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Libro: "El proxeneta" de Mabel Lozano

Lunes 8 de enero de 2018

El negocio de la prostitución, revelado en el libro de Mabel Lozano, ’El proxeneta’ La cineasta y actriz publica el relato del negocio tras los clubes de alterne y la trata de seres humanos con fines de explotación sexual.

By Carmen Rengel 07-01-2018 Huffpost

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CARLOS PINA La cineasta Mabel Lozano, autora de ’El proxeneta’, posa en la Sala Equis de Madrid, un antiguo cine x reconvertido en espacio cultural.

A la orilla de la carretera, un bar de luces. ¿Qué haces?

A) Ni le prestas atención, es parte del paisaje, como los árboles.

B) La visión te arranca una sonrisilla traviesa.

C) Empiezas a tararear aquello de "...te hacen un guiño unas bombillas / azules, rojas y amarillas...".

¿Llegas a plantearte que puedes ir en el coche o en el autobús con uno de esos hombres (39% en España) que han pagado por prostituir a una mujer? A lo mejor hasta eres uno de ellos... Y, sobre todo, ¿te cuestionas cómo es por dentro esa ratonera con nombre exótico y colorines? ¿Cómo han llegado hasta ahí estas mujeres? ¿Quién y cómo las maneja y exprime? Si lees El proxeneta(Al Revés), el libro de la documentalista y actriz Mabel Lozano, la próxima vez que dejes un puticlub en la vereda será diferente. Sentirás una mezcla de indignación, rabia y arcadas, las que provoca la certeza de que ahí se está cometiendo "algo salvaje": la trata sistemática, consciente y aniquiladora de mujeres explotadas sexualmente por proxenetas, gestores de un negocio que genera cinco millones de euros al día en nuestro país, al que no se le pone coto y en el que está pringada buena parte de la sociedad. Los que tildamos de malos y los que creemos buenos e inmaculados.

Esta "historia real sobre el negocio de la prostitución", como se subtitula, es una especie de manual de economía del esclavismo, el círculo completo de cómo se compran mujeres, se trasladan, se usan, se intercambian, se chantajean, se amenazan... Para lograr un dibujo tan fiel ha sido esencial Miguel, alias El Músico, tratante de mujeres durante más de 20 años que, arrepentido, que se convierte en confidente policial y acaba, por mediación de un agente, confesándose con Lozano, que ya tiene experiencia en la materia como autora de documentales como Chicas nuevas 24 horas.

"Yo estaba anonadada cuando empecé a escucharlo. Quería saber la parte que desconocía, tras 12 años documentando ese mundo. No dejaba de repetirme: "No doy crédito". Mi mayor sorpresa fue descubrir que son españoles, de aquí, los que traen a chicas para ser explotadas desde hace 30 años, los que blanquean dinero, los que amenazan y tienen armas... Solemos pensar que nuestro país es el último escenario, que las mafias son del este de Europa o de América Latina, pero no. La cocina, la trastienda, que es lo que este proxeneta me ha mostrado, es que todo lo hacemos en casa. La mafia son ellos y está aquí". Descorrido el opaco telón, lo que hay son Garcías y Pérez, la gente con la que nos codeamos a diario.

Lozano reconoce que superó los primeros prejuicios para verse con este antiguo explotador al darse cuenta de que "ya no lo era", que se había tornado en un "hombre arrepentido que tenía clarísimo que lo que quería era denunciar esa cadena de abuso que no se interrumpe nunca, nunca, nunca". Había cumplido condena en Herrera de la Mancha, mientras sus exsocios seguían en el negocio. Él ya no podía más, porque un día miró a su mercancía "como a seres humanos, y de eso no hay vuelta atrás".

Lo que hace de verdad este libro, desde la página uno a la 345, es denunciar a los Gobiernos que permiten que esto siga pasando, porque esto sigue y se perpetúa porque se consiente

El Músico se las sabe todas y se las fue contando durante dos años de conversaciones: de portero de discoteca en Barcelona con 17 años pasó a chulo y, luego, a dueño de 12 de los burdeles más grandes de España. Un hombre sin escrúpulos ni límites, que prostituyó a adultas y menores. "Miguel [nombre falso] se juega la vida con lo que me ha contado. A los que siguen en el negocio les dan igual las historias de chicas que también me ha puesto de ejemplo, eso se la fuma, les da igual, cero preocupación. Lo que les molesta y les hace daño es que contamos cómo blanquean su dinero, cómo tienen triple contabilidad, cómo usan los locutorios y las entidades de envío de dinero", explica la directora.

