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Muere Trini Simó, la gran defensora del patrimonio histórico valenciano

Lunes 3 de agosto de 2020

La profesora de Historia de la Arquitectura de la Politécnica y activista vecinal tenía 85 años

Ferran Bono 03-08-2020 El País

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Trini Simó, en su casa, en Valencia, en una imagen del 2001.JESÚS CÍSCAR

Eso de estar comprometido con la sociedad ha devenido en un lugar común que se atribuye con mucha facilidad a demasiada gente. Decir que Trini Simó estaba comprometida con la sociedad es, además, una obviedad para cualquiera que la haya conocido personalmente, haya leído sus artículos y sus libros, haya seguido sus clases o simplemente haya estado pendiente de lo que se pasa en Valencia, en su ciudad, en su cultura. Ahora, ya ha dejado de padecer por los expolios de patrimonio y del espacio público, por el horror de la monumentalidad gratuita, por la cultura despreciada, por la injusticia urbanística que suele cernirse sobre los más vulnerables. La profesora valenciana de Historia de la Arquitectura y del Urbanismo en la Universidad Politécnica de Valencia, la gran defensora del patrimonio histórico valenciano, la activista social, cultural y ciudadana, la mujer que soñaba con la ciudad ecológica para disfrute de todos murió el pasado domingo a la edad de 85 años.

Tímida, culta, feminista, amable, independiente con “un punto ácrata” según apostillaba ella, Simó formó a varias generaciones de arquitectos y fue autora de varios libros sobre la historia de la ciudad de Valencia y de sus habitantes a través de sus edificios y de sus calles. Participó en las luchas ciudadanas desde los años setenta por salvar El Saler, el antiguo cauce del Turia, El Botànic, La Punta, El Cabanyal, Ciutat Vella, los bosques...

Simó estaba convencida de que el “mutismo y la falta de crítica” contribuyen a la desintegración social, como dijo en la ceremonia de entrega del Premio Vicent Ventura de la Universitat de València que recibió en 2006, junto a Enric Tàrrega, el impulsor de la Societat Coral El Micalet que falleció el pasado sábado en una triste coincidencia. Va desapareciendo una generación que ha marcado la vida de la ciudad en el último tercio del siglo XX.

La autora de La arquitectura modernista en Valencia (1971), su primer libro, advertía en una entrevista con este periódico sobre el riesgo de la influencia del modelo de vida estadounidense de ciudad: “Se está importando de América el modelo de ciudad extendida, de casas adosadas. A principios del siglo XX la burguesía promueve los paseos y jardines. Evidentemente, junto a donde vive, pero siempre como espacio público. Ahora es al contrario, la burguesía quiere hacerse casas muy seguras y con las cosas estupendas dentro. Y eso para la inmensa mayoría de los ciudadanos de maravilla, nada”


Levante-emv 02-08-2020

La valenciana Trinidad Simó murió ayer en su casa de València. Simó, que nació en la capital del Túria en 1935 de doctoró en Historia de la Arquitectura después de estudiar Filosofía y Letras, fue profesora titular de la Universitat Politécnica de València hasta su jubilación.

En compañía de un puñado de mujeres más, encabezó el incipiente movimiento feminista que cuajó en Valencia durante los años setenta. La niña nacida en 1935 que había quedado huérfana de padre a los siete años, la alumna que había sido expulsada del colegio de monjas contra el que se rebelaba («fue lo único sensato que hicieron aquellas monjas»), la joven que vio cómo su madre sacaba adelante a cinco hijos, que se marchó a París con veinte años a cuidar niños y que allí conoció la libertad y el aire fresco que nunca había sentido, que se equivocó con un matrimonio temprano y una década después se divorció para ser más genuinamente libre, esa mujer dio un paso al frente y se enroló en el feminismo avant la lettre.

Primero en el Ateneo, en la Subcomisión de la Mujer, y desde 1975 como presidenta y fundadora de la Asociación de Mujeres Universitarias. «Hicimos la primera manifestación feminista. Recuerdo que la gente se burlaba de nosotras porque defendíamos a las mujeres en la calle. Aquello era inaudito en Valencia. ¡Nos veían como seres extraterrestres!», rememoraba entre risas en 2015 en una entrevista con Paco Cerdá que publicó Levante-EMV.


Impulsora del movimiento ciudadano y la sostenibilidad

Rigor y voluntad fueron constantes de su trabajo, impulsando luchas vecinales como El Saler per al Poble o Salvem el Botánic

Carles Dolç - en nombre del col·lectiu terra crítica 04.08.2020 Levante-emv

El Col·lectiu Terra Crítica se constituyó una tarde, hace mas de veinte años, en la casa de Trini Simó, en una reunión informal en que nos propusimos dar continuidad a reflexiones teóricas y dar apoyo a tantas gentes en acción para conseguir una sociedad que viva en simbiosis con el planeta. Recordamos esa reunión porque puede dar idea de la personalidad de Trini: estudiosa, profesora durante muchos años en la Escuela de Arquitectura, y activista, impulsora e implicada en diversos movimientos sociales. Hablamos de ese episodio, pero Trini llevaba ya muchos años activa.

Sus aportaciones a la historia de la arquitectura de la ciudad de València han sido cruciales en muchos sentidos. Desde su primer libro, «La arquitectura de la renovación urbana en Valencia» (1973), al que siguieron otros libros, guías y monografías, la suya ha sido una obra de rescate del patrimonio (por ejemplo, el modernismo popular del Cabanyal). Rigor y voluntad fueron constantes de su trabajo intelectual. Y sus opiniones han sido importantes para el devenir urbano de nuestra ciudad. En 1974, Trini fue una de las personalidades impulsoras del movimiento ciudadano «El Saler per al poble» que consiguió evitar la destrucción completa de la Devesa. E inmediatamente después se implicó en el que pretendía suprimir el proyecto de autopistas en el cauce viejo del rio y logró su conversión en el Jardín del Turia que hoy vertebra la ciudad.

A principios de los ochenta estuvo en las primeras luchas de defensa de la Huerta. Fue una de las fundadoras de «Salvem el Botànic». Apoyó con su presencia y sus escritos el combate por impedir la destrucción de la trama del Cabanyal. Trini estaba donde hacía falta en defensa del medio ambiente, de los árboles, de los espacios públicos, de las vidas atropelladas por unos crecimientos urbanísticos injustificables y voraces.

Trini era mujer. Esa condición fue el otro gran eje de su actividad, implicándose en la militancia feminista. Fue sobre todo independiente en sus decisiones de vida, rebelde respecto a las convenciones que ahogan a las personas de su sexo. Luchó por la liberación de la mujer desde su juventud, siendo fundadora de la Asociación de Mujeres Universitarias. Su dimensión feminista era una actitud tranquila, perfectamente reconocible para quienes la tratamos.

Trini ha sido para nosotros un referente y una persona entrañable de criterios lúcidos y ecuánimes. Le gustaba escribir artículos para participar en los debates sociales y ciudadanos, e incidir en una opinión pública que frecuentemente consideraba desnortada. Su marcha nos pilla en la dispersión de la canícula del agosto de la pandemia, y nos impide compartir la tristeza con abrazos. Sin retórica: nos quedamos huérfanos, seguiremos su ejemplo.

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