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Histórica manifestación en París para exigir más esfuerzos contra la violencia machista

Domingo 24 de noviembre de 2019

La protesta precede a los esperados anuncios del Gobierno francés para combatir los feminicidios este próximo lunes

Silvia Ayuso París 23 NOV 2019 El País

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Miles de personas se manifestan este sábado en Francia contra la violencia machista CHRISTIAN HARTMANN REUTERS

Algo está cambiando en Francia en materia de violencia machista, que cada año le cuesta la vida en este país a más de un centenar de mujeres. En lo que va de 2019, son ya al menos 116 las fallecidas a manos de su pareja o expareja, aunque organizaciones feministas elevan la cifra a 137. En los últimos tiempos, estos asesinatos son noticia destacada en casi todos los grandes medios, que además han dejado ampliamente de hablar de “dramas familiares” o “crímenes pasionales” para calificar estos hechos, sin ambages, como “feminicidios”, una palabra casi tabú hasta hacía poco. La sociedad va tomando, cada vez más, conciencia de un problema que ya no es considerado del ámbito privado o cosa de feministas. Sin embargo, para las decenas de miles de mujeres —y hombres, muchos hombres también— que este sábado han marchado en París y en otras ciudades de Francia, todo esto no es, ni de lejos, suficiente.

Lola, Garance y Majda venían preparadas a la manifestación convocada por el colectivo feminista Nous Toutes y otras 70 organizaciones para hacer presión ante los anuncios que el Gobierno, después de tres meses de discusiones, debe hacer este lunes para combatir la violencia machista, coincidiendo con el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Con el cuerpo y cara recubierto de huellas rojas de manos simbolizando la violencia física o sexual por parte de su pareja o expareja —que según datos oficiales sufren cada año 213.000 mujeres adultas—, el 1% de las mujeres entre 18 y 75 años, estas quinceañeras tenían muy claro la importancia de la cita del sábado. “No queremos que las mujeres sigan muriendo a manos de los hombres”. Un mensaje que también repiten en su instituto de Montreuil, en las afueras de París, a sus compañeros. “Algunos chicos lo entienden y otros no, pero cada vez más lo aceptan”, afirman. Algo más lejos, Pierre, un jubilado de 66 años que viajó desde Nanterre a París para participar en la manifestación, se felicita por la gran afluencia masculina a la protesta. “Los hombres se han concienciado, esto no era así hace 10 años”, recuerda, aunque reconoce que todavía hay trabajo por hacer. Sobre todo el Gobierno, que “tiene que tomar más medidas y proporcionar medios”, subraya. Precisamente ese es el mensaje que las organizaciones detrás de la manifestación de París y de ciudades como Lille, Grenoble o Burdeos quieren recalcar.

Ya hay concienciación social, “lo que falta hoy es voluntad política y los medios, necesitamos medidas de prevención, formación y educación”, señalaba al comienzo de la protesta la militante feminista Caroline De Haas, una de las fundadoras de Nous Toutes, señalando las cifras "históricas" de la marcha: 49.000 personas en París, según un recuento independiente para medios franceses, y 100.000 de acuerdo con las organizadoras. Es "la manifestación contra la violencia machista más grande de la historia de Francia y el Gobierno debe estar a la altura", reclamó De Haas.

Al comenzar los debates, en septiembre, el Gobierno adelantó varias medidas de “urgencia”, como la creación de 1.000 nuevas plazas de acogida para víctimas de violencia machista —las feministas exigen el doble— o la modificación de la ley que regula los brazaletes electrónicos, recientemente aprobada en la Asamblea Nacional. Sin embargo, hasta ahora no hay señales de que vaya a anunciarse lo que muchas organizaciones reclaman: fondos sustanciales. Según las organizadoras de la marcha, se necesita una inversión de 1.000 millones de euros adicionales para implementar políticas —como campañas de educación, prevención y sensibilización desde las escuelas hasta el judicial, policial o incluso los médicos que atienden a las víctimas— que tengan un verdadero impacto.

No son las únicas que tiran de las orejas al Estado en la materia. Esta semana, el Grupo de Expertos sobre la Lucha contra la Violencia contra las Mujeres del Consejo de Europa (Grevio) destacó en un informe sobre Francia la “preocupante” cifra de feminicidios y la existencia de numerosas “lagunas” judiciales y sociales para combatirlos.

Entre otros, criticó la “práctica judicial de la correccionalización que permite recalificar la violación en agresión sexual”, lo que, según los expertos del organismo independiente que vigila el cumplimiento de la Convención de Estambul, “minimiza la gravedad de la violación y carga en las víctimas las consecuencias de la disfunción del sistema judicial”. Grevio también destacó la “insuficiencia de dispositivos de albergue especializados” para las víctimas de violencia machista, una de las grandes denuncias también de las asociaciones de mujeres, y reclamó un uso “más sistemático” del sistema de órdenes de protección de víctimas de violencia machista. Este es también uno de los reclamos desde hace tiempo de las feministas, que señalan que mientras que en España —el gran referente francés en la lucha contra la violencia machista— atribuye cada año más de 20.000 órdenes de alejamiento, Francia solo aprueba unas 1.300.

Unos días antes, fue la Inspección General de la Justicia la que presentó 24 recomendaciones ante los fallos detectados para atender a las víctimas de violencia machista. Entre otros, propone modificar el código penal para permitir que los profesionales de la salud puedan denunciar un caso de violencia machista aunque la víctima se niegue a ello o coordinar mejor a nivel judicial y ministerial este tipo de casos.

La secretaria de Estado para la Igualdad, Marlène Schiappa, ha asegurado que se estudiarán todas las propuestas recibidas. Las mujeres y hombres que han marchado en París, ciudadanos anónimos, pero también políticos y artistas como la actriz y modelo Laetitia Casta o Vincent Trintignant —hermano de Marie Trintignant, la actriz convertida en símbolo de la violencia machista tras su muerte en 2003 por los golpes propinados por su pareja Bertrand Cantat, exlíder de la banda Noir Désir— prometieron recordárselo hasta que se revierta la curva de feminicidios.

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