"Lo que hace de verdad este libro -abunda-, desde la página uno a la 345, es denunciar a los Gobiernos que permiten que esto siga pasando, porque esto sigue y se perpetúa porque se consiente. ¿Quién? Pues los ejecutivos de Colombia, Brasil o Paraguay, de donde vienen las chicas, el de España, donde se las explota... Hay que tirarle un poco de las orejas a todo el mundo, a quien no pone leyes, a quien no pone presupuesto para la lucha y a la sociedad que actúa como cómplice".

MERCADO DE CARNE

El proxeneta, narrado en primera persona, suma historias y recuerdos para contar la deshumanización de estos empresarios y su negocio. "Salvaje" es una palabra que se repite hasta la saciedad en la entrevista con la autora, pero nunca parece suficiente cuando se habla de mujeres como si fueran "máquinas expendedoras", como la Coca-Cola de los cubatas, como el whisky del almacén, que mejora y se encarece con los años, mientras las chicas languidecen y se abaratan hasta rentar menos que el alcohol. La base fundamental de lo que se relata es que, en un porcentaje muy elevado, la prostitución en España lleva aparejada una situación de trata de seres humanos.

Como resume la cineasta, estas víctimas "no están en las panaderías o en las peluquerías", así que no se puede hablar de "prostitución por un lado y trata por otro", van de la mano salvo contadísimos casos. Fuera el mito de la libertad y la voluntariedad. Miguel lo explica: se ejerce violencia contra las prostitutas a conciencia, se las amenaza, coacciona y oprime para que no puedan salir del bucle, incluso a las que llegan a ese mundo por su propio pie. "El sistema está pensado para eso".

Según datos oficiales, en 2016 había contabilizadas 14.000 víctimas de trata en nuestro país, apenas un tercio de las captadas realmente. El confidente relata que son los empresarios españoles los que van a los países de origen y se traen carne fresca para sus clubs. Uno de los episodios más llamativos del libro es cuando se relata cómo 19 víctimas entraron en la primavera de 2000 vía avión, de forma limpia: se las hizo pasar por deportistas de la federación de taekwondo de Colombia, con los chándales oficiales, documentos de consulados, invitaciones a competiciones... Todo mentira. El Músico ganó con ellas un cochazo en la apuesta por meter al máximo posible de mujeres en Barajas sin que nadie se diera cuenta. Las deportistas fueron llevadas a un puticlub de Valdepeñas. Fin del sueño.

Hasta 1.700 mujeres pasaron por las manos de este proxeneta que, sin rubor, se llamaba "el puto amo". Tan bien le iban las cosas. Muchas esclavas y muchos años para ver la evolución del sector. Miguel cuenta por boca de Lozano cómo se pasó de los clubes de los años 80, en los que ejercían mujeres que eran pareja o protegidas del explotador, nacionales, a los macroprostíbulos poblados de latinas y rumanas en su gran mayoría. Los Juegos de Barcelona en 1992 son la bisagra entre dos eras, cuando todo cambia y se amplifica, se radicaliza y se precariza. Si antes se recurría a tratantes portugueses para traer mujeres del sur de América, con un coste por operación de 6.000 euros por cabeza, luego los españoles aprendieron a traerlas por su cuenta, recudiendo el trayecto a un coste de 1.200 a 1.500 euros. Hecha esta inversión, pueden lograr por chica 200.000 euros de beneficio. "Se hubieran necesitado 10 kilos de cocaína para alcanzar la misma cifra que con una sola víctima", resume el exproxeneta.

