardado en decir no, y aún me cuesta. Porque a veces sigo pensando primero más en el qué dirán que en mí. Porque sigo a veces llevándome por dinámicas que me obligan a reflexionar sobre lo que pienso. Porque sigo detectando que en el amor cometo errores, porque tengo complejos, porque otras me insultan y me dicen que soy una mala feminista y me hacen dudar. Y porque todos los días, en cada uno de mis actos, cuando algo me afecta o presiento que voy por mal camino, tengo que autoexigirme. Siempre hay un por qué.

Y al final de todo esto, siempre llego a la misma conclusión. Sí. No soy la feminista perfecta. Pero después de batallarme mucho conmigo misma, soy la mejor feminista que puedo ser.

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