Xarxa Feminista PV

LINA BEN MEHNNI

Lunes 15 de agosto de 2011

"La revolución me decepciona"

IGNACIO CEMBRERO

EL PAÍS - Última - 12-08-2011

Los despertares de las revoluciones tienen a veces aires de resaca. La revolución de Túnez, la primera del mundo árabe, que acabó el 14 de enero con 23 años de dictadura del presidente Ben Ali, carece de líderes, pero buscó afanosamente a sus héroes. Lina ben Mhenni, de 28 años, es una de ellos.

"Estoy decepcionada", repite ahora la heroína cuando el país lleva más de seis meses en transición y las primeras elecciones democráticas están previstas para el 23 de octubre. La revolución cambió, sin embargo, a mejor, la vida de esta bloguera de aspecto tímido apenas conocida hasta finales de 2010 aunque escribía en árabe, francés e inglés.

"Es verdad", reconoce, "me invitan a muchos sitios, veo mundo, doy conferencias, he ganado un premio en Alemania", otorgado por la Deutsche Welle.

Acaba incluso de escribir su primer libro cuyo título, Tunisian girl, coincide con el de su blog. Lo publica en París Indigène, la editorial elegida por el polemista Stéphane Hessel, autor de Indignaos. Será traducido en breve al español.

¿Qué hizo la bloguera para saltar a la fama? Sus primeras entregas en el blog contaban en 2007 la vida nocturna en Túnez, pero poco a poco se fue politizando.

A finales de diciembre dejó la capital y recorrió Sidi Bouzid, Kasserine, Regueb, el epicentro de la revolución. En las redes sociales, sorteando la censura en Internet, narró la protesta de un pueblo y la represión policial. "Me encontré con jóvenes que colgaban fotos tremendas, pero que no las contextualizaban", recuerda. "Les ayudé".

Ella misma retransmitió en directo, con un móvil, algunas manifestaciones e hizo también fotos, sobre todo el 9 de enero, cuando descubrió en Regueb los cuerpos de cinco jóvenes a los que la policía acababa de matar a balazos. "Es mi recuerdo más conmovedor y emocionante a la vez", asegura Ben Mhenni. "Los blogueros hicimos el trabajo de los periodistas timoratos o a sueldo de la dictadura", sostiene. En total, la revolución se cobró, según la ONU, 300 muertos y 1.027 heridos graves en solo cuatro semanas.

Para su padre, encarcelado seis años en los setenta por motivos políticos, la peregrinación de su hija bloguera por el Túnez en llamas fue a la vez un motivo de orgullo y de zozobra. "Me han trasplantado un riñón en 2007 y temía que, si me detenían, me privaran de la medicación que necesito", recuerda Ben Mhenni.

Un semestre después la euforia revolucionaria se ha difuminado y "en cambio, la decepción aflora", señala. "Me decepcionan los partidos políticos y sus líderes que apenas escuchan al pueblo y solo piensan en auparse al poder; me decepciona el Gobierno de transición que conserva algunos viejos tics; me decepciona la prensa en manos de propietarios chaqueteros que sirvieron con entusiasmo a la dictadura".

Como muchos jóvenes laicos universitarios -Ben Mhenni es profesora de inglés en la Universidad de Túnez- la bloguera tiene otro motivo de preocupación ante las elecciones convocadas para octubre: los riesgos que conlleva una victoria de En Nahda, el partido islamista.

"El primer Parlamento deberá redactar una Constitución y temo que esté impregnada de beatería islámica", prosigue. Más allá del discurso moderado de En Nahda, Ben Mhenni vislumbra síntomas inquietantes. "Dejan caer que habría que restablecer la poligamia y que para combatir el paro sería bueno que las mujeres se quedasen en casa y dejasen a los hombres los escasos puestos de trabajo", comenta aterrada.

Gracias al llamado "estatuto personal", promulgado en 1957, Túnez es el país del norte de África donde las mujeres gozan de mayores derechos y donde incluso está prohibida la poligamia. "Por eso hemos desempeñado un gran papel en la revolución", afirma orgullosa.

"Si los barbudos logran el aval de las urnas, serán más difíciles de combatir", admite. "El pueblo les habrá colocado en lo alto del podium, pero desde abajo yo continuaré luchando contra ellos", anuncia Ben Mhenni. "He descrito aspectos negativos de la transición tunecina, pero hay uno muy positivo: los jóvenes hemos perdido el miedo", afirma levantando la voz.

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