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La lucha silenciada de las envasadoras de Almería

Jueves 7 de abril de 2022

Las trabajadoras denuncian que hasta que no ha llegado la subida del salario mínimo interprofesional no se ha eliminado la brecha salarial en el sector y tienen pocas esperanzas en que la reforma laboral baje la temporalidad en estos centros de trabajo.

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Foto: COEXPHAL

Ter García 5 ABR 2022 El Salto

Ana Ruíz lleva 18 años trabajando en el sector, buena parte de su vida aunque señala que lo habitual es llevar más años. “Aquí empieza la gente por desgracia más joven, yo no soy de aquí, somos de otra provincia, de Córdoba”. Es envasadora de productos hortofrutícolas en Almería, un sector que en esta provincia da trabajo a 28.883 trabajadoras.

Desde El Salto no se han encontrado datos oficiales sobre la proporción de trabajadoras en este sector, pero Ana cifra en un 90% las operarias mujeres en el envasado de productos hortofrutícolas. Por lo pronto, el monográfico ’La Mujer en el Mercado de Trabajo Andaluz 2021’, elaborado por el Servicio Andaluz de Empleo destacaba este sector laboral como el segundo que más mujeres tenía empleadas en esta provincia, con el 20% de los contratos, solo por detrás de la actividad de peón agrícola —21%, con 31.111 contratos—, según publica Diario de Almería.

Quizás es por eso, lamenta Ruíz, por lo que sus movilizaciones y protestas por conseguir mejoras laborales no han trascendido prácticamente y continúa siendo un sector muy invisible. Apenas un puñado de medios siguieron la huelga que organizaron en diciembre de 2020, cuando pararon prácticamente todos los centros de envasados de frutos y hortalizas en Almería. Tras cuatro días de paros. “No se habló, a pesar de que se cerraron las empresas más importantes durante casi una semana”, señala Ana. Entonces reclamaban una regularización de la jornada laboral. Unas condiciones mínimas para poder compaginar su vida con su trabajo, ya que, según denuncia esta trabajadora, la jornada de ocho horas que los trabajadores en España consiguieron en 1919 con la huelga de La Canadiense no ha llegado a este sector laboral.

La huelga tuvo consecuencias. Solo en la empresa en la que trabajaba Ana , según afirma, siete compañeras perdieron su empleo. “Y me consta que en otras empresas también han despedido a gente por ir a la huelga”. Pero pocos meses después se comenzó a negociar el convenio con algunas mejoras, entre las que se cuentan una jornada máxima semanal de 48 horas o modestas subidas salariales del 2,6% y compensaciones por nocturnidad. También diferenciaba el salario por hora según las horas normales de trabajo, las complementarias y las extra, según excedan de las 40 o de las 44 horas semanales. Una complejización que las trabajadoras señalan que puede ser hasta perjudicial para ellas. “Con este cambio creo que a muchas trabajadoras nos están engañando, tenemos tres tipos de horas así con este lío de cuentas es fácil que no nos estén pagando lo que se debe”.

Para que se resolviera otra de las injusticias denunciadas por las trabajadoras del manipulado hortofrutícola tuvo que llegar una subida de mínimos, en este caso, del salario mínimo interprofesional. “Nosotras cobramos por horas, y la diferencia con los hombres era de hasta un euro por cada hora”, explica Ana. Esta trabajadora detalla que hasta la última subida del SMI, las mujeres del manipulado hortofrutícola cobraban poco más de cinco euros netos la hora. Ellos, poco más de seis euros. Hasta el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía se pronunció en 2018 sobre la diferenciación injusta en salarios en el sector, en una sentencia, a raíz de la denuncia impulsada por el sindicato CSIF, que señalaba que envasadoras y mozos —categoría utilizada para los trabajadores hombres—realizaban en la práctica el mismo trabajo y merecían igual remuneración. Dos años después de la sentencia, se consiguió la igualdad, pero porque las empresas tuvieron que subir el salario mínimo a las mujeres ya que estaban por debajo del mínimo legal. “En bruto ahora está en 7,3 euros por hora, que se queda en unos 6,30 euros netos”

Otras cuestiones siguen sin solucionarse, como que el tiempo de descanso de 20 minutos cada cinco horas de trabajo están obligadas a recuperarlo, no tienen días de asuntos propios salvo tres, no cobrados ni cotizados, por campaña; falta de equipo como EPIS durante la pandemia o ropa de uniforme más allá de un mandil, guantes y uniforme, a pesar de que las bajas temperaturas en las que se ven obligadas a trabajar. Y, sobre todo, la alta temporalidad. “Estamos una media de ocho o nueve meses trabajando al año, el resto vamos de almacén en almacén o trabajamos en otros sectores”, explica Ana, que denuncia que entre los empresarios muchas veces se crean acuerdos para “ir pasándose” a las trabajadoras. “La mayoría en este sector son mujeres con contrato eventual, y, con un contrato de tres meses, ¿cómo voy a protestar?, aguanto. Si te pones enferma, te despiden”, continúa.

Estamos una media de ocho o nueve meses trabajando al año, el resto vamos de almacén en almacén o trabajamos en otros sectores”

Aunque aún no tienen datos de cómo la última reforma laboral impulsada por Yolanda Díaz puede haber cambiado este panorama, Ana Ruiz no es muy optimista. “No sé hasta qué punto nos puede beneficiar o incluso perjudicar”, señala.

A nivel empresarial, tres empresas destacan por absorber la mayor parte del trabajo. Son Grupo Única —una cooperativa de segundo grado con más de 3.200 socios agricultores que se define como líder en exportación de frescos—, Grupo Fresh y La Unión, que ya en 2017 protagonizó un serie de denuncias de tratos denigrantes a sus trabajadoras que fueron llevadas hasta el Parlamento andaluz por Podemos, La Unión comercializa más de 400.000 toneladas anuales de productos hortofrutícolas de los que el 70¨% se dirigen a Europa desde los 26 centros de operaciones que tiene repartidos entre Almería y Granada, en los que tiene empleadas a más de un millar de personas. Ya en 2017

Pero las peores condiciones de trabajo no se encuentran ahí, según detalla Ana, sino en los almacenes piratas que se esconden entre los invernaderos. “Ahí es una aberración, no se respeta nada, y si un día tienes que echar 20 horas, las echas”, explica esta trabajadora.

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