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Libro: "Hija de inmigrantes" de Safia El Aaddam

Miércoles 1ro de junio de 2022

Safia El Aaddam: "Hay un negocio enorme con la acogida de menores migrantes"

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Safia El Aaddam, activista antirracista y autora de ’Hija de inmigrantes’. — Jairo Vargas

MADRID 30/05/2022 JAIRO VARGAS MARTÍN Público

Safia El Aaddam (Tarragona, 1995) lleva toda su vida en España, pero todavía no ha podido votar en unas elecciones porque no tiene la nacionalidad. Por eso lanzó hace años la campaña "Te cedo mi voto", en la que personas que nunca votan o que suelen abstenerse acuden a la urna con la papeleta que elija una persona migrante o de padres migrantes. De origen marroquí y etnia amazigh, es filóloga en árabe y hebreo, máster en Intervención Social y Atención a la Infancia y Adolescencia y una destacada activista antirracista, más conocida en redes como @hijadeinmigrantes. Precisamente Hija de inmigrantes (Nube de tinta, 2022) es su primera novela, un relato de ficción en clave autobiográfica que repasa la infancia y adolescencia de la joven Lunja, reflejo de cientos de miles de personas que nacieron y viven en un país que no los considera uno de ellos, pero también de sus padres y abuelos que abandonaron todo para que sus hijos tuvieran la vida que no ellos no pudieron tener en su país.

El libro habla de una nostalgia por un país que realmente no se conoce y donde no se ha nacido, ¿cómo lleva ese choque cultural una niña?

Hay un duelo que arrastran nuestros padres por dejar su país. Traen consigo esa tristeza y esa nostalgia por la pérdida de contacto con la naturaleza, con el campo, su legua y su cultura. Ese duelo sale en el día a día y lo heredamos los hijos. Es un choque complicado, porque nuestros padres lo idealizan a ratos para sanarse. Pero fuera de casa percibimos todo el tiempo que nuestro país de origen es algo negativo, pobre y salvaje. Es una pelea constante descubrir ese sitio donde nuca has estado, pero que vive constantemente en ti.

No es casual que la novela comience con la protagonista, Lunja, en la sala de una psicóloga. ¿Cuántos traumas se acumulan en una infancia atravesada por la condición de migrante?

El libro es ficción, pero se basa en mi experiencia y la de otras hijas e hijos de inmigrantes. La terapia es el hilo conductor porque Lunja descubre que sus problemas de salud mental están relacionados con sus traumas de la infancia, con problemas que viven muchísimos hijas e hijos en su infancia y adolescencia. Son niños y niñas pobres que se enfrentan a la diferencia de clase social a una edad muy temprana. A eso se suman los comportamientos institucionales, que también son traumáticos, y una responsabilidad familiar que no les corresponde a esa edad. Te conviertes en la intérprete de tus padres, les acompañas a servicios sociales, al médico, traduces las cartas que llegan… Todo eso son estresores que se acumulan y aumentan la posibilidad de sufrir depresión, ansiedad y otros problemas de salud mental.

También queda patente que no es lo mismo ser hijo que hija, algo quizás conflictivo de denunciar, aunque ocurra lo mismo en el caso de las familias españolas.

La diferencia es grande. Las niñas tienen que asumir roles de responsabilidad que no son habituales en los hijos varones. Lunja, además de ser pobre e inmigrante, es mujer. Siempre asumimos un rol de cuidadoras y estamos más expuestas que los hijos varones. Ellos cargan con la misma mochila, pero la nuestra pesa más, es el peso del patriarcado.

Intento dejar claro que el machismo es universal y estructural, está en todas las sociedades. Las mujeres africanas tenemos miedo que denunciar el machismo de nuestra sociedad y nuestra cultura se vuelva en contra, de que despierte las voces racistas y de que se olvide el machismo de España para centrarnos en el de otros países. Eso hace que no podamos contar con tranquilidad realidades que podemos y debemos criticar.

En la novela hay tres generaciones de migrantes, dos de ellas hijos de migrantes. ¿Cómo cree que será la próxima generación? ¿Se avanza realmente hacia una igualdad?

Sí, estamos avanzando, pero nos topamos contra una pared invisible. Nos hemos estancado. La lucha antirracista se ha reducido a hacerse una fotito, a colorear partidos políticos con rostros de migrantes. Nosotros luchamos muy fuerte porque nuestros padres no lo han hecho. Ellos solo se pudieron preocupar por tener los papeles en regla, trabajar, traer comida a casa y callarse la boca. Nada de lucha ni de denuncia porque nos quitan los papeles y nos echan del país. Eso es lo que he aprendido yo en casa, a no denunciar ni luchar, aunque se tuviera la razón. No se lucha porque el monstruo está en la institución y te afecta más por tu condición de migrante. Ahora, los hijos e hijas de inmigrantes conocemos nuestros derechos y denunciamos lo que no han denunciado nuestros padres. Ya no vamos a estar solo limpiando culos y aguantado lo que nos digan personas racistas, lo denunciamos. Pero topamos con una pared que en algún momento tendremos que derrumbar. El racismo si no se combate desde la estructura, desde lo institucional, no va a acabar.

