Sábado 17 de agosto de 2024
Un periplo de miles de kilómetros condujo hasta España a Thrixia. Perseguida y violada durante años con total impunidad por la Policía en Cuba, esta mujer aún no ha llegado a su destino: en España, la falta de protocolos le impide adecuar la documentación a su identidad, un derecho recogido en la ley trans.
Patricia Reguero Ríos 16 ago 2024 El Salto
Abril de 2022. Una mujer aterriza en Moscú. Se enciende un cigarro. Y otro. Y otro. Consigue una tarjeta de móvil, consulta grupos de Facebook, llama al único contacto que tiene en ese país. Siente el frío y le gusta. Acaba de hacer los primeros 9.000 kilómetros de su viaje.
Así empieza Thrixia a contar su historia: in medias res, o sea, por el medio. Da muchos detalles: el olor del primer apartamento en el que vive en Moscú, la complexión de las personas que le dan trabajo, la distancia exacta que recorre para limpiar una tienda, la emoción de viajar en ferry hasta Mikonos para coger un avión. Le cuesta llegar al nudo de la historia, a los motivos por los que salió de su país, Cuba, con la intención de llegar hasta España. Tarda más de una hora en decir “violación”. No pronuncia en ningún momento las palabras “trabajo sexual”. Se recrea en el final.
Malcriada
Su reconstrucción no es cronológica aunque, si lo fuera, podría empezar así: “Con cuatro años yo ya sabía quién era: yo era una hembra”, dice. Habla de sí misma como una niña mimada por su abuela, quien nunca intentó negarle su identidad, y el marido de su abuela, que trabajaba repartiendo juguetes por todo el país. “Era una malcriada”, dice. Thrixia no tiene recuerdos de transfobia en su infancia.
Con 14 años se traslada a La Habana con su abuela. Aunque allí viven sus padres, nunca se hicieron cargo de ella. Empieza la educación secundaria. “Yo era superpopular en las hembras y en los varones, en el deporte, en todo”, dice. Entonces pasó: maricón. “Yo conocía la palabra, pero no sabía que era una ofensa ni sabía que ser como yo era malo; hasta entonces nunca me hicieron ver así”. En su relato, esta situación de violencia sufrida de adolescente queda ahí. Aislada, pequeña.
Unos años después, con 17, deja la escuela. En los años siguientes muere su abuela y ella acaba en situación de calle. “Pasé la primera hambre más larga de mi vida, estuve un mes sin comer nada completico, con mi papá y mi mamá ahí… pero yo sabía que tenía que buscarme la vida”. Entonces un chico le propone algo: “Mira a ti que te gusta vestirte de mujer… la gente te llama y te pagan”. Empieza a sobrevivir recurriendo a la prostitución, hasta que conoce a un chico –con quien mantiene una relación de varios años– y consiguen poner juntos en marcha algunos negocios.
En 2007, ella empieza a realizar espectáculos de drag. Es entonces cuando empiezan a producirse los hechos que la llevan a salir de su país.
Muerta
“Yo no me voy por la situación económica, yo me voy por el tema de las violaciones”, explica. Thrixia ha tardado varios meses en lograr reconstruir su historia, en recomponer las piezas de un puzle que incluye agresiones físicas y violaciones sistemáticas desde que empezó a trabajar en clubs y a mostrarse de forma más continuada como Thrixia hasta que salió del país en 2021.
La primera situación que recuerda se produce en 2003 y empieza con una detención en la calle, cuando la Policía identifica a cuatro chicas. Las llevan a una comisaría y las encierran en una habitación. Uno de los agentes les dice: “Si quieren irse, aquí hay que hacer algo”. Se llevan a unas a limpiar las dependencias de la comisaría. Pero otras dos mujeres quedan retenidas y un policía se desviste: “Esa primera vez, mi cerebro se apaga, no sé lo que pasó… dejé mi cuerpo y me fui”, dice.
Luego, sigue, pasó muchas otras veces. Los policías la arrestaban al salir del espectáculo en el que trabajaba. Thrixia recuerda una de las primeras violaciones en las que intentó resistirse: forcejeó con el policía y, en el forcejeo, cayó al suelo y se dañó una rodilla. Ella no podía caminar. Al policía le dio igual. La violó. Estuvo un mes escayolada y tiene secuelas físicas por aquella agresión. “Cuanto más me negaba, más me sometían”, recuerda. La violencia de las agresiones sexuales era cada vez mayor y se producían en la misma comisaría por distintos agentes.
