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La mujer víctima de violencia machista indultada por el Gobierno sigue pagando un 30% de su sueldo en multas por su exmarido

Lunes 8 de agosto de 2016

Entrevista con María Salmerón y su hija

María Salmerón consiguió evitar la cárcel gracias al indulto parcial del Ejecutivo, pero la deuda económica por las denuncias de su exmarido sigue su curso: "Estoy contenta por el indulto pero no satisfecha porque a un maltratador le hayan permitido llegar tan lejos. Tiene una pataleta muy grande y la rabia y el odio le salen por los poros”, dice la mujer.

MARÍA SERRANO Público 04-08-2016

MADRID.- A sus 51 años, María Salmerón no le gusta que la conozcan con el sobrenombre de mujer maltratada. “Soy víctima de la violencia machista, nada más. Parece que en esta sociedad estamos aún en el siglo quince con esta lacra social”. El pasado 22 de julio el Consejo de Ministros, en funciones, aprobaría un indulto parcial a su cuarto intento de entrada en prisión por incumplir reiteradamente el régimen de visitas al padre de su hija.

Sin embargo, la guerra para María sigue latente y llena de deudas. “Mi exmarido ha ganado varias causas judiciales y he tenido que batallar mucho para conseguir que se haga justicia. Estoy contenta por el indulto pero no satisfecha porque a un maltratador le hayan permitido llegar tan lejos. Tiene una pataleta muy grande y la rabia y el odio le salen por los poros”.

Un mes de trabajos comunitarios y una larga deuda

El conocido indulto obliga a Salmerón a realizar 30 días de trabajos al servicio de la comunidad, aunque la deuda económica sigue su curso. “Cada mes me quitan de la nómina el 30% de lo que cobro para pagar las múltiples denuncias impuestas por mi expareja al no cumplir el derecho de visitas cuando mi hija se negaba rotundamente a ver a su padre en el punto de encuentro”.

El litigio en los juzgados de la expareja de Salmerón, Antonio Ruiz, ha generado una ingente deuda que ha alcanzado los 60.000 euros para la víctima. “Al menos no estoy en prisión pero el dinero que debo está ahí y ahora me quedan los trabajos comunitarios”. Salmerón ha escogido un lugar idóneo para esta labor, una fundación de personas discapacitadas para ejercer como auxiliar de enfermería, profesión con la que trabaja en una residencia de ancianos en el conocido barrio sevillano de Montequinto.

María Salmerón se divorció definitivamente de su marido en el año 2001 como víctima de violencia de género. Antonio Ruiz fue condenado a 21 meses de prisión sin llegar nunca a cumplir la condena y agraciado con una custodia compartida para la hija de ambos. Seis años duró aquel régimen obligado que se convirtió en un verdadero calvario para la pequeña Miriam. “Yo la llevaba siempre al centro establecido. Incluso llegaba a firmar la orden de entrada pero yo he pagado esta condena para que mi hija no tenga que someterse a una obligación que no era capaz de soportar, la de ver a su padre. Por no poder juzgarla a ella, me ha condenado a mí la justicia”.

El duro testimonio de la hija de Salmerón

Miriam tiene ahora 16 años. Es una adolescente y el ojo derecho de María Salmerón. Sabe que su padre controla sus pasos por cada uno de los medios de comunicación por los que pasa. “Quiero contar como ese hombre que sale en la televisión diciendo que me quiere con locura me ha tratado con la mayor indiferencia”.

Cuenta la historia agarrando sus manos y sin mirar a su madre. Solo al frente. Con mucho arrojo recuerda los dieciocho meses que vivió en el domicilio paterno por orden de un fiscal. “La convivencia no existía. Apenas me hablaba y era muy frío. Me hacía levantarme a las seis de la mañana para llevarme al colegio, hasta el aula matinal cuando él no tenía que trabajar tan temprano. No cenaba nunca con ellos y me llevaron a un comedor para pasar menos tiempo en la casa donde vivía también algunas temporadas la hija de la pareja de mi padre que me tiraba del pelo y me pegaba si le quitaba el sitio en la mesa”.

La llegada a casa era para aquella niña de diez años uno de los momentos más duros del día. “Me llevaba la comida a mi cuarto y comía sola. No recuerdo días felices. Fue la persona más fría que he conocido en mi vida y hablaba de mi madre como si fuera una loca con la cabeza ida”. El único descanso para Miriam era la llegada a clase y las mañanas de colegio junto a sus amigas. Mientras esperaba con impaciencia los días que podía regresar junto a su madre que la recogía para llevarla a su verdadera casa. “Mi padre nunca permitió que llamara a mi madre por teléfono sin estar él delante. Me quitaba el móvil para que no pudiera tener contacto con ella”.

Hablar de los peores días de aquella etapa resulta muy duro para la joven. Le cuesta articular palabra cuando narra cómo en una ocasión sufrió una quemadura grave al arrojarse la sopa que tenía de cena por la pierna y no logró que la llevaran al hospital hasta la mañana siguiente. “Lo peor era llamar a la puerta de mi padre que tenía pestillo y que nadie me abriera cuando no paraba de llorar”.

La muerte de su abuelo fue otro de los golpes más duros para que Miriam decidiera romper la relación con su progenitor. “Sabía que mi abuelo materno estaba en el hospital y que no podía ir a verlo porque no estaba esos días con mi madre. Le pedí por favor que me llevara y nunca cedió. Mi abuelo murió sin poder despedirme”. Miriam volvió con diez años a residir de nuevo en el domicilio de María Salmerón y a partir de los doce años decidió que no volvería a mirar a la cara a su padre.

Llevar una vida "medio" normal

Vivir con el trauma de este episodio no ha frenado a Miriam a llevar una vida normal. Salmerón reitera que es una joven que sale con sus amigas a diario y ahora en verano va cada tarde a la piscina en la etapa de vacaciones. “Las secuelas van por dentro y esas no hay que contarlas a nadie porque están en los informes. A mi muchos médicos me han llegado a decir cómo puedo estar aún en pie después de todo lo que he pasado y la fibromialgia que arrastro”.

Mientras, el padre y exmarido de ambas sigue la ronda de programas para defender su “inocencia” y reiterar a la sociedad la manipulación de María Salmerón hacia la hija de ambos. “Amenaza con recurrir ante el Tribunal Supremo el indulto que me ha concedido el gobierno pero yo no le voy a dar el gusto de pasar miedo porque tengo a mucha gente de mi lado y vamos a seguir luchando para que la imagen de un maltratador no esté en nuestro día a día”.

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