Xarxa Feminista PV

Las vaginas huelen mal

Sábado 10 de octubre de 2020

Esta semana se hizo viral el consejo de un hombre para utilizar enjuague bucal en la vulva. Son las ideas que construyen una cultura de desprecio hacia las mujeres y de negación de nuestro placer

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Una exposición que reivindicaba las vulvas.

Ana Requena Aguilar 09-10-2020 elDiario.es

on lugares oscuros, fríos y malolientes, complejos. Conviene no pasar mucho tiempo ahí, el justo para hacer lo que otro necesite y marcharse. Habrás visto muchos penes dibujados en pupitres, en paredes, en cualquier superficie inesperada. Coños, pocos. Ni siquiera las que los tenemos los conocemos a veces. Ponerse un espejo para mirarse la vulva es aún un acto excéntrico casi, poco frecuente, desde luego. Pocas mujeres podrían describirse, relatar la forma exacta de su vulva, cómo son sus labios mayores y menores, sus pliegues, qué tonalidad entre la gama de rosas, púrpuras, marrones y algunos otros es la suya, cómo es su clítoris relajado, cómo cuando está excitado.

El desconocimiento es un buen camino hacia el rechazo. Y nosotras hemos aprendido a rechazar nuestras vulvas. En general nuestros cuerpos, porque el odio hacia nuestro cuerpo es un elemento fundamental de esa misoginia y machismo que se levanta también a base de incomodidades. Cuando te sientes permanentemente intrusa en tu cuerpo, cuando lo sientes como un lugar hostil, que nunca es suficiente, que hay cambiar para adaptar a modelos irreales y que, además, es casi la base de tu valía en el sistema patriarcal, es mucho más difícil luchar o, simplemente, vivir bien.

Erigirte como sujeto de derechos, pedir, reivindicar, disfrutar. Todo eso es más complicado si te hacen vivir en un enfado y en un desprecio permanente contigo misma.

Esta semana un señor saltó a la categoría de ’lo viral’ porque aconsejó utilizar enjuague bucal para hacer de la vagina un lugar más amable. La rueda se hizo gigante y sirvió para recordarnos hasta qué punto siguen presentes todos esos mitos e ideas mágicas sobre nuestros genitales. Todos esos tópicos repetidos son los cimientos sólidos sobre los que se construye una cultura de desprecio hacia las mujeres. También de negación hacia nuestros cuerpos, deseos y placeres.

Necesitamos poder convivir a gusto con todo eso que nos contiene y que somos. En las estanterías de los supermercados y farmacias hay geles ’íntimos’, toallitas, cremas, pomadas, lociones.... Todo porque, mucho más allá de la salud, el relato de la perfección y la disciplina de la ’belleza’ y los cánones se cuela hasta en nuestras vulvas, no vaya ser que nos aceptemos y se nos ocurra disfrutar de algo, o hacer una revolución. Y porque todo el mundo sabe que los penes, en cambio, son siempre limpios, perfumados y agradables.

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