Se reparten por los clubes como un "producto de consumo" y su fecha de caducidad se establece en unos tres años. "Reventadas física y psicológicamente", son entonces vendidas a otros proxenetas de menor nivel y acaban en locales de tercera, en pisos o en la calle. Están las que se mueren, las que se suicidan y las que siguen durante años en el bucle de deuda con los que las engañaron para venir a España, a los que les deben el pasaje, y cuando no es el pasaje son los servicios médicos, y cuando no, una ayuda extra para sus hijos, las llamadas por teléfono con los suyos, las tasas que se inventa la mafia.

Por ejemplo, Lozano desvela el sistema de plazas en los locales y una cuota llamada "la diaria" que cada mujer ha de pagar a su proxeneta, 70 euros al día por poder ejercer, "independientemente de que llenen o no". "Es un sistema perverso porque al final siempre están debiendo su plaza, tanto las que entran desesperadas pero voluntarias y las que están cautivas. Eso es explotación: que haya siempre más chicas que clientes para que haya plazas libres y tengan que pagar por nada", denuncia en un tono contenido, firme, alejado del amarillismo y de la "pornografía del sufrimiento", que detesta.

PROTEGIDOS

El Músico relata un mundo que es el de la mafia pura, con códigos "que se pasan por el forro cuando hay pasta de por medio y se denuncian entre ellos". Eso hacían, cuenta, cuando querían causarle daño a la competencia, cuando querían que los policías los considerasen cascarón de huevo, colaboradores con los que no había que meterse.

Cuando les llegaban las investigaciones, "porque se hace un trabajo policial importante aunque con pocos medios", contratan a los mejores para evitarse disgustos. Lo mismo que evitan pagar impuestos o blanquear dinero con entramados societarios, empresas fantasma y cuentas opacas, se rodean de abogados de primer línea para blindarse. Los "parásitos", como lo llama Mabel Lozano, que viven de este negocio también y agrandan la red de silencio y complicidad. "Puedes ver en nómina a abogados, jueces, fiscales... todos", se duele. Como cualquier otro negocio lucrativo cuenta además con planes de marketing, lavado de imagen, labores de lobby... Sin cortarse, la autora señala el trabajo que hizo en esa materia la Asociación Nacional de Empresarios de Locales de Alterne (ANELA). Aunque el confidente relata que muchos de sus iguales son prácticamente analfabetos, "son listos, avispados y rápidos y su negocio va camino de perpetuarse".

Puedes ver en nómina a abogados, jueces, fiscales... todos

Y es que "están en todos lados". "Yo aparco mi coche ayer en Ventas, en Madrid, y cuando regreso en el parabrisas ya había una octavilla con una mujer desnuda. Eso también tiene una imprenta detrás. No solamente se lucran los delincuentes de la trata, sino los alrededores, da para mucha, muchísima gente que se está beneficiando de todo eso. Para que sea el segundo negocio ilícito por delante ya del narcotráfico y sólo por detrás de la venta de armas es que tiene que haber mucha gente que sea muy cómplice", argumenta la cineasta.

Los medios de comunicación no salimos bien parados en su crítica. "La prensa ayuda lo más grande. Diarios de grandísima tirada han tenido y tienen sus anuncios de contactos o cuando hay una redada se reproduce lo que dice la Delegación del Gobierno de la zona pero no se va a investigar lo que pasaba con esas mujeres. No se molestan, porque son sus clientes. Por no hablar de las emisoras de radio de los pueblos pequeños. ¿Quién publicita sus fiestas en los clubs? Ellos. Vosotros", señala.

Esa es otra práctica que cuenta bien el libro: los jueves suele haber buena clientela en los clubes, pero de viernes a domingo baja mucho, así que los dueños buscan un relevo generacional con gente joven sin compromisos familiares, "ofreciendo fiestas, con DJ, con streptease, con copas baratas, en las que se rifa un polvo, a elegir chica. Todos los fines de semana. Están gastando un pastizal y también fidelizando al cliente". Y esas son las fiestas y las promociones que se oyen en las radios locales y comarcales cada fin de semana.

¿Y LOS GOBIERNOS?