Una de las polémicas tradicionales es la del uso del velo. Se trata en la novela y en España volvió a surgir hace unos meses, cuando la diputada ceutí Fátima Hamed participó llevando el velo en un acto público con la vicepresidenta Yolanda Díaz y otras políticas de la izquierda. ¿Qué piensa sobre esta polémica?

Hay que hablar del velo sin ser paternalista ni infantilizar a las mujeres. Si una mujer lleva el velo porque le da la gana no hay que cuestionarlo. Fátima es una gran política, una persona con edad, cargos, formación y bagaje; nadie la obliga a llevar el velo. Otra cosa es que pienses que el velo puede ser una herramienta patriarcal y yo lo puedo respetar, pero no se puede empezar a perseguir a mujeres veladas y a cancelarlas. Es hacer el juego al patriarcado y eso se usa por la extrema derecha y por voces racistas para afirmar que "una de las vuestras" critica su propia cultura. Es como cuando se contrata a una persona extranjera para decir que no están en contra de la inmigración legal, para blanquear su discurso.

El colegio y el instituto son los lugares donde más se hace patente la diferencia y la exclusión de la protagonista. ¿Cuál es el principal problema de los hijos de inmigrantes cuando van a un colegio español?

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Portada de la novela ’Hija de inmigrantes’ (Nube de tinta).

A la Educación española le ocurre lo mismo que a cualquier otra institución. Es estructural y sistemáticamente racista. Está basada en un perfil blanco normativo. A partir de ahí es fácil que se ejerzan violencias. Si no tienes en cuenta otras realidades y no eres consciente de que estás ejerciendo esa violencia, más fácil es ejercerla. Hay persona que ya forman parte de este país y que hemos tenido que entrar en un molde que no está hecho para nosotras. Eso luego genera dificultades en la adultez, no solo para las personas migrantes o racializadas, que sufren porque el "color carne" de los rotuladores no es el de su carne, por tener el pelo diferente, por su ropa. Se sufren agresiones por parte de compañeros y del profesorado que se tratan como si fueran bromas y se les resta la importancia que tienen. Luego está la diferencia de clase, ver que no tienes libros y tus compañeros sí, solo porque no se tiene dinero. Eso es violencia, es una injusticia enorme. Hay que trabajar para reducir las diferencias, sobre todo a esas edades.

Aunque se nace en España y se crece en España, conseguir la nacionalidad es un calvario. ¿Cómo se vive esto en un contexto económico que además no es favorable?

Para los hijos de africanos hay condiciones específicas, hay que acreditar diez años de residencia legal. Si tus padres no son españoles, tú heredas la nacionalidad de tus padres, y también su estatus ilegal. El Estado te da un NIE, un número de identidad de extranjero, y eso se suma a la burocracia que hay detrás. Hay muchos niños nacidos en España que no tienen papeles y más de 500.000 personas que han nacido aquí que no tiene la nacionalidad. Si a eso sumas el racismo de las instituciones, la falta de conocimiento y de dinero para pagar las tasas, al final llegas a una edad en la que te das cuenta de que tienes permiso de residencia, pero no la nacionalidad. No puedes votar ni ser funcionaria. Cuando decides solicitar la nacionalidad hay muchas trabas y los tiempos se alargan durante años. La razón que se da es porque el sistema está colapsado, porque falta personal para las tramitaciones. Yo creo que es por falta de interés, una estrategia para recortar derechos.

Votar es uno de esos derechos y se acercan las elecciones en Andalucía. Allí hay una gran presencia de población migrante, sobre todo de origen marroquí. ¿Cómo cambiaría el resultado si esas personas pudieran votar en un contexto de auge de la extrema derecha y su discurso contra la migración?

Vengo de trabajar en Andalucia en la campaña "votar es un privilegio", para que gente que no quiere votar ceda su voto a personas migrantes e hijas de migrantes que han nacido en Andalucía y no tienen derecho a voto. Hay 711.000 personas migrantes de las que 600.000 no van a poder votar. Es una discriminación racista enrome. ¿Qué democracia es esta si cada vez que hay elecciones, alrededor de un millón de personas tiene su voz silenciada? Esto hace que ciertos partidos políticos centren su campaña en discursos extremos contra los migrantes porque saben que no va a poder votar e influir en los resultados, que no pueden responder en las urnas, que es como se responde en democracia. Es de vergüenza.

Por eso es clave acelerar los trámites de nacionalidad o ampliar ese derecho universal y básico que es el voto. Tú cumples con todas las obligaciones, pero no puedes votar. No hablamos del voto de los turistas, hablamos de gente que ha nacido aquí y ha vivido aquí toda su vida y nunca ha podido votar. Es desesperante. Al final ves que el discurso cala y ningún partido político se moja del todo en proponer este tipo de cosas, porque temen perder votos.

La regularización de migrantes es uno de esos temas en los que los partidos no se mojan. Hay una ILP en marcha ahora para conseguirlo. ¿Cómo cambiaría esta novela si los padres de la protagonista hubieran tenido papeles desde el principio?

