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Irene González Basanta, la guardameta gallega que desafió hace un siglo los clichés del deporte en España

Viernes 28 de enero de 2022

El Ayuntamiento de A Coruña dedicará una calle a la primera futbolista profesional de España, que fundó su propio club y capitaneó y entrenó a un equipo en la que ella era la única jugadora entre hombres.

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Irene González Basanta. — Pedro de Llano

A Coruña 22/01/2022 Juan Oliver Público

El Ayuntamiento de A Coruña ha aprobado una moción de Podemos para dedicar una calle de la ciudad a Irene González Basanta, la primera futbolista profesional de España y quien hace más de un siglo protagonizó todo un ejercicio de empoderamiento femenino en medio de un contexto histórico y social que multiplica sus méritos más allá de su faceta deportiva.

Basanta era una jugadora adolescente cuando a principios de los años veinte empezó a competir en el Racing-Athletic, en el que compartió equipo con futbolistas que acabaron militando luego en clubes como el Deportivo, el Barcelona y el Real Madrid. Luego fundó el suyo propio, el Irene F. C, formado, salvo ella, por hombres a quienes capitaneó, lideró y entrenó y con quienes giró por toda Galicia disputando encuentros y torneos cuando el balompié empezaba a convertirse en el deporte de moda en España.

"Irene fue una adelantada a su tiempo", destaca Isabel Faraldo, concejala de Podemos en el Ayuntamiento coruñés y autora de la iniciativa. "A pesar de su juventud y de los férreos límites de la época, logró hacerse un hueco en un espacio masculino reservado en exclusiva a los hombres", expone.

Irene nació el 26 de marzo de 1909 en una vivienda humilde del Campo da Leña, a la entrada de lo que hoy es el barrio de Monte Alto de A Coruña, hija de una ama de casa y de un policía del puerto de A Coruña de origen asturiano que nunca vio con buenos ojos que su hija pequeña pasara las horas de su infancia pateando el balón en el cercano campo de A Estrada. En plena dictadura de Primo de Rivera no era normal que una mujer se vistiera de corto para disputar partidos de fútbol en equipos de hombres

Lo cuentan los periodistas Rubén Ventureira y Juan Luis Cudeiro en Las puertas del fútbol. Historia de una pionera (Vía Láctea, 2020), una completa investigación historiográfica que no sólo cuenta la historia de la futbolista sino que la relaciona con el entorno socioeconómico e histórico en el que desarrolló su corta vida (murió de tuberculosis con dicinueve años), con una cuidada edición que aporta documentos, fotografías y crónicas periodísticas de la época.

"Estuvimos años detrás de la historia, de hecho hicimos de Irene el núcleo de una exposición sobre el fútbol gallego que llevamos a la Cidade da Cultura", explica Ventureira, quien reconoce que su asombro fue creciendo a medida que fue avanzando en la investigación sobre su figura.

En los años veinte A Coruña era una ciudad abierta y cosmopolita gracias a la intensa actividad comercial de su puerto. Pero en plena dictadura de Primo de Rivera no era normal que una mujer se vistiera de corto para disputar partidos de fútbol en equipos de hombres.

"Tenía que aguantar insultos, claro, la llamaban marimacho y en los periódicos las crónicas deportivas se centraban a veces más en lo exótico de ver a una mujer bajo la portería que en el desarrollo del partido", relata el periodista.

Irene no se arredraba. "Tal era la pasión y el entusiasmo que ponía en el juego que a los delanteros, cuando le entraban, les propinaba patadas y puñetazos (...) defendiendo su marco ante potentes delanteras masculinas en aquellos tiempos en que la carga al portero, ¡y para ella no había cortesías!, estaba a la orden del día y era admitida por los árbitros", cuentan las crónicas recogidas en el libro.

Irene se convirtió pronto en un reclamo para los aficionados, que llenaban los campos donde jugaba su equipo. Y también para los medios de la época.

Mucho de lo que contaban rezumaba machismo, aún camuflado de galantería, porque probablemente ningún periodista se hubiera atrevido a escribir sobre un hombre lo que escribían sobre ella, como hizo un cronista de El Pueblo Gallego: "La señorita Irene González es bella, de una belleza atezada por las brisas iodadas de Riazor y por el polvo de los campos de juego. Nosotros cometimos la tontería de decírselo y ella nos miró entre extrañada y molesta".

También hubo quien en ese debate se posicionó del lado contrario. En un artículo de 1925 dedicado a la guardameta y titulado Feminismo deportivo, el diario El Orzán aseguraba: "El feminismo se impone. Al paso que va no tardarán mucho en ser ellas quienes gobiernen y dirijan todo (...) En Galicia sabemos cómo [las mujeres] realizan las más rudas tareas del campo (...) y en La Coruña (sic) vémoslas arrastrar carretillas o cargar a hombros enbormes bultos con iguales energías que el más forzudo de los mozos de cordel".

Ana Carmona, Nita, mediocampista del Málaga y del Vélez tenía que ocultar que era mujer escondiendo su cabello bajo una gorra, vendándose el pecho y vistiendo pantalones largos

No era fácil que una mujer de la época pudiera superar los clichés machistas para jugar al fútbol, como le sucedió Ana Carmona, Nita, mediocampista del Málaga y del Vélez que tenía que ocultar que era mujer escondiendo su cabello bajo una gorra, vendándose el pecho y vistiendo pantalones largos. No era el caso de González Basanta, que jugaba con jersey de cuello alto, pantalón corto y medias imitando la estética de Zamora, su ídolo, cuya figurita de juguete siempre colocaba en la portería como amuleto.

Irene murió en 1928 pocos meses después de enfermar de tuberculosis, la enfermedad más letal de aquellos años. En buena parte sobrevivió gracias a la caridad y a las cuestaciones que se hacían en los partidos gracias a la fama que había adquirido, y que se entregaban a su familia para pagar el alquiler y comprar alimentos y medicinas.

Su historia se diluyó con la dictadura de Franco, aunque el libro de Ventureira y Cudeiro ha logrado que su figura renazca y se convierte en ejemplo. "Irene era la capitana en un mundo de hombres, y en una época en la que el fútbol no era profesional y apenas había desarrollo técnico y táctico, demostró que, en igualdad de condiciones, había fútbol mixto", dice Esther Sullatres, portera del Sevilla F. C. y de la selección española y quien militó en del Deportivo.

"Hoy aún sigue habiendo barreras", sostiene, para recordar que hasta hace bien poco las jugadoras profesionales no contaban con un convenio colectivo que garantizase cuestiones tan elementales como un mínimo salarial o como que las bajas por lesión se consideren accidentes de trabajo. "En algunos sectores todavía sigue habiendo cierto desinterés y desprecio por el fútbol femenino", dice Sullastres.

Gracias a la recuperación de la historia de Irene que ha promovido el libro de Ventureira y Cudeiro, Irene González Basanta contará con una calle en una ciudad que, como recuerdan sus autores, ha alumbrado a otras figuras femeninas destacadas en sus respectivas disciplinas, desde María Pita a Vero Boquete -pionera del fútbol femenino antes del bum actual- , pasando por Isabel Zendal, Juana de Vega, Emilia Pardo Bazán y Concepcion Arenal, entre otras.

"Quizá sucede que ese carácter del que Irene hizo gala como pionera del fútbol está en al ADN de la ciudad", concluye Ventureira.

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