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«Las mujeres trans no molestaban cuando estaban en el mayor ostracismo»

Domingo 21 de junio de 2020

Eva Máñez 17/06/2020 Pikara

La serie ‘Veneno. Vida y muerte de un mito’, dirigida por los Javis para Atresmedia, recupera con sensibilidad y contexto al personaje que enganchó con su desparpajo a millones de espectadores en el programa televisivo de Pepe Navarro Esta noche cruzamos el Mississippi’. Valeria Vegas es guionista de la serie sobre La Veneno, autora de su biografía y de más libros y artículos que aportan a la memoria histórica de las mujeres trans.

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La ilustradora Ana Juan. / JAIRO VARGAS

Valeria Vegas (Valencia, 1985) es licenciada en Comunicación Audiovisual. Desde el año 2015 escribe para medios como Vanity Fair, Shangay, Lecturas y Jot Down, y colabora con programas en Canal Sur. Ha dirigido también el documental ‘Manolita, La Chen de Arcos’, galardonado como mejor documental español en el LesGaiCineMad 2016, que recoge el testimonio y vivencias de la primera madre transexual que logró adoptar en España.

Es autora de tres libros: Grandes Actrices del Cine Español (Editorial 8 y medio, 2015), Vestidas de Azul (Dos Bigotes, 2019) y Las memorias de La Veneno. Ni puta ni santa (autoeditado, 2016). Tanto en sus libros como en sus artículos, Valeria Vegas exhibe una prosa cuidada y hace alarde de una gran cultura visual y cinematográfica y de una exhaustiva documentación. En Vestida de Azul relata cómo trataron la sociedad posfranquista, la prensa y el cine a las mujeres transgénero a partir del primer documental protagonizado por seis mujeres trans, ‘Vestida de Azul ‘(1983), de Antonio Giménez-Rico. En palabras de la propia Vegas, “más que un ensayo es un acto de justicia, por recuperar las voces perdidas de toda una generación de mujeres cuyas vivencias no pueden caer en vano. Hay respeto, hay tristeza y mucha empatía. Es un análisis social y cinematográfico de cuando la sociedad y el séptimo arte mostraban todavía cierta hostilidad a todo aquello que manifestase excesiva libertad”.

La autora de la biografía de Cristina Ortiz, alias La Veneno, ha trabajado codo a codo con Javier Ambrossi y Javier Calvo (conocidos como los Javis) como guionista de la miniserie ‘Veneno. Vida y muerte de un mito’, de Atresmedia, de la que ya se ha emitido el primer capítulo.

Acaba de estrenarse la serie sobre La Veneno, basada en las memorias que tú misma escribiste sobre Cristina Ortiz. ¿Qué supone alguien como ella para la comunidad transexual?

El colectivo trans ha renegado muchas veces de La Veneno, y no le faltaba razón, ya que ella misma, por la educación que recibió o vete a saber por qué, exteriorizaba mucha violencia y transfobia. Digamos que no supuso un paso adelante, porque era alguien utilizada por la maquinaria televisiva. Pero eso no quita que no haya sufrido lo suyo, su afán de supervivencia y el ser una víctima en otras muchas circunstancias. Lo que es innegable es que habló del sexo y la prostitución sin tapujos cuando en este país aún se giraba la vista ante tales asuntos.

¿Estás contenta con el resultado de la serie?

Mucho. Tiene una calidad que no se puede obviar. A todos los niveles, desde la narración hasta las interpretaciones. Pienso que es un trabajo muy redondo, muy perfecto y no lo digo sólo desde el punto sentimental que me afecta.

En el libro se habla de tu propio proceso de aceptación y transición. También de la amistad y admiración que sentías hacia La Veneno. Ahora que la serie ya es una realidad, ¿cómo te has visto convertida en personaje?

Ver que alguien interpreta pasajes de tu vida resulta muy extraño. Da cierto pudor, que a la vez se minimiza cuando ves que la intérprete lo hace de manera tan digna y realista, con tacto. Y en ese sentido, Lola Rodríguez es una actriz excelente, con la que además he tenido muy buena química. El hecho de verte representada parece que sea más propio de viejas glorias, en el sentido más bonito de la expresión, y se me hace raro, porque a mis 34 años creo que todavía me queda mucho por delante.

En la serie los personajes trans están interpretados por actrices transgénero, pero eso no es habitual en las series de televisión ni en las películas ¿Crees que las personas trans están discriminadas o encasilladas en el mundo de la interpretación?