Sería muy diferente. Detrás de estos números y de la palabra migrante hay personas. Se ha deshumanizado tanto a la población migrante que solo verbalizarlo da mucha vergüenza. En una pandemia mundial que ha encerrado a todos en casa no se ha tenido en cuenta la opción de regularizar a las personas migrantes. En otras ocasiones sí se ha hecho, sin que hubiera emergencia sanitaria, solo porque era necesario para el país y la economía. Pero por cuestión de derechos, de dar un ingreso mínimo vital y ayudas, no. Cientos de miles de personas se han visto con todas las puertas cerradas, gente que vivía sin contrato, y muchos eran niños y niñas. Es una vergüenza que el PSOE y otros partidos que abanderan los derechos sociales no estén en primera fila defendiendo una regularización, solo por miedo, porque cala el discurso de que nos van a quitar el trabajo, del efecto llamada, etc. Así solo se consigue que la política no sea real, que no se combata la vulneración de derechos. Se habla de feminismo y de igualdad, pero no se tiene en cuenta a las mujeres en situación irregular. A ellas sí se las puede dejar desamparadas, que no puedan denunciar a su maltratador o a su violador por miedo, porque no tienen papeles. Esto debe cambiar.

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Safia El Addam durante la entrevista con ’Público’. — Jairo Vargas

Aborda desde dentro, como trabajadora social, el fenómeno de los menores migrantes, los centros de acogida y las fundaciones que los gestionan. Habla de "mafia buenista". ¿Por qué?

Porque sus comportamientos y su manera de trabajar son muy parecidos a los de una mafia, pero están camuflados con nombres buenistas, detrás de trajes y mensajes de protección de la infancia y de derechos humanos. En Catalunya, sobre todo a partir de 2018, llegaron muchísimos chavales y se empezaron a abrir muchos centros de acogida de fundaciones privadas. También se empezó a segregar, a hacer centros solo para chicos migrantes. Ahí se vulneran derechos y hay malos tratos que nadie revisa y a nadie le importan. El trato es diferente que otros centros, los profesionales no son los mismos, no se les exige la misma formación y experiencia. Hay muchos recién titulados. La diferencia profesional es brutal y eso se refleja en el trato hacia los menores. Y a eso se suma la falta de derechos por no tener papeles, que no se tramiten los permisos, bien por dejadez o bien por irregularidades o castigos. Al final los chicos acaban en la calle y hacen lo que pueden por sobrevivir. Y muchísima gente tiene miedo de denunciar estas cosas. No solo los chavales, también los trabajadores tienen miedo de contarlo porque les puede influir en su trayectoria laboral. Son empresas muy grandes, aunque sean fundaciones. Hay un negocio enorme con los menores migrantes.

El esfuerzo de Lunja y de sus padres para que vaya a la universidad es enorme. Ahora se debate mucho sobre la meritocracia, ¿qué opina sobre esto alguien que viene de un contexto tan difícil?

Me da mucha risa cuando se habla de esto sin tener en cuenta las personas pobres, migrantes e hijas de migrantes, que lo tenemos todo en contra para llegar al mismo lugar que una persona blanca con unas posibilidades económicas decentes. Es una vergüenza que se siga pensando que existe la meritocracia y que con esfuerzo se consigue lo que se quiera. La meritocracia es una absoluta mentira.

Yo he vivido en la pobreza extrema y una situación de desigualdad en el colegio y en el instituto. Yo no quería ir al instituto porque me veía diferente a los demás y tenía que demostrar siempre el triple. Lunja consigue llegar a la universidad, pero no es una heroína. Yo tampoco. No somos más válidas que los compañeros que abandonaron el instituto para protegerse. La violencia que se sufre es enorme y lo más fácil es dejar de estudiar. Lo más probable es que nosotros acabemos fracasando y en los márgenes. Todo está hecho para que acabemos así. El sistema está hecho para que todo se complique y no puedas avanzar. No debería ser ni un debate. La meritocracia es un discurso de privilegiados.

A la protagonista la investigan para poder contraer matrimonio en España. ¿Qué se siente en esa situación?

"Es brutal que haya tenido que pasar un examen para casarme con mi pareja" Es brutal. Hay un prejuicio social por el que una mujer racializada está con una persona blanca por un interés, no por amor. A eso se le suma lo institucional. Hay exámenes para casarte con un español si tú tienes un NIE. Yo lo he pasado. Me he tenido que sentar en una sala con una persona que no me conoce de nada y que me somete a una veintena de preguntas íntimas para ver que realmente me quería casar con mi pareja. Si las respuestas no tienen el visto bueno, porque no sé cuál es su película favorita, por ejemplo, hay una juez que envía unos policías a casa para comprobar que realmente somos pareja.

Al final, si una mujer tiene que casarse con un hombre para conseguir unos papeles dice mucho del país en el que está. Si una mujer depende de casarse para conseguir derechos significa que no puede conseguirlos por sí sola. Refleja que debe de haber muchas trabajas para que una mujer decida casarse por papeles.

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