Xarxa Feminista PV

La fuerza de Kobe y la ‘joven’

Domingo 2 de febrero de 2020

Marta Bassols 31/01/2020 CTXT

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Kobe Bryant en un evento de la plataforma ’HomeWalk’ contra el sinhogarismo en 2013.

Ha muerto Kobe Bryant en un accidente aéreo. Pobre Kobe Bryant. Mis condolencias. También han muerto en ese mismo infortunio su hija de trece años, dos amigas suyas (adolescentes), las madres de ese par de chicas, un entrenador, otra entrenadora y un piloto de helicóptero.

Muchos deportistas.

Mis condolencias a sus seguidores, amigas y familia.

Debe ser muy desagradable morir en un accidente aéreo.

El deporte es buenísimo para la salud y, a veces, si es muy armonioso o violentamente preciso da gusto no sólo practicarlo, sino también admirar a quienes lo practican. El deporte es muy bueno para la salud, y practicado profesionalmente mantiene fornidos los brazos y piernas y abdominales y culo y espalda de los baloncestistas. Los baloncestistas son tíos muy altos. Muchísimo. Y los de la NBA, como Kobe Bryant, tienen los brazos y piernas y manos vigorosas. Hercúleas. Él, en concreto, medía 1,98, ¡flipa!

Debe ser muy desagradable que los fornidos baloncestistas profesionales te den una galleta con la mano abierta, que te agarren del cuello y que te penetren en contra de tu voluntad, como le pasó a esa chica de 19 años a la que la prensa llama la Joven y a quién le hizo ilusión besar a una estrella baloncestista, pero desde luego no tanta (mancharon de sangre las camisetas) cuando se puso sobre la mesa, la alfombra, la cama, el cuello, todo lo otro de un tío de dos metros tan deportista.

La Joven le perdonó a Kobe o por lo menos le quitó la acusación cuando él dijo en una carta públicamente algo así como: ahora entiendo que ella y yo no lo vimos de la misma manera y que ella no lo estaba consintiendo, y cómo se debe sentir y perdona, joven, además de un acuerdo financiero. También su mujer, porque Bryant estaba casado aquel día de la sangre en la camiseta, le perdonó a Kobe una cosa que en la prensa llaman infidelidad, y yo le llamaría violar-a-una-persona, si tuviera que pensar en perdonarle, lo cual, la verdad, creo que no haría, y eso que el perdón y la compasión me parecen cosas bien bonitas. Imagino que también se lo parecerá a los miles de fans que llevan velas y flores a Kobe y que, desde luego, les resulta más conmovedor cómo driblaba (la verdad, ¡cómo lo hacía!) de lo que a mí me conmociona esto que pasó en un hotel, un día.

Creo que los fans de los Lakers y yo no tenemos la misma sensibilidad a la hora de impresionarnos. A mí por ejemplo me tiene un poco más hundida que hayan muerto en España siete mujeres en el mes de enero a manos de sus parejas o exparejas, sin que se arme mucho revuelo. Aunque si lo pienso un poco, no me queda más remedio que entenderlo. ¿Qué alboroto podría haber en el otro, si hasta mis propios seres queridos (algunos de ellos), que son tíos, y hasta buenos y listos, toman copas y ríen con un tipo que saben que ha agredido a dos mujeres (como mínimo)? Supongo que la violencia machista no pasa de moda, gracias también a vosotros, que tomáis cervezas por el barrio con esos machos violentos, y les regaláis vuestros aplausos por sus hitos, y les ahorráis oír los gritos (ni en el curro, ni en la la vida) por eso que todos pensáis que si es un poco feo (pero tampoco tanto), de pegar o violar pibas. Entonces por favor, amigo, amiga, piensa en el maltratador que tienes más cercano, y restablécele o cancélalo. ¡No mires a otro lado! ¡Ayúdame a desmoronar el patriarcado! ¡E intenta siempre que puedas que tus héroes más admirados no hayan violado!

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