Totalmente. Cuando se les ofrecen papeles suelen ser sin relevancia alguna, y además sujetas a su propia identidad. Esto tiene un doble mensaje, el productor de turno no la quiere como actriz, sino más bien para que transmita que se está interpretando así misma, aunque no sea así. El verdadero triunfo llegará cuando las actrices trans puedan optar a papeles de mujer cis, con absoluta naturalidad, y viceversa. Porque de ese modo no habrá polémica cuando una actriz cis haga el papel de una mujer trans, ya no existirá la sensación de que les están arrebatando lo poco que les dejan hacer. Y el colmo del triunfo será cuando no tengamos que adjetivar a una actriz por trans o no, sin distinciones.

En aquellos años, la imagen de la transexualidad en la televisión oscilaba entre el drama y el espectáculo morboso. ¿Seguimos igual?, ¿han cambiado los estándares?

Sí, han cambiado, y para bien. Hoy en día comienza a mostrarse la diversidad dentro de la propia diversidad. Siempre insisto en que la mujer trans es tan plural como la mujer cis, pero hacía falta que los medios se dignasen a dar esa cobertura y, por suerte, desde hace un lustro, tampoco mucho más, comienza a ser así, que ya era hora. El morbo seguirá existiendo en los ojos del que lo quiera ver así, eso no se puede cambiar, pero no se puede negar que ha habido una evolución positiva, tanto entre nosotras como de cara a la sociedad. Por ejemplo, en el hecho de que ya hace algún tiempo que la tele no juega a presentar a las mujeres trans como un único modelo destinado al esperpento. Que ya no existen esos talk shows donde se pretendía ridiculizar a la persona con alevosía; ni aquellos debates en los que las mujeres trans acababan acorraladas y con opiniones contrarias que resultaban dañinas y humillantes. Todo eso, desde hace unos años, se ha acabado. Otra cosa es que la mente humana no haya frenado su maldad o la ignorancia, y prueba de ello es ese campo de batalla llamado internet.

¿Fue La Veneno un juguete roto de la televisión?

Si hiciésemos esta pregunta a modo de encuesta, el 95 por ciento respondería que sí. Ella te diría que no, quizás por orgullo o por no querer ver la realidad. Lo cierto es que lo que se percibía es que no pudo evolucionar, bien porque se encasilló o la encasillaron. Después de su año de gloria, en aquel 1996, no volvió a grabar ningún disco, ni a cotizarse del mismo modo, pero caló en la memoria colectiva y eso reafirma su condición de fenómeno. Hubo épocas en las que se pasó años sin salir en televisión y en las revistas no volvió a aparecer, pero la gente la recordaba.

¿Cuánto hay que agradecer a las mujeres transexuales de anteriores generaciones que hayamos alcanzado el punto social en el que estamos hoy?

Hubo muchas otras que abrieron el camino, aunque hoy no se las recuerde. Con Vestidas de Azul mi intención era plasmar cómo la sociedad y los medios trataron a aquellas mujeres, que carecieron de apoyo legislativo, social, familiar y laboral. Por eso cuando las nuevas generaciones, incluida la mía, se quejan, con todo el derecho a quejarse, no deja a su vez de parecerme algo ingrato, porque hay que ser conscientes de las que se quedaron atrás, o las que han sobrevivido sin poder imaginar que un día llegarían a verse respaldadas.

Estamos hablando de personas trans actrices o artistas, ¿y las que sois narradoras, guionistas o historiadoras? ¿Por qué es tan importante ser las propias narradoras de estas historias y poner en valor esa memoria histórica?

Me encanta que me hagas esa pregunta. En mi caso, a veces me siento como Corín Tellado, que era reconocida pero repudiada. Las escritoras y guionistas somos la minoría de la minoría frente a las actrices. También es verdad que nuestra carta de presentación es un texto, una historia, una forma de narrar, y a través de ahí te puedes liberar de un encasillamiento…o no, tampoco estoy muy segura de ello. Porque el problema es que a veces no te tomen en serio por ser quién eres, en ese modo inconsciente en el que te bajan un escalón más abajo. Por eso mi intención es siempre reivindicar, crear heroínas y dejar constancia de las injusticias del pasado, que a veces se olvidan muy pronto.

¿Por qué la aceptación de la transexualidad va muchas veces relacionada con la belleza o con una feminidad tan hipersexulizada?

