Xarxa Feminista PV

Irán y el feminismo interseccional

Jueves 3 de noviembre de 2022

El velo no es lo mismo en todas partes. Nuestra lucha común con las mujeres iraníes y las mujeres musulmanas en Europa es la lucha por la libertad y la igualdad

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Dos mujeres musulmanas paseando por la calle. ALFREDO MIGUEL ROME

L. Elisa Cebrián Sale 1/11/2022 CTXT

De qué forma nos acercamos a la información? Como usuaria sin bagaje en política internacional, tengo el deseo de entender la realidad de Irán fuera de un contexto eurocentrista y así comprender desde la colectividad y la empatía este momento, donde nos ponemos en acción desde lugares presumiblemente distintos a las mujeres iraníes. A través del feminismo interseccional y antirracista, me es posible abandonar el discurso de la tragedia de las otras, la islamofobia sobre lo que significa quitarse el velo en el imaginario europeo –una visión de liberación enraizada en el colonialismo como afirma Chaimaa Boukharsa, filóloga licenciada en estudios árabes e islámicos y activista decolonial–, y desarrollar un conocimiento complejo de este momento histórico.

Los aficionados al cine podrán enumerar algunos directores que han retratado las particularidades de Irán: Abbas Kiarostami, Samira Makhmalbaf, Tahmineh Milani, Bahman Ghobadi. Puede que hayan visto Sonita, la película sobre el viaje de una joven afgana a Irán huyendo del matrimonio forzoso, donde la realizadora Rokhsareh Ghaem Maghami se debate entre el arte y la acción social de ayudar a Sonita a salir al exilio. Quien tenga más memoria recordará Be Like Others de Tanaz Eshaghian sobre la cirugía de reasignación de sexo en el país asiático, y cómo las personas disidentes del sexogénero –las personas homosexuales son clasificadas como transgénero–, vigiladas por la Policía Moral, se dirigían a una trampa legal que las marginalizaba. Los que buscaron un relato sobre la bisexualidad conocerán el trabajo de Desiree Akhavan. Coincidiendo con el estreno de El Señor de Los Anillos: Los Anillos del Poder, tal vez hayan leído a Nazanin Boniadi relatar cómo la fortaleza de su personaje en la nueva adaptación de Tolkien está inspirada en la lucha de las mujeres iraníes.

La muerte de la joven kurda Mahsa (Jîna) Amini el pasado 16 de septiembre, tras caer en coma mientras estaba bajo custodia policial acusada de llevar mal su hijab por la Policía Moral, ha sido el detonante de la rabia contra todo lo que significa el velo obligatorio en Irán: el control patriarcal de los cuerpos de las mujeres y sus vidas. Cuando compartimos imágenes y discursos occidentales que se solidarizan con quienes se quitan el velo, pero no explican lo que supone ese pañuelo en el contexto iraní en cuanto a acceso a educación y a salud, matrimonio infantil, segregación por género, poder de decisión o libertad de movimiento; solo estamos difundiendo una imagen hegemónica, no acompañamos a las mujeres iraníes ni al conjunto de la sociedad iraní, que desea existir libremente. Desde el Norte Global el velo nos parece el mismo en todas partes. Por ese motivo no nos escandaliza mirar a las compañeras musulmanas que en Europa son señaladas por llevar pañuelo y están sometidas a normas que igualmente controlan su cuerpo y las marginalizan en los espacios públicos, incluso les niegan el acceso al trabajo y a la educación. No parece preocuparnos que en España ser una mujer musulmana con velo es equivalente a ser perseguida, castigada y negada en la sociedad. Reducimos el pañuelo a un estigma de atraso e infantilizamos a las mujeres musulmanas sobre su decisión de velarse. Abrir nuestra mirada a un relato fuera del feminismo hegemónico y comprender la islamofobia de su visión sobre las mujeres musulmanas es esencial para señalar a la República Islámica de Irán y su uso del terror y las nuevas tecnologías como armas de control.

El pueblo iraní y su diáspora llevan gritando muchos años. Inmersos en este declive pandémico global, parece que estamos preparados para continuar la conversación. Aunque no todo es casualidad: si no escuchamos nada acerca de las protestas en Irán en noviembre de 2019 fue porque el acceso a Internet quedó anulado durante días, lo que facilitó que más de 1.500 personas fueran asesinadas. Después de una pandemia de covid devastadora, las protestas durante el 2022 por la escalada de los precios de la comida y la corrupción no han hecho más que aumentar el hartazgo de una sociedad que vive anulada, sometida a un régimen teocrático que desplaza las minorías étnico-religiosas como la kurda, la balochi y la baha’i a la persecución institucional. La abogada Nasrin Sotoudeh salió de prisión por motivos médicos, pero aún pesa sobre ella la pena de 38 años de cárcel y 148 latigazos por defender los derechos de las mujeres que no llevaban el velo y vestimenta obligatorios. Hay personas encarceladas bajo acusaciones falsas, torturadas y sin seguridad jurídica: las activistas LGTBIQ+ Sareh Hamedani y Elham Chubdar han sido sentenciadas a pena de muerte a principios de septiembre por tráfico de mujeres/prostitución.

Nazanin Nour, Golshifteh Farahani y Masih Alinejad insisten en que es importante tomar acción: rellenar las peticiones de ONGs como Amnistía Internacional que solicitan una investigación independiente por parte de la ONU al gobierno iraní, o informarse sobre las plataformas colectivas de la diáspora y los actos globales que se están desarrollando estas semanas. Añadir a la lista de víctimas especialmente a las menores torturadas y asesinadas durante la represión de las protestas: Nika Shakarami, Sarina Esmalizadeh, Asra Panahi. No olvidar el origen kurdo del eslogan “Mujer. Vida. Libertad” ni que se trata de un movimiento horizontal, colectivo y pacífico, que tiene a las mujeres por delante y liderando las protestas. Recordar quiénes han sido encarcelados estas últimas semanas: el activista Hossein Ronaghi, la periodista Niloufar Hamedi o el cantante Shervin Hajipour, autor de Baraye –el himno de esta revolución–, o estar pendientes de la seguridad de la atleta Elnaz Rekabi tras su muestra de desobediencia civil durante una competición internacional. Procurar comprender que nuestra lucha común con las mujeres de Irán y las mujeres musulmanas en Europa es la lucha por la libertad y la igualdad, por los derechos que todo ser humano debe tener por el mero hecho de existir.

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