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La tiraron al barranco y no era Halloween

Martes 1ro de noviembre de 2022

CRISTINA FALLARÁS 1 NOVIEMBRE 2022 Público

Cuando era niña tenía temores, miedos y terrores. Imagino que les pasaba a todas, lo recuerden o no. Son categorías. Había cancioncillas que se entonaban en grupo en los recreos. Se hacía un corro y servía para señalar "a ti sí te quiero, a ti no te quiero". También había algunas que hablaban de cantineras en cuarteles, chicas de la tropa, de soldados que pisan los pies de las niñas, de barqueros de mierda a los que ahora les daría una patada en los dientes. Nací en el 68 y mi infancia tenía algunos trazos con pelos de cola de rata. Imagino que les pasaba a todas, lo recuerden o no.

El temor a que no te elijan, el miedo al bosque y a la bruja que no era tu madre porque tu madre siempre había muerto.

Ah, pero el terror, el terror era otra cosa y quiero aprovechar este día de los muertos para recordarlo. Mi terror está representado en una cancioncilla ¿infantil? Que repetía machaconamente lo que sigue:

La tiraron al barranco/ la tiraron al barranco/ la tiraron al barranco/ toda vestida de blanco.

Toda vestida de blanco/ toda vestida de blanco/ toda vestida de blanco/ la tiraron al barranco.

Fin de la primera parte/ fin de la primera parte/ y ahora viene la segunda/ que es la mas interesante.

La tiraron al barranco/ la tiraron al barranco/ la tiraron al barranco/ toda vestida de blanco.

No recuerdo cuántas veces podíamos repetir aquella cantinela, pero probablemente lo que duraba un viaje de Zaragoza a la catedral de Burgos y vuelta. Porque eso lo cantábamos las niñas en los autobuses que nos llevaban de excursión, y evidentemente nos acompañaban personas adultas. Excursiones y momentos semejantes.

No recuerdo exactamente cuándo, cómo hacerlo, pero era muy pequeña cuando lo vi. Siempre he tenido un apego innegable a lo truculento, pero esta vez me lo pusieron en bandeja y quién sabe si fue el arranque de lo mío. Imaginaba a una joven a la que un grupo de hombres, pero no eran solo hombres siempre, despeñaban por un barranco. Como cantábamos las crías, iba vestida de blanco, pero a medida que se iba golpeando con los riscos, el traje se le teñía de rojo sangre y oscuro tierra de noche.

Habría resultado muy difícil que a mis pongamos 7 años me imaginara algo tan atroz como un grupo humano despeñando el cuerpo de una mujer de terno inmaculado. Bastante tenía con la Cripta de Santa Engracia y el clavo incrustado en su cráneo, la parrilla de San Lorenzo asado o las cuencas vacías en el rostro de Santa Lucía.

Ahora que tengo un hijo y una hija, sobre todo ella, me pregunto: ¿Por qué coño tuvieron que enseñarme de niña que se podía tirar por un barranco a una mujer con tal soltura, tal alegría que acabara convirtiéndose en una canción infantil? Quiero que alguien me responda por qué. Cuando publiqué mi novela Las niñas perdidas, usé una pieza similar que me llegó de Argentina y decía: "Con un cuchillito/de punta alfiler/ le saqué las tripas/ las llevé a vender/ A veinte, a veinte/ las tripas calientes/ de mi mujer". Algunos me lo recriminaron. Pero aquí cantábamos la canción de Don Federico, que empezaba así: "Don Federico mató a su mujer/ La hizo picadillo/ La puso en la sartén/ La gente que pasaba/ olía a carne asada/ Era la mujer de Don Federico". ¿Por qué?

El miedo es el bosque. El terror es la muchacha, viva o muerta, cayendo por el barranco a la que la han tirado. Pensaba a veces que la tiraban ya muerta, que ya la habían matado y por eso la tiraban, para deshacerse del cadáver. Carajo, era una criaturilla. Otras veces se me ocurría que no, que la despeñaban para matarla. Sangre en cualquier caso, sangre del cuerpo de una mujer que se va rompiendo a medida que da contra los riscos, rotas las tibias, los húmeros, el cráneo, vestida de un blanco que cada vez es menos blanco. Esa mujer. Las personas que la tiran. El hecho mismo de que resulte tan normal tirarla por un barranco, viva o muerta, como para que las niñas lo cantemos de excursión.

No se trata de esas cosas "pedagógicas" como el cuento de Caperucita roja y así. No hay enseñanza en esto. Solo terror. Aquí sencillamente tiran a una mujer o a una niña peñas abajo para romperla. Que fuera vestida de blanco, en mi mente infantil solo quiso decir durante mucho tiempo que se trataba de una novia, lo cual me provocó un terror no menor a los vestidos de novia en general y por derivación a las bodas. Lamentablemente, tiempo después ni siquiera eso sirvió para evitarlas.

Ahora ya soy mayor y trabajo en las televisiones, en programas donde de vez en cuando se trata el tema de la aparición o desaparición "del cuerpo de una joven". En esas ocasiones me visto de Halloween, se me tensa la columna vertebral y observo tratando de no parpadear a grupos de la Guardia Civil rastreando campos, sondando pozos, cavando, usando perros rastreadores. A veces aparece el cuerpo que buscan o una parte de él. Esas imágenes nunca se emiten, si acaso una fotografía de la asesinada robada de su Facebook. Sin embargo, feliz Halloween, yo me las imagino siempre vestidas de blanco.

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