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Las fuerzas de seguridad están disparando con perdigones a la cara y a los genitales de las manifestantes en Irán

Viernes 9 de diciembre de 2022

Médicos de diferentes partes del país denuncian que que los hombres y las mujeres llegan con diferentes heridas de bala, siendo estas últimas especialmente atacadas en el rostro y genitales

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Protestas por la muerte de Mahsa Amini en Teherán, Irán, en octubre de 2022. AP Photo

Deepa Parent / Ghoncheh Habibiazad 9 de diciembre de 2022 The Guardian / elDiario.es

Las fuerzas de seguridad iraníes están disparando a la cara, pecho y genitales de las mujeres que participan en las protestas contra el régimen, según la información obtenida a través de entrevistas médicos de todo el país.

Para evitar detenciones, los médicos y enfermeros están atendiendo en secreto a las personas heridas durante las protestas. Afirman que se dieron cuenta de la práctica cuando comenzaron a registrar lesiones diferentes entre mujeres y hombres, ya que para ellos era más común recibir perdigones en las piernas, las nalgas y la espalda.

Aunque el bloqueo de Internet ha ocultado gran parte de la sangrienta represión contra los manifestantes, las fotos facilitadas por los médicos a The Guardian muestran las heridas devastadoras que los llamados perdigones provocan en todo el cuerpo. Las fuerzas de seguridad están disparando a quemarropa y en algunas fotografías es posible ver decenas de diminutas bolas de perdigones alojadas profundamente bajo la piel de los heridos.

The Guardian ha hablado con diez profesionales de la medicina que alertan por la gravedad de unas heridas que podrían dejar a cientos de jóvenes iraníes con lesiones permanentes. También dicen que los disparos a los ojos de mujeres, hombres y niños eran especialmente comunes.

Una represión diferente

En opinión de un médico de la provincia de Isfahán, en el centro de Irán, la represión de las autoridades contra hombres y mujeres es diferente “porque quieren destruir la belleza de estas mujeres”. “Traté a una mujer de unos 20 años a la que le dispararon dos perdigones en los genitales y otros diez en la cara interna de su muslo. Estos diez perdigones se extrajeron con facilidad, pero los dos restantes fueron todo un desafío porque estaban encajados entre la uretra y el orificio vaginal”, explicó.

“Había un grave riesgo de infección vaginal, así que le dije que acudiera a un ginecólogo de confianza, ella me contó que estaba protestando cuando un grupo de unos diez agentes de seguridad la rodeó y le dispararon en los genitales y en los muslos”, dice el médico que, como muchos otros, pide no ser identificado por su nombre para evitar represalias. También cuenta que la experiencia le ha traumatizado y que le costó mucho lidiar con la tensión y el dolor que presenció. “Podría haber sido mi propia hija”, dijo.

Algunos de los profesionales médicos han acusado a las fuerzas de seguridad y también a la temida milicia Basij, afín al régimen, de ignorar prácticas de seguridad en la gestión de disturbios como la de disparar a los pies y a las piernas para evitar dañar órganos vitales. Un médico de la ciudad de Karaj, cercana a Teherán, dice que las fuerzas de seguridad “disparan a la cara y a las partes íntimas del cuerpo de las mujeres porque tienen complejo de inferioridad y quieren deshacerse de sus complejos sexuales hiriendo a estas jóvenes”.

The Guardian ha intentado contactar con el Ministerio de Asuntos Exteriores para recabar su versión sobre las acusaciones, pero no ha recibido respuesta.

Protestas por todo el país

Según las activistas, esta terrible violencia de género no es ninguna novedad para el régimen misógino de los ayatolás iraníes, que tomaron el poder en la revolución de 1979 y han mantenido el control usando la fuerza bruta, a menudo contra las mujeres.

La muerte en septiembre de Mahsa Amini, de 22 años, fue la que desencadenó el desafío más importante que ha vivido el duro régimen teocrático de los clérigos iraníes. A Amini la detuvieron por no llevar bien puesto el pañuelo sobre la cabeza. Al parecer, la policía de la moral de Irán la golpeó hasta dejarla en coma. En los días posteriores a su muerte, niñas y mujeres de todo el país se quitaron el hiyab desafiando al código de vestimenta impuesto por la ley.

Teherán insiste en responsabilizar a enemigos extranjeros por los disturbios y acusa a “terroristas” de haber matado a decenas de miembros de las fuerzas de seguridad. Esto contradice las declaraciones de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en las que se afirma que más de 300 personas han muerto hasta ahora por la represión, entre ellas más de 40 niños.

El Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha aprobado una resolución para enviar una misión que investigue las presuntas violaciones contra los derechos humanos, pero es poco probable que Irán admita su entrada.

“Están disparando a ciegas”

Parte de la campaña de intimidación de Teherán incluye amenazar a los médicos que atienden a los heridos. Enfrentada a condiciones tan peligrosas, una doctora de Mazandaran dice que extraía los perdigones de metal y de plástico con las luces apagadas para no ser detectada. “Las mujeres tienen tanta vergüenza de ir al hospital que muchas se tratan en casa y eso es muy peligroso”.

