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Mikki Kendall: “Construimos nuestros movimientos en torno a personas sanas y acomodadas”

Viernes 3 de febrero de 2023

Begoña Donat 25/01/2023 Pikara

La autora de ‘Feminismo de barrio’ dice que el liderazgo de las mujeres blancas no ha funcionado bien.

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Mikki Kendall. / Foto cedida por Capitán Swing

Mikki Kendall (Chicago, Estados Unidos, 1976) es una cabrona. No es un insulto adjudicado por Pikara Magazine, sino propio. La ensayista y activista afroamericana se sabe tocapelotas y molesta, pero le pesa más saber que la crítica al feminismo desde dentro hace que crezca y resulte más efectivo. “Ya he aceptado que nunca encajaré, ni siquiera si logro pulir todas mis asperezas. Mi feminismo no vale para aquellas que están cómodas con el statu quo, porque ese camino no conduce a la igualdad de las chicas como yo”, advierte ya desde el prólogo de su libro Feminismo de barrio (Capitán Swing, 2022), donde apunta al fuego amigo dentro del movimiento, a la miopía que aqueja a una parte de las mujeres blancas cuando en sus reivindicaciones excluyen aspectos interseccionales como la clase, la raza, la capacidad y la orientación sexual. Su abuela le enseñó a ser crítica con cualquier ideología donde se asegurase querer lo mejor para ella sin preguntarle por sus anhelos y necesidades. Toda su vida le ha rechinado la tendencia del feminismo dominante a decidir lo que se hace en el beneficio de otros colectivos. Toda su vida ha tenido que lidiar con el mito de la mujer negra fuerte, con la creencia apócrifa y extendida de que las de su raza están construidas para hacer frente a los abusos y la ignorancia, y que sus preocupaciones eran menos urgentes.

En su colección de ensayos insta a las lectoras a establecer metas comunes y trabajar de manera colaborativa, pues la legitimidad de esta pugna radica en que lo sea por los derechos de todas y cada una de las mujeres, sin excepciones y con un cambio en las prioridades. Esto es, teniendo en cuenta las necesidades básicas como una cuestión feminista, problemas como la inseguridad alimentaria, el acceso a una educación de calidad, la atención médica, las necesidades reproductivas, unos vecindarios seguros y unos sueldos dignos. En esa mirada más allá del ombligo propio, en esa escucha a las mujeres con experiencias diferentes es donde reside la solidaridad auténtica

¿Existe el whitewomansplaining?

De maneras muy específicas. Recientemente he reparado en que hay mujeres blancas que tienen sentimientos muy fuertes sobre aspectos que no son parte de su cultura. Las ves tratando de corregir a alguien en nombre de otro grupo. Como cuando dicen que el pelo afro solo es pelo, que nuestra queja sobre la apropiación de estilos capilares no es para tanto. Y entonces tienes que darles toda la explicación, contarles que una de las razones por la que las afroamericanas hablamos tanto del pelo es porque legalmente se nos puede despedir por llevarlo en su estado natural. Así que sí, recibo cierto whitesomansplaining sobre misoginia y racismo, porque ciertas mujeres a veces necesitan mostrar que no son como el resto de la gente blanca, decir que controlan la situación y que van a hablar sobre nuestros problemas porque piensan que necesitamos que opinen por nosotras.

¿Crees que en la lucha por la igualdad de las mujeres racializadas las blancas deberíamos dar un paso atrás?

La historia de fondo es que durante la lucha por el sufragio en Estados Unidos llegó un momento en que se pidió a las sufragistas negras que caminaran por detrás en las marchas para mantener la segregación. Así, las sufragistas de los Estados del sur no se sentían incómodas, porque querían libertad, pero también mantener las razas separadas. De modo que hoy en día, cuando hablamos de feminismo y derechos de las mujeres, todavía hay una tendencia en mi país a pensar que la feminidad blanca debe liderar, a pesar de que las voces feministas blancas nos han hecho perder derechos reproductivos con la anulación del caso Roe versus Wade.