Porque la sociedad imperante se rige por la aceptación a través de lo que resulta bello o atractivo. Y yo puedo entender perfectamente a la que hace su batalla a través de la belleza, o lo que ella entiende por belleza, o un canon hipersexualizado, porque no hay nada más lógico que querer ser aceptada, con todo lo que ello conlleva y que muchas veces no somos conscientes hasta que te toca estar fuera del rebaño. Y, aun así, ¿cuántas veces hemos escuchado aquello tan cruel de “es muy guapa, pero es un tío”? Vivimos en una sociedad machista, pero ese tipo de frase la han dicho tanto hombres como mujeres. Muchas veces, ni siquiera con la belleza te dan el pasaporte a respetar o entender tus verdaderos sentimientos. La mujer trans en ocasiones busca una aceptación que el hombre trans no necesita, porque es hombre.

¿Hay un mensaje en la sociedad que promueve que el objetivo a alcanzar en las personas trans es la cirugía de reasignación?

Totalmente. Consideran que una es más respetable cuanto más se aproxima a lo establecido, y ese sentimiento se percibe y ha hecho que muchas mujeres trans hayan pasado por la reasignación sexual sin realmente desearlo o meditarlo, únicamente para poder decir “yo estoy operada”, y que eso sirva para que la sociedad te dé el visto bueno. Y cualquier operación, sea del tipo que sea, hay que hacerla por pura voluntad propia, segura y decidida, sin tener necesidad de una aprobación de los demás. La gente no es consciente de que antes tan solo te modificaban el DNI si habías pasado por dicha intervención. Vamos, que toda tu persona se resumía en la genitalidad, cuando creo que lo que hay que defender es la psicología.

¿Qué opinas de la definición de disforia que acuña la OMS [Organización Mundial de la Salud]?

En estos casos es que juegan a hacer un análisis generalizado que acaba siendo tomado como único e imperante, y esa no es la realidad. Ni para la disforia ni para englobar la transexualidad en una definición tan cuadriculada. La disforia existe, y aunque la OMS no sea consciente, viene muchas veces por una imposición social. Son los demás los que te hacen sentir mal.

Prostitución, doble moral, sida, las operaciones estéticas mal realizadas, el paro casi asegurado, el maltrato. ¿Cuánto queda de lo que cuentas en tu libro Vestidas de Azul y cuánto se ha avanzado hasta ahora?

Digamos que sigue quedando todo eso, pero con soluciones y esperanzas. Hoy hay unas medidas sociales que antes eran inexistentes. Las ayudas, la inclusión laboral, o incluso medidas legislativas como el delito de odio, han llegado muy lentamente, pero han llegado. La última década ha sido crucial y para ello han tenido que morir muchas por el camino.

¿Sigue existiendo discriminación?

Absolutamente sí. Y es algo que no se va a poder erradicar por completo, pero por suerte hay una sociedad más preparada e informada para no caer en ello. La víctima ya no se deja ser víctima y el verdugo se quedará cada vez más solo.

¿Y en la comunidad gay hay discriminación hacia la gente trans?

También. Es que un hombre por ser gay no se convierte automáticamente en alguien racional, sensible o empático. Los hay que llevan su misoginia bien encima, sin que ello tenga que ver con su orientación sexual. Vale que una gran mayoría no es así, pero haberlos haylos.

Hace unos meses dentro del movimiento feminista se vivió una gran crisis cuando algunas feministas se declararon transexcluyentes. Defienden la abolición del género y al mismo tiempo niegan a las mujeres trans la condicion de mujeres, apelando a la biología y a que han sido socializadas como hombres. ¿Tú te consideras feminista? ¿Qué opinas de toda esta polémica?

No sólo soy feminista, sino que vengo de un matriarcado con mi madre y sus cinco hermanas. La igualdad es algo que no deberíamos plantearnos en pleno siglo XXI, y desgraciadamente tiene que ser así, porque sigue habiendo discriminación hasta en los aspectos más básicos. En cuanto a la polémica trans excluyente, lo que me horroriza es como se puede llegar a faltar el respeto a otra persona. Contemplamos cómo el oprimido viene ahora a oprimir. En resumidas cuentas, te está diciendo: “Tú eres de un escalón inferior y no vas ahora a tener los mismos derechos”. Porque hace años a ese sector no parecía molestarle las mujeres trans, cuando estaban en el mayor ostracismo, ¿por qué? Porque carecían de derechos, estaban absolutamente marginadas, se giraba la vista hacia otro lado y adiós a la empatía. Como aquellas mujeres trans estaban condenadas a no avanzar, no molestaban a nadie, y los únicos que ladraban contra ellas eran los radicales de la derecha. Y fíjate, ahora los extremos se tocan. Por suerte existe un feminismo que no siente la necesidad de excluir ni gesta la idea arcaica de que hay mujeres de segunda o tercera clase.

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