Lozano -cuyas investigaciones sobre la trata sirven para formar a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y la Fiscalía y que ha sido distinguida la Medalla al Mérito Policial- se lamenta de que el foco siempre se ponga "en otro lado", de los llamativos casos de escorts que defienden su oficio a los puteros, con campañas como la última de Towanda Rebels. "Es una iniciativa que que me encanta pero lo que veo al final es que en las redes sociales se habla de lo que se sabe y lo que se sabe es tan poco que lo reducimos a "el putero es cómplice". ¡Pues por supuesto! Pero hay que conocer y denuncian la magnitud tan bestia de este entramado, desde la falta de legislación a quién le incentiva la demanda al putero", defiende.

"Los Gobiernos no hacen nada, es desolador. En España la prostitución no es ilegal, es más bien alegal, y lo ilegal es la trata y el tráfico de personas. El hecho de que estemos ante un negocio pujante con muchas ramificaciones, como una tela de araña, que falten políticas sociales y de educación contra la explotación de mujeres y que parte de la ciudadanía sea cómplice, por llevarse beneficio o como usuarios, nos deja prácticamente en la nada", enumera, subiendo ya el tono, de tanta indignación. En el II Plan Nacional contra la Trata, en el que la autora colaboró, "el dinero que se destina para tres años es lo que se gasta en los puticlubs en fiestas para atraer y homenajear a chavales jóvenes en un año", ejemplifica. Hasta la policía del ramo va a pie. "Son los de las putas".

En el II Plan Nacional contra la Trata, el dinero que se destina para tres años es lo que se gasta en los puticlubs en fiestas para atraer y homenajear a chavales jóvenes en un año

¿Y si se legaliza la prostitución? A Lozano no le convence, cree que sería un "retroceso". Explica que en países europeos como Holanda o Alemania en los que se ha intentado no ha funcionado, son pocas las mujeres que han dado el paso de regularizar su situación, "porque no pueden". "Al final te endeudas en vez de con tu amo, con tu jefe, pero existe un sistema de explotación igualmente. Las mujeres que ejercen siguen siendo mayoritariamente víctimas de trata. Si alguna de verdad no tiene ataduras ni presiones ni deudas, que se dé de alta como autónoma bajo el epígrafe que sea, pero es que no, son tan pocos casos...".

Se llama a sí misma "tocapelotas" por seguir hablando de esclavitud, cuando hay quien vende el debate como la elección de personas libres. "Que no. Es más fácil creer en Pretty woman que ver la realidad". Y por añadir a su grito una perspectiva de género. "Nadie, jamás, se cuestiona que no se puede traficar con órganos, que eso va contra los derechos humanos, pero, ah, la venta de los cuerpos de las mujeres, hasta de las niñas, eso es otra cosa. Legislamos lo primero y no lo segundo. ¿Por qué no está vetado que traigamos a una niña de 14 años, la metamos en un club y explotemos su cuerpo una y otra vez?".

Niñas. Jóvenes. ¿Y las nuevas generaciones? ¿Ve cambios positivos en el consumo de sexo pagado que alimenta la maquinaria? No, al contrario, responde, hay una "involución". "Hoy los chavales son los mayores consumidores de pornografía de la historia, chicos de 18 y 19 años están llegando al mundo de la prostitución, y me aterra ver cómo se normaliza con casos como el de Torbe, [el productor de cine porno ahora libre bajo fianza, investigado por supuesta agresión sexual y corrupción de menores por grabar y distribuir vídeos pornográficos realizados con adolescentes], en el que se relacionó a deportistas. La gente que puede ser referente no debe verse nunca relacionada con un modelo de dominio de las personas", sostiene.

Es más fácil creer en ’Pretty woman’ que ver la realidad

Eso sirve para desterrar el enamoramiento y la seducción como normales, suplantados por el engaño y la violencia, insiste en el libro. Eso hace que los clubes que fueron de El Músico sigan hoy abiertos. Al final, en una especie de epílogo, Lozano aporta la lista de esos macroburdeles en los que su confidente hizo fortuna. Hoy están en manos de sus exsocios o de otros empresarios, pero todos, todos, siguen abiertos, pese a que se ha constatado que en algunos el 100% de las mujeres estaban allá como víctimas de trata. Están investigados, pero siguen encendiendo las luces cada día, machacando.

Lozano concluye dejando en el aire una pregunta, tras desenmascarar el negocio: "¿quieres que tu hija sea puta?".

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