En tu ensayo Miedo y feminismo haces hincapié en este aspecto, en que hay mujeres conservadoras empoderadas por el feminismo para perjudicar a las demás.

Muchas feministas blancas sienten que con que ya es suficiente con que una mujer gane unas elecciones, sin preguntarle qué quiere hacer con el poder, como si la supremacía blanca y el racismo no desaparecieran. Una mujer blanca ha ganado en Italia ¡y es una fascista! Hay que tumbar la idea de que con una mujer a los mandos todo va a ser mejor, y preguntarse, ¿qué mujer? ¿Cuáles son sus creencias? ¿Piensa que el resto de las personas, independientemente de su raza, son seres humanos? En Estados Unidos tuvimos a Phyllis Schlafly, que era absolutamente antifeminista. Lideró a un grupo de mujeres contra sus propios intereses, diciéndoles que volver a trabajar sería malo. Así que las mujeres conservadoras se movilizaron para tumbar la enmienda de igualdad de derechos. Dos décadas después, cuando empezó a extenderse el divorcio, hubo una mini crisis de mujeres divorciadas que habían sido amas de casa durante los años 70 y descubrieron que no tenían Seguridad Social, pensión ni ningún tipo de protección legal. Fue horrible para ellas y, en muchos casos, para sus hijos. De hecho, todavía estamos viendo las repercusiones de aquello en la elevada tasa de personas sin hogar entre las estadounidenses blancas mayores. Así que gran parte de la conversación actual tiene que ver con que las mujeres blancas sigan en lugar de intentar liderar, porque su liderazgo no ha funcionado bien.

¿Cómo podemos hacer autoconciencia crítica las mujeres blancas y ampliar nuestra visión a las otras razas?

Aunque resulte incómodo, debéis preguntaros qué habéis conseguido al centraros únicamente en vosotras mismas. Se supone que estamos hablando de un movimiento para todas las mujeres, pero ¿cómo son todas esas mujeres? Si todas son como yo, ¿estoy luchando por los derechos de todas o solo por los de las blancas? Es algo aplicable a todos los grupos. Por ejemplo, ¿tenemos todas los mismos ingresos? Es algo que he visto durante la pandemia. En Estados Unidos hemos tenido muchas conversaciones sobre mujeres que han abandonado sus trabajos porque no tenían guardería. ¿Qué sucede con esas mujeres que cuidaban de sus hijos? Si nos preocupa el potencial de ingresos, la estabilidad y los derechos, hemos de prestar atención a toda la escala racial y económica, independientemente de que seas cis, trans o no binaria, ya te identifiques como lesbiana o tengas una disfuncionalidad. O pensamos en todas o no estamos en un lugar basado en la igualdad. Te doy un ejemplo, las barreras arquitectónicas. Todas no necesitamos silla de ruedas, pero probablemente deberíamos pensar en cómo vamos a envejecer, porque quizás mañana tengas problemas de movilidad.

La escritora española Elena Medel opina que en las luchas sociales la mayor parte de la visibilidad ha recaído en quienes tuvieron tiempo para dedicarse a ellas y dinero para apoyarlo. Si a las migrantes se les niega el derecho al voto y hay que ser rica para protestar, ¿cómo pueden reclamar sus derechos las mujeres desplazadas y de clase baja?