El 26 de octubre, las fuerzas de seguridad dispararon con escopetas de perdigones a cientos de médicos que protestaban ante el Consejo Médico de Irán. Un cirujano de Teherán atendió a sus colegas por disparos en la espalda y las piernas recibidos mientras huían. Trató heridas graves de al menos cinco manifestantes a los que habían disparado a quemarropa con escopetas de perdigones. “Uno de los heridos que traté ni siquiera estaba protestando, era un transeúnte... y pensaba que no dispararían contra él”, cuenta el médico. “Están disparando a ciegas a todo el que no es uno de ellos”.

Según Brian Castner, especialista de Amnistía Internacional en armas y operaciones militares, las lesiones que se aprecian en las fotografías facilitadas a The Guardian concuerdan en líneas generales “con el uso de perdigones diseñados para la caza que no tienen cabida en ningún uso legítimo o legal de la fuerza por parte de la policía”.

En su opinión, solo con las fotos no va a ser fácil determinar qué partes del cuerpo han sido atacadas o a qué distancia, debido a la forma en que las escopetas pulverizan los perdigones. Pero en al menos una foto, dice, es posible distinguir un proyectil de gran tamaño utilizado en caza mayor, como los que se emplean para matar ciervos. “La persona alcanzada tuvo mucha suerte de que no le dieran en el pecho o en la cabeza y la mataran, he visto algunas pruebas de uso de proyectiles, este es un ejemplo claro”, dice.

Disparos a los ojos

El cirujano de Teherán cuenta que uno de los casos que le habían remitido era el de un transeúnte de 25 años al que dispararon en la cara el 16 de septiembre, cuando acababan de comenzar las protestas. “Los perdigones le alcanzaron los ojos, la cabeza y la cara... Está casi ciego de los dos ojos y solo puede detectar la luz y el brillo, no se encuentra en buen estado”.

Es uno de los cientos de manifestantes que han perdido la vista tras ser disparados con perdigones a corta distancia, según múltiples informaciones. The Guardian ha tenido acceso a fotografías de personas con perdigones alojados en los globos oculares.

Un caso que ha alcanzado relevancia nacional ha sido el de Ghazal Ranjkesh, una estudiante de la ciudad portuaria de Bandar Abbas que recibió un disparo en el ojo derecho. Ranjkesh escribió en su perfil de Instagram que le habían disparado cuando volvía del trabajo. “La última imagen que vio mi ojo derecho fue la sonrisa de la persona que me disparaba”, escribió en un post que fue eliminado después de que se compartiera en redes sociales y entre grupos sociales generando una reacción violenta.

Más de 400 oftalmólogos iraníes han firmado una carta alertando a Mahmoud Jabbarvand, secretario general de la Sociedad Iraní de Oftalmología, de la que parece una estrategia deliberada para dejar sin vista a los manifestantes. Uno de los firmantes dice haber tratado a cuatro pacientes que han perdido parte o toda la vista, entre ellos un hombre de 20 años con 18 perdigones en la cabeza y la cara, de acuerdo con la radiografía.

“Me sentí fatal, muy enfadado, y se me salían las lágrimas al ver su dolor, el ojo es la parte más sensible del cuerpo humano y es muy doloroso pensar en estas personas lesionadas, jóvenes que tendrán que vivir con esta discapacidad y poca visión el resto de sus vidas”, dice. “Mis colegas me han hablado de muchos casos similares y las lesiones oculares en las recientes protestas son muchas más, son más de 1.000 casos”. También señala que siguen sin recibir respuesta a la carta.

Aumento de la vigilancia en los hospitales

The Guardian ha mostrado las fotos de lesiones oculares y faciales sufridas en las protestas de Irán al cirujano oral y maxilofacial británico Iain Hutchison, fundador de la ONG de investigación quirúrgica Saving Faces. Hutchison dice que las imágenes muestran a “personas contra las que han disparado perdigones de escopeta a quemarropa y directamente a los dos ojos, provocando lesiones visuales graves permanentes o ceguera”.

En su opinión, la naturaleza de las lesiones sugiere “que los habían sujetado o mantenido inmóviles y que no eran capaces de apartar la cabeza”.

Conscientes de la necesidad de tratamiento médico que tendrán los manifestantes tras lesiones tan graves, las autoridades han aumentado la vigilancia en hospitales. Un médico de un hospital de Shiraz cuenta que en las urgencias de oftalmología pusieron a un guardia de seguridad nuevo a finales del mes pasado. “Controlaba a los que entraban y salían del servicio de urgencias oftalmológicas y en todas las ocasiones nos pedía que le enseñáramos nuestros documentos de identidad y nuestras acreditaciones, era la primera vez que veía algo así en el hospital”, dijo. “Daba la impresión de que esta incorporación de los guardias se había producido tras el ingreso de un número cada vez mayor de manifestantes con lesiones oculares”.

En otras partes del país, como en la región del Kurdistán, donde el Gobierno ha bloqueado ciudades enteras, los voluntarios tienen que introducir a pie las vendas y los medicamentos. Según el activista kurdo por los Derechos Humanos Soran Mansournia, “el número de heridos es muy elevado”. Mansournia forma parte de un comité de médicos y se ha coordinado con otros civiles para entregar medicinas y tratar en secreto a manifestantes heridos. “Cada día oímos hablar de una persona herida que murió sin acudir al hospital por miedo a que lo detuvieran”, dice.

Traducción de Francisco de Zárate

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