La agresión que Thrixia relata como el hito que le llevó a tomar la decisión de salir del país se produce en 2021. Esa vez, ella está con varias personas cerca de un BimBom –una heladería– cuando llegan dos vehículos con la orden de llevarse a todo el mundo. Al ver que era la policía de Dragones –así se llama la comisaría donde se producían las violaciones–, ella piensa: “Estoy muerta”. Muestra una fuerte resistencia. Cuando le dicen que la van a registrar, pide que lo haga una mujer y los policías se niegan. Entonces la empujan contra un cristal de la heladería, que se rompe, dañándole gravemente su mano. Pese a ello, la llevan a la comisaría antes de conducirla a un hospital. “Me dieron 58 puntos… y ahí vi que me enfrentaba a la cárcel o a la muerte, tenía que salir”.
El informe Situación de los Derechos Humanos en Cuba de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, publicado en 2020, pone en contexto el país en el que Thrixia sufre estas violencias. Este informe hace notar algunos avances en derechos para las personas LGTBIQA+: especialmente relevante es el cambio del artículo 42 de la Constitución en abril de 2019 para reconocer “la igualdad de las personas ante la ley, sin discriminación en razón de orientación sexual, identidad de género, o cualquier otra condición o circunstancia personal que implique distinción lesiva a la dignidad humana”. A esto se suma la aprobación del matrimonio igualitario en diciembre de 2021, cuando la Asamblea Nacional del Poder Popular aprobó un proyecto de Código de las Familias para hacer legal la unión de parejas del mismo sexo. Además, la isla cuenta con un Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) que ha trabajado para visibilizar la protección de los derechos humanos de las personas LGBTI.
En cuanto a la garantía de los derechos de las personas trans, la Comisión resalta que, desde 2007, se han practicado, al menos, 39 cirugías de reasignación de sexo en Cuba, realizadas por el Ministerio de Salud, siempre y cuando se cumplan unas condiciones previas como edad mínima, presentación de laudo médico y psicológico, así como la revisión en detalle de protocolos médicos para las cirugías de afirmación sexual.
Sin embargo, este informe recoge también situaciones de discriminación y testimonios de violencia hacia el colectivo LGTBIQA+. Por ejemplo, dice, el Código de Trabajo no señala la identidad de género como motivo prohibido de discriminación y los empleadores no tienen en cuenta la identidad de género cuando hay una plaza vacante. De hecho, Thrixia explica en la entrevista cómo fue obligada por un empleador a cambiar su aspecto si quería conservar un trabajo en un laboratorio y habla con ironía de las funciones de Cenesex.
En cuanto a violencia y seguridad personal, la Comisión resalta la carencia de datos oficiales. No obstante, la Comisión Interamericana ha recibido información sobre actos de violencia en contra de personas LGBTI en Cuba. Sobre las personas trans hay algunas menciones específicas. Llama la atención cómo se habla de las redadas violentas de las que ha sido víctima Thrixia. Una fuente testimonial lo expresa así en el informe: “Las redadas se hacen en los sitios de encuentro. Redadas policiales que se las llevan a la fuerza. Las jalan fuertemente a las mujeres trans. Toda detención a las mujeres trans son violentas”.
Contentica
Abril de 2022. Una mujer aterriza en Moscú. Se enciende un cigarro. Y otro. Y otro. Lleva dos noches sin dormir. Tiene una maleta y dinero para un mes, calcula, aunque desconoce cuánto vale exactamente un rublo. Le quedan miles de kilómetros para llegar a su destino final, que es España. Pero está “contentica”, dice, a pesar de que poner un pie en Rusia supone también ocultar, otra vez, su identidad. Porque el primer vuelo de Thrixia aterriza en la capital del país que en noviembre de 2023 prohibió la actividad del movimiento LGTBQIA+ por considerarlo un movimiento “extremista”.
Nada más aterrizar, Thrixia se hace con un móvil y contacta con algunas personas de nacionalidad cubana que le facilitan trabajo como limpiadora. El salario le permite vivir y alquilar una habitación y pasa varios meses allí, hasta que encuentra una oportunidad para moverse a Serbia. De Belgrado se traslada a Novi Sad, en el norte del país, y trabaja unas semanas en una fábrica, pero su destino final sigue siendo España. Su siguiente parada es Grecia, hasta donde llega caminando a través de las montañas y con temperaturas de –25 grados. “Me alegro de que no me contaran cómo iba a ser este trayecto porque si me lo dicen, todavía estoy en Serbia”, dice con humor.
La gran maleta con la que salió se ha quedado en Moscú y ahora viaja “con una carterita”. “Caminamos dos días y dos noches, una barbaridad… había que romper el hielo de los ríos y caminar, así atravesamos la frontera de Serbia hasta Macedonia, hasta que un día por la mañana llego a Grecia… primer país de la Unión Europea que piso”.
Pero Grecia es “un puente” y Thrixia sigue su periplo, que pasa por Mikonos, Atenas, y luego Venecia, Milán y Padua en Italia, con varios periodos en los que tiene que vivir durante días o semanas en la calle, con miedo constante a la deportación y casi sin ningún recurso.
Cuando por fin consigue un billete de avión con destino a Madrid, que le compra un amigo, se da cuenta de que, por un error, tiene fecha para un mes después, y se derrumba. Pero enseguida se levanta y saca su móvil: “Flix Bus”, teclea. Se monta en un autobús con destino a Barcelona y atraviesa Francia temblando de miedo por los posibles controles. “Cuando vi el primer cartel en español morí de emoción, era como encontrarse con un familiar al que hace tiempo que no ves”.
Divina
Octubre de 2022. Una mujer entra a una vivienda de dos habitaciones en Madrid. Todo está nuevo. En una de esas habitaciones, ella puede vivir los próximos 18 meses, y pedir prórroga hasta llegar a un total de 24 meses. No se puede creer lo que está pasando.
Ha llegado hasta Madrid en AVE desde Barcelona. Ha pasado por la asociación Merced Migraciones que le ha facilitado el acceso al sistema sanitario, alimentos y transporte. Ha retomado su tratamiento para el VIH, detectado en Cuba hace más de una década y tratado a medias o no tratado durante su largo trayecto hasta aquí. Ha sobrevivido un tiempo en situación de calle, como ha hecho en Belgrado, Milán y La Habana.
La vivienda se la proporciona la organización Provivienda a través del Programa de Acogida Temporal e Integración para personas solicitantes y beneficiarias de protección internacional, gestionado por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Mediante este programa, accede también a asistencia psicológica y jurídica especializada y pone fin a su periplo de 16.000 kilómetros. Se siente segura. Y es ahí, dice, cuando vuelve Thrixia. “En cuanto me entregan el piso, fue automático, se me vuelve a iluminar la mirada, vuelvo a retomar mi sonrisa, yo sé quien soy y así me siento divina”.
Pero este es también el principio de su periplo burocrático, que empieza en octubre de 2022 cuando pierde una cita para hacer su solicitud de asilo. Tras interponer una queja, consigue una nueva cita para mayo de 2023 a través de Provivienda, que se encarga de la asistencia jurídica en su solicitud de asilo.
Y esos meses se convierten en clave, ya que la mujer comienza también una asistencia psicológica que le permite reconstruir una historia que tenía bloqueada. “Este tiempo se aprovechó muchísimo, hubo que sacarme de muy adentro mucha información que yo ya no tenía ni quería saber, eso costó meses de psicólogas”, dice Thrixia. Como resultado, ella se presenta a su segunda cita para solicitar asilo acompañada por una abogada y con la información detallada que ha conseguido poner en orden gracias a la asistencia psicológica. Poco después, se presenta un informe basado en el protocolo de Estambul, que es un protocolo que se utiliza para estudiar casos de tortura al que las oficinas de asilo deben prestar especial atención, aunque no garantiza de por sí una resolución positiva. Este informe da cuenta de las violencias sufridas por Thrixia, no solo la física y sexual sino también la violencia económica e institucional. También reporta las múltiples secuelas físicas y psicológicas, entre ellas la falta de movilidad en una mano por una de las agresiones, secuelas en una rodilla o estrés postraumático.
Carmen Doménech, su abogada, le dijo que el caso era tan claro que no esperaban otra cosa que no fuera una resolución positiva. Su abogada solo señaló una debilidad, la falta de información del país de origen, algo que se relaciona con la falta de transparencia en el país, tal y como se refleja en el informe jurídico. La resolución llega en enero de 2024: España le concede asilo. Pero la resolución llega con la identidad anterior de Thrixia.
La Ley Trans, aprobada en diciembre de 2022 y vigente desde el 2 de marzo de 2023 es clara: las personas trans extranjeras que no puedan realizar la rectificación registral de nombre y mención al sexo en sus países de origen tienen derecho a adecuar sus documentos en España. El artículo 50.1. indica que, para proceder a la adecuación, “la autoridad competente instará al Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación a que recabe la información disponible en la representación exterior de España que corresponda sobre si en el país de origen existen impedimentos legales o de hecho para llevar a cabo dicha rectificación registral” y que “dicho Ministerio comunicará la información disponible a la autoridad solicitante en el plazo máximo de un mes”.
Sin embargo, lo que se encuentra Thrixia y su abogada es un desconocimiento por parte de las administraciones, que responden de forma vaga o incluso contradictoria a las peticiones de información que Provivienda inicia a partir de febrero de 2024. Ni la Oficina de Asilo y Refugio ni el Registro facilitan instrucciones precisas sobre cómo proceder a este trámite, un problema que tiene origen en la ley, que menciona una “autoridad competente” sin especificar cuál es esta autoridad, lo que se traduce en la imposibilidad de facto para iniciar el procedimiento. Además, no existen protocolos a pesar de que en marzo de 2024 cumplió el plazo de un año que la ley establecía para cerrarlos.
Thrixia ha presentado una queja ante el Defensor del Pueblo. En ella explica que no existe ninguna vía para que las personas trans refugiadas puedan llevar a cabo la mención relativa al sexo y el cambio de nombre, lo que supone que su documentación actual no se corresponde con su identidad. “Esto supone una vulneración que afecta mucho psicológicamente y conlleva muchos problemas a la hora de acudir al centro de salud, a la hora de buscar trabajo o para realizar cualquier gestión administrativa”, explica en su queja.
En febrero de 2024, la vigilancia de los colectivos –Euforia Familias Trans Aliadas o Plataforma Trans– fuerza en febrero a las administraciones a dar una respuesta, pero las administraciones certifican que no existen protocolos que permitan a personas como Thrixia el cambio en sus documentos.
Superpositiva
Junio de 2024. Una mujer se ha mudado a un piso en Vallecas y está a punto de finalizar su formación. Es un curso de inserción laboral que le puede dar acceso a una contratación como vendedora de productos frescos en un supermercado. Los responsables han entendido que es una chica trans en el medio de una transición. Respetan “la bemba colorá que como cubana no puede faltar” pese a que la indicación es que no lleven maquillaje. “Estoy superpositiva”, cuenta por WhatsApp. Sobre su situación administrativa, no hay novedades. Cuando acabe el itinerario, tendrá que buscar trabajo. Y lo tendrá que hacer con unos documentos que reflejan una identidad que no es la suya. “Inevitablemente, la gente no te respeta igual viéndote mujer y en tu documento diga hombre unido al más rimbombante de los nombres masculinos… creo que ni yo lo tomaría en serio si no estuviera familiarizada con el tema”, dice.
El Salto se puso en contacto con el Ministerio de Justicia el 27 de mayo para saber si se habían dado pasos para crear un protocolo con instrucciones que permitan cumplir la previsión legal que contempla la Ley Trans. Este Ministerio remitió a El Salto al de Igualdad. El Ministerio de Igualdad fue consultado por El Salto en ese mismo día. Este Ministerio de Igualdad remitió al de Justicia, que finalmente respondió que la “autoridad competente” no es en ningún caso ningún registro civil, sino la que “en cada caso, la que haya de emitir el documento cuya expedición se solicita, ajeno al registro civil español”.
Sobre si Justicia está trabajando en la elaboración de algún protocolo para atender estas solicitudes, Justicia dice carecer de competencias. El Salto ha consultado también al Ministerio de Interior. Ni Interior, ni Justicia ni Igualdad han respondido a la sencilla cuestión de si se está trabajando en un protocolo que debería existir desde que en marzo de 2024 se cumplió un año de la entrada en vigor de la ley trans. De su acercamiento depende que Thrixia pueda dar el último paso.