Hay algo muy egoísta en la forma en que construimos nuestros movimientos, porque lo hacemos en torno a personas sanas y acomodadas. Esto se debe a que aquellas que pueden permitirse el lujo de ser activistas a menudo están mejor económicamente, ya sea porque tienen dinero familiar o porque viven en un área donde el coste de vida es menor. Yo sé que no podría darme el lujo de hablar tanto si todavía tuviera un trabajo diario y un jefe, pero también porque vivo en un área con un costo de vida mucho más bajo que, por ejemplo, la ciudad de Nueva York, Tokio o Londres. La región central de Estados Unidos cuesta mucho menos que la costa. Si pude darme el lujo de correr riesgos es porque mi alquiler es bajo y porque soy una veterana del Ejército, así que tengo asistencia médica. Si eres una persona con ese privilegio, tienes que hablar tanto de las cosas que te afectan como de las que no, porque caso contrario estás ayudando a oprimir a la gente.

En 2013 lanzaste el hashtag #solidarityisforwhitewomen, ha habido otros como #BlackLivesMatter o #SayHerName, ¿qué papel juegan las etiquetas como punta de lanza?

Cuando lo lancé, los hashtags no funcionaban como ahora, estábamos aprendiendo cómo manejar Twitter. Usar etiquetas era una forma de señalar “si así es como te sientes, aquí es donde encontrarás otras personas de ideas afines”. #solidarityisforwhitewomen fue uno de los primeros hashtags virales orgánicos a nivel mundial y lo interesante fue leer a personas diciendo que no sabían que había otras sintiéndose de esa manera. Aquí es donde Twitter fue innovador: las conversaciones ocurrían en tiempo real en varios países.

Hablando de hashtags, pero quería que opinaras sobre un reciente acto de activismo viral en redes sociales, el gesto de varias artistas famosas que se cortaron el pelo para inspirar el apoyo a la causa de las mujeres iraníes.

Mi respuesta está en mi pelo. No me lo he cortado porque no es lo que están pidiendo las mujeres iraníes. No creo que deba hablar por ellas. Me voy a limitar a retuitear y a decir que estas mujeres lo están consiguiendo por sí mismas. Con ese tipo de actos simbólicos quieres llamar la atención, pero si realmente quisieras ayudar, le preguntarías a la gente que vive allí qué quieren que hagas. Las iraníes pidieron que la gente difundieran sus videos. El simbolismo no debería ser que nos uniéramos a sus voces, sino que las eleváramos. Decirle al mundo lo que está pasando, asegurarnos de que las iraníes que viven fuera de su país y están pidiendo donaciones o lo que sea, puedan obtener lo que necesitan, sea lo que sea. No quiero luchar desde la seguridad de mi oficina, porque en mi país, cortarme el pelo no significará nada.

Desde tu activismo en Estados Unidos, ¿cómo ves el avance del discurso transexcluyente?

En Estados Unidos tenemos terfas y racistas de izquierdas. Es gente que afirma que apoya los derechos civiles, pero no para transexuales ni gente racializada, lo cual no es indicativo de que milites a favor de la igualdad, sino de las dimensiones de tu intolerancia. Y te voy a ser totalmente honesta: mi mayor es trans, así que voy a discutir este tema con cualquiera sin tregua. Tienen todo el derecho a existir, a ir a sitios, a cambiarse el nombre,..

¿De qué manera podemos combatir esa intolerancia desde el flanco, en principio, amigo?

Una de las cosas que me gusta hacer es preguntarles por qué piensan así, qué daño que puede provocarles incluir los derechos de estos colectivos. Un número sorprendente de personas no sabe qué contestarme. Argumentan que su género se verá lastimado si las protecciones laborales se amplían para codificar las de las personas trans. Cuando les cuestiono de qué manera, no tienen una respuesta. Dan muchos rodeos. Por ejemplo, me dicen que las personas transexuales pueden hacerle daño a los niños en los baños o que son peligrosas para las mujeres. Entonces les pido que concreten, que me digan un caso en el que una persona trans haya atacado, y resulta que el que recuerdan es uno que fue cometido por un hombre cisgénero. El descubrimiento les resulta muy frustrante, porque reparan en que lo que se les contó no era cierto. Así que tienes que cuestionar sus argumentos y pedirles que prueben sus afirmaciones, que te den